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Álbum de fotos de Jaime García

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Fotogramas En 1994, vino al mundo Forrest Gump, un personaje que, a pesar de sus limitaciones intelectuales, se las ingeniaba para estar en el centro de algunos de los acontecimientos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Condecorado por varios presidentes estadounidenses, consiguió salir de Vietnam como héroe, obtuvo una medalla con el equipo olímpico de ping-pong, avisó a la policía cuando vio desde la ventana de su hotel en Washington que alguien estaba robando en el edificio Watergate y se hizo millonario al apostar por una empresa incipiente que tenía una manzana mordida como logo. En 2013, el protagonista de otra película (esta vez sueca y basada en una novela deliciosa de la misma nacionalidad publicada el año anterior), El abuelo que saltó por la ventana y se largó, superaba a Forrest Gump. Alian Karlsson, así se llamaba el mencionado abuelo, decidía escaparse de su asilo el día de su centésimo cumpleaños y recordaba sus aventuras vitales en la guerra civil española, en la Revolución china, en el desarrollo de la bomba atómica que se lanzó sobre Hiroshima, en la escalada armamentística de la Guerra Fría…

Retrato Jaime García se sienta enfrente de mí, en una mesa en la Taberna de Sole. Yo tomo un café con leche y él un refresco de cola. La entrevista sale fácil. Pasamos casi dos horas juntos, pero podrían haber sido más. Jaime responde a todo con generosidad. Tiene sonrisa de pícaro. Esa sonrisa que uno se aprende en la calle. Jaime llegó a vivir a Valdemoro hace unos trece años. Jaime García lleva más de veinticinco años trabajando como fotógrafo para el diario ABC. Ha fotografiado a Leopoldo Calvo Sotelo, como expresidente, y a Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez como presidentes de este país. Ha fotografiado a toda la familia real. Ha asistido a muchas de sus bodas reales. Ha cubierto las noticias de política nacional de las últimas décadas, recorriendo los pasillos del Congreso y haciendo guardia en los alrededores de las Cortes. Ha pasado allí tantas horas que los leones de la entrada le sonríen cuando se acerca. Jaime García fotografió las playas del chapapote, el funeral de Miguel Ángel Blanco y los atentados terroristas de la estación de Atocha y sus alrededores; el año pasado, acompañó a la policía en el dispositivo del 1 de octubre en Barcelona… Jaime García lleva más de veinticinco años estando en el centro de los acontecimientos más importantes de la historia reciente de España.

Jaime García_Concentración en la Puerta del Sol de Madrid para pedir la Liberación del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco el día anterior a su asesinato (Premio Mingote de Fotografía 1997 del diario ABC).

Blanco y negro Jaime García nació en Asturias. La familia se trasladó a Murcia y Jaime vivió allí parte de su adolescencia hasta que se fue a Ibiza para hacer la mili. Tras el servicio militar, se quedó en Ibiza trabajando en la hostelería. De allí se trasladó a Málaga… Jaime comenzó a dedicarse al periodismo fotográfico cuando ya había cumplido los veintiocho años, cuando se vino a vivir a Madrid. Empezó como fotógrafo independiente que cobraba cada vez que conseguía publicar una foto en el periódico. Pasaba gran parte de su tiempo en el aeropuerto, esperando la llegada o la partida de las celebridades del momento. Sin embargo, nunca acosó a famosos. Solo recuerda una vez en la que, formando parte de un grupo de fotógrafos esperando en la calle tras la muerte de Antonio Flores, Lolita les increpó que se marcharan, que respetaran la privacidad de su familia.

