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Aarón Escalera, campeón de la Yamaha R6 Cup

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Con tan solo dieciocho años ha dominado la competición de la marca nipona

Como aficionado a las motos, siempre me ha sorprendido la juventud de los pilotos en un deporte tan apasionante, a la vez que arriesgado, como es el motociclismo. Y es que muchos de ellos no han superado la mayoría de edad cuando manejan motos que superan los doscientos kilómetros de velocidad.

Nos reunimos con Aarón y Óscar, su padre, en la nave donde han asentado Melen Logística, el negocio familiar. Y es que la mayoría de jóvenes que deciden iniciar una carrera como pilotos viven la misma realidad: la economía familiar es el único sustento para poder hacer su sueño realidad. Aarón tomó esta decisión hace muchos años ya. Con tres años se montó por primera vez en una moto y con cinco participaba en sus primeras competiciones. Este joven valdemoreño ha crecido en los circuitos, que le han aportado muchas alegrías y otras tantas tristezas. Estudiante de un Grado Superior de Deportes en Aranjuez, llegó con su familia a Valdemoro hace tres años desde la localidad vecina de Pinto. Aficionado al pádel y la bicicleta, entre sus objetivos de vida se encuentran las motos y opositar para ser policía nacional.

Apenas sabías andar cuando montas por primera vez en una moto. ¿De dónde surge la vocación?

Mi familia paterna siempre ha estado vinculada al mundo de las motos. Mi abuelo era mecánico de motos y eso ha hecho que siempre tuviéramos varias. Toda la familia siempre ha seguido el mundo de la competición de motociclismo y fue mi tío quien me regaló mi primera moto cuando tenía dos años y medio. Era una minimoto eléctrica de marca china. Con ella me recorría arriba y abajo la calle donde vivían mis abuelos. Algunas veces también me hacía un circuito con conos y daba vueltas. Todo empezó como un aliciente para sacar buenas notas. Si no sacaba buenas notas, me quedaba sin moto.

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¿Cómo viró este aliciente hacia la competición?

La competición llegó sin buscarlo. Fui con mi padre a una convención de motos donde había una exhibición de niños de Valencia con motos Polini y me encantó. Para entonces ya salía con mi padre a hacer cross con una Rieju automática, pero desde ese momento supe que quería subirme a una moto de circuito. Empecé a competir con moto Polini en el campeonato madrileño. Dos años conseguimos quedar en cuarta posición teniendo la moto de serie. Pasé por varias escuelas de Chicho Lorenzo y Kike Bañuls, con la Liga Interescuelas de motociclismo, después vinieron el manchego y el leonés. Salto a Pitbike con la cuna de campeones en diferentes cilindradas: 90, 110 y 140. Cuando se acabaron las cilindradas entramos en la competición catalana con la Honda 300 cc. Esa competición fue una catástrofe, pero nos enseñó a correr en circuitos mundialistas.

¿Cuáles son tus primeros recuerdos de la competición?

Era muy pequeño para tener recuerdos como tal, lo primero que recuerdo es tener la sensación de ser muy grande y la moto muy pequeña. Eso hacía que todo el mundo me adelantara en las rectas, lo que me obligó a aprender a trazar mejor y darlo todo en las curvas.

Fotografía_@sotoca72

Tu escalada en las categorías ha sido muy rápida.

Nuestra estrategia siempre ha sido correr un año de aprendizaje-pretemporada y uno de competición. Tanto mi padre como yo hemos querido exprimir al máximo el año de competición y, si veíamos que todavía podíamos mejorar, no pasar a la siguiente. Lo que nos ha permitido subir de categorías tan rápido ha sido intercalar el año de aprendizaje en una categoría superior con la competición de la categoría en la que me encontrara en ese momento. Esta dinámica nos ha permitido estar un año y medio en cada categoría, además de poder limar mi relación con la moto. Siempre he tenido el hándicap de ser un chico grande, las motos se suelen adaptar mejor a pilotos más pequeños.

¿Cómo es la competición de base?

Por desgracia es un deporte en el que, sobre todo en las competiciones inferiores, es importante ser buen piloto, pero casi más lo son los recursos y medios que tengas para poder competir. El motociclismo es un deporte muy caro y la competición implica un desgaste muy alto de los componentes de la moto, caídas, recambios y piezas de alto rendimiento, que siempre son más caros. El mundo de los patrocinadores es muy arbitrario, no eligen a los que mejor corren. En mi caso, la financiación principal ha venido por parte de mi familia y algunos amigos nos han apoyado económicamente en casos puntuales. Ni siquiera a día de hoy puedo decir que cuento con un patrocinador fuerte que apueste por mi carrera como piloto.

