
Comencé el año en una pequeña localidad turística de Ninh Binh, ciudad en el delta del río Rojo, en el norte de Vietnam. Hasta allí me llevó la que fue mi compañera por más de 20 días, una Deteck 110 de segunda mano con indescifrable cantidad de kilómetros. Ese viaje que me llevó a recorrer Vietnam y Camboya en moto junto a dos amigos lo recordaré toda mi vida como una de las mejores experiencias que haya podido tener y uno de esos lugares diferentes desde donde he escrito algunas páginas de La Revista de Valdemoro.
Igual que en el caso de los tres protagonistas de esta entrevista, esta experiencia no fue inolvidable solo por los paisajes y lugares que recorrimos. La mayor gratificación es poder recorrer estos territorios en tu propio vehículo y acompañado de una pequeña familia. Verte envuelto en situaciones que te sacan de tu zona de confort y sobreponerte a ellas. Esa es la mayor motivación para seguir anclado a esta droga que es la aventura.
En esta ocasión conocemos a David, Iván y Rafa, tres valdemoreños que decidieron lanzarse a probar esa aventura y que hoy les ha convertido en pilotos de rallies. Su paso por varias ediciones de la RAID Clásicos del Atlas les ha llevado a crear una pequeña comunidad en nuestro municipio que vive el mundo del motor con un enfoque solidario.
David Pérez, originario de Fuenlabrada, se asentó en Valdemoro en 2011 tras conocer a su esposa, valdemoreña de nacimiento. A partir de entonces, ha desarrollado tanto su vida personal como profesional en el pueblo. David forma parte del negocio familiar Cocimanía, que comenzó en los años ochenta bajo el nombre de Cocinas Juan Pablo Siguero, gestionado por su cuñado. Su pasión por el mundo del motor lo acompaña desde su niñez. David comenzó lanzándose por las cuestas de su barrio en monopatines fabricados por su padre, y poco a poco fue evolucionando hacia las motos, los coches y finalmente el 4×4.
Por otro lado, Iván Vázquez, nacido en Pamplona y mecánico electricista de profesión, llegó a Valdemoro en 2006 para unirse a su hermano y crear Kivan, una empresa de electricidad y montaje y mantenimiento de ascensores. Aunque su llegada a Madrid le alejó de su mayor pasión, el mundo del motor, muy pronto encontró una nueva experiencia a la que sumarse: un rally solidario por Marruecos. Iván fue el primero en animarse a esta aventura en 2016. Desde entonces, ha participado en numerosas ediciones y ha conseguido reunir a más vecinos de Valdemoro en esta experiencia.
Por su parte, Rafa Moreno es el vecino que más tiempo lleva viviendo aquí. Llega en 1999 desde el centro de la capital en busca de un lugar más tranquilo y accesible en el que poder vivir. La comodidad para ir al trabajo y el ambiente de Valdemoro hicieron que decidiera formar una familia aquí. Aficionado al deporte y sin ningún conocimiento previo sobre mecánica ni automoción, decidió sumarse a la aventura de los rallies en la edición 2023. Su experiencia en el primer rally le enganchó a esta competición, y ahora se ha convertido en un copiloto capaz de leer las indicaciones del roadbook dentro de un coche que corre por el campo a más de cien kilómetros por hora.
¿Cómo os adentráis en el mundo de los rallies?
David: De manera un poco inesperada. Todo empezó cuando compré un coche con mi padre, con la idea de salir los fines de semana por Ávila y Gredos, simplemente para disfrutar de rutas tranquilas por el campo. Lamentablemente, mi padre falleció, pero decidí seguir adelante con el proyecto y prepararlo, aunque en un principio solo quería usarlo para escapadas domingueras. Durante ese proceso, llevé el coche a un taller para arreglarlo, y fue allí donde conocí a Iván. Siempre les escuchaba hablar de los rallies y de la RAID de Marruecos, y poco a poco me fue picando el gusanillo. Cuando le propuse a Emilio, mi copiloto, venir a la RAID, no dudó ni un segundo en aceptar. Somos amigos de la infancia, y nuestra pasión por la automoción empezó cuando nos lanzábamos por las cuestas del barrio en monopatines que mi padre fabricaba. Desde entonces, hemos compartido muchas aventuras en el mundo del motor.