Panorámica Cuando Jaime empezó a trabajar para ABC, a comienzos de la última década del segundo milenio, los periódicos todavía eran a blanco y negro. Eran buenos tiempos para la prensa escrita. Los periódicos deportivos podían vender dos millones de ejemplares diarios y los rotativos nacionales punteros podían llegar al millón. Las redacciones podían tener cientos de trabajadores fijos y otros tantos colaboradores externos. Jaime vivió esos últimos años en los que la venta de periódicos y los ingresos por publicidad reportaban grandes beneficios. Desde entonces, los periódicos nacionales tuvieron que enfrentarse a numerosas dificultades. Comenzó la competencia de la prensa gratuita que recibíamos a la entrada de las estaciones y de algunos supermercados. Luego llegó internet y la población mundial se acostumbró a disfrutar de las noticias sin pagar. Por último, llegaron las fake news y la era de la desinformación. Cerraron muchos periódicos. Las redacciones de los rotativos supervivientes se vieron mermadas progresivamente y los colaboradores externos cada vez debían hacer más por menos dinero. Cada reestructuración suponía pérdidas de empleos y de derechos adquiridos a lo largo de los años.

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Tecnológicamente, la fotografía de los diarios también ha cambiado mucho. Alrededor de 1998, la mayoría de los periódicos nacionales incorporaron las fotografías en color. Luego llegó la fotografía digital y, gracias a ella, todo el mundo se creía capaz de hacer fotos. Cuando el ciento uno por ciento de los españoles acabamos agregando a nuestro cuerpo durante las veinticuatro horas del día ese apéndice conocido como teléfono móvil con cámara de fotos y vídeo incorporada, todo pasaba a ser susceptible de ser fotografiado en cualquier momento del día y de la noche. Han sido tiempos difíciles para los fotógrafos de prensa, que han sido sustituidos en muchas ocasiones por transeúntes anónimos.

Fotos movidas Aunque la mayor parte de su trabajo en los últimos años ha girado en torno a la escena política nacional, que es donde los periódicos como ABC pueden defender su identidad y su existencia, Jaime García ha viajado con el periódico por diversos lugares de la península ibérica y del globo terráqueo. Recientemente se trasladó a Marruecos para ilustrar un reportaje sobre el país norteafricano. Jaime vino conmovido. Fue testigo del sinnúmero de personas sin trabajo que se hacinan para cruzar a Europa. Observó a numerosos grupos de jóvenes, sin futuro, inhalando trapos empapados en disolvente…

Jaime se trasladó a Galicia durante la crisis del Prestige. Bajó a las playas cada mañana, de madrugada, y respiró la negritud de un petróleo que se extendía por todas las partes. Recuerda la hilera de voluntarios que desfilaba hacia las playas a punto de mañana, todos de blanco y cómo esas hileras volvían desordenadas y sucias al final de la tarde. Jaime recuerda también su viaje a Afganistán, posiblemente el lugar más alejado de España que ha conocido. Alejado en la distancia, pero, sobre todo, alejado en el tiempo. Afganistán sigue en la Edad Media en tantos sentidos. Recuerda cómo acompañaron a la misión de soldados española y recuerda cómo se comportaban los lugareños con los que se iban topando. Recuerda el poco valor que tenían allí las niñas y las mujeres.

Jaime García_Un voluntario limpia restos del chapapote vertido por el Prestige en la zona de O Roncuda (A Coruña). Diciembre de 2002

Carretes velados Posiblemente, uno de los días más duros de la vida de Jaime García fue cuando tuvo que cubrir los atentados terroristas de la estación de Atocha. Cuando se dirigía a la estación, vio que en la línea férrea paralela a la Calle de Téllez había habido más explosiones. Llegó allí antes que la policía. Vio cómo los servicios de emergencias prepararon un hospital de campaña en las instalaciones del Polideportivo Daoíz y Velarde, a unos cincuenta metros del lugar de la explosión. Hubo compañeros que dejaron las cámaras y se pusieron a ayudar. Él siguió tomando fotografías. Él siguió haciendo lo que sabe hacer. Alguien debía documentar ese momento y él se puso a hacerlo sin pensar. Sin sopesar las consecuencias de todo lo que estaba ocurriendo. Guardó la compostura mientras estuvo trabajando. Logró sacar adelante el reportaje. Fue al día siguiente, durante los días y semanas siguientes cuando a Jaime le dio el bajón como consecuencia de todo lo que había presenciado. Fue entonces cuando se planteó si debería haber aparcado la cámara a un lado para consolar a las víctimas que habían sido trasladadas temporalmente al polideportivo. Está seguro de que, hubiera hecho lo que hubiera hecho, le habría quedado la misma desazón.

