
La oferta deportiva en Valdemoro es impresionante. Una localidad como la nuestra, con un porcentaje de jóvenes y aficionados al deporte tan alto, necesita ese crisol de oportunidades. Cada uno de los deportes (fútbol, baloncesto, voleibol, atletismo, boxeo…) debe ofrecer un proyecto atractivo para convencer a la chavalería de que ese es su deporte. En Valdemoro, tenemos la fortuna de contar con uno de los proyectos más serios y consolidados para practicar judo en España. Y los responsables de ese proyecto son nuestros vecinos de Valdemoro Críspulo de la Vega, Raquel Barrientos y Roberto Huerta.
Cuando una persona decide practicar un deporte, si muestra cualidades que apuntan a un nivel profesional, en la mayoría de ocasiones, ese valdemoreño debe continuar con su formación deportiva fuera de nuestra localidad. Sin embargo, en el caso del judo, gracias al Club Judo Valdemoro, pueden llegar a conseguir ese alto nivel y, por qué no, llegar a unos Juegos Olímpicos sin salir de nuestra villa.
Desde su fundación en los años ochenta, miles de valdemoreños han pasado por el club. De hecho, calculan que, en la actualidad, hay alrededor de trescientos cincuenta cinturones negros en Valdemoro (ahí lanzamos este número por si algún director de cine está interesado en filmar una película de artes marciales en nuestra localidad…). En la actualidad, la escuela tiene unos 350 alumnos y el Club Judo Valdemoro ha llevado por todo el mundo el nombre de nuestra localidad con orgullo. Entrenan en el pabellón Juan Antonio Samaranch y su página web es https://www.judovaldemoro.es/.
Cuando nos pusimos en contacto con Críspulo para esta entrevista, insistió en que no podía concebirla sin la presencia de sus dos compañeros y amigos, Raquel y Roberto. Ninguno de ellos puede entender este proyecto sin la presencia de los otros dos. Durante la entrevista, insisten en que el Club Judo Valdemoro es una familia que no sería posible sin el resto de los entrenadores, de cada uno de los deportistas y de las familias que lo apoyan.
Los tres, Roberto, Raquel y Críspulo (8.º dan, 7.º dan y 7.º dan respectivamente), son maestros nacionales, la categoría más alta de entrenador de judo en España, y los tres entienden este proyecto como un lugar de encuentro en el que se puede practicar judo para hacer ejercicio y estar en forma o se puede soñar con ser un deportista internacional dentro del mundo del judo.
¿Cómo comenzó su andadura el Club Judo Valdemoro?
Críspulo: El club nació en el año 1985. El Ayuntamiento quería abrir una escuela de judo y se pusieron en contacto conmigo. Me preguntaron si quería dar las clases y así se fundó la Escuela Municipal de Judo. En 1995, nos convertimos en asociación porque el Ayuntamiento no podía hacerse cargo de todo. En principio, el competir fuera se alejaba un poco de lo que el Ayuntamiento había concebido cuando creó la escuela. A partir de ese año, la asociación se encargaba de las competiciones fuera de la localidad. Cuando se creó el club en 1985, el fútbol apenas tenía tirón en Valdemoro. Estaban el baloncesto y el judo. No te puedes imaginar la cantidad de valdemoreños que han pasado por el club a lo largo de todos estos años. Algunos siguen apoyándonos. Hay alguno, incluso, que lleva cerca de 35 años representando al club en las distintas competiciones.
Raquel: Entré en el Ayuntamiento como monitora de deporte a tiempo completo en 2001. Ayudaba a Críspulo, que estaba a media jornada, con el judo, pero me ocupaba de más deportes: fútbol, baloncesto… El año anterior me había retirado como deportista de alto nivel de judo y, a partir de ese momento, me dediqué a la enseñanza y el entrenamiento de competidores. Ese año todavía existía la escuela municipal con el judo base hasta los catorce años, y trabajábamos como asociación en la preparación para la competición con los más mayores. Hace unos ocho años nos convertimos en un club deportivo elemental. Aunque se nos conoce como Judo Valdemoro, nuestro nombre completo oficial es Sport Judo Valdemoro. En 2017, yo seguía como empleada del Ayuntamiento de Valdemoro, pero me ofrecieron un puesto en la Real Federación Nacional de Judo: me hice cargo equipo olímpico español que participó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y he seguido como entrenadora hasta París 2024. Críspulo se jubilaba también ese año con lo que yo no podía ocuparme de todo y es entonces cuando Roberto se incorporó al club.