Iván: Desde pequeño he sido un fanático de todo lo que tenga ruedas y un motor. Siempre me ha fascinado el mundo del motor, desde coches hasta motos y cualquier cosa que pudiera conducir. Sin embargo, cuando llegué a Valdemoro me desconecté un poco de ese mundo. La situación no era la mejor y me costaba mantener el vínculo con la automoción. Fue algo muy curioso cómo volví a involucrarme. En 2014 me encontré por casualidad con una revista que hablaba de un rally solidario. Me llamó mucho la atención, porque no requería una gran inversión. Podías participar con un coche viejo, de más de 25 años, y con una preparación básica era suficiente. Además, había un componente solidario, ya que llevabas ayuda humanitaria al destino. Así que me animé, y en 2016 hice mi primera competición.
Rafa: La verdad es que lo de caer en el mundo de los rallies fue bastante curioso. Yo, sinceramente, no tengo ni idea de coches. De hecho, siempre llevo el coche al mecánico hasta para cosas sencillas como cambiar el aceite. Conocí a Iván hace ya tiempo porque nuestras hijas van al mismo colegio, y desde entonces se creó un buen vínculo entre nosotros. Un día, en una de estas conversaciones, Iván me lo propuso y al principio pensé: «Este está loco, no tiene ni idea de con quién está hablando, ¡si yo no sé nada de mecánica!». Al principio no me lo tomé muy en serio, pero, claro, Iván insistía e insistía. Y encima, siendo navarro, te das cuenta de que va en serio, porque los navarros cuando se proponen algo, lo hacen de verdad. Al final, me picó el gusanillo y me animé.
Iván, tú fuiste el pionero y pagaste la novatada. ¿Cómo fue tu experiencia la primera vez que recorriste Marruecos con el coche?
Fue bastante mala, la verdad. A nivel solidario fue preciosa, porque entregamos mucha ayuda y eso fue muy gratificante. Pero en lo que respecta a la competición, rompí prácticamente todo lo que se podía romper. Cuando llegas allí, te das cuenta de que lo que te esperabas no tiene nada que ver con la realidad. Es un rompecoches total, muchas horas, mucha fatiga, y todo lo que traes preparado desde aquí no sirve para nada. Con el tiempo y la experiencia, vas adaptándote. No solo mejoras la mecánica del coche, sino también tus costumbres, tus hábitos y la forma en que haces las cosas. Es un proceso de aprendizaje constante, pero al final te vas ajustando y aprendiendo a enfrentar mejor los retos.
¿Cómo se prepara un rally de estas características?
Diría que el 90 % de la preparación es asegurarse de que el coche esté en perfectas condiciones. Si no vas con un vehículo bien afinado, lo más probable es que no llegues al final, y el objetivo de este tipo de rallies no es ganar las primeras etapas, sino sobrevivir hasta el final. Si logras terminarlo, ya estás en una muy buena posición porque muchos otros equipos se ven tentados a ir demasiado rápido o forzar el coche, lo que al final les lleva a romperlo antes de llegar a la meta. En ese sentido, tener un buen mecánico es clave. Iván es muy bueno, y todo su esfuerzo en la preparación del vehículo marca la diferencia. No solo se trata de tener un coche potente, sino de que resista todas las etapas sin fallar. Por nuestra parte, formamos parte de un grupo de 4×4, con el que salimos al campo durante todo el año. El hecho de estar constantemente en contacto con el 4×4 y enfrentar diferentes tipos de terrenos nos permite perfeccionar nuestras habilidades de conducción en entornos más controlados.
¿Cómo es la relación entre piloto y copiloto?
Rafa: En un rally es una verdadera simbiosis. Como copiloto, mi tarea principal es guiar al piloto y asegurarme de que sigamos el recorrido correcto utilizando el roadbook. Es un trabajo muy estresante, porque tengo que calcular tiempos y dar indicaciones mientras nos movemos a gran velocidad por terrenos complicados. Si no hago bien mi parte, el piloto podría meterse en problemas, sin importar lo bien que conduzca. Confío plenamente en él, y él confía en mis indicaciones. Aunque el piloto es quien toma las decisiones finales sobre cuándo acelerar o frenar porque él sabe cuándo es necesario levantar el pie del acelerador para evitar daños al vehículo.
Iván: En mi opinión, el copiloto es el 40 % del equipo, el coche otro 40 %, y el piloto el 20 %, aunque en situaciones difíciles el piloto también debe tener mucha experiencia y habilidad para reaccionar. Nos complementamos bien, y esa confianza mutua es clave para terminar con éxito cada etapa.
