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Entrevista con Roberto García

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En 1899 el escritor Joseph Conrad publicó El corazón de las tinieblas (Heart of Darkness), uno de mis libros favoritos. Cuenta la historia de un marinero que debe embarcarse en una travesía a través de un río tropical africano en busca de un enigmático Kurtz, jefe de una explotación de marfil. Conforme se va acercando a su objetivo, el marinero va descubriendo diversos aspectos de Kurtz, algunos que le hacen grande, otros que señalan las sombras del personaje. Un siglo más tarde, en 1979, Francis Ford Coppola llevaba al cine la historia en su película Apocalypse Now, con un Martin Sheen extraordinario y un Marlon Brando en una de sus mejores intervenciones. Coppola cambió el río de lado. Lo puso en Vietnam, en plena guerra con Estados Unidos. De alguna forma, Orson Wells llevó al cine la misma historia en más de la mitad de sus películas. Deslumbraba siempre ese personaje enigmático del que se iban desgajando las múltiples verdades que conformaban su realidad.

Cada mes me siento delante de mi entrevistado durante poco más de una hora. Cada mes es un viaje a lo desconocido. Cambiamos el río tropical por un café con leche y me decido a descubrir la parte soleada del corazón del personaje del mes. En este número, se trata de Roberto García, culturista y entrenador personal, campeón de culturismo (categoría pesada) en el campeonato IFBB de la Comunidad de Madrid en 2005; segundo clasificado de culturismo (categoría semipesada, hasta 100 kilos) en el campeonato de España IFBB de 2008; segundo clasificado en culturismo Men Body 2 en el campeonato nacional de España AEFF en 2013; séptimo clasificado en Men Body 2 en el campeonato mundial Mister Universo, celebrado en Hamburgo en 2013; segundo clasificado en la categoría de mayores de 40 años en el campeonato nacional de España AEFF en noviembre de 2016; y tercer clasificado en el campeonato mundial Mister Universo (categoría de mayores de 40 años), celebrado en Hamburgo el 27 de noviembre de este año. Gracias a todo esto, Roberto García es el culpable de que mi hijo no piense que su padre es el hombre más fuerte del mundo.

Conozco bien a Roberto y me resulta muy fácil llegar a las partes más soleadas de su corazón. Más allá del culturismo y de su faceta como actor, Roberto tiene como objetivo ser una buena persona y me cuenta que se levanta cada mañana con ese único objetivo. A lo largo de la entrevista nos contará que para llegar donde ha llegado ya le tocó atravesar su particular río en tinieblas.

Roberto nació en Cantabria y llegó a Valdemoro en 1998. Entonces era guardia civil. Ahora trabaja en su gimnasio, Máximo esfuerzo, prepara físicamente a opositores, competidores y todo aquel que quiera un entrenamiento personalizado y hace sus pinitos en el mundo de la interpretación y la publicidad.

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¿Cómo decidiste dedicarte al culturismo?

Supongo que muchos empezamos de la misma forma. De pequeño, me llamaban la atención los cuerpos musculados. Recuerdo disfrutar viendo películas como Conan el Bárbaro o la saga de Rocky Balboa. Allí se veían cuerpos que no se ven normalmente por la calle. Conforme vas creciendo, te das cuenta de que esos actores han dedicado muchas horas a cultivar su cuerpo haciendo pesas. Te vas informando más sobre ese mundillo, compras revistas, te apuntas a un gimnasio. Yo empecé tarde. No pude apuntarme a un gimnasio hasta que empecé a trabajar. Y, una vez allí, conocí a gente que lucía físicos muy similares a los de las películas. Ves que esos cuerpos se pueden conseguir. A partir de ahí, comienzas a documentarte, empiezas a entrenar un poco más en serio. Conoces a gente que te da consejos, te sacas las titulaciones de entrenador, de alimentación, y vas viendo que es una carrera de larga distancia. Necesita mucha dedicación, pero te reporta, también, grandes resultados. Los cambios no vienen en un día, ni en unas semanas. Se necesitan años. Pero van llegando poco a poco.

