La plaza de la Constitución debe su nombre a la carta magna aprobada por las Cortes de Cádiz de 1812, pero a lo largo de su dilatada historia ha conocido otras denominaciones: pública, Mayor y Generalísimo, recuperando su nombre decimonónico en 1983.
Instituto Geográfico Nacional
Se encuentra en el centro histórico del casco urbano del municipio. Tiene una planta sensiblemente rectangular, con unas dimensiones medias de 72 x 48 metros, lo que hace una superficie de más de 3 000 metros cuadrados. Cuatro calles y un pasadizo rompen la continuidad de los laterales: Colegio (norte), Nicasio Fraile (sur), Doctor de la Calle (este) e Infantas (oeste). En el ángulo suroeste se abre un pasaje que comunica con la aledaña plaza del Esparto.
En 1974 cambió la fisonomía de la plaza. El Ayuntamiento de la época quiso dotarla de un jardín central, concebido como una zona de reposo y pensado para los niños y ancianos. En el centro se diseñó una fuente ornamental.
En síntesis: este espacio obedece a la solución porticada de plaza castellana con una estructura adintelada de madera a base de pies derechos sustituidos con el tiempo por columnas o pilares de piedra.
Los documentos más antiguos encontrados en los que aparece la plaza pública corresponden a acuerdos del concejo de primeros de 1553, por los que los regidores se reúnen «a son de campana tañida» en la audiencia de esta villa, en la plaza pública. Ese testimonio también es de gran importancia porque nos revela una de las principales funciones de la plaza: lugar donde se encuentran ubicadas dependencias oficiales y de gobierno municipal.
Otros edificios de gobierno han tenido un lugar preeminente en la plaza y han ido afianzando su función política y administrativa:
La cárcel pública, que se estableció en 1577 y, aunque en los documentos del concejo no precisan la situación, es muy probable que estuviese en el flanco oeste, frente a la audiencia y separada de ella por la calle Infantas.
La propia Casa Consistorial también ha ido mudando de ubicación en función del aumento de población y de las necesidades del gobierno local. Desde la primitiva audiencia del siglo XVI, pasó a ocupar parte del edificio de la antigua cárcel, para trasladarse a su lugar actual en 1991, en el n.º 11 de la plaza, en el flanco este.
El antiguo pósito de trigo para labradores pobres, situado en el ángulo sureste, también se ha convertido en parte importante de este espacio urbano. De origen privado, fundado en 1613 por el indiano valdemoreño Antonio Correa, permaneció en manos de una fundación hasta principios del siglo XX en que fue adquirido por el consistorio para instalar las escuelas públicas.
Pero pese a su titularidad particular, el ayuntamiento decidió construir la torre del reloj en su planta superior en 1672, cuando fue trasladado el reloj desde el campanario de la iglesia parroquial.
Por último, las Casas de la Carnicería, en el flanco noreste, que dio origen a la denominación viaria calle de las Vacas, en la fachada posterior de la actual Casa Consistorial y la abacería, en el flanco sur, formaron desde antiguo el conglomerado de edificios gubernamentales.
El espacio urbano que hoy conocemos como plaza de la Constitución también se ha ido adecuando a las necesidades organizativas de los ciudadanos y al aumento demográfico de la villa. Y aquí enlazaría con otra de las funciones de la plaza como centro económico de la población.
La compra de la villa de Valdemoro por el todopoderoso duque de Lerma, valido de Felipe III en 1602 y la concesión del privilegio de una feria franca de alcabalas en 1603 fueron determinantes en la mejora de la economía de sus habitantes y de la transformación del casco urbano.
Gracias a la feria y al engrandecimiento y ornato de la plaza, las viviendas circunvecinas aumentaron su renta, porque eran alquiladas a los comerciantes que venían a vender sus productos. La celebración de este evento comercial, que llegó a convertirse en una de los más afamados de Castilla, se prolongó casi hasta mediados del siglo XIX.
En 1963 se señaló el viernes como único día de mercado semanal, conocido en la población como el mercadillo de los viernes. Durante prolongados periodos también se ha celebrado en la plaza pública, hoy en día tiene lugar en uno de los barrios de reciente desarrollo.
La última función de la plaza es su protagonismo como gran escenario público: toros, procesiones y actos religiosos y fiestas de todo tipo han tenido lugar en la plaza desde el siglo XVI hasta la actualidad.
Una de las primeras menciones relativas a la celebración de corridas de toros en la plaza es de 1597. Desde ese momento, acuerdos concejiles, solicitudes de las principales cofradías para celebrar festejos taurinos, contratos de toreros, de atajados de la plaza y una nutrida colección fotográfica, dan cumplida cuenta de la vinculación del mundo de los toros con la plaza mayor, hasta que, en 1974, con el ajardinamiento del espacio central, dejaron de celebrarse espectáculos taurinos y fiestas patronales.
Pero los toros tan solo eran una parte importante de las fiestas. Las principales procesiones celebradas a lo largo del año litúrgico pasaban, y siguen pasando en sus recorridos por la plaza. El Corpus Christi, las fiestas patronales y la Semana Santa a su paso por este espacio urbano han dejado un interesante catálogo fotográfico desde los años 50 del pasado siglo a nuestros días.
En la actualidad, la plaza vuelve a ser uno de los emblemas de representación municipal y uno de los lugares más atractivos y de referencia para la ciudadanía. No nos faltan ejemplos para poder interpretar el sentido funcional que perdura en este lugar para los vecinos de Valdemoro. Actividades organizadas por el Ayuntamiento junto a las peticiones de colectivos vecinales siguen considerando como espacio expositivo de su trabajo social y cultural la plaza de la Constitución.
Contenido creado para el Ayuntamiento de Valdemoro
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