¿Cuál crees que han sido las claves para tu progreso como piloto?

Creo que la constancia ha sido la clave en mi trayectoria. Desde que me monté por primera vez en una moto de carreras no he parado de entrenar y rodar con el objetivo de aprender. Empecé mi formación de piloto en KSB Madrid; íbamos todos los fines de semana a Valencia a entrenar. Después pasé a Adan Racing en Toledo, donde me he formado hasta ahora. A la larga eso te aporta mucha confianza encima de la moto y se refleja en los resultados. Antes era un piloto muy agresivo, pensaba que yendo al límite todo el tiempo iba a conseguir los mejores resultados, pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que los tiempos llegan siendo un piloto más regular que afina en su pilotaje y las trazadas.

¿Cuáles son tus puntos fuertes?

Pilotar en mojado se me da muy bien; creo que es uno de mis fuertes. También soy un piloto que no necesita tener a nadie delante para sacar los tiempos. Me gusta ir solo o liderar el grupo. Soy un piloto bastante tranquilo, en el equipo siempre me dicen que yo soy el que calma a todos. En el circuito todo lo que te rodea es estrés porque siempre vamos contra reloj para solucionar cualquier problema. Yo trabajo mucho con mi psicólogo deportivo para aprender a controlar estos escenarios de estrés porque son los que te hacen cometer fallos.

Este año has pasado a formar parte del equipo GV Racing.

El equipo estuvo siguiendo mi trayectoria un par de años y me ofrecieron entrar. Este año teníamos la posibilidad de pasar a formar parte de su equipo y lo cierto es que estoy muy contento. Somos cuatro pilotos en diferentes categorías. En mi equipo tengo un mecánico para mi moto y luego contamos con la ayuda de un telemétrico. Si la cosa se complica, los otros tres mecánicos siempre ayudan a resolver problemas. A nivel personal ha supuesto un extra de confianza muy importante. Desde el primer momento he visto que manteniendo las dinámicas que tenía antes, los resultados son mucho mejores.

La competición principal para ti es el CIV 600.

Estoy muy cómodo en esta categoría porque es la primera vez que siento que la moto está hecha para mí. Hasta entonces siempre he competido dando lo mejor de mí mismo, pero teniendo la sensación de que no era mi moto. La Yamaha R6 2020 que tengo este año me gusta mucho. El campeonato tiene mucho nivel, siempre hay unos seis pilotos que están delante, y eso genera mucha competición. Además, los pilotos del ESBK nacional utilizan nuestra competición para entrenar, lo que aumenta el nivel de las carreras. A mi me ayuda mucho verlos pilotar porque me enriquece. Es una competición intermedia que supone una oportunidad para pilotos nuevos y un seguro para pilotos más experimentados.

Fotografía_@sotoca72

¿Cómo ha sido tu progresión desde carreras de niños hasta el nivel de competición que tienes ahora?

Para mí la evolución comenzó cuando empecé a verme más competitivo. Cuando ganas carreras con una 600 eres consciente de que esto va en serio. El trabajo de mejorar mi pilotaje siempre ha estado ahí a través de la escuela, ahora estoy empezando a trabajar mi condición física. Cuido mucho la alimentación y hago ejercicio para estar en forma, esto me permite reducir la fatiga en las carreras, ser más preciso y más estable con el paso de las vueltas.

A pesar de la pandemia, 2020 fue tu año.

Fue un año de altibajos. La relación que tuve con la moto fue muy irregular y sentí que podía dar mucho más de lo que la moto me estaba ofreciendo. Como el año anterior, no pudimos ganar el campeonato por falta de materiales. Al final la competición es un 50-50 entre el piloto y la moto. Terminamos la competición con el sabor amargo de haber perdido la primera posición, pero un segundo puesto también es un gran resultado.

¿Cómo gestionas las lesiones?

Soy un piloto que no me suelo caer mucho, pero cuando lo hago siempre me hago bastante daño. En 2014 tuve mi primera lesión importante con una fractura de muñeca, esguince cervical y fisura del pie. Al año siguiente, en el mismo circuito, me fracturé el fémur. La última fue entrenando, me hice una fractura que no fue a más. Pensaba que las lesiones me iban a afectar mucho, sobre todo en la confianza. Pero lo cierto es que a pesar de haber estado ocho meses en silla de ruedas por la fijación externa que me pusieron, cuando volví a montarme en la moto tenía muchas ganas de volver al nivel que tenía antes de la lesión.

¿Cómo son tus dinámicas de entrenamientos?

La pretemporada es lo peor para mí. Son tres meses en los que uno dedicamos exclusivamente al físico, el siguiente a la técnica y el último a la velocidad. El físico está en los tres y eso hace que sea la parte más dura de la temporada. El segundo mes de pretemporada trabajamos sobre la moto con ejercicios de trazada, conos, etc. El último entramos en circuito y todos los entrenamientos se orientan a hacer mejor tiempo. En pretemporada me gusta hacer motocross porque es una modalidad muy física. En mi día a día hago mucha bicicleta, que me aporta mucho fondo y cambios de ritmos. 

Háblanos de la bala azul.

Mi compañera en los circuitos es una Yamaha R6 que tiene 130 caballos y pesa unos 150 kilos. Lo que más me gusta de esta moto es la combinación entre la potencia y el fácil manejo. Es una moto muy dócil que te permite trabajar muy bien encima de ella y, a su vez, cuando das gas tiene una potencia sorprendente. Trabajamos con una moto de serie como la podrías encontrar en cualquier concesionario. A partir de ahí le implementamos mejoras que optimizan el rendimiento y aumentan la potencia de la moto.

¿Qué sensación tienes al correr en circuitos internacionales?

He tenido la suerte de correr en Cheste, Jerez, MotorLand y Montmeló. Cuando vamos a correr a un circuito de este tamaño la sensación es de estar en un videojuego. Los trazados son increíbles, los has visto miles de veces por la televisión. Pensar que por esas mismas curvas pasan los mejores pilotos del mundo me hace sentir privilegiado.

¿Con qué apoyos económicos contáis para afrontar la competición?

Cada carrera supone un desembolso de dinero que supera los mil euros sin que exista ningún imprevisto. Cada fin de semana de carrera somos conscientes de que salir a competir también puede suponer que suframos una avería que conlleve un sobrecoste o que incluso pueda ser el fin de la temporada si no podemos asumirlo económicamente. Por eso, todos los apoyos que tenemos son imprescindibles para nosotros. En indumentaria llevo varios años contando con el apoyo de Nexxt, una marca de cascos portuguesa. Arco New Label se encarga de todos los rótulos, Michellin nos está ayudando mucho con los neumáticos. También cuento con el apoyo de Melen Logística, talleres El Diamante y Alquimobil.

Fotografía_@sotoca72

¿Cuál ha sido tu balance de la temporada?

Este año compito en el CIV, la copa Yamaha R6 y el campeonato manchego. Tenemos ocho carreras en las que puntuamos para diferentes campeonatos. Hemos comenzado muy bien la temporada, ganando. No pensábamos que íbamos a empezar ganando y menos haciéndolo con cinco segundos de ventaja sobre el segundo. En el CIV vamos primeros, a un punto del segundo, que es la competición más disputada. Ganar la Yamaha R6 Cup es el fruto de un año espectacular en el que hemos dominado en casi todos los circuitos y hemos acabado en lo más alto del pódium. Ganar el campeonato me ha permitido hacer un wild card (invitación) en el Campeonato de España ESBK.

Has conseguido uno de tus objetivos más próximos, correr en el ESBK.

El ESBK es el campeonato de España. Es una competición donde hay equipos que cogen pilotos de sustitución para el Mundial. Es un paso muy importante para mí porque correr con ellos me ha hecho mejorar muchísimo mi pilotaje y mi experiencia. Además hemos podido hacer un muy buen debut saliendo desde la posición 25 y llegando a estar rodando en la séptima posición de la general y tercera de mi categoría.

No cabe ninguna duda de que la proyección de Aarón Escalera en el motociclismo es muy prometedora. Su constancia, carácter y habilidades sobre la moto le ofrecen la combinación perfecta para liderar las parrillas de circuito. El piloto de Valdemoro cuenta con todos los ingredientes que puede aportar un piloto; la suerte y el destino harán el resto. Puedes seguir a Aarón en Instagram aaron44_

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres