Inicio Entrevistas Entrevista con Raúl Ortiz

Entrevista con Raúl Ortiz

6118
0
patrocinado

En 1941, en medio de la ocupación nazi, se abrió en la rue de la Huchette, en  París, La discothèque, un lugar donde la gente se reunía para escuchar y bailar música grabada. El mismo público elegía y ponía los temas. Hasta entonces, la gente que iba a los clubs había bailado al ritmo de las orquestas contratadas con este propósito y eso seguiría siendo la normalidad durante varias décadas. Sin embargo, el nombre del nuevo garito parisino gustó y acuñó el término con el que conocemos a las actuales discotecas.

No obstante, habría que esperar hasta 1959, cuando el dueño del Scotch Club, en Aquisgrán, Alemania, buscando cómo recortar gastos, decidió sustituir a la orquesta de su restaurante y poner, en su lugar, discos de acetato. Cambió el nombre del lugar y lo llamó Jockey Tanz Bar. Para animar el ambiente, fue contratado un jovencito locutor de radio, Klaus Quirini, que ocultó su nombre bajo el pseudónimo de Dj Heinrich. Antes de pinchar los discos, Klaus Quirini se dedicaba a presentar las canciones como si de un programa de radio se tratara.

A comienzos de la década de 1960, empezaron a abrirse más lugares como el Jockey Tanz Bar por todos los Estados Unidos y Europa. Estos clubes nuevos que entretenían a la gente con música grabada comenzaron a tener éxito no con la música techno, ni la electrónica, ni el bakalao, ni el reguetón… No. En esos años, la música que pegaba en los clubs era el twist.

En 1981, cuando mis tíos más jóvenes lucían unos pantalones de campana idénticos a los que llevaba John Travolta en Fiebre del sábado noche (1977), Televisión Española comenzó a emitir un programa, Sabadabada, donde uno de sus presentadores era una marioneta que respondía al nombre de Horacio Pinchadiscos. Es ahí donde uno se da cuenta de que la figura del disc jockey está asentada definitivamente en la sociedad.

Contenido Patrocinado
Publicidad LRDV

Hoy tengo delante de mí a Raúl Ortiz, valdemoreño, uno de los disc jockeys más populares y reconocidos de España. Ha pinchado discos por toda Europa (Viena, Londres, Italia, Portugal, Francia), gran parte de América (Venezuela, República Dominicana, México, Estados Unidos) y confiesa que le encantaría hacerlo hasta en Japón. Raúl Ortiz dice que no baila. Que baila muy mal. Y bromea diciendo que se hizo disc jockey para no tener que bailar. Raúl Ortiz dice que ser un disc jockey no es pinchar un disco detrás de otro. La del disc jockey es una expresión artística como muchas otras.

¿Cómo te convertiste en un disc jockey?

Siempre he sido aficionado a la música. Lo que ahora es la cervecería INO’S era 1992-1993 un pub al que mis padres iban a menudo. Allí me empecé a interesar por los discos. Allí me enseñaron cómo iba la mesa de mezclas y me dejaron ensayar poniendo discos. Ya en 1994 empecé a trabajar en el Q, aquí en Valdemoro. Desde ese año no he dejado de trabajar como DJ. Me presenté a concursos de disc jockeys, fui progresando y, paulatinamente, he ido subiendo escaloncito a escaloncito para llegar donde estoy hoy en día. Llevo veinticinco años pinchando música.

¿Había entonces concursos de disc jockeys?

Sí. Ahora es raro, pero entonces había unos cuantos. Te presentabas, pinchaba uno, pinchaba otro y, luego, un jurado decidía quién lo había hecho mejor. Pinchar antes era mucho más artesanal: tenías que coger un vinilo, ponerlo… lo tenías todo como en el tacto. Ahora es todo mucho más digital. La música. La imagen. La música ha evolucionado muchísimo y la tecnología musical con ella. Gané algunos de esos concursos y allá para 1999 entré a trabajar en la discoteca Groove de Pinto, que, cuando yo empecé, se llamaba La Corte. En la Groove, que aún sigue abierta, estuve unos años muy buenos. En el año 2003 fiché con Fabrik y ahí trabajo desde entonces. Estoy muy contento porque es una empresa muy grande. Tienen muchas discotecas y yo me siento como en casa.

¿Qué virtudes y cualidades debe tener un DJ, en tu opinión, para triunfar en el mundo de la música?

Creo que el DJ debe tener mucha psicología de pista. Debes saber qué quiere ese público solo con verlos. Creo que eso siempre se me ha dado bien. He llegado a los sitios y he intuido lo que debía poner en cada momento. Es importante, también, dedicarle muchas horas, tener una buena selección musical. Como a todos los trabajos, hay que dedicarle tiempo y pasión. Destacas cuando eres un auténtico psicópata de lo que haces [sonríe]. Cuando algo te gusta tanto que no te importa dedicarle todo tu tiempo. Hay que estar muy pendiente de cuáles son las modas musicales y hay que estar al día de los cambios y tendencias. Debes intentar anticiparte a lo que viene y ser, de alguna forma, uno de los pioneros.

¿Con qué dificultades se encuentra un DJ en su trabajo?

El mundo de la noche suele tener personajes muy variopintos. Es fácil tener problemas con algún promotor. Siempre hay gente que intenta aprovecharse al máximo. Creo que en todos los trabajos te encuentras con gente complicada. Luego, es como si a un cirujano le das un martillo y unas tenazas para operar a un paciente. Ha habido ocasiones en las que he llegado a un lugar donde el equipo no estaba en buenas condiciones y el lugar de trabajo no cumplía con unos mínimos.

¿Cuáles son las tendencias del momento?

Aquí en España, la gente está tirando bastante por lo latino, por el trap, el rap… Y, por otro lado, estamos volviendo a la España de los años ochenta. Están de moda las fiestas remember, donde pinchamos música de esos años y, curiosamente, se llenan de gente de veinte a veinticinco años. Están cambiando las cosas. En los últimos veinte años, la gente ha ido a las discotecas para escuchar y bailar la música que elegía un disc jockey. Ahora, se está volviendo a lo que se hacía antes. La gente vuelve a las discotecas para salir, para pasarlo bien, para divertirse. La música que escuchan es importante, pero pasa a un plano diferente. Se está perdiendo un poco la cultura de ir una sala para ver a un artista. Sigue habiendo esa cultura, pero ha bajado bastante. Una de las razones, también, es cómo han emergido de la noche a la mañana una serie de artistas españoles nuevos, dentro de la cultura del trap. Todo esto tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero yo respeto todo lo que funcione, sea del estilo que sea.

Sitios más chulos en los que has trabajado.

He estado en prácticamente todas las discotecas grandes de España. Hay algunas muy curiosas. En Santander, hay una discoteca muy curiosa que se llama ZUL. Es impresionante. Está en un acantilado y es un antiguo restaurante que han remodelado como discoteca. Si estás allí toda la noche bailando y sales por la mañana, te encuentras con un amanecer brutal, con un hermoso acantilado y el mar. Fabrik, aquí en Madrid, es inmensa, y da mucho respeto. He visto cómo a muchos disc jockeys les temblaban las manos al observar lo grande que es la sala. Estamos hablando de miles de personas mirándote y esperando que pinches el tema adecuado. En Ibiza, hay salas que tienen mucha magia, como la discoteca Privilege Ibiza [según el libro Guinness de los récords, la más grande del mundo, con capacidad para 10 000 personas]. Luego, he pinchado en parajes espectaculares, en Playa del Carmen, por ejemplo, en México; he estado también en Venezuela, en Miami, en Nueva York… Cada sitio tiene su encanto. Si el que dirige la discoteca es alguien con una buena visión y no escatima en gastos, ahí vas a encontrar un sitio bonito, cuando el dueño de una sala está haciendo algo que le gusta y no se limita a ser un empresario que solo quiere hacer dinero.

¿Crees que, en una discoteca, son diferentes el público español y el público de otros países del mundo?

