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El lenguaje del cuerpo: la magia de la Práctica Psicomotriz Aucouturier en Valdemoro

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En un mundo donde los niños viven cada vez más deprisa, entre pantallas, horarios y exigencias, hay un espacio donde el tiempo se detiene, donde el cuerpo vuelve a ser protagonista y donde cada gesto, salto o mirada es acompañada y tiene sentido. Ese espacio es nuestra sala psicomotriz, un lugar donde el movimiento se transforma en lenguaje, el juego en creación y el vínculo en el verdadero motor del desarrollo. La Práctica Psicomotriz Aucouturier (PPA), presente ya desde hace cuatro años en Valdemoro, es una propuesta educativa y terapéutica que tiene como finalidad acompañar al niño en su crecimiento global, ayudándole a construir su seguridad interna, su identidad y su placer de ser y de actuar. Detrás de esta práctica hay más que colchonetas, módulos o materiales blandos. Hay una mirada profunda hacia la infancia, una forma de estar y de escuchar, donde el psicomotricista no enseña, sino que acompaña, sostiene y da sentido a las manifestaciones corporales, emocionales y simbólicas de cada niño.

Un espacio para crecer desde el cuerpo

En las sesiones educativas, dirigidas a pequeños grupos, la sala se convierte en un escenario de libertad y respeto. Allí los niños pueden correr, saltar, derribar, esconderse, construir o representar… todo aquello que su cuerpo necesita expresar. No se trata de una actividad deportiva ni de un juego libre sin dirección, sino de un dispositivo cuidadosamente estructurado, con rituales, tiempos y espacios definidos que ofrecen seguridad y continuidad. Cada sesión comienza con un ritual de entrada, un momento donde el grupo se reencuentra, se organiza y anticipa el juego. A partir de ahí, el cuerpo toma la palabra. En ese movimiento se despliegan emociones profundas: la alegría de saltar, la fuerza de empujar, la risa compartida, el miedo a caer o la necesidad de esconderse. Todo tiene sentido. Todo forma parte del proceso de maduración. A través del movimiento y del placer de actuar, el niño va integrando su esquema corporal, construyendo su pensamiento, afianzando su autonomía y aprendiendo a convivir. Poco a poco, el juego sensorio motor da paso al juego simbólico: los módulos se transforman en barcos, castillos o casas. El niño pasa de actuar con el cuerpo a pensar con imágenes, abriendo la puerta al lenguaje y el pensamiento abstracto.

Cuando el cuerpo habla de lo que las palabras aún no pueden decir

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Además de su vertiente educativa, la PPA tiene también un enfoque terapéutico. Algunos niños, por su historia o sus dificultades emocionales, cognitivas, motrices o relacionales, necesitan un acompañamiento más individualizado. En estos casos, la Práctica Psicomotriz Terapéutica ofrece un espacio donde poder reparar y reasegurar las angustias más profundas a través del movimiento y la relación. En el juego corporal emergen vivencias ligadas a las llamadas «angustias arcaicas»: miedo a caer, a separarse, a desintegrarse, a no ser sostenido… En la sala, estas vivencias se representan simbólicamente —derribando un muro, dejándose caer, escondiéndose en un nido— y, al ser acompañadas con respeto y presencia, encuentran una vía de transformación. El cuerpo se siente reconocido, sostenido, aceptado tal y como es, y eso permite que el niño recupere confianza en sí mismo y en el otro. El psicomotricista no interviene con la instrucción, sino con su presencia empática, ofreciendo límites claros, disponibilidad afectiva y un marco estable que favorece la reaseguración profunda del niño. Poco a poco, las conductas impulsivas o de retraimiento se transforman en juego, el cuerpo se organiza y la comunicación fluye; en un encuadre maternante y estructurante, al mismo tiempo.

Un acompañamiento desde la sensibilidad y la formación

Las sesiones son llevadas a cabo por profesionales formados en la Práctica Psicomotriz Aucouturier, una formación rigurosa que abarca tanto la comprensión del desarrollo infantil como la lectura del movimiento y del juego simbólico. La intervención se basa en una observación fina, una escucha atenta y un profundo respeto por el proceso individual de cada niño. La PPA no busca corregir conductas ni enseñar habilidades concretas, sino favorecer la maduración global, psicológica, cognitiva y emocional a partir de la experiencia corporal. Desde ahí, los aprendizajes escolares se asientan sobre bases sólidas: un cuerpo equilibrado, un pensamiento organizado y una autoestima firme.

Un regalo para la infancia

En tiempos en los que todo parece acelerarse, ofrecer a los niños un espacio donde puedan moverse, jugar, crear y ser escuchados es un auténtico regalo. La sala psicomotriz se convierte en un lugar de encuentro con uno mismo, con los otros y con el placer de jugar. Cada fotografía guarda la esencia de lo que ocurre allí: el placer de ser uno mismo en relación con los demás. Porque cuando el cuerpo se siente libre, respetado y reconocido, el niño crece. Y en esa libertad está el origen de todo aprendizaje.

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