Rafa: Yo le pondría algo más de peso al piloto. Este año hemos volado dos veces con el coche y gracias a la pericia de Iván pudimos seguir rodando. Otro piloto quizás habría dado un volantazo y se habría acabado nuestra participación este año.
¿Cuáles son las peculiaridades del RAID Clasicos del Atlas?
Tiene varias que lo hacen especial. Para empezar, es un rally de regularidad, lo que significa que el objetivo no es la velocidad, sino mantener un ritmo constante y seguir el recorrido de manera precisa. Además, este evento tiene más de 30 años, lo que le permite llevarnos por zonas muy poco transitadas, algo que lo diferencia de otros rallies. Este año, por ejemplo, llegamos a cruzar hasta Argelia, pasando por paisajes impresionantes. La organización está a cargo de personas muy experimentadas. La directora del rally es una copiloto del París-Dakar, y su pareja es un instructor del RACE con mucha experiencia en competiciones. Su conocimiento nos lleva a enfrentarnos a rutas realmente complicadas. En total son 2 000 kilómetros de rally en siete días en los que atraviesas todo tipo de terrenos: la arena del mar, caminos rotos, poblaciones pequeñas, montaña e incluso nieve.
¿Qué ambiente se respira en el rally?
David: El ambiente de comunidad es increíble. Una de las cosas que más me sorprendió en mi primer año fue la solidaridad entre todos los equipos. Cuando llegas al hotel por la noche y hay algún problema con un coche, no importa de quién sea, todo el mundo se vuelca en arreglarlo. Si un coche tiene una avería, todos se enfocan en ese vehículo hasta que esté listo, y luego pasan al siguiente. La clave es que el coche que llega al hotel tiene que salir a la mañana siguiente, no importa si eso significa que nadie duerma. El compromiso es total. Ese sentimiento de comunidad, de que todos estamos ahí para ayudar y asegurarnos de que cada coche termine es lo que hace que esta experiencia sea tan única y especial.
¿En qué categorías y con qué coches participáis vosotros?
Iván y Rafa: Nosotros competimos con el nombre de Capitán Tapón en la categoría de 4×2, que es la de mayor velocidad, y lo hacemos con un Volkswagen Golf MK2 GTI del año 1991. Los primeros dos años participé con un Renault Express, pero la evolución de ese vehículo estaba bastante limitada, así que decidimos cambiar al Golf. El coche está preparado, en la medida de nuestras posibilidades para el rally, pero sigue siendo un clásico Golf MK2, una máquina fiable y con buen rendimiento para este tipo de competiciones.
David: Nuestro equipo se llama Kairos y competimos en la categoría de 4×4, pero dentro de la subcategoría de velocidad más baja. Aunque el recorrido es el mismo para todos, lo que varía son las medias de velocidad, ya que no es lo mismo llevar un vehículo de 60 caballos que uno de 150. Competimos con un Mitsubishi Pajero (el antiguo Montero), que es el coche que inicialmente compré para darme vueltas los domingos y que, sin planearlo, terminé llevando a competir en Marruecos. La verdad es que el coche es muy fiable y conseguimos terminar intactos. Algo nada habitual al terminar las etapas, donde ves a todos los compañeros reparando sus vehículos toda la noche para poder estar en la siguiente salida.
Ambos coches forman parte de un tándem de doce personas en el que contamos con dos coches y cuatro pilotos de Almendralejo (Badajoz) y una furgoneta-taller que nos da asistencia durante toda la competición con Carlos Allende, su conductor, que es argentino adoptado como navarro y también es vecino de Valdemoro.
Lo hemos mencionado en varias ocasiones de la entrevista; el factor solidario de esta carrera es muy importante. ¿Cómo habéis contribuido estos años en este sentido?
Este año llevamos un furgón lleno de ropa y material escolar que se entregaron en iglesias católicas y colegios que están en situaciones más ajustadas y necesitan apoyo. Es impactante ver cómo pequeñas contribuciones, como ropa o cuadernos, pueden hacer una gran diferencia en estos lugares. El año pasado, por ejemplo, donamos equipamiento deportivo al equipo femenino de Asila. Fue una experiencia muy bonita porque jugaron un partido de fútbol y les llevamos camisetas, balones y equipaciones, cosas que para ellas no son tan accesibles. Todo este esfuerzo solidario lo organiza el propio rally, que se encarga de coordinarse con las comunidades locales para asegurarse de que la ayuda llegue a quienes más lo necesitan. Aquí, para reunir el material, lo hacemos principalmente boca a boca. Por ejemplo, contamos con el apoyo del colegio de nuestras hijas, Nuestra Señora de Valdemoro, que nos donó cuadernos personalizados por las niñas, con dibujos y mensajes, lo cual fue espectacular. También recibimos donaciones de amigos, familiares y compañeros de trabajo, quienes aportan lo que pueden, desde ropa hasta bolígrafos y material de oficina. Sin embargo, mantener esta labor solidaria año tras año es un desafío.
