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Entrevista a José Esteban de la Cruz

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Dos décadas de servicio por el transporte público de Valdemoro

Cómo han cambiado los tiempos, pero sobre todo el mercado laboral. No suelo empezar por el final de la entrevista, pero esta fue la reflexión con la que salí de las instalaciones de AISA tras entrevistar a José Esteban.

Y es que La revista de Valdemoro me ha permitido conocer a grandes profesionales, cada uno en su ámbito; y muchos de ellos comenzaron en la que ha sido su profesión de por vida por una oportunidad. Quizás debieron comenzar a trabajar muy temprano por necesidad o quizás no les gustaba estudiar una carrera. Pero a todos ellos les surgió una oportunidad laboral con la que pudieron desarrollar una carrera profesional.

Ese contexto se me antoja francamente imposible en la sociedad en la que vivimos, donde un título universitario, varios idiomas y, por supuesto, un máster, parecen condiciones imprescindibles para ser competencia, que no competente, en el mercado laboral.

José Esteban no rechazó la oportunidad de trabajar vendiendo billetes de autobús para Renfe sin saber que eso le iba a reportar una proyección laboral que le llevara a ser Director de Explotación en una de las empresas más importantes de autobuses de España: AISA. Y es que muchas veces no hay que tener la certeza que te aporta un título, sino la intuición de que alguien, por sus aptitudes, es válido para asumir un puesto de trabajo.

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De madre leonesa y padre madrileño, José Esteban se crio en Vallecas hasta los diez años, momento en el que se muda al barrio madrileño de Orcasitas. En el seno de una familia humilde con una madre limpiadora y un padre que trabajaba de guarda, José y su hermano crecieron en la calle jugando al fútbol, las chapas y echando carreras de bicicletas. José tuvo que empezar a trabajar pronto para ayudar a la economía familiar, lo que llevó a muy diversos trabajos antes de comenzar la carrera profesional que acaba de concluir.

¿Tuviste alguna relación con el mundo del motor antes de tu trabajo?

Mi padre era guarda de un taller y siempre fue muy manitas, de él aprendí a trastear con los coches. Un día iba conduciendo por la M-30 con un Seat 850 que tenía y me quedé con la palanca de cambio en la mano. Conseguí llegar hasta mi casa utilizando unos alicates como palanca de cambio y arreglé la pieza que se había partido. Antes era muy manitas porque los coches apenas tenían electrónica, ahora levanto un capó del coche y lo vuelvo a cerrar.

Pero, nunca tuviste claro un oficio. ¿Cuál fue tu periplo hasta llegar al mundo del transporte?

La vida da muchas vueltas y con veintidós años llegué al mundo del transporte. Las necesidades en la familia hicieron que empezara a trabajar a los 14 años haciendo estuches para joyas en una marroquinería. Más tarde fui botones del hotel Balboa y el hotel Zurbano. También trabajé arreglando calles, fui reponedor de El Corte Inglés y repartidor de pollos. En el transporte de pasajeros comencé vendiendo billetes, cuando todavía se hacían a mano porque no había ordenadores. Tras unos años trabajando allí, el área de transporte por carretera de Renfe aumentó el número de líneas y requerían personal como jefe de tráfico. Así comenzó mi desarrollo profesional hasta hoy.

¿Cuál era tu labor en esa primera toma de contacto con la gestión?

El trabajo que desarrollaba en la Autónoma de Transportes por Carretera de Renfe (ATCAR) y luego en la Empresa Nacional de Transportes por Carretea (ENATCAR) era muy diferente a las problemáticas actuales. La flota de autobuses no era suficiente para cubrir todo el servicio que prestábamos y nuestro principal trabajo era contratar a terceros. En una Semana Santa llegamos a sacar 420 autocares, de los cuales 380 aproximadamente eran alquilados. Ahora el trabajo es más regular y es mucho más sencillo cubrir los servicios.

En la actualidad hay muchas opciones de transporte, tanto para el día a día como para viajes de largo recorrido. ¿Qué valor ha tenido históricamente el autobús?

Durante muchas décadas el autobús ha sido el medio de transporte por excelencia. Una de sus grandes ventajas respecto al tren, por ejemplo, era el servicio puerta a puerta. En zonas como el Levante, el autobús llegaba hasta los municipios de Torrevieja, La Mata o Benidorm sin tener que hacer ningún trasbordo. También era un medio de transporte muy social que permitió a muchas familias de clase media o media-baja poder irse de vacaciones. Opciones como el avión han sido muy poco accesibles hasta hace relativamente poco.

¿Qué supuso la Autónoma de Transportes en tu vida laboral?

ATCAR sentó las bases de mi carrera profesional porque hasta entonces lo más parecido que había visto a un autobús era una onza de chocolate. Empecé vendiendo billetes, pero tuve la suerte de comenzar con un equipo de gente muy joven y un volumen de trabajo muy asequible. En sus comienzos, Renfe no tenía más de cinco líneas de transporte. Ese número fue aumentando poco a poco fruto de que el Gobierno le asignara líneas para evitar la piratería. El negocio creció al mismo ritmo que nosotros también crecíamos. Aprendimos a base de golpes porque nadie nos enseñó cómo había que proceder.

¿Te has distanciado en algún momento de tu carrera de este sector?

Con la privatización de ENATCAR llegué a un acuerdo y me marché para descansar por un tiempo. Empecé a trabajar en una asesoría jurídica, pero no me gustó. Como dice mi mujer: «Si no hueles a gasoil, no estás contento». Me comentaron que había una oferta de empleo en la empresa de autobuses de mi pueblo (Valdemoro) y un 24 de diciembre de 2001 llevé mi currículo. El 14 de enero de 2002 empecé a trabajar en AISA como jefe de tráfico.

¿Cómo llegas a Valdemoro?

Nada más casarme me mudé a Vallecas a una casa de mis padres. En 1983 me hacen fijo y decido comprarme un piso. Uno de mis cuñados ya vivía en Valdemoro y vinimos de visita. Fuimos a Albor y vimos unos pisos que nos gustaron mucho. A los pocos días estaba firmando las letras de la hipoteca. Estuve mirando pisos en Fuenlabrada y Parla y me parecieron enjambres. Lo que más me gustó de Valdemoro era la sensación de estar en un pueblo. Me fui a vivir al número 6 de la calle Aguado, que era el final de pueblo.

¿Qué vínculo has forjado con el que ahora es tu pueblo?

Al comienzo tenía muy poco vínculo porque salía de Valdemoro a las cinco y media de la mañana y volvía a las diez de la noche. Durante esa época no veía ni a mis hijas. Mi vínculo con Valdemoro se hizo más estrecho cuando comencé a trabajar en AISA. Los dos primeros años sus instalaciones estaban en la calle Batalla de Belchite y contaban con estación propia, parking y oficinas. Fue en 2004 cuando nos mudamos a las actuales en el polígono industrial Rompecubas. Valdemoro era el lugar ideal para asentarnos puesto que cubrimos principalmente el corredor de la carretera de Andalucía.

¿Como jefe de tráfico, cómo viviste el crecimiento de Valdemoro a comienzos de siglo?

A nivel de transportes fue un gran reto porque se creció muy rápido. Tuvimos que dar servicio a muchos obreros que venían a trabajar a zonas de Valdemoro que estaban despobladas todavía. Durante un tiempo tuvimos mucha demanda de nuevos conductores y no había tantas personas que tuvieran el carnet. En esa época también se produjo una incorporación muy importante de mujeres a este trabajo. Tuvimos que asumir los mayores despliegues de flota que he vivido en mi carrera profesional frente a la alta demanda de movilidad en la zona. De la misma manera que tuvimos que incrementar los servicios, con la crisis económica de 2012, Valdemoro sufrió una reducción del 30 % de sus servicios. El reto fue poder adecuarse a las circunstancias de la demanda ciudadana.

¿Cuál ha sido la línea de trabajo durante estos años en el plan de movilidad de Valdemoro?

Tanto el Ayuntamiento de Valdemoro como el resto de los de la Comunidad de Madrid delegan sus competencias en el Consorcio Regional de Transportes de Madrid (CRTM), organismo que acumula todas las responsabilidades de transporte de la Comunidad. Sin embargo, ambas instituciones trabajan conjuntamente en la planificación de los servicios que mejoren la movilidad de la ciudadanía de cada municipio. El operador juega un papel de transmisor de la experiencia y datos, que aporta a la prestación del servicio diario, opinando acerca de las zonas que nosotros consideremos que existe una demanda no satisfecha.

¿En qué ha consistido tu labor como jefe de tráfico en el municipio?

Mi labor principal ha sido gestionar de la forma más eficiente posible los recursos humanos y materiales derivados del cumplimiento estricto de las obligaciones de oferta de los servicios determinados por la autoridad competente (CRTM) en nuestro municipio. El servicio urbano de Valdemoro transporta en la actualidad del orden de los 14 000 viajeros diarios, antes de la pandemia estábamos en torno a los 17 000. De los cuales el servicio interurbano acumula alrededor de 7500 viajeros diarios, unos 1000 usuarios menos que antes de la pandemia. Su peculiaridad es que se concentra el mayor número de desplazamientos en apenas dos horas y media de la mañana, momento en el que todo el mundo se marcha a los trabajos o llevan los niños al colegio. La vuelta es más escalonada y se produce a lo largo de toda la tarde.

¿Cuáles han sido tus prioridades a la hora de ejercer tu trabajo?

Humildad, esfuerzo y admiración por el trabajo bien hecho. En nuestro sector la seguridad es uno de los pilares que debe guiar el comportamiento de cualquier responsable. La coordinación con otros modos de transporte (intermodalidad) es un valor añadido y siempre debe contemplarse. Lo hemos conseguido en la línea que más espera, en hora valle, es la línea 6 con 18 minutos. En cuanto a la calidad, la flota de autobuses de Valdemoro es de las más innovadoras de la Comunidad de Madrid, con un porcentaje muy alto de vehículos propulsados por gas.

¿Qué balance haces de tu carrera profesional?

Creo que he dado lo mejor de mí porque siempre me he preocupado por dar un buen servicio para que AISA estuviera a la cabeza del sector. También me marcho agradecido porque esta empresa tiene un equipo humano de excelente calidad.

¿Cómo disfrutas ahora de Valdemoro?

Al principio me costó mucho abandonar lo que llevaba haciendo durante cincuenta años. Poco a poco me he hecho una rutina y he vuelto a reconectar con lo bueno que tiene Valdemoro, por lo que elegí este pueblo en los años ochenta. Me gusta levantarme pronto y salir a andar, ya sea por el pueblo o por los caminos de tierra cuando hace buen tiempo. También me dedico a disfrutar de mis nietos y mis hijos. Cuando la pandemia nos lo permita, me gustaría hacer todos esos viajes que no he hecho con mi mujer.

 

José Esteban es de esos valdemoreños adoptados que añora el Valdemoro que tuvo suerte de conocer, el de finales del siglo XX. Aunque ahora salga a la calle y no tenga la sensación de conocer a todos los vecinos, lo cierto es que sigue disfrutando de los numerosos beneficios que tiene frente a la gran urbe donde creció.

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