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Beneficios para las personas con trastorno del espectro autista y sus familias, en la sala Snoezelen de Alvamir

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Las salas Snoezelen (término holandés) son una herramienta de la estimulación multisensorial que permite trabajar el despertar sensorial por medio de la exploración, el descubrimiento y la experimentación de diferentes estímulos en un espacio seguro, confortable y de confianza. El sujeto se convierte en el protagonista de sus propios aprendizajes, y la terapeuta pasa a ser una mediadora en este proceso. Se observan las preferencias e intereses de la persona, además de sus capacidades, a la hora de diseñar las experiencias sensoriales o actividades. La idea es, a grandes rasgos, proporcionar a la persona diferentes experiencias sensoriales para mejorar la conciencia de sí misma, aportar nuevas vivencias, enriqueciendo así su relación consigo misma, con los demás y con el entorno.

Los resultados que se obtienen son variados. En general, podemos observar disminución del tono muscular, de la frecuencia cardiaca y de las conductas estereotipadas, así como de las alteraciones de conducta. Pueden observarse conductas que hasta entonces no habían ocurrido, como mostrar interés por una actividad, el aumento de las vocalizaciones cuando algo les gusta y una mejora en la interacción y la comunicación con los demás.

En la sala Snoezelen, veremos cómo obtendremos resultados positivos en personas con autismo, mejorando su bienestar, además de aportar beneficios tales como el fortalecimiento del sistema nervioso central, de la comunicación y el vínculo con otras personas, la relajación, la conexión con el entorno. También se generarán nuevos aprendizajes y se facilitará una actitud positiva y motivante, entre otros beneficios, dependiendo de la persona.

 

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El ambiente que se crea en la sala propicia la comunicación, no necesariamente verbal, entre la persona, el acompañante y el terapeuta. Una persona en actitud positiva y relajada es una motivación para estar con ella de manera más abierta y receptiva.

Los niños y niñas con trastorno del espectro autista (TEA) sufren, en general, dificultades en el procesamiento e integración sensorial, exceso de movimiento, inquietud, nerviosismo, déficit en la comunicación, en la interacción con los otros, con el entorno. Ante determinados estímulos pueden manifestar una respuesta exagerada y, por el contrario, no mostrar una respuesta visible ante otros. Algunos de estos síntomas dificultan el proceso de atención y el de aprendizaje.

Cabe aclarar que no nos referimos a una enfermedad, sino a un trastorno, una condición que tiene esa persona, que le lleva a comportarse y actuar de una forma distinta a la que consideramos normal. En un momento de sus vidas, en torno a los 18 y 24 meses, en general, el desarrollo del niño sufre un retroceso, o por decirlo de otro modo, no avanza en el desarrollo como lo hacen sus iguales, denominados normotípicos (no soy yo muy partidaria de poner etiquetas).

Los padres o tutores comienzan a ver signos de alarma, como puede ser la falta de contacto visual, por ejemplo. Comienzan a sentirse desconcertados, vagando entonces de un sitio a otro buscando una respuesta, un diagnóstico. Se sienten desconcertados, confusos y perdidos hasta que consiguen dar con el diagnóstico adecuado, la información que en un inicio necesitan y los recursos de apoyo necesarios. Aún así, no es un camino fácil y les puede generar frustración, incertidumbre, nerviosismo, malestar, culpa, exceso de preocupación…

Se suma a esto el rechazo y el etiquetado y estigmatización social. Aparentemente se ve un niño normotípico, pero algunas de sus conductas desconciertan y pueden producir rechazo ante el desconocimiento del trastorno de espectro autista y los mitos que hay sobre este, por ejemplo, el de que quienes lo padecen son niños aislados y poco afectivos.

Hay mucho trabajo que hacer en este terreno, pero ante una sociedad que se muestra cada vez más sensible y abierta, siempre hay que tener esperanza. Habrá que trasladar después esta conciencia social a las políticas que se desarrollan en este sentido, para facilitar que los niños con TEA tengan las mismas oportunidades que el resto, ya que no dejan de ser como cualesquiera otros, con una condición diferente que no les hace menos merecedores de nada.

La búsqueda de terapias por parte de las familias para poder facilitarles las cosas a estos niños es otro aspecto importante. La ruta comienza con la atención temprana, hoy por hoy insuficiente, dado el exceso de demanda y la escasa oferta. Hablamos de logopedas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, estimuladores, etc. Y de actividades como natación, terapia con animales, musicoterapia y otras, cuya finalidad es ayudar a que estos niños puedan mejorar y potenciar sus capacidades, para que sean lo más funcionales posibles.

Las familias consiguen ver al niño como es, son las que mejor le conocen, las que mejor saben comunicarse con él, saben sus gustos, sus preferencias, sus actitudes positivas y negativas… todo. Vuelcan su tiempo y energía en darles a sus hijos un presente y un futuro mejor.

En Alvamir, velamos por que el niño sea tal como es. Las terapias son necesarias, y en algunos casos, si se valora, la medicación también. Alvamir ofrece un lugar, una sala, un espacio, solo para él, es su momento, él elige. La terapeuta se acerca a él para aprender a comunicarse y crear un vínculo especial que le permita ver al niño tal y como es. Le acompaña, no le deja solo, observa qué le gusta, cuáles son sus preferencias, sus capacidades, qué le inquieta, qué le hace sentirse intranquilo, ansioso, qué le relaja, cómo consigue calmarse. Es un espacio dónde explora y descubre, donde despierta los sentidos.

Los estímulos y elementos de la sala provocan en él respuestas sensoriales, que son las que nos van a marcar las pautas para diseñar las actividades y conseguir los objetivos a nivel de estimulación o relajación, sin que sienta que está en una terapia más. Es su momento. Las familias verán cómo en la mayoría de las ocasiones se dan principalmente respuestas de bienestar, y eso hará que ellos se sientan también más tranquilos.

Alvamir también está pendiente de los síntomas que puedan presentar los padres, así como de la información y orientación que puedan necesitar, y dispone para ello de sesiones individuales a las que pueden acceder a petición propia, o por sugerencia de la terapeuta.

Para completar la intervención se establecen reuniones y coordinaciones con profesionales externos que llevan a cabo el resto de terapias con el menor, para consensuar objetivos e ir en la misma dirección. El objetivo principal de Alvamir es dar tranquilidad, calma y bienestar tanto al niño como a la familia para que así su día a día sea más fácil.

Oferta limitada

 Condiciones:

  • Una sesión gratuita;
  • duración de la sesión: 30 minutos;
  • fin de oferta: el 31 de mayo.

 

Para más información visita el centro de estimulación multisensorial Alvamir en calle Júpiter, 113, local 4, de Valdemoro o ponte en contacto en los teléfonos 911 469 767 y 670 976 400. También puedes escribirnos al correo: info@alvamir.es o visitar nuestra web www.alvamir.es.