Roberto: Yo ya estaba dando algunas de las clases de judo en colegios con el club y los tres ya habíamos trabajado juntos en varios proyectos.
¿Cómo nace vuestra pasión por el judo?
Críspulo: Cuando llegué al Colegio de Guardias Jóvenes, me dieron dos opciones: montaña o judo. Así que comencé a practicar judo en 1972.
Raquel: Desde muy pequeñita, a los tres años, mis padres nos apuntaron a judo a mí y a mis hermanas. En mi época como competidora, formé parte del equipo nacional desde muy joven hasta que me retiré en el año 2000. He sido varias veces campeona nacional, medallista europea en cinco ocasiones (cuatro medallas de bronce y una de plata en campeonatos de Europa) y subcampeona del mundo en París 1997. Mi vida ha sido este deporte. Mi vida ha girado y sigue girando alrededor de este deporte. He dirigido como entrenadora todas las categorías, desde infantil a cadete, del equipo de la Comunidad de Madrid. Con la Real Federación de Judo, estuve como entrenadora del equipo júnior y absoluto. Hasta diciembre de 2024, trabajé en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) en Madrid, como head coach y dejé mi puesto después de ocho años. Completé dos ciclos y creo que era un buen momento para que otras personas cogieran el relevo. Mis alumnos me dicen que lo que la Real Federación ha perdido ellos lo han recuperado, aunque nunca he dejado de trabajar con mi Club Judo Valdemoro.
Roberto: Comencé también con tres años en Móstoles, que era donde vivíamos entonces. Me fui de voluntario a hacer la mili en la Guardia Civil. Tendría 16 o 17 años y pasé a engrosar las filas de alumnos que entrenaba Críspulo, aquí en Valdemoro. Competí también hasta el año 2005. Conforme Críspulo ha ido dejando sus puestos, yo he ido heredando los cargos. Críspulo había sido seleccionador nacional militar; actualmente lo soy yo. Tomé posesión del cargo en 2015 y, antes ya, había sido el seleccionador de la Guardia Civil, tomando también el relevo de Críspulo.
¿Cómo funcionan las competiciones?
Críspulo: Por la escuela, como hemos dicho, pasan muchas personas. Unos compiten, otros no. Hay muchos que se apuntan a hacer judo como hobby, para hacer ejercicio, sin grandes metas dentro de la competición. Aquellos que se dedican a la competición deben hacer muchos sacrificios, entrenar entre cinco y seis horas diarias… La alta competición es muy dura. Y requiere una dedicación plena.
Roberto: Además, el judo no es un deporte rentable. Todo lo contrario: cuesta dinero. Sobre todo, al principio. Todo lo que hacen los chicos para competir se lo tienen que pagar ellos. En los campeonatos de la Comunidad de Madrid, los desplazamientos son cortos. Pero, en las competiciones internacionales, por ejemplo, todo cuesta mucho dinero: los hoteles son oficiales. Eso significa que, si quieres competir, debes alojarte en los hoteles que marca la organización. Y no son los más baratos. A veces, estamos hablando de tres o cuatro veces más caros de lo normal. Es una forma de financiarse como federación internacional. En las competiciones nacionales es diferente y mucho más asequible, aunque también requiere un gasto para las familias.
Raquel: El club ayuda en lo que puede. A veces, les paga la cuota de inscripción, pero es verdad que es complicado. Nos gustaría tener algún patrocinador y luchamos por conseguir subvenciones.
Críspulo: Para que te hagas a la idea, un cadete, puede llegar a participar en unas ocho competiciones anuales por toda España. Claro, normalmente, le acompaña la familia y los gastos se multiplican.
Raquel: Y esto es así para todos los niveles y todas las edades. Tenemos, por ejemplo, a deportistas como Adrián Nieto y Jorge Cano, que están en el equipo nacional y que luchan en este nuevo ciclo olímpico. Algunos ya tienen algún tipo de becas, que, aunque ayudan, a veces no son suficientes. Además, para llegar, las familias han tenido que aportar mucho dinero y, en algunas ocasiones, hacer muchos sacrificios. La Federación tampoco puede permitirse pagar todas las salidas. El circuito internacional es tremendo. La Federación puede apoyar a un judoca para que participe en seis torneos al año. Pero, a lo mejor hay más de veinte competiciones anuales. Y, para que la Federación te apoye, primero tienes que conseguir resultados internacionales y eso corre casi siempre a costa del competidor y del club.
Críspulo: Hay una clasificación por puntos, un poco similar al tenis. A los Juegos Olímpicos solo pueden ir los treinta mejores clasificados del mundo. Y, para formar parte de esa lista, el judoca debe puntuar en torneos internacionales durante los dos años y medio que dura el periodo de clasificación. Imagínate que, gracias a tus méritos consigues que la Federación te ayude para ir a unos cuantos campeonatos y, justo en esos, no consigues puntuar. Entonces, debes invertir tu propio dinero para participar en otro torneo e intentar subir de categoría. Y, para colmo, en unos Juegos Olímpicos, solo puede participar un representante por país, con lo que, estando entre los treinta primeros, podrías quedarte fuera… Y esto ha ocurrido. Hay ayuntamientos que apoyan a sus deportistas o a sus clubes en estos desplazamientos. Hay grandes deportistas en España que se quedan fuera del juego porque no se lo pueden permitir económicamente.
En las competiciones nacionales, el Club Judo Valdemoro destaca por su afición.
Críspulo: Tenemos una afición ejemplar. En las competiciones de la Comunidad de Madrid, somos los que más afición llevamos siempre. Somos como una gran familia. Cuando salen a competir, da igual si son infantiles o cadetes, van los padres y no necesariamente porque participen sus hijos en ese campeonato.
Raquel: El color que nos representa es el verde, por la sintonía de Valdemoro con la Guardia Civil; y, en muchas ocasiones, el verde llena las gradas. Tenemos una base de competidores muy grande y podemos presumir de tener medallistas nacionales en todas las categorías: infantiles, cadetes, júnior, sénior, de veteranos… También tenemos una tradición de grandes resultados en competiciones internacionales. Hay un grupo muy grande de gente en Valdemoro que hace judo porque le encanta practicarlo, pero, además, le gusta apoyar al club y ayudar en lo que sea necesario. Si hay que mover doscientas colchonetas para organizar un campeonato, ahí tenemos a un montón de padres y deportistas para ayudarnos.
¿Qué atractivos ofrece el judo para que tantos valdemoreños se apunten al club?
Críspulo: Es un deporte muy completo: trabajas físicamente todo el cuerpo, destrezas como la lateralidad y el equilibrio, mejora la autoestima y el compañerismo… Pero lo más importante para mí es que te rodeas de gente sana, de gente deportista. Llevo muchos años enseñando judo. Jamás un alumno me ha dado una mala contestación. Ni una mala mirada. Nunca. El ambiente que rodea nuestro deporte es muy sano. Ese es uno de los valores que yo le veo al deporte en general. En el judo, no vas a ver a un deportista dirigirle una mala palabra a un árbitro. Y es muy raro que la afición insulte a los jueces de la competición.
Roberto: Dentro de ese ambiente sano, ves que muchos de nuestros chavales se hacen amigos y salen juntos, entrenan juntos, llegan a ayudarse en los estudios… Y lo maravilloso es que sobre el tatami puedes pelear con un contrincante, pero una vez terminado el combate, esa persona es uno de tus amigos. Y eso ocurre también entre deportistas de clubes rivales.
Críspulo: Recuerdo una ocasión en Andorra, durante un campeonato. Salí a dar un paseo, por la noche, junto al ministro de deporte de ese país y le llamó mucho la atención que nos encontráramos a todos los competidores de cada una de las regiones, juntos, alternando y pasándolo bien. Que yo tenga conocimiento, jamás ha habido una confrontación fuera del tatami.
Raquel: El judo acepta a todo tipo de personas y, por lo tanto, favorece la integración. El hecho de que haya distintas categorías de peso, facilita el que tengamos judocas de todas las alturas y tamaños. Últimamente, recomiendan nuestro deporte a chavales que tienen más problemas para concentrarse. En nuestro club, además, tenemos dos judocas con síndrome de Down, uno de ellos, con cinturón negro.
¿Estáis contentos con las instalaciones que os proporciona el Ayuntamiento de Valdemoro?
Críspulo: Como puedes imaginar, desde el año 1985, hemos entrenado en distintos lugares de Valdemoro. Cuando se diseñó el Pabellón Juan Antonio Samaranch, una parte importante del proyecto incluía un lugar idóneo para entrenar judo.
Roberto: La sala está genial. Es grande, unos 190 metros cuadrados, diáfana, sin columnas, con techos altos, para que no se condense el calor o el sudor de los deportistas. De las mejores salas que hay en Madrid. Sin embargo, no hay que olvidar que un kimono pesa unos dos kilos y medio y en verano puede dar mucho calor. La sala no tiene ventilación cruzada y haría falta tener un sistema de aire acondicionado que facilite los entrenamientos durante los meses más calurosos.
Raquel: Todos los años, el Ayuntamiento publica unas bases reguladoras y todos los deportes que aspiran a utilizar las instalaciones deportivas pueden solicitar usar la sala. Con el Pabellón Río Manzanares cerrado, la competencia es tremenda. Gracias a nuestro bagaje histórico y a nuestros logros anuales, siempre conseguimos quedar los primeros y eso nos permite conseguir la sala por la cual, claro está, debemos pagar un alquiler.
Críspulo: También sería ideal mejorar la sala con la instalación de un pequeño gimnasio donde los judocas pudieran hacer su preparación física de forma más específica. Algunos de nuestros deportistas deben pagar un gimnasio y lo que necesitan para entrenar no es exactamente lo mismo que ofrece una sala de pesas.
Roberto: Lo ideal es que podamos seguir ofertando la posibilidad de que un niño se apunte a judo con cuatro años y que el Club Judo Valdemoro continúe su formación como judoca a lo largo de toda su vida. En muchas otras localidades, muchos de esos judocas se pierden porque el club no puede ofrecerles una correlación de categorías. Forman a un deportista y deben mandarlo a otro sitio porque no tienen suficientes cadetes o sénior… En Valdemoro, ofrecemos la posibilidad de entrenar desde los cuatro años y, gracias a todos los miembros del club, podemos apoyar a nuestros judocas para que nos representen en las competiciones de más alto nivel como los Juegos Olímpicos sin salir del club. Nuestros monitores de judo fueron primero alumnos nuestros.
Raquel: Nuestro proyecto está preparado para dar un buen nivel técnico, táctico, de planificación y organización. Somos un gran grupo de profesionales que puede guiar a un deportista en su camino hacia unos juegos olímpicos o a lograr sus sueños deportivos.
¿Qué objetivos os proponéis para el futuro inmediato?
Roberto: Nuestro deseo es que sigan entrando chicos, que mantengamos esta estructura. Los tres compartimos un objetivo final y una forma de trabajo.
Críspulo: Normalmente comenzamos a las cinco de la tarde con chavales de entre cinco y ocho años. A las seis de la tarde, entran los niños de entre ocho y once años. Las clases de después son para más mayores y ya suelen durar más de una hora, prácticamente hora y media. Nos gustaría seguir manteniendo el número de estudiantes y de grupos.
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En tiempos en los que muchas de las actividades extraescolares se ponen en manos de macroempresas que van consiguiendo las contratas de los ayuntamientos a base de subastar con precios muy bajos y monitores mal pagados, se agradece encontrar asociaciones que se dedican a un deporte porque forma parte de su vida, porque diseñan proyectos en los que se progresa con la ayuda de todos los participantes, porque forman una familia de personas que comparten el gusto por una actividad. En tiempos como estos, es refrescante ver que el Club Judo Valdemoro ofrece a nuestros vecinos la posibilidad de formar parte de este bello proyecto. No cabe la menor duda de que estamos hablando de un proyecto olímpico que convierte a Valdemoro en una villa olímpica.
Texto: Fernando Martín Pescador
Fotografía: NCuadreS
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