Instantánea El 6 de mayo de 1998, Jaime García recibió el premio Mingote de fotografía. A su lado, el escritor Fernando Arrabal recibía el premio Mariano de Cavia y el periodista José Antonio Zarzalejos, el premio Luca de Tena. Había tomado la fotografía por la que ganó el premio en la última manifestación previa al asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Selfie Jaime recuerda los años cuando viajaba para hacer un reportaje y, cada noche, convertía el baño de su habitación de hotel en un cuarto oscuro de revelado. Recuerda que los carretes de las cámaras analógicas tenían un número limitado de fotos y que cada foto llevaba su proceso antes de tomarla. Hoy en día, con las cámaras digitales, se pueden tomar seis fotos por segundo. Como periodista fotográfico, se autodefine como un francotirador. Apostados en los rincones adecuados, los periodistas del Congreso esperan el momento preciso para hacer la foto adecuada. Esa foto que consiga distinguir a su periódico del resto de rotativos.

David Simon, experiodista y creador de la serie televisiva Bajo escucha (The Wire) vaticinaba recientemente que la crisis del periodismo y el cierre de tantos periódicos locales iba a suponer un menor control periodístico de las políticas municipales y nacionales y, con ello, mayores posibilidades para la corrupción. Es necesario que los periódicos y la prensa en general sigan teniendo profesionales con un bagaje como Jaime García, personas que conocen la profesión y no se dejan engañar fácilmente. Jaime lo explica con un ejemplo tan gráfico como el de las manifestaciones ciudadanas. El fotógrafo experimentado sabe dónde colocarse. El fotógrafo con experiencia sabe que no debe ponerse a correr detrás del primer escarceo entre la policía y los manifestantes. El fotógrafo profesional sabe que debe esperar para captar la mejor fotografía de ese momento.

Su experiencia le permite también seleccionar las fotografías que manda de inmediato a redacción. Dice que, si mandas la mejor foto a redacción, allí, la cuelgan enseguida en internet y el resto de los diarios pueden conseguir la misma o una foto similar. Jaime dice que, cuando le piden que mande fotos, él sabe seleccionar unas imágenes para la ocasión. Pero le gusta guardar una serie de fotografías para la tarde, para que, ya en la redacción, puedan seleccionar imágenes frescas, que no hayan sido agotadas por los medios de comunicación durante el día.

GoPro Jaime se confiesa un viajero incansable. En vacaciones, disfruta yendo a bucear con su mujer a diferentes lugares del mundo y, en su tiempo libre, aprovechan para hacer senderismo, subir a la montaña y caminar en la naturaleza. Ambas aficiones podrían permitirle seguir con su pasión por la fotografía, pero Jaime confiesa que, cuando va a bucear o cuando sale a la montaña, prefiere disfrutar cada fotograma que le brindan sus ojos, cada panorámica que le permite su campo de visión. Es el momento de dejar la cámara en casa.

Polaroid Me confieso una especie en extinción. Busco siempre las cafeterías que tienen periódico para poder repasar la prensa diaria. La semana pasada, bajé a por comida china al Merry City y, esperando mi pedido sentado en el sofá del establecimiento, me encontré con el ABC del día. Lo habían comprado para leer la noticia sobre la visita de Xi Jinping, presidente de la República Popular de China, a nuestro país. Repaso el periódico de arriba abajo en busca de una foto cuyo autor sea Jaime García. La encuentro en la página 2. Xi Jinping saluda a Pedro Sánchez en la Moncloa. Se chocan las manos mientras la cabeza del intérprete chino aparece, como una marioneta risueña, en el hueco de la foto que queda entre los dos mandatarios. Jaime García me arranca una sonrisa.

Jaime García_Visita de Xi Jinping, presidente de la República Popular de China. Noviembre de 2018.

 

Texto_Fernando Martín Pescador

Fotografía_Ncuadres