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Entrevista con Montse Damas

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Ante las quejas sobre la larga duración de la ceremonia de entrega de los Óscar, alguien en la cadena televisiva estadounidense ABC tuvo la feliz idea de hacer entrega de cuatro de las estatuillas (mejor fotografía, mejor montaje, mejor corto de ficción y mejor maquillaje y peluquería) durante los anuncios. En menos de veinticuatro horas, 650 personalidades de Hollywood (entre ellos, tres de mis directores favoritos: Quentin Tarantino, Spike Lee y Spike Jonze) firmaron un escrito de protesta que obligó a los organizadores a echar marcha atrás. La industria cinematográfica demostró así que se preocupa por los suyos. El mensaje era claro: entienden que el glamur y la brevedad venden, pero entienden, también, que el cine es mucho más que unas caras bonitas. Una buena película necesita una buena interpretación, una buena dirección, un buen guion, una buena fotografía, un buen montaje y un buen equipo de maquillaje y peluquería entre otras cosas.

También es cierto, sin embargo, que una maquilladora que haya ganado tres Goyas (el primero en 2001, por Juana la loca; el segundo en 2012, por Blancanieves; y el tercero, en 2019, por El hombre que mató a don Quijote), una maquilladora que lleve en la profesión casi treinta años y que haya trabajado en películas como El reino de los cielosAlatriste, Camino, Un día perfecto o Palmeras en la nieve pueda pasearse por Valdemoro, donde nació y ha vivido toda su vida, con la tranquilidad de saber que solo sus amigos y los que la vieron crecer podrán reconocerla. Es el caso de Montse Damas, la valdemoreña que tengo enfrente y que ha tenido la amabilidad de concederme esta entrevista.

Pere Vall, redactor jefe de la revista Fotogramas e importante crítico de cine español, escribió esto cuando puso su cara en manos de Montse Damas para hacer de figurante en la película Blancanieves:

«Para tener esta larga y cuidada barba de caballero acomodado no se optó por la barba postiza pegada a la cara, entera, ni por la barbota enganchada a una goma elástica. ¡Pelo a pelo!

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»Y de esto se encargó una maga de la caracterización, Montse Damas, en cuyo currículum hay títulos como Lope, También la lluvia, Las 13 Rosas… Una mujer enamorada de su trabajo, una artista a la que no le van las prisas. La llaman La del rigor histórico, porque le gusta documentarse al máximo para cada film, y no cagarla en detalles que quizá el público (o el director) no nota, pero ella sí. Y le duele. La del rigor histórico no está para errores, si puede evitarlos, y pasé con ella un buen y agradable rato, entre anécdotas y mientras me pegaba la barba mechón a mechón: una mezcla de pelos castaños (naturales, comprados a un mayorista) y canosos».

¿Cómo acabaste dedicando tu vida al maquillaje en el cine?

Siempre me ha gustado el mundo del espectáculo. Desde muy joven tuve inquietudes por ser actriz y me metí en un grupo de teatro de Parla. Pero, desde muy pronto, también, me di cuenta de que me daba mucho miedo salir a escena. Tenía una vergüenza terrible. Así que, enseguida, decidí que mi trabajo debía estar detrás de las cámaras y no delante. A esto se añadió el hecho de que tenía un familiar, la hermana de una tía mía, que era peluquera para cine y series de televisión. Un día fui a un rodaje con ella y me encantó. Estaba decidido. Hice un curso de maquillaje y, acto seguido, empecé a hacer meritoriaje. Es decir, empecé desde el nivel más bajo del escalafón, de meritorio, luego pasé a ser auxiliar y, finalmente, ayudante de maquillaje. Así empecé y, desde entonces, no he parado. Llevo ya  veintiocho años en el oficio.

Tienes una extensa filmografía. Has participado en varias series de televisión y en muchas películas.

Empecé con series. Empecé trabajando en una serie que se llamaba Qué loca peluquería y, luego, pasé al cine. A partir de ahí, he trabajado más en el cine y he participado en unas poquitas series. Trabajo mucho para producciones extranjeras que vienen a filmar a España. El verano pasado estuve trabajando para la última entrega de Terminator (Terminator: Dark Fate); en abril estaré todo el mes en Tarifa, trabajando para una serie de Sky TV, una plataforma digital británica, que se llama Little Birds. Y, de mayo a octubre, voy a trabajar para una serie de Netflix que se va a filmar entre Madrid y Mallorca y que se titula White Line.

¿En qué consiste tu trabajo? Me consta que eres la responsable de la mayoría de las heridas que se producen durante el rodaje…

Sí. El maquillaje incluye los efectos de las heridas entre otras cosas. [Sonríe]. Hay que entender que el maquillaje en el cine es muy diferente del maquillaje en el mundo de la moda. En una serie o en una película lo que buscas es crear un personaje. No todo el mundo tiene que salir guapo. En cuanto nos leemos el guion, comenzamos a crear al personaje. Hay personajes que no tienen por qué ir maquillados, ni arreglados. En el mundo de la moda, se emplea lo último en maquillaje.

¿Trabajáis en equipo?

Normalmente está la jefa de maquillaje, el ayudante de maquillaje, que es el trabajo que yo suelo desempeñar, y una peluquera. Dependiendo de las proporciones del proyecto, podemos llegar a estar tres de maquillaje, tres de peluquería… En un proyecto como Exodus (Ridley Scott, 2014), la productora americana traía al equipo de maquillaje para los actores principales (Christian Bale vino con su propio equipo) y nosotros teníamos otro equipo para ocuparnos de todos los figurantes. Imagínate tener a quinientos extras esperando a ser maquillados. Para esa película, podíamos estar cincuenta personas trabajando en el equipo de maquillaje. Pero hay veces que la productora viene con los actores extranjeros y el equipo de maquillaje es todo español. Ese va a ser el caso con la serie White Line, que vamos a empezar en mayo. Nuestro equipo de maquillaje se ocupará de toda la primera temporada. Yo evito ser jefa. Para empezar, tengo muchísimo más trabajo como ayudante de maquillaje. Además, para mí, tiene muchos más alicientes trabajar con diferentes maquilladores que ser jefa. Con mi experiencia, me suelen dejar mucha libertad a la hora de trabajar y de crear a los personajes que me corresponden.

¿Guardas algún buen recuerdo de alguna de las celebridades que has conocido durante el rodaje?

Los directores hablan con las jefas de maquillaje y yo los veo durante el rodaje, pero no trabajo directamente con ellos. Hace años, hice una película que se tituló El puente de San Luis Rey, una producción extranjera que incluía a Robert de Niro, a Geraldine Chaplin, a Gabriel Byrne y a Harvey Keitel en el reparto. De todos ellos, me llamó mucha la atención Kathy Bates. Me pareció una persona tan cercana. Este tipo de actores y actrices van siempre rodeados de un séquito y esto hace que sea muy difícil acercarse a ellos. Sin embargo, Kathy Bates mostró mucha simpatía. Mucha cercanía. Otra celebridad que me llamó la atención fue Liam Neeson durante el rodaje de El reino de los cielos. Justo antes de filmar una escena, se le acercó un figurante y le pidió hacerse una foto juntos. Muy amablemente, Neeson le dijo: «Este no es el momento». Así que Liam Neeson se fue a rodar la escena en cuestión. Cuando terminó, se puso a buscar al extra por toda la zona de rodaje. Y no paró hasta encontrarlo para hacerse la foto con él. Una vez juntos, le dijo: «Ahora es el momento».

¿Cómo viviste cada uno de los tres Goyas que has ganado?

El Goya, evidentemente, lo gana el equipo de maquillaje liderado por la jefa de maquillaje que lo coordina. Los tres han sido muy especiales. El primero fue con Juana la loca. Me pilló un poco como por sorpresa. Disfruté especialmente el Goya que ganamos con Blancanieves. Esa película me encantó. Fue una película muy especial. En esta película tuvimos a uno de los personajes más interesantes que he creado. Se trata de Rintintón, que es un niño perro y que está creado todo con posticería facial, que es una de mis especialidades. Rintintón tiene toda la cara llena de pelo. Ahora, cada vez más, se ponen las barbas pelo a pelo. Aguantan mucho más que si pones toda una barba o un bigote postizos. Facilitan mucho más la gesticulación de los actores. Y, por último, ganar un Goya con El hombre que mató a don Quijote tuvo su mérito. Hay que recordar que es una película que parecía que tuviera una maldición. Se ha intentado rodar dos o tres veces y no ha sido posible nunca. La última vez se hizo un documental, Perdidos en la Mancha, que describía los efectos de esa maldición. Cuando llevábamos dos semanas de filmación de El hombre que mató a don Quijote, salieron con el champán a celebrarlo porque nunca se había llegado tan lejos con la grabación. Además, fue fantástico trabajar con el director Terry Gilliam, que es un señor que tiene una imaginación y una cabeza que está continuamente creando. En el caso de esta película, en el equipo de maquillaje, además de maquillaje y peluquería, estaba también Pablo Perona, responsable de la nariz postiza que lleva el protagonista. Esta nariz forma parte de los efectos especiales de maquillaje.

Y los galardones que has ganado no se quedan en tres Goyas.

Desde el año 2010, la Academia de Cine (Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España) valora, en unos homenajes anuales que han pasado a llamarse Homenaje a los Profesionales, a todos los profesionales que no tienen tanta visibilidad pero sí una larga trayectoria cinematográfica; gente como los ayudantes de dirección, los de script o los ayudantes de maquillaje. Los homenajeados pasan automáticamente a formar parte de la Academia como miembros asociados. En septiembre de 2016, yo fui una de las afortunadas en recibir este homenaje y lo valoro como uno de los premios más importantes de mi carrera.

¿Cómo llevas estar viajando de un lado para otro?

Lo llevo fenomenal. Obviamente, cuando pasas mucho tiempo fuera de casa, echas de menos estar en ella. Acabo de volver de Panamá. Supongo que no es un destino al que yo iría si no fuera por trabajo. He ido y vuelvo encantada. Cuando rodamos The Promise, estuvimos en Malta. También me gustó mucho. Tienes una oportunidad de conocer bien los sitios. Tengo muy buen recuerdo de cuando fuimos a filmar a Bolivia con Icíar Bollaín. Allí dirigió Y también la lluvia. Es una película que me gustó mucho. Icíar es también bastante cercana y muy maja. Fue interesante crear a los indígenas que salen en la película. Había días que empezábamos a maquillarlos a las tres y media de la mañana porque eran muchísimos. Nuestro trabajo es de madrugones. Somos de los primeros que debemos ponernos a trabajar. Este verano pasado, con Terminator, debía levantarme a las tres menos diez de la mañana. Hay días que empezamos prontísimo y podemos estar trabajando hasta doce horas seguidas. Una vez terminas de maquillar, tienes que estar pendiente por si hay que retocar algo durante el rodaje, controlar que todo haya quedado bien… Los actores sudan, los bigotes, las barbas o las pelucas se mueven y hay que estar pendientes para que, en cada toma, todo esté impecable.

Supongo que el maquillaje en el teatro es diferente. ¿Has trabajado maquillando en el teatro?

La verdad es que no. El maquillaje en el teatro no es tan sutil como en el cine. En teatro, si, por ejemplo, tienes que hacer un envejecimiento, puedes hacerlo de forma un poquito menos detallada y más exagerada porque no hay primeros planos. Cuando filmas, ahora con el HD que lo ve todo, se necesita mucho más detalle.

¿Hay algún proyecto cinematográfico en el que te gustaría embarcarte?

Creo que tengo mucha suerte. Últimamente, no paro y son todos proyectos muy interesantes. Me fastidia porque tengo que rechazar algunos trabajos, ya que no me da para más. En todos los trabajos, encuentro retos interesantes. Claro, para nosotros, es siempre más gratificante hacer cosas de época. Lo que voy a hacer ahora en Tarifa se desarrolla, por ejemplo, en los años cincuenta.

Con todo el trabajo que tienes, y estando fuera de casa, ¿cómo puedes planear unas vacaciones?

No puedes. En estos momentos, por ejemplo, como pronto, tendrán que ser a partir de octubre. Y cuando consigo unos cuantos días libres, lo que me apetece es quedarme en casa. Como he dicho, me gusta viajar y llevo muy bien los viajes. Vivir en un hotel, sin embargo, tiene también sus inconvenientes. Por eso, últimamente, si el proyecto es largo, solicitamos que nos alquilen una casa o un apartamento en vez de hospedarnos en un hotel. Tener una cocina se agradece.

La vida en un hotel y el trabajo en una caravana.

Sí. Las productoras americanas y británicas suelen traer una caravana y ahí maquillamos a los actores. Si no hay una caravana de maquillaje, producción siempre encuentra un sitio donde nos ponen unas mesas y unos espejos para que trabajemos. Todo esto ha mejorado mucho desde que empecé. Recuerdo, hace tiempo, filmamos en una granja y colocaron las mesas de maquillaje en los establos. Allí el olor era interesante. Pero siempre intentan encontrar un buen sitio para nosotros porque, de lo contrario, los actores se quejan. Antes los actores se quejaban menos.

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Ha trabajado en dos ocasiones para Ridley Scott. El año pasado trabajó con Terry Gilliam en El hombre que mató a don Quijote y eso le ayudó a conseguir su tercer Goya. El verano pasado colaboró en la creación de la última entrega de Terminator. Acaba de trabajar en una serie de Movistar, En el corredor de la muerte, inspirada en Pablo Ibar, el preso español condenado a muerte en Estados Unidos. Montse Damas se ha ido ganando una gran reputación dentro del cine. Sin embargo, ella se sigue considerando una chica de pueblo. Recuerda cómo los valdemoreños de toda la vida se referían a ella y a sus hermanas como «las chicas del bar Jaén», pues era el establecimiento que regentaban sus padres. Antes de terminar esta entrevista, me confiesa que disfruta muchísimo los días que puede dormir en Valdemoro. Para ella, bajar a comprar el pan en la panificadora González, quedar con los amigos en el Quinito o comer un buen arroz en La Bodega son algunos de esos pequeños placeres que nos otorga la vida.

Texto_Fernando Martín Pescador

Fotografía_Ncuadres