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Luis Augusto, piloto de autogiro

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La sensación de libertad al volar en autogiro es algo que no se puede explicar con palabras

 Uno de los objetivos fundacionales de La revista de Valdemoro fue retratar en los reportajes, entrevistas y noticias diferentes puntos de vista que configuran nuestro municipio. Para la trigesimoquinta edición de esta publicación hemos llevado hasta el extremo esta premisa y gracias a la ayuda de un vecino, Luis, observaremos Valdemoro desde una óptica radicalmente distinta, desde el aire.

Luis Augusto Vázquez (47 años) llegó a Valdemoro cuando tenía tan solo seis. Él, como muchos de los entrevistados y lectores que nos siguen, también vivió un Valdemoro diferente, en el que, señala, había hasta cunetas en la calle grande (Calle Estrella de Elola). Junto con sus tres hermanos, se confiesa como un chaval rebelde que constantemente estaba «enredando». Desde muy joven le atrajo todo lo que tuviera que ver con volar. Cuando construye sus primeros aviones y cometas todavía era un niño. Esa pasión ha permanecido junto a él toda su vida y hoy, cuarenta años después, Luis ha descubierto la mayor de sus aficiones, el autogiro.

Te consideras como una persona que desde pequeño ya era muy inquieta. Me comentas también que desde muy temprana edad ya hiciste tus primeras construcciones. ¿De dónde procede esa pasión tan fuerte por la construcción de dispositivos que vuelan?

Con toda sinceridad, no sabría decirte cuál es el origen real. Solo tengo conciencia de que desde siempre he intentado construir cosas que volaran. Junto con mis hermanos hacíamos aviones y nos íbamos por las calles del pueblo a volarlos. Más adelante comencé a hacerme mis propias cometas y las presentaba en un concurso que se hacía todos los años en las Bolitas del Airón el día de San Marcos. Gané varias veces el concurso con una cometa que me hacía yo mismo. Con varios trozos de caña partidos a la mitad, una bolsa de basura y un cordel conseguía hacer una cometa muy ligera que apenas necesitaba viento para volar, el resto, a pesar de ser más sofisticadas, eran más pesadas y necesitaban de unas condiciones mejores para volar.

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Aunque tu afición nace muy temprano, no la desarrollas como tal hasta hace diez años, cuando descubres el autogiro.

Siempre me ha gustado construir artefactos que volaran, pero nunca concebí la idea de que pudiera llegar a volar yo en ellos. Durante décadas había soñado con la idea de alguna aeronave similar a un helicóptero o un avión pequeño que yo pudiera aprender a pilotar. Esa idea para mí siempre fue un sueño porque no tenía constancia de que algo así podía existir.

¿Cómo descubres el autogiro?

En el verano de 2008 coincidí con Jesús Cobo García, vecino de Valdemoro aficionado al mundo del paramotor, deporte que practicaba desde hacía años, a quien le agradezco desde aquí haber coincidido con él aquella tarde que cambió mi vida. Mientras tomábamos una cerveza hablábamos sobre el apasionante mundo de la aviación deportiva, le comenté que desde niño siempre me había atraído todo lo que tuviera que ver con volar, pero que nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. Jesús me animó a visitar el Aeródromo de Casarrubios del Monte (Toledo), y sin dudarlo esa misma tarde nos desplazamos en coche hasta sus instalaciones, fue allí donde descubrí el maravilloso invento de don Juan de la Cierva y Codorniú, el autogiro. Quién le iba a decir a Jesús aquella tarde que años más tarde sería mi copiloto en algunos de mis vuelos por la sierra de Gredos.

¿Qué sensación tuviste al ver aquello con lo que habías soñado hecho realidad?

