El arte debe incomodar. El jueves, 25 de septiembre, tuvimos la suerte de ver El cautivo, de Alejandro Amenábar, junto a dos de sus protagonistas, ambos valdemoreños: Montse Damas, maquilladora con unos cuantos Goyas a sus espaldas y una nominación a los Óscar, y Mohamed Said, actor que interpreta a Muley, el carcelero de los prisioneros cristianos de Hasán, el temido Bajá de Argel. Antes y después de la proyección, ambos artistas compartieron debate y anécdotas con el numeroso público asistente, todo gracias al Departamento de Cine de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Valdemoro.
Digo que el arte debe incomodar. Y El cautivo consiguió incomodarme. Y eso me ha permitido no dejar de darle vueltas a la historia durante estos días. Porque posiblemente lo más interesante de la película es el guion. La historia: un cuento inspirado en la realidad vivida por Cervantes. Un cuento epicúreo donde se insinúa que no hay dios. Ni siquiera amor. Solo los pequeños placeres, i piccoli piaceri, como dice el Bajá de Argel. Un cuento lleno de cuentos y de pequeñas historias como si fuera una matrioshka rusa. Un cuento en el que el protagonista, el cautivo, es, a su vez, el mayor cautivador de la historia. Del cuento.
Texto: Fernando Martín Pescador
Fotografía: NCuadreS
¿Has leído el último número de nuestra revista?