En cuanto te entra el gusanillo, es difícil de parar. Vas viendo esos cambios y te propones otras metas. Una vez que estás metido, es muy difícil estar totalmente contento. Siempre se busca una superación diaria. Siempre quieres un poquito más. La experiencia te ayuda a entrenar y a alimentarte mejor. Antes te apetecía comerte un bocadillo y ahora ya no te apetece porque tienes un tipo de alimentación que te funciona bien y estás cómodo con ella. Es un compendio de entrenamientos, alimentación y buen asesoramiento en el gimnasio.

¿En qué situación se encuentra el mundo del culturismo en España?

A partir de los años ochenta, hubo en España muy buenos competidores que ayudaron a que se popularizara el mundo del culturismo en nuestro país. Muchos de ellos siguen en activo. Tenían sus gimnasios. Eran gimnasios normalmente pequeños. Para mí, eran como cuevas llenas de hierros por todos los lados donde podías iniciarte en este mundo. Toda esta gente, que ya había competido, que incluso había conseguido títulos europeos, enseñó a sus alumnos lo que sabían y así se ha ido extendiendo el culturismo por toda España. Todo empezó en las grandes ciudades pero ahora está por todas partes. Creo que el culturismo es, ahora, un deporte de moda. Cada año hay más competidores en cada uno de los campeonatos de España.

Todo el mundo quiere un cuerpo bonito. Una forma de conseguirlo es haciendo pesas. No estoy hablando solamente del culturismo. Se trata de crear un cuerpo a la carta a través de endurecer y tonificar, de hacer fitness. Y el culturismo está pasando por un buen momento en España. Hay grandes competidores, tanto hombres como mujeres. La mujer se ha incorporado muy fuerte en este deporte. Hay varias categorías para ellas y ocupan una porción muy importante de estos campeonatos, llegando a ser mayoría en algunas ocasiones.

Imagino que la situación en Estados Unidos será diferente.

En España tenemos culturistas profesionales. Pero no viven del culturismo. En Estados Unidos, hay culturistas profesionales que viven muy bien de este deporte. Son personas que tienen un poder económico muy alto gracias a que sus seminarios, sus charlas sobre nutrición y sus sesiones de fotos están muy bien pagados. No hay que olvidar que están transmitiendo unos conocimientos adquiridos tras muchos años de aprendizaje.

En España, un culturista puede dar un seminario y sacarse el mismo dinero que ganaría si trabajara un fin de semana de vigilante en una discoteca. Son precios ridículos. No valoramos a los culturistas profesionales como lo hacen en otros países. Es cierto que el nivel de los estadounidenses es muy alto y un culturista español no podría competir con ellos por motivos económicos. Pero sí que es verdad que en España estos deportistas son los mejores y deberían poder vivir del culturismo. Tener una posición económica cómoda para seguir mejorando. Debería haber algún tipo de beca deportiva para ellos.

Háblanos un poco más de los campeonatos.

Para que todos nos entiendan, vamos a diferenciar entre culturismo, que se ocupa fundamentalmente de buscar la máxima musculatura, el máximo desarrollo y la máxima definición, y el fitness, que busca marcar el cuerpo sin buscar tanta musculatura. Prepararse para un campeonato de culturismo o de fitness requiere una inversión económica muy alta. Hace falta mucho dinero para participar en un campeonato. Necesitas todo un año de preparación, hay que comer muy bien y mucha cantidad, tienes que suplementarte bien y los suplementos no son baratos, tienes que pagarte los viajes y el hotel… Estás todo el año trabajando. Y, si ganas, obtienes un trofeo. No hay ninguna compensación económica. Sobre todo, es una satisfacción personal. Te miras al espejo y te dices: «He estado un año sufriendo e invirtiendo dinero, pero esto es lo que quería». No te llevas ninguna decepción. Si de verdad te gusta, cada penique está bien invertido. Eso sí, es una pena que haya muchos buenos competidores que dejan los campeonatos porque no se lo pueden seguir permitiendo.

Háblanos de los gimnasios.

Ahora vemos que está de moda abrir macrogimnasios, gimnasios low cost, superficies de hasta siete mil metros cuadrados, que te ofrecen una piscina, que te ofrecen veinte actividades diferentes con clases grupales, te ofrecen una sala de pesas y el precio es la mitad o, incluso, menos que un gimnasio pequeñito de doscientos o trescientos metros enfocado al tema del desarrollo muscular. La diferencia está clara. En una gran superficie, uno busca estar en forma, pasar un rato agradable, charlar… Cuando uno se apunta a un gimnasio, uno busca desarrollar su cuerpo, quiere ver cambios, quiere utilizar bien el tiempo que pasa en el gimnasio y quiere una atención más personalizada. En una gran superficie, con esos precios, no puedes esperar tener un monitor pendiente de ti. Tienen muchos socios y un número limitado de monitores. Con suerte, te dan una hoja con un circuito y tú tienes que buscarte un poco la vida. En mi gimnasio, yo atiendo personalmente a todos los clientes, les pongo dietas personalizadas. No le puedes dar la misma dieta a todos los clientes. Cada uno tiene unas necesidades, unos objetivos. El entrenamiento es diferente para cada persona. Uno debe desarrollar más la pierna, otro debe perder más abdomen. Preferimos tener menos gente y atenderlos bien que tener más gente y dejarlos desatendidos. Obviamente, el negocio nos tiene que dar para vivir, pero, a partir de esa premisa, nos concentramos en la calidad y no en la cantidad. Nosotros nunca nos vamos a hacer ricos. Las grandes superficies se hacen ricas, pero sus clientes se dan cuenta de que no reciben la atención que esperaban.

¿Qué imagen crees que transmiten los culturistas a la sociedad?

Para muchos, la primera imagen del culturista es de una persona bruta, agresiva. Nada más lejos de la realidad. El culturista practica un deporte donde busca un desarrollo físico. Los culturistas son gente sensible. Aunque nos parezca lo contrario. Son gente a los que les gusta ayudar a los demás. Han vivido un compañerismo en el gimnasio que luego sacan al resto de su vida. En el gimnasio hay que estar pendientes del compañero, se dan consejos, se intenta ayudar…

Como el físico del culturista no se ve normalmente en las calles, se puede explotar en la publicidad, da mucho juego en sesiones fotográficas y es un recurso muy socorrido para cierto tipo de películas o series de televisión. Actores guapos de ochenta kilos hay muchos. Actores musculados, sin un gramo de grasa no hay tantos y esto puede abrirte las puertas a ese mundo.

Ya has trabajado para varios anuncios e, incluso, para alguna serie de televisión.

El primer anuncio que hice fue para una marca de coches. Luego hice otro para un gran supermercado. Aparecí en otro de una cerveza que aprovechaba el anuncio para denunciar la violencia machista. Me gustó. Recientemente, volé a Sudáfrica para rodar un anuncio para otra marca de cerveza. Estuvo muy bien: me pagaron el vuelo, una suite en un hotel de cinco estrellas, chófer, intérprete… Este anuncio aún está en producción. Además, tuve la suerte de participar en el último episodio de la primera temporada de Olmos y Robles.

Hemos hablado del Roberto que cultiva su cuerpo. También de tu faceta artística. Sin embargo, nos dejaríamos una parte muy importante si no habláramos de que también cultivas tu espíritu.

Trabajé muy duro para ser guardia civil. Estuve dos años trabajando en una cárcel, dos años en un puesto de patrulla en Valencia y dos años formando parte de un grupo antiterrorista en el País Vasco. Vine a Valdemoro cuando conseguí ingresar en un cuerpo de élite de la Guardia Civil. Me había preparado a fondo para pertenecer a esa unidad especial. A partir de los años 2000-2002 comencé a tener serios problemas con la vista. Eso se fue agravando y en 2007 tuve que dejar de trabajar porque mi vista era de un 20-25 %. Así no podía trabajar. La baja médica por la vista me llevó a una baja médica psicológica. Caí en una terrible depresión. Tuve que acudir al psiquiatra, a tomar medicaciones y llegué a ser ingresado en varias ocasiones en centros psiquiátricos.

Cuando estás ingresado, estás altamente medicado y no te puedes centrar pero, en cuanto salía del hospital, comencé a preguntarme muchas cosas. ¿Por qué me estaba pasando todo esto? ¿Por qué, después de lo que he luchado, no puedo conseguir lo que quiero? Buscaba respuestas. ¿Cuál era el sentido de la vida? No podía ser que todo se acabe y que sea tan malo. Cuando comienzas a hacer preguntas, aparecen las respuestas. En el momento en el que peor me encontraba, ingresado y medicado, llegó a mis manos un libro que cambió mi vida. Comencé a aplicar lo que decía ese libro, empecé a reducir la medicación y todo dio un giro de ciento ochenta grados. Ya no le daba tanta importancia al trabajo, o a las cosas materiales. Entendí que todo pasa por algo y lo que me estaba sucediendo estaba ahí para que yo aprendiera de ello. Eso me ayudó a superar todos los problemas laborales y psicológicos que había tenido. Llevo un montón de años sin tomar medicación, soy el tío más feliz del mundo, me conformo con lo mínimo. Agradezco cada día en el que me levanto, intento ayudar a otras personas a darse cuenta de que el mundo no se acaba ante un problema.

A partir de ese libro, he seguido leyendo sobre todo este tema y he hecho grandes amigos dentro de este mundo. Luego decidí comenzar a realizar charlas y reuniones para hablar de todo lo que a mí me ayudó a salir de la depresión y creo que he ayudado a bastante gente. Así, hemos formado un grupo de personas que nos vamos reuniendo periódicamente y va apareciendo gente nueva. Otras veces, la gente viene a hablar conmigo y, simplemente, nos tomamos un café y les ayudó a comenzar a cambiar su vida.

No somos solamente cuerpo. Somos un espíritu inmortal que estamos albergando una apariencia física temporal. Ese espíritu se va reencarnando en otros cuerpos. Para mí el que todo acabe no tiene sentido. Con todo esto, no quiero convencer a nadie. Cada uno puede pensar y creer lo que quiera. Yo solo cuento lo que me ha ayudado a mí. Cada vida que vivimos nos enseña algo. Si en una de esas vidas tengo un reto y no lo supero, en la siguiente vida, ese reto aparecerá de forma muy similar. Hasta que pueda superarlo. Y, entonces, en la siguiente vida, aparecerá otra lección diferente. Se te van poniendo pruebas dependiendo de la fase espiritual en la que te encuentres. Así, hasta que llegamos a la máxima perfección, que yo considero que es el amor incondicional.

En la actualidad, hay más egoísmo que amor. Hay guerras, hay hambre, desigualdades, injusticias, es una especie de infierno. Conforme nos vayamos acercando al amor, el mundo será mejor y, cuando logremos alcanzar ese amor, estaremos en el paraíso. Puede que necesitemos más de diez mil vidas, pero estoy convencido de que todos llegaremos a ese punto de perfección. Por eso, cada día que me levanto, intento dar un paso para adelante en este camino. Intento ayudar a la gente, intento ponerme en la piel del otro.

Estoy convencido de que para ponerte a buscar respuestas, te tiene que pasar algo gordo. El que lo tiene todo, no se plantea estas preguntas. Me tuvo que pasar todo lo que me pasó para que yo ahora pueda ser tan feliz. La gente tiene todo el derecho a pensar que se me ha ido la pinza. Dentro de una, dos o veinte vidas estarán como estoy yo ahora.

Después de todo lo que ha cambiado tu vida, tienes que decirnos cómo se titula ese libro que llegó a tus manos.

Se titula Las leyes espirituales, de Vicent Guillem. Es un libro que el propio autor ha colgado en archivo pdf gratuito en Internet. Si la gente lo quiere comprar en papel, puede hacerlo, pero el autor no pretende sacar beneficio por su venta. Tiene un segundo libro que se titula La ley del amor.

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Cuando le pregunto a Roberto si quiere añadir algo más, me recuerda que las charlas son los domingos en su gimnasio, aproximadamente una vez al mes. Son totalmente gratuitas. Si alguien está interesado, puede pasarse por el gimnasio para recibir más información o para hablar con él. Me recuerda, además, que el gimnasio lleva varios años siendo un centro solidario. Allí recogen ropa, comida, juguetes… y los redistribuyen  a la gente necesitada.

 

Texto_Fernando Martín Pescador

Fotografía_Ncuadres