Inicio Deportes Izan Delgado: el piloto que compite con lo justo y gana con...

Izan Delgado: el piloto que compite con lo justo y gana con talento

245
0
patrocinado

Sin entrenadores y con su padre de mecánico: así ha llegado el piloto valdemoreño a competir a nivel internacional

Hace poco más de diez años estaba cursando cuarto curso de Periodismo y Comunicación y, aunque no era el último año de carrera, tenía que realizar las prácticas obligatorias de la carrera. A través de José María, padre de un amigo de la infancia, conocí un proyecto que empezaba a gestarse en Valdemoro: una nueva revista local. Hasta entonces se habían sucedido varias publicaciones —tanto privadas como financiadas por el Ayuntamiento— que habían tenido su recorrido, pero todas tenían el mismo destino: desaparecer. Por aquel entonces, 2015, empezaban a consolidarse los medios digitales como la nueva alternativa a un modelo físico que estaba de capa caída, y en el que cada vez se vendían menos ejemplares de prensa en papel; resultaba casi imposible que nuevos medios de prensa escrita aparecieran en ese momento. Contra todo pronóstico empecé mis prácticas universitarias en La Revista de Valdemoro, una publicación que basaba su difusión por todo el municipio en 15 000 ejemplares y que pretendía acercar a todos los vecinos el potencial de la localidad y sus gentes.

Hoy abro la entrevista del número 109 de esta publicación poniendo en valor, una vez más, el talento de uno de los vecinos de Valdemoro y visibilizando un deporte minoritario. Un compromiso que La Revista de Valdemoro ha mantenido desde el primer número que se publicó hace ya una década.

En esta ocasión hablamos con Izan Delgado, piloto de karting que destaca en este deporte por su talento en el manejo del volante y de las condiciones adversas. Sin contar con el apoyo económico idóneo que un deporte como este requiere, Izan ha conseguido alzarse campeón de Madrid y de España en las diferentes categorías del campeonato Rotax, llegando a disputar el campeonato mundial de la marca.

Cuéntanos un poco sobre tu infancia, ¿qué intereses tenías de pequeño?

Contenido Patrocinado
Publicidad LRDV

Toda mi vida está vinculada a Valdemoro. Nací en el Hospital Infanta Elena, estudié en el Colegio Nuestra Señora del Rosario y ahora estudio en el Instituto Neil Armstrong. Desde muy pequeño he sido bastante inquieto y activo. Me encantaba el deporte y necesitaba estar constantemente en movimiento. Recuerdo que en los recreos siempre estaba jugando al fútbol, que me gusta muchísimo, o haciendo cualquier actividad que me mantuviera ocupado. Diría que mi infancia estuvo muy ligada al deporte y a la energía, algo que me define hasta hoy.

¿Cómo llega el karting a tu vida?

En casa siempre hemos sido muy de carreras, ya sea MotoGP o Fórmula 1, y lo vivimos bastante en familia, es algo que nos une mucho. Pero el karting llegó un poco de rebote, la verdad. A mi padre siempre le han gustado las motos, así que lo primero que me compró fue una minimoto. Pero cuando la probé, no me gustó nada… no era lo mío. Le dije que prefería un coche, que me llamaban más la atención, sobre todo porque siempre veía carreras en la tele y me quedaba embobado con los coches. Así que me compró un kart, empezamos a ir a entrenar y poco a poco fuimos metiéndonos más en el mundillo.

Tenías tres años pero, ¿recuerdas algo de ese primer momento al subirte a un kart y pilotar?

Tenía solo tres años y, además, era un