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Entrevista con Amaya Valdemoro

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«Nunca me he considerado la mejor. Tan solo aprendo día a día»

Amaya no nació en Valdemoro, pero ha paseado casi involuntariamente el nombre de nuestra localidad por todo el mundo desde que hace mucho tiempo tuvo el acierto de cambiar el atletismo por el baloncesto, y poco a poco se fue convirtiendo en la jugadora más carismática dentro de un deporte que ha proporcionado a España numeroso reconocimiento internacional, tanto en la vertiente masculina como en la femenina. Pionera, cabeza visible, buque insignia de una generación que se atrevió a desafiar a su equivalente en chicos en cuanto a éxitos aunque desgraciadamente no en cuanto a atención mediática, se retiró hace aproximadamente cuatro años, pero sigue ligada a su deporte desde el otro lado de los focos y las luces de candilejas, como comentarista televisiva. Amaya Valdemoro nació y se crió en Alcobendas, en el norte de Madrid, pero ha sido la perfecta embajadora de una comunidad y también por extensión de un país entero.

Amaya ha tenido el privilegio de conocer varios paises en profundidad, Estados Unidos, Rusia, Turquía, ha jugado en las ligas más potentes del mundo y su palmarés a nivel global tiene poco parangón en España. En su lugar de nacimiento tiene un pabellón deportivo con su nombre, aunque como ella misma asegura, aún le falta la calle y de hecho le encantaría que se cumpliera su deseo. Aquí en el sur de Madrid también le rendimos homenaje, y obviamente no solo debido a su apellido ilustre.

Cuéntame tus primeros pasos en el deporte, porque el baloncesto al principio no fue tu primera pasión.

No, el atletismo fue mi pasión originalmente. Con ocho años empecé a practicarlo, y no lo hice antes porque mi padre no me lo permitió. La verdad es que no era mala, se me daba bastante bien. Al cumplir los trece empecé a compaginar los dos deportes, atletismo y baloncesto, pero el atletismo es una actividad que va lenta. El basket marcha más rápido, en ese momento me decidí por él y la evolución resultó ser meteórica. Estas cosas en ocasiones suceden casi por casualidad: en un partido a otro equipo les faltaba una jugadora, me puse yo, y a partir de ese momento me di cuenta de que tenía futuro. No era demasiado alta entonces en cuanto a los cánonces con los que se mide este deporte (1,72 m) ya que, aunque parezca lo contrario, teníamos en mi primer equipo jugadoras con esa edad de más de 1,80. Con catorce años estaba en 1.ª B y con quince debuto en división de honor y me convierto en profesional, ambas circunstancias escasamente habituales.

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En los últimos tiempos se han sucedido las reivindicaciones por la igualdad de géneros. ¿Crees que el baloncesto femenino en general no ha recibido la atención mediática que merece? Estamos hablando a nivel de selección de un grupo con un palmarés envidiable que pocos deportes poseen.

Evidentemente es así. Pero no pongo el foco en el baloncesto femenino, sino en todo el deporte minoritario. Claro que en deportes individuales las cosas son diferentes, siempre es más complicado resaltar la labor de un grupo que la de una persona únicamente. En mi caso personal, puedo decir que, no sé si por pionera o por carisma, se focalizó en mí un poco más que en el resto, pero normalmente no ocurre así. Ahora mismo, por ejemplo, la selección española femenina es plata en el Mundial y plata en los Juegos Olímpicos, y la mejor del grupo no tiene el reconocimiento que puede tener, por poner un ejemplo muy conocido, Mireia Belmonte. Esto funciona así, no hay que darle más vueltas. Quizás entre todos debamos trabajar para que la situación se pueda revertir en un futuro no muy lejano.

O en el caso del tenis, por ejemplo, si preguntas a un grupo de personas al azar por Serena Williams, un amplio porcentaje de ellas sabrá a quien te estás refiriendo, aunque no se encuentren muy ligados a este deporte.

 Claro, pero es que si hablamos de tenis, este es casi el único deporte en el que se pueden equiparar ambos sexos, a nivel de inversión, de premios, de atención mediática. De todas formas, en Estados Unidos las componentes del equipo de baloncesto son enormemente conocidas a nivel popular. Mucho más que aquí. Se trata de otra forma de entender la realidad y una sociedad diferente.

Un ejemplo claro podría ser el de Becky Hammon, una jugadora excelente cuando estaba en activo, pero que para el concepto de igualdad entre ambos sexos significa mucho más y ha tenido un recorrido mucho mayor. ¿No es cierto?

Por supuesto. Becky Hammon entró en el staff técnico de San Antonio Spurs, quizá la franquicia de la NBA más exitosa de los últimos veinte años en cuanto a regularidad. Y es costumbre que durante las ligas de verano el entrenador, en este caso el afamado Gregg Popovich, ceda a los entrenadores asistentes la labor de dirigir a los equipos. De esta forma Hammon, al dirigir a un grupo de hombres, se convirtió en pionera dentro de un mundo hasta ese momento eminentemente masculino. Pero bueno, tampoco nos podemos quejar en cuanto a la situación del baloncesto femenino en España. En otros deportes: balonmano, voleibol, waterpolo, están aún peor. El número de licencias es muy superior en baloncesto. Podríamos estar mejor, eso es evidente, pero también mucho peor.

Y el fútbol está comenzando a subir ahora.

Tengo el convencimiento absoluto de que el fútbol nos va a adelantar a todos. Es un fenómeno imparable. Afortunada o desgraciadamente este país vive y muere por el fútbol. No tengo nada en contra, que nadie me malinterprete. Ahora mismo equipos como el Barcelona, el Atlético, el Español o el Athletic de Bllbao poseen secciones femeninas, y otros equipos las están creando. Si el Real Madrid se lanzara a crear la suya propia el despegue sería inmediato y a gran escala. Ojalá el Real Madrid se planteara la posibildiad de que surgieran secciones tanto en fútbol como en baloncesto. Sería magnífico para el deporte femenino. El Real Madrid mueve mucho alrededor.

La situación tiene cierto paralelismo con la época en la que la WNBA fue creada. Al principio todos los equipos femeninos dependían de los equivalentes de la NBA, o pertenecían a lo que es la franquicia como tal. Cuéntanos un poco tu experiencia por tierras americanas.

Yo llegué a Houston muy jovencita, con poco más de veinte años, además en la segunda temporada de existencia de la WNBA. Las Houston Comets estaban incluidas en el engranaje de la franquicia de los Rockets. Me quedé impresionada de la magnitud de todo aquello, la ciudad volcada con su equipo, pabellones llenos, más de 20 000 personas en muchos partidos. Una experiencia increíble que además fue coronada con tres anillos de campeonas. Nosotros compartíamos pabellón con el equipo masculino, tuve la oportunidad de coincidir con Clyde Drexler o Charles Barkley, auténticos mitos de este deporte y pertenecientes al famoso Dream Team de Barcelona 92. Un sueño hecho realidad. La explosión de la WNBA se ha frenado ahora un poco, aunque todo depende de la ciudad. De hecho, las Houston Comets desaparecieron, pero en ciudades como Minnessota o Phoenix la efervescencia continúa y la gente aún permanece volcada con el equipo.

De hecho, poca gente recuerda que la primera persona nacida en España que consiguió un anillo de la NBA fuiste tú, y no Pau Gasol con Los Angeles Lakers una década después.

R: Bueno, depende a quien preguntes, y qué nivel de conexión tenga con el basket femenino. Pero Pau Gasol también se lo ha ganado, me parece muy bien que la gente lo crea. Es un halago que me comparen con un mito como Pau, aunque yo soy algo mayor que él. Nunca dirán que Pau es el Amaya Valdemoro del basket masculino, quizás a la inversa sí (risas).

En la actualidad, después de colgar las botas a los treinta y siete años de edad, Amaya está integrada en el equipo de comentaristas de Movistar Plus. Ha cambiado el parquet por el discurso, y también el estudiar a rivales para intentar superarlas por la preparación de datos para enriquecer los comentarios y estar al día de la realidad del baloncesto continental.

¿Qué tal se ven ahora los toros desde la barrera?

Me encanta lo que hago, de momento todo me va muy bien. Sin duda se trata de una experiencia magnífica y muy enriquecedora. Al principio, durante el primer año, fue bastante duro porque tenía mucho respeto a equivocarme. Yo seguía el baloncesto masculino todo lo que podía, y aunque conocía bastante la transición desde la pista a un micrófono, puede compararse con poner a un exjugador a comentar la liga femenina. Mis compañeros me ayudaron y ahora todo marcha mucho más fluido. Ahí en directo estás solo delante de un micrófono y eres esclavo de tus palabras y tus silencios.

De todas formas, supongo que aunque te retiraste bastante veterana y después de más de veinte años de carrera, y la labor de comentarista te llama, te habría gustado aguantar un poco más.

Absolutamente. Mi idea era haber continuado jugando hasta los cuarenta años por lo menos. Para un jugador o jugadora que ama este o cualquier otro deporte no existe nada comparable a la competición. Es el alimento que nos da la fuerza para seguir, el hecho de poder ayudar a tu equipo, el ser mejor cada día. No entiendo a los deportistas que se retiran pronto; mantener la ilusión se convierte en un factor fundamental.

En otras épocas los jugadores se retiraban antes. Fernando Martín, por ejemplo, siempre dijo que lo dejaría pronto, aunque desgraciadamente nunca sabremos lo que habría pasado. El argentino Manu Ginobili en la actual NBA es un claro ejemplo de perdurabilidad.

Exacto. Manu es un ejemplo a seguir, un privilegiado, una figura que se ha convertido en un icono. En mi caso tuve que retirarme porque humanamente no podía más, tenía dolor continuo, no me sentía con fuerzas para continuar. Tengo la opinión de que mientras puedas ayudar y seas productiva para el equipo y aportes, aunque jugando menos minutos, debes continuar si el cuerpo te responde. Si lo haces arrastrándote, entonces no. En el caso de Fernando, yo creo que él dijo eso, pero llegado el caso habría continuado. Fernando fue un ejemplo en muchos aspectos.