¿Qué destacáis de esta edición 2024 del RAID?
David: Este ha sido mi primer RAID y mi primer rally. Yo había competido anteriormente con motos de enduro, pero nada se le asemeja a esta experiencia. Tanto Emilio como yo estamos muy contentos con la respuesta que nos ha dado el coche y lo que hemos conseguido, pero ha sido todo un aprendizaje. Cuando llegas a la primera etapa, a pesar de todo lo que me había contado Iván antes, crees que vas a correr con la canción de Rocky Balboa en la cabeza y les vas a pasar a todos y la realidad es que lo primero que haces es quedarte encallado en la arena de una playa. Nos hemos perdido por el desierto y hemos pagado la novatada, pero hemos disfrutado como los que más esta experiencia y, además, hemos conseguido quedar segundos en nuestra categoría. No podemos pedir más.
Rafa: El balance de esta edición ha sido muy positivo para nosotros. Este año, el coche nos ha respetado bastante y eso ha sido clave. También quiero destacar que Iván, mi piloto, ha sabido cuidar el coche, porque no basta con que el vehículo funcione bien, si no lo cuidas durante la competición, puedes quedarte fuera rápidamente. Desde que llegué el año pasado, me di cuenta de que el truco en este tipo de competiciones no es correr, sino llegar. La clave es salir un viernes y asegurarte de llegar al siguiente viernes. Si logras hacerlo, tienes entre un 80 % y 90 % de posibilidades de quedar en una muy buena posición. Este año hemos quedado terceros en nuestra categoría, lo que demuestra que mantener esa mentalidad de resistencia ha dado buenos resultados.
Iván: El balance de este año para mí ha sido muy positivo, y lo que más me llevo es el vínculo humano que hemos creado. Estas experiencias son como un Gran Hermano, donde sacas lo mejor y lo peor de ti. Hemos hecho una piña muy bonita, y para mí eso ha sido lo mejor de todo. En lo deportivo, estamos muy contentos con el resultado, pero lo que más destaco es cómo hemos aprendido a gestionar el estrés. No es lo mismo competir solo que hacerlo con un copiloto, como mencionaba Rafa antes, y esa experiencia de trabajar en equipo ha sido increíble.
¿Qué tenéis por delante en el calendario?
El próximo evento que tenemos es una carrera de fin de semana en Galicia el 9 de noviembre. La organiza el mismo equipo que el RAID, y será un fin de semana intenso: el viernes será de preparación y el sábado es la carrera. Nos han comentado que será por los montes de Galicia, lo cual promete ser un desafío interesante. Después de eso, ya nos enfocaremos completamente en la preparación para la edición de 2025. En cuanto volvamos, nos pondremos a desmontar el coche para revisar todos los componentes, limpiarlos y asegurarnos de que estén en perfecto estado. También aprovecharemos para incluir algunas mejoras, siempre pensando en optimizar el rendimiento y estar listos para la próxima competición. Nos gusta tomarnos el tiempo necesario para tener todo a punto.
Este hobby que comenzó hace ya ocho años ha ido profesionalizándose poco a poco. Cada edición del rally representa no solo un reto deportivo, sino también una oportunidad para mejorar técnicamente, optimizar la preparación de los vehículos y perfeccionar las estrategias de carrera. El aprendizaje constante ha sido clave para su crecimiento, permitiéndoles enfrentarse con mayor eficacia a los desafíos que presenta la carrera.
Además, cada año el equipo busca seguir fortaleciendo su labor solidaria, que es una parte esencial de su participación en el evento. Por esta razón, hacen un llamado a patrocinadores y colaboradores que deseen sumarse a esta experiencia única. La contribución no solo apoya el aspecto competitivo, sino que también tiene un impacto directo en las comunidades locales que se benefician de las donaciones.
Texto_Sergio García Otero
Fotografía_Ncuadres
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