He hecho muchos bolos en Punta Cana, que es un lugar donde muchos estudiantes estadounidenses y canadienses van a pasar su Spring Break, sus vacaciones de primavera, y ahí te das cuenta. Nosotros hacíamos cuatro fiestas seguidas, de jueves a domingo. El jueves solía ser para colombianos, el viernes era para puertorriqueños, el sábado para estadounidenses y el domingo para canadienses. Ahí te das cuenta de lo diferentes que podemos llegar a ser gente de la misma edad, habiéndote criado en un país distinto. Lo que te puedo garantizar es que el público español, en el mundo de la noche, es de los más enérgicos. Somos los que más disfrutamos del tema de la música, somos los más pasionales cuando nos gusta un disc jockey. Aquí hay mucho fervor. Cuando vienen disc jockeys de fuera nos lo dicen: España es de los mejores lugares para pinchar música. En Italia también se lo montan bien.

¿Cómo ha evolucionado la noche durante los últimos veinticinco años?

Como te he dicho, creo que hemos vuelto otra vez a los ochenta. Apareció el botellón y parecía que la gente se lo pasaba mejor en el aparcamiento de una discoteca que dentro de ella. Eso empezó a crear otro tipo de cultura. Entre el 1999 y el 2007 aproximadamente, era cultura de club total. La gente iba a los sitios por el disc jockey, por la música. Ahora la gente sale a divertirse, a beber, a bailar, a conocer a gente.

Háblame de algunos de tus disc jockeys favoritos.

Recientemente me ha sorprendido mucho una chica que se llama Chelina Manuhutu. Imprime una energía brutal. Es una chica muy guapa, que tiene una imagen bestial y pone muy buena música. Se pasa toda la sesión bailando. Hay muchas chicas disc jockeys que lo hacen muy bien, pero ella tiene mucha energía. Y, luego, me inclinaré por un clásico: Richie Hawtin. Para mí, el número uno. Es un loco. Una barbaridad. Es el pionero en prácticamente todo el techno, la electrónica, lleva muchísimos años y, para mí, sigue siendo el número uno.

¿Puedes jubilarte siendo DJ a los sesenta y cinco años?

Si se te da bien y te gusta, es como todo. La pasión va dentro. Cuando algo te gusta, es muy complicado pensar en dejarlo. Ahí tienes a Sven Väth, nacido en 1964, que sigue pinchando discos; también sigue Carl Cox, nacido en 1962. Claro que, estamos hablando de gente que juega en las grandes ligas. Es muy posible que artistas como ellos cobren cincuenta mil euros por sesión. Así yo también sigo hasta los años que haga falta. Me gusta dedicarme al tema de la noche en todas sus vertientes. Tal vez pueda seguir en esa línea.

Este febrero fuiste a pinchar a una discoteca de Estambul. ¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos?

En estos momentos, en lo que más centrado estoy es en un proyecto muy personal que llevo haciendo dos veces al año desde 2011. Normalmente tiene lugar en marzo y en septiembre. Es una fiesta muy bonita, con mucho sentimiento, y se llama La Resistencia. La próxima es el 16 de marzo. La gente va a ver a los disc jockeys, como antes. Contrato a artistas nacionales e internacionales, son más de doce horas de fiesta, con miles y miles de personas bailando en cuatro áreas distintas. Gestionar todos los preparativos me lleva muchísimo trabajo. Del 11 al 18 de julio, estaré pinchando en un festival llamado Fun Beach Party en Cabo Verde, junto a la playa. Forma parte de un paquete de vacaciones con todo incluido: tu billete de avión, tu habitación de hotel, la playa, y fiesta día y noche.

*****************

Raúl Ortiz es un tipo observador. Ha escuchado cuidadosamente mis preguntas y todos mis comentarios. A veces, hasta se ha atrevido a actuar como entrevistador para conocerme mejor a través de mis gustos musicales. La mesa donde descansan nuestros cafés y el móvil que utilizo como grabadora ha sido, esta mañana, la pista de baile y cada respuesta de Raúl Ortiz ha sido elegida, como un disco, a propósito para la entrevista. Aquellos que estén interesados en saber un poco más sobre Raúl Ortiz, pueden acudir a YouTube, a Facebook o a Instagram, porque, aunque no se considera un fanático de las redes sociales, como bien dice él, hay que estar ahí.

Texto_Fernando Martín Pescador

Fotografía_Ncuadres