Tuviste una de las peores lesiones que una jugadora de baloncesto puede tener, en 2012 te rompiste las dos muñecas. Se trataba de un problema que habría acabado con la carrera profesional del 99 % de los deportistas.

Sí, pero aquella lesión no me retiró. Me prometí a mí misma que haría lo máximo por recuperarme rápidamente, y así lo hice, en apenas cuatro meses estaba otra vez sobre la cancha, creo que si no es un récord, se le aproxima. Aquello fue una cura de humildad, no puedes valerte por ti misma, necesitas ayuda para todo, para cualquier cosa que tengas que hacer, por nimia que parezca. Pero no, aquello no acabó conmigo ni con mi ilusión por competir. Si me retiré, como dije antes, fue porque humanamente no podía más, los dolores en los tobillos y las rodillas imposibilitaban cualquier intento por ayudar a las compañeras.

Cuando empezabas en esta bendita actividad llamada baloncesto, ¿tenías referentes, gente en la que te fijaras, ídolos?

Bueno, yo nací en 1976, y para la gente de mi edad dos jugadores que nos marcaron una barbaridad fueron Drazen Petrovic en Europa, y Michael Jordan a nivel mundial. Creo que no soy demasiado original diciendo esto. No me quiero dejar fuera a gente como Magic Johnson, Larry Bird, Charles Barkley, Fernando Martín, aquí a nivel más local, y algunos otros. De todas formas, cuando empecé a hacer deporte, como originalmente me dediqué al atletismo, mis primeros referentes fueron atletas de 1500 como José Luis González, José Manuel Abascal, Fermín Cacho. Uno de mis sueños hechos realidad habría sido ganar la medalla de oro en 1500 metros; el momento de Fermín Cacho en Barcelona fue lo máximo. En cuanto a baloncesto femenino, ocurría que no teníamos acceso a ver partidos de las grandes jugadoras del momento. Sí, teníamos una buena generación, pero aquella época no fue como la actual, en la que todo está globalizado e internet te permite unas posibilidades enormes que entonces ni soñábamos. Me habría gustado fijarme, tener referentes, pero simplemente no se podía.

Tú que has conocido también la liga rusa y la turca, recomiéndanos lugares que visitar, sitios con encanto.

De lo que he conocido en otros países me quedo sin duda con Moscú. Moscú es una ciudad tremenda, preciosa, sobre todo en primavera, claro, con un montón de lugares con un atractivo especial. Estambul también merece la pena ser visitada. De Estados Unidos lo que más conocí fue Houston, una ciudad que no destaca especialmente por que tenga nada deslumbrante. He vivido la mayoría de mi vida fuera de mi casa, de Alcobendas, en la comunidad de Madrid, y te puedo decir que como en casa en ninguna parte. Yo no nací en Alcobendas porque no había hospital, pero me crié ahí, toda mi familia es de ahí, y después de tanto tiempo fuera añoras bastante tus raíces. España en general no tiene mucho que envidiar a ningún otro país.

¿Y Valdemoro?

Conozco Valdemoro muy poco. Lo más gracioso es que desde el Ayuntamiento me escribieron un día diciéndome que les quitaba muchos pinchazos en Google, que mi nombre salía antes en el buscador que la propia localidad. La verdad es que fueron muy amables y todo quedó en una anécdota graciosa.

¿Cómo ves tu futuro a medio plazo? Ahora estás enfrascada con la labor de comentarista en Movistar, pero y más adelante, ¿te ves como entrenadora o como posible candidata algún día a la Federación Española?

Ahora mismo no me veo haciendo ninguna de las dos cosas, pero son opciones que uno no debe descartar nunca. Simplemente las dejo para el futuro, una pequeña puerta abierta por lo que pueda pasar. Lo que hago ahora me llena y me encuentro muy cómoda. Dentro de unos años, quién sabe lo que puede ocurrir.

Siempre el lema de mejorar, progresar en lo que haces.

Absolutamente es así. Cuando jugaba siempre intentaba mejorar día día. A pesar de que mi figura pueda resaltar por encima de otras jugadoras de mi generación, nunca me creí la mejor. Lo único que trataba era de aprender día a día, fijarme en las mejores. Ese y el trabajo continuo es el único secreto que existe para destacar en cualquier actividad.

Le damos las gracias por su atención y por su amabilidad a Amaya Valdemoro, un icono del deporte madrileño, que indirectamente paseó el nombre de esta localidad por medio mundo. Ahora en Google las cosas se han igualado bastante, podemos hacer la prueba en cualquier momento a a ver quién prevalece. Pero en el fondo da igual, Valdemoro por un día dejó de ser únicamente una atractiva localidad de la zona sur de Madrid para convertirse también en el apeliido de una ciudadana ilustre.

Texto_Juan Francisco Escudero

Fotografía_Ncuadres