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La UCI del Hospital Universitario Infanta Elena da de alta a su último paciente Covid-19 tras atender a 57 afectados en 3 meses de pandemia

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Tras 67 días en la Unidad de Cuidados Intensivos, Víctor, de 58 años, pasó el lunes a Hospitalización, donde terminará de recuperarse antes de volver a su domicilio. Su caso demuestra que un trabajo en equipo también es más humano

Más de dos meses después de llegar al Hospital Universitario Infanta Elena  afectado por el nuevo coronavirus, concretamente 67 días después de tener que ingresar en su Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) debido a las consecuencias del Covid-19, Víctor, de 58 años, fue dado de alta el lunes de este servicio, pasando a Hospitalización donde terminará de recuperarse para volver, por fin, a su domicilio.

Con el alta de este paciente, que representa como nadie el espíritu de superación y lucha contra este virus, que ha enfrentado al sistema sanitario, no solo de nuestro país, sino de todo el mundo, al mayor reto de las últimas décadas, la UCI del hospital valdemoreño, integrado en la red sanitaria pública madrileño, deja de tener, al menos por el momento, pacientes Covid.

Atrás quedan cerca de tres meses -el centro registró el primer paciente afectado el 1 de marzo- de intenso trabajo en los que este servicio ha atendido a un total de 57 pacientes críticos con coronavirus, con un promedio de estancia de 18 días y una media de edad de 63 años.

«Han sido semanas muy duras para pacientes y familiares, y también para el servicio, que nos han obligado a cambiar nuestra forma de trabajar y a reaccionar con anticipación, coordinación, flexibilidad y rapidez, pero gracias a la profesionalidad, compromiso y actitud de todo el personal de la UCI y de otros servicios del hospital, la colaboración con ellos y la aportación de los medios materiales y humanos necesarios para abordar esta situación de magnitudes inéditas, hemos podido hacer un gran trabajo de equipo y, gracias a ello, salvar vidas», explica la Dra. Mª Carmen García Torrejón, jefa de la UCI y del Servicio de Medicina Intensiva del hospital. «

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Así, además de reorganizar el trabajo, adquirir equipos, reforzar personal y adaptarse a los nuevos protocolos, el servicio demostró su flexibilidad y capacitación ya en la primera semana de la crisis al pasar de las 8 camas iniciales de las que partía a un total de 29 -todas ellas dotadas de respiradores y monitores- mediante la incorporación de un puesto definitivo más en la UCI convencional, y la creación de dos nuevas UCIs: una con 16 puestos en el área de Reanimación Postquirúrgica para pacientes Covid positivos, y otra con cuatro puestos en el área de Preparación Quirúrgica para pacientes Covid negativos.

«Tras el paulatino proceso de desescalada, actualmente hemos podido volver a la situación de partida; no obstante -dice la doctora-, hemos hecho un almacén específico donde hemos guardado todo el mobiliario y equipamiento, y estamos preparados para volver a ampliar el servicio de forma inmediata hasta las citadas 29 camas ante la posibilidad de cualquier repunte del virus».

Trabajo en equipo, asistencia más humana

La salida del último paciente con Covid de la UCI del Hospital Universitario Infanta Elena marca así un nuevo punto de inflexión en esta batalla, que aún no ha terminado, pero que empieza a dar treguas. «Con Víctor hemos aprendido a hacer aún más equipo, y que con la perseverancia y el esfuerzo logramos que pacientes que tenían peor pronóstico consigan salir de la UCI», apunta por su parte el Dr. Alejandro Mayor, jefe del Servicio de Anestesiología del centro.

Y es que casos como este también ponen de manifiesto la faceta humana de esta enfermedad, que el paciente tiene que superar sin ningún tipo de vínculo familiar -salvo las videoconferencias diarias facilitadas desde el hospital, completadas por las llamadas telefónicas del personal a los familiares de los ingresados- por lo que se apoya totalmente en el equipo humano que le atiende, con el que se crea un vínculo muy especial y delicado.

«Esta alta supone para nosotros un orgullo y una recompensa al esfuerzo realizado por los equipos de intensivos y de anestesia y trae de la mano una importante lección de esta enfermedad: que siendo equipo somos más humanos», concluye la Dra. García.

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