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Precaución con las zambullidas

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Disfrutar del agua es una de las actividades más frecuentes en verano. Las altas temperaturas, el tiempo libre y las vacaciones juveniles invitan a refrescarse. Desde esta perspectiva todo bien. Sin embargo un uso incorrecto de los lugares de baño, piscinas, ríos, pantanos, el mar, pueden ser causa de traumatismos y lesiones diversas, la más grave, la lesión medular con la consiguiente parálisis de todo o parte del cuerpo.

Las lesiones cervicales en los meses de verano son, por desgracia, frecuentes, alcanzando un 5 % de las lesiones medulares. Cerca del 90 % de los accidentados son jóvenes de entre 15 y 25 años, y cuatro de cada cinco, son varones. El mecanismo es muy simple: un impacto (no necesariamente muy brusco) en la zona del cuello provoca una lesión en la médula espinal. Sus consecuencias: parálisis de ambas piernas o, más grave, de las cuatro extremidades. Lo peor es que no tienen curación.

Lo más importante para evitar las lesiones por zambullida es utilizar la cabeza para, además de entrar en el agua, hacerlo con precaución. Lo primero hay que conocer o reconocer el lugar en el que uno se va a bañar. Hay que visualizarlo previamente, comprobar que no hay obstáculos y valorar la profundidad. No es lo mismo una piscina de aguas transparentes que un pantano, el mar o un rio. Ante el desconocimiento del entorno lo mejor es hacer la primera inmersión lentamente y con precaución.

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Dado que uno de los mayores placeres es la peligrosa zambullida, una vez explorado el lugar de baño, hay que ponderar la altura a la que se va a realizar el salto, evitando excesos y, siempre, relacionando con la altura propia (tener en cuenta una profundidad mínima de 1,5 a 2 metros). Si se hace salto de cabeza hay que disponer los brazos extendidos en prolongación del cuerpo, protegiendo cabeza y cuello. Otras técnicas como la caída en bomba, la carpa, la voltereta hacia delante o hacia atrás, haciendo el pino, etc., están totalmente desaconsejadas y requieren extraordinaria prudencia si se practican.

Si se produce una lesión cervical es fundamental actuar con extrema cautela. Ante la necesidad de recogida y manipulación del accidentado, hay que inmovilizar el cuello y evitar movimientos de la columna. Se deberá avisar a personal sanitario para realizar el traslado en condiciones adecuadas y, en ningún caso, se utilizará vehículos no apropiados. Una mala movilización tras la lesión inicial puede agravar aún más las nefastas consecuencias.

 

 

Fuente: Comunidad de Madrid