Nada más entrar en el aeródromo vimos una pequeña aeronave con forma de pequeño helicóptero aterrizando, lo que me llamó la atención de este fue que no aterrizaba en vertical como los helicópteros, sino haciendo una senda de planeo como hacen los aviones. Le pregunté a Jesús qué era aquello y me respondió que se trataba de un autogiro, era exactamente con lo que yo siempre había soñado desde niño, volar en ese aparato con el cual soñé muchas noches sin tener ni la más remota idea de que pudiera existir. Cuando la aeronave tomó tierra nos acercamos para verla más de cerca y poder conversar con el piloto, Oleg Bakhli, el cual nos explicó el sencillo funcionamiento del autogiro y lo seguro que era su vuelo. Después de sus explicaciones me invitó a volar y, sin pensarlo dos veces, de un salto me subí al asiento trasero del autogiro biplaza. En mi bautismo de vuelo quedé tan impresionado con las posibilidades de aquella aeronave que decidí que no sería la última vez que iba a volar en ella, tenía claro que quería hacer el curso de piloto y la próxima vez que volara en autogiro los mandos los llevaría yo.

Inmediatamente arranca tu camino por conseguir la formación necesaria para poder volar, ¿no?

Nada más aterrizar me dirigí a la oficina del aeródromo para informarme sobre los cursos de piloto de autogiro. Allí me dijeron que ellos no los impartían, pero me facilitaron el teléfono de Ángel Malagón, instructor de vuelo de la Escuela de Vuelo Gyroclub De La Cierva, a quien llamé de inmediato. Cuando descolgó el teléfono y le dije que me quería inscribir para hacer el curso de piloto de autogiro noté su voz titubeante; con el tiempo descubrí el porqué de ese titubeo, era el primer alumno que se inscribía a esa escuela porque se acababa de inaugurar. A día de hoy me alegro de que fuera así porque tuve la gran suerte de caer en las manos de uno de los mejores pilotos de autogiro del mundo. Mi formación para conseguir la licencia de ULM con habilitación AG (autogiro) la alcancé estudiando la teórica a diario en ratos libres; y los fines de semana, las clases prácticas de vuelo. Por entonces, para poder examinarte pedían diez horas de vuelo como mínimo (en la actualidad son quince), pero Aviación Civil no sacaba exámenes por la poca demanda que había en este tipo de aeronave. Pero yo no dejé de volar; cada fin de semana sumaba horas de vuelo, llegué a volar cien horas, por lo que cuando me examiné llevaba la lección bien aprendida.

Resulta paradójico que a pesar de tratarse de un invento español, la comunidad que practica esta afición en España es muy reducida.

El autogiro es un invento del conocido inventor Juan de la Cierva y Codorniú. Junto con dos compañeros ya había llevado a cabo varios de proyectos de construcción de aviones biplanos antes de construir el C.1, el primer modelo de autogiro. A pesar de ser un invento español, la comunidad de pilotos de autogiro en España es muy reducida, apenas alcanza el centenar de aviones en toda la península. La poca práctica de esta afición creo que se debe a dos factores fundamentales. El primero de ellos es el desconocimiento sobre la existencia de este aparato. A diferencia de otras aficiones similares, quizás el autogiro no ha gozado de la popularidad necesaria para que se extendiera su práctica. El segundo motivo tiene que ver estrictamente con lo económico: la diferencia de precio entre obtener la licencia y poder tener un autogiro propio es tan grande que su práctica se ve muy afectada. Todavía hoy es una afición que practican personas que tienen bastantes posibilidades económicas y fanáticos del vuelo como yo.

Me comentabas que el autogiro es una de las aeronaves más seguras que existe. ¿En qué consiste su funcionamiento?

 El autogiro avanza gracias a una hélice impulsora o tractora, dependiendo de si va situada en la parte delantera o trasera del autogiro. En su parte superior tiene un conjunto de palas llamado rotor que no está conectado a ningún motor, gira libre por la acción del viento relativo que recibe al avance; esto produce una fuerza contraria al peso de la aeronave, que se llama sustentación, gracias a esta fuerza podemos volar. El autogiro es una de las aeronaves mas seguras que hay porque no entra en pérdida, es decir, no cae a plomo en caso de parada de motor, podríamos hacer un descenso como lo haría un paracaídas lento y controlado con total seguridad. Pero quiero dejar claro que, aunque sea una de las aeronaves más seguras que hay, no deja de ser un deporte de riesgo en el cual influyen muchos factores: meteorológicos, mecánicos etc., que a veces me lo han hecho pasar mal.

Un sueño frustrado

Sin embargo, la predicción de De la Cierva nunca se cumplió. A pesar de tratarse de una aeronave segura y de manejo sencillo, no llegó a triunfar. Según el investigador Jeff Lewis, varios factores contribuyeron a este abandono. El autogiro no alcanzaba las velocidades que requería la aviación comercial, y para el vuelo lento existía otra opción: por entonces, varios pioneros trabajaban sobre la idea del helicóptero, que surgió de forma independiente. Sin embargo, precisa Lewis, el primer helicóptero que en 1935 llegó a volar con éxito, el Breguet-Dorand 314, incorporaba varias innovaciones nacidas en el autogiro. El helicóptero se convirtió en la opción preferida porque ofrecía ventajas frente al autogiro, como la posibilidad de detenerse en el aire, pero para perfeccionarlo sus creadores aprovecharon la comprensión de la aerodinámica alcanzada por De la Cierva durante la construcción de sus autogiros.

El invento decayó debido a la muerte prematura de su principal impulsor. El pionero de la aviación murió en accidente aéreo. Una fatal ironía quiso que no fuera en uno de sus seguros aparatos, sino en un avión convencional: el 9 de diciembre de 1936, el DC-2 de la compañía KLM que debía transportar a De la Cierva hasta Ámsterdam (Holanda) se estrellaba después de despegar del aeropuerto de Croydon, en Londres. Las causas del accidente nunca llegaron a esclarecerse.

En la actualidad cuentas con dos autogiros biplaza, uno monoplaza y desde hace cuatro años estás construyendo tu propio prototipo. ¿Cómo se adquieren los conocimientos necesarios para construir una aeronave que, nada más y nada menos, va a volar?

Una vez obtuve la licencia de ULM en la primera promoción de la escuela, me inscribí en el Club de Vuelo Gyroclub De La Cierva con sede en Griñón (Madrid) donde conocí a su presidente, don Ángel Serrano, pionero en la construcción amateur de autogiros en España y maestro de mi maestro. Ángel, como yo, descubrió este aparato por una revista. En su época no había ningún autogiro en España y tuvo que marcharse a Francia para poder ver volar por primera vez uno y adquirir algunos conocimientos. Cuando regresó a España se construyó su propio autogiro y aprendió a volarlo viendo vídeos, sin que nadie le enseñara. Al no haber ninguna creación previa, tardó varios años en conseguir los permisos por parte de Aviación Civil para registrar esa aeronave que había construido. El problema es que no existía una licencia especiíica para poder volar ese tipo de aeronave, por lo que tuvieron que hacer una nueva y así consiguió la primera licencia en España para poder volar el autogiro moderno que hoy conocemos. Ambos maestros fueron los que me dieron mis primeras nociones para construir mis propios autogiros. Colaboré estrechamente con ellos pasando a formar parte de la junta directiva del club. Mi primera aeronave fue un pequeño autogiro monoplaza Magni M18 Spartam, el cual compré a un precio asequible en Barcelona y lo trasladé en un carro hasta un hangar ubicado en Griñón (Madrid) para poder comenzar los trabajos de restauración y ponerlo en vuelo. Algunos compañeros del club de vuelo me decían que estaba loco, que si sabía lo que estaba haciendo y dónde me estaba metiendo al ver aquel autogiro desmontado pieza a pieza y metido en pequeñas bolsas de plástico para congelar alimentos —eso sí, cada una marcada con un número de referencia y su correspondiente fotografía para ubicarme en su posterior montaje—. Cuando terminé la restauración, los compañeros que no creyeron en que pudiera llevar a cabo ese proyecto por mi poca experiencia me felicitaron al ver aquel pequeño autogiro monoplaza surcando los cielos de Griñón. Tras el primer modelo monoplaza decidí comprar un biplaza, el ELA 07 Cougar, para poder disfrutar de mi experiencia con mi mujer y mis hijas. Con este es con el que suelo volar y desde 2014 decidí comenzar un proyecto de construcción de un autogiro propio.

El autogiro que mencionas es el que has denominado como Girobuggy, ¿en qué punto del proceso de construcción te encuentras y qué objetivos te marcas con esta creación?

Adentrarme en este reto viene motivado por esa faceta mía que te comentaba al principio y que me acompaña desde pequeño, la construcción amateur. Hace cuatro años que me decidí a diseñar y crear mi propio autogiro y en ese proceso me hayo todavía. Mis diseños los hago en Solidworks, Catia y Autocad, programa que ya manejaba algo en 2D gracias a mi trabajo como jefe de obra en una empresa de construcción. Pero más tarde tuve que aprender a dibujar en 3D si quería diseñar mis prototipos e imprimirlos a escala en una impresora 3D y comprobar que todo encajaba a la perfección. Es un proceso que me está llevando mucho tiempo porque lo desarrollo en los pocos ratos libres que tengo. Tengo el diseño completo del autogiro y una construcción a escala hecha con una impresora 3D. La construcción del prototipo está avanzada, pero ahora mismo estoy esperando a instalarme en una nueva nave más amplia en la que podré trabajar con el espacio suficiente para tener toda la maquinaria. Todo el proceso está supervisado por un ingeniero aeronáutico; una vez terminado, tendré que hacerle las pruebas de vuelo para obtener la documentación y poder volarlo. Es un proyecto en el que he depositado mucho esfuerzo y horas de trabajo y del que espero pueda darme muchas alegrías en el futuro.

Además de ser el actual presidente del Gyroclub De la Cierva también eres uno de los creadores de GiroSpain, evento que ha celebrado su sexta edición este pasado mes de junio.

Esta idea surge con el objetivo principal de reunir a todos los aficionados del autogiro que se encuentran dispersos tanto por España como en países vecinos, como Francia y Portugal. En el club llevábamos a cabo muy esporádicamente una iniciativa que se llamaba GyroScapadas, que consistía en reunir a varios miembros del club y culminar un viaje a cualquier destino para pasar unas jornadas entre amigos. En 2013 decido con la ayuda de un compañero de Barcelona y otro de Madrid crear GiroSpain. Fue la I Reunión Nacional de Autogiros sin distinción de marcas ni modelos, un encuentro anual que cada año tiene lugar en un punto diferente de la península, donde nos juntamos autogiros llegados de diferentes puntos de España, Francia y Portugal. La iniciativa consiste en pasar dos días junto a otros compañeros compartiendo experiencias, dando conferencias con expertos, intercambiando impresiones y, sobre todo, haciendo lo que más nos gusta, volar en autogiro. GiroSpain es un evento que cada vez adquiere más auge entre los aficionados. Este año hemos celebrado la sexta edición en Antequera (Málaga), que contó con veintiún autogiros y un centenar de aficionados acompañándonos. Hemos estado presentes en múltiples ciudades: La Llosa (Castellón de la Plana), Lanzahíta (Ávila), San Torcuato (La Rioja), Totana (Murcia) y Robledillo de Mohernando (Guadalajara).

Al hablar del autogiro, en su rostro se puede apreciar la ilusión por esta afición. Luis es una persona emprendedora, viva y entregada a su pasión. Por delante queda mucho trabajo en la construcción de lo que será su GiroBuggy, pero estamos seguros de que, gracias a su persistencia, dentro de poco lo veremos surcar los cielos de Valdemoro.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres