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Entrevista a Rubén Hernández

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‘Las artes marciales me lo han dado todo porque han hecho que hoy sea como soy’

 Valdemoreño de pura cepa, recuerda su infancia en nuestra localidad pasando las horas jugando con el resto de amigos en el parque Alberiza. Rubén Hernández, atleta de K1 y Muay Thai, quedó asombrado por el mundo de las artes marciales desde muy pequeño. Una pasión tan fuerte que le llevó a hacerse una carrera profesional dentro de este mundo que le ha alzado hasta lo más alto del panorama nacional proclamándose, por último, campeón de España de Muay Thai en 2013.

Esa misma pasión le llevó a fundar el gimnasio y la escuela de artes Fight Club Valdemoro, un lugar donde impregnarse de la filosofía, la técnica y el estilo de vida de las artes marciales que tan hondo calaron en Rubén. El próximo mes de octubre cerrará su etapa como profesional en un Campeonato de España de K1 que se celebrará en nuestro municipio. Hoy queremos conocer más de cerca a este atleta valdemoreño.

Comentas que tu inclinación por las artes marciales se produce muy temprano. ¿Qué sedujo a un niño de apenas siete años?

Siempre me habían llamado mucho la atención las películas sobre artes marciales. Tuve la suerte de que en mi colegio, el Samer, comenzaron a impartir karate y me apunté a las clases extraescolares. Allí empecé con Juan Carlos, mi primer profesor de artes marciales. Con él me animé a dar clases fuera del colegio y empecé a entrenar en un gimnasio. Es curioso que ahora yo soy el profesor de su hijo. Rápidamente me di cuenta de que me gustaban las artes marciales de mayor contacto: kick boxing, Muay Thai… Recuerdo que nos mudamos de casa y en los bajos del edificio había un gimnasio en el que siempre ponían carteles de peleas en la cristalera de la puerta. Cada vez que pasábamos por delante me quedaba mirando los carteles porque me encantaban. Le insistía mucho a mi madre para que me llevara. Como es lógico, mi madre me decía que eso no era para niños. Desde muy pequeño tenía claro lo que quería hacer, tengo fotos con apenas siete años y los guantes de boxeo puestos.

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¿Cómo le dices a tu madre que quieres practicar un arte marcial más duro y cuál escoges?

Con trece años empecé a practicar kick boxing. No tuve que hacerle una petición como tal para practicarlo. En el día a día ella veía la pasión que sentía por este mundo y dar el salto a otro arte marcial fue un proceso bastante natural. Es cierto que hay muchos padres que pueden llegar a rechazar la idea de que sus hijos practiquen kick boxing o cualquier otro arte marcial, pero lo cierto es que tuve la gran suerte de que mi madre lo viera como un deporte más.

Desde que terminé el kárate hasta que comencé el Kick boxing pasaron unos años en los que no practiqué ningún deporte. Retomé el deporte en el mismo gimnasio en el que había estado y me puse en manos de un profesor gallego del que tengo muy buen recuerdo. Era el más pequeño de la clase, recuerdo que entrenaba con hombres que eran tres veces yo.

¿Qué camino tiene que recorrer un deportista como tú para dar el salto a la competición?

El kick boxing me enganchó y cada vez me gustaba más la idea de adentrarme en el mundo de la competición, además me veía con posibilidades. Le insistía mucho a mi entrenador, pero él siempre me decía que faltaba poco, nunca llegaba el momento. En Valdemoro no había gimnasios que ofrecieran la preparación necesaria para competir y tuve que salir fuera. Me marché a Parla por recomendación de un amigo, y allí empecé a hacer mis primeras peleas de kick boxing  y full contact, una variante americana que tiene algunas restricciones. Durante cuatro años aprendí mucho en Parla y me marché a Fuenlabrada, al gimnasio de un entrenador que también tenía mucho prestigio. Con veinte años ya me marché con el último equipo en el que he estado y con el que di el salto de la competición amateur a profesional.

En otros deportes, como sí ocurre en las artes marciales, el salto a lo profesional no difiere tanto de la práctica amateur. ¿Cómo se produce ese salto, es algo natural?

Antes de dar el salto, tu entrenador tiene que estar muy convencido de que estás capacitado para dar ese paso tan importante. En el salto a profesional cambian muchos aspectos de la competición. Los vendajes profesionales son duros, el guante es más pequeño, no hay protecciones en piernas y cabeza… Un atleta tiene que estar, por supuesto, preparado físicamente para dar ese salto, pero más allá de la condición física es muy importante estar preparado mentalmente. Tu cabeza tiene que estar concienciada de lo que va a hacer. Yo me acuerdo de que estaba muy preparado psicológicamente, pero también tenía muchos nervios. Mi debut fue en Torrejón frente a un profesional que ya llevaba bastantes combates y los nervios estaban a flor de piel.

Has ganado en diferentes modalidades como el kick boxing, full contact, K1, Muay Thai. ¿Cómo ha sido tu paso por cada una de las modalidades?

Siempre me he inclinado más hacia el kick boxing que el Muay Thai, aunque también me gusta. El estilo de pelea del kick boxing es más rápido y se caracteriza por combinar más golpes. Después del kick boxing empecé en K1, que es una variante que incluye los golpes de rodilla. En el último equipo que estuve era de Muay Thai y, aunque yo peleaba en K1, entrenaba también Muay Thai, lo que hizo que al final acabara optando por el boxeo tailandés. Todos los campeonatos que he ganado, tanto de Madrid como de España, son de kick boxing, a excepción del Campeonato de España de Muay Thai.

Has cosechado varios éxitos a nivel nacional. ¿De qué salud goza este deporte en España?

Ahora parece que aumenta su práctica y se está volviendo más mediático. Los luchadores españoles comienzan a salir más y están presentes en torneos tanto por Europa como en los países asiáticos. Es cierto que hay una tendencia positiva, pero todavía falta muchísimo para poder alcanzar a otros deportes que mueven masas en nuestro país. Este tipo de deportes han estado muy vetados durante mucho tiempo en España y eso ha generado muy mala fama. Parece que las nuevas tecnologías e internet ha permitido a la gente tener mayor acceso a ver combates e informarse sobre lo que realmente son. Eso se ha ido trasladando, y también es cierto que un medio tan fuerte como la televisión se está haciendo eco y se ven más combates. En resumen, tener el acceso a estos deportes ha hecho que la mentalidad de la gente también se abra. Queda mucho por recorrer, yo entreno a niños y todavía hay padres que se acercan al gimnasio con cierta reticencia a que sus hijos practiquen este deporte.

En 2013 te proclamas campeón de España de Muay Thai.

Salió un open en Mallorca y el entrenador del equipo nos apuntó a varios, unos quince, en diferentes pesos. La competición duró un fin de semana. El combate eran cinco asaltos de dos minutos y en el tercero se acabó el combate por KO técnico. Muy contento, porque es un reconocimiento al trabajo de muchos años. Después de eso no me planteo ninguna aspiración más alta. En cada momento he hecho lo que me ha gustado y estoy satisfecho con mi carrera.

Una vez que has forjado una carrera como profesional, ¿qué dirías que te han aportado las artes marciales?

Las artes marciales no me han aportado, son mi vida. Me lo han dado todo porque han hecho que hoy sea la persona que soy. Lo que más agradezco es poder disfrutar de la confianza en mí mismo que me ha generado tener un carácter más tranquilo y llevar una vida sana en la que el deporte ha sido muy importante. Me han acompañado todo este tiempo y han invadido todos los aspectos de mi vida, desde que me levanto por la mañana hasta que me acuesto por la noche desde los diecisiete años.

Tuviste que abandonar pronto Valdemoro, deportivamente hablando, para crecer como boxeador, pero has decidido crear tu propia escuela aquí. ¿Qué objetivos te marcas con esta iniciativa?

Durante toda mi carrera deportiva me rondó la idea de crear mi propio gimnasio y dentro fundar una escuela. Como dices, me tuve que marchar a entrenar fuera pronto porque en Valdemoro no había una oferta tan específica. Ese fue el detonante que me animó a montar Fight Club Valdemoro. Este concepto de gimnasio es desconocido para el público general. El primer año, cuando entraban a verlo, la reacción era de sorpresa porque nunca antes habían visto un gimnasio así. Disponemos de 450 metros dedicados a las artes marciales. Todo el gimnasio es tatami, tenemos un ring, sacos, etc. Algo que tenía muy claro es que quería marcar la diferencia con la calidad de los entrenadores. Actualmente, a cargo de la formación nos encontramos mi compañero Juanma, que se encarga de la defensa personal, defensa personal policial y kárate; y yo, que me encargo del Muay Thai, el kick boxing, el K1 y el boxeo.

Una parte importante del gimnasio es la escuela y el trabajo con los más pequeños. ¿Qué tipo de trabajo hacéis con ellos en un deporte que parece exclusivo de adultos?

Se trabajan mucho los valores como la educación. En el gimnasio somos una gran familia en la que hay muy buen rollo. En ese sentido, me preocupo mucho por que haya muy buen ambiente entre todo el mundo. Fuera de eso, me gusta que los jóvenes cultiven su físico, pero también la mente. Ahondar en la constancia, el esfuerzo, la actitud, el respeto, el honor es muy importante. Damos clase a partir de los seis años. Comienzan con clases muy sencillas en las que se trabaja principalmente la coordinación, psicomotricidad y lateralidad, mediante juegos que les adentran en el deporte. Según van creciendo se introducen progresivamente las clases de técnica y los combates sin contacto. Es una toma de contacto muy gradual en la que se sienten muy cómodos y disfrutan.

Háblame del equipo de competición que habéis creado.

En los cuatro años que llevamos abiertos ha habido gente que competía, pero nunca hubo un grupo como tal. En septiembre arrancamos un equipo de competición compuesto por chavales de entre catorce y veinte años. Algunos de ellos han empezado conmigo y otros tienen algo de experiencia en otros gimnasios. Antes de empezar a hacer veladas vamos a asistir a lo que denominamos «interclubes», en los que los gimnasios nos ponemos de acuerdo para celebrar competiciones que emulen las veladas. Pelean con un nivel de protecciones muy alto y no hay ganadores. Estos encuentros sirven para que conozcan más de cerca lo que es un combate real. Por el momento no quiero ejercer ninguna presión sobre ellos, hemos creado este equipo para que disfruten de este maravilloso deporte y si tienen éxitos, bienvenidos serán. Yo he tenido entrenadores que me han presionado para ganar y puedo asegurar que no sirve de nada. Quiero que se diviertan haciendo lo que más les gusta.

¿Cuáles son los objetivos para este curso que empieza?

Tengo varios proyectos que desarrollaremos este curso. Uno de ellos está relacionado con los niños. Han llegado al gimnasio varios casos de niños que han sufrido o sufren acoso en el colegio. Aquí les hemos recibido con los brazos abiertos y les hemos ayudado a generar las herramientas para que tengan la fortaleza mental necesaria para afrontar este tipo de situaciones. Es muy gratificante ver cómo la mayoría de ellos mejoran su situación gracias al deporte. También está el equipo que comienza este mes y con el que somos muy optimistas; y, por último, también queremos ampliar la oferta a nuevas modalidades como el MMA.

En el mes de octubre celebras tu último combate profesional en Valdemoro.

Así es. El 27 de octubre celebraremos una velada en el Pabellón Jesús España, que será mi último combate como profesional, contra Juanra Melgar, el Duende. Va a ser una velada muy especial para mí porque me retiro en la localidad que me ha visto crecer y, además, porque es un Campeonato de España de K1 en el que tendré la posibilidad de cerrar mi carrera con el título nacional. Con el paso del tiempo, y la apertura del gimnasio, me es incompatible mantenerme en el mundo de la competición profesional. Estar a ese nivel requiere de muchas horas de entrenamiento y de descanso, son semanas y meses preparando las veladas. El tiempo del que dispongo quiero dedicarlo por completo a mis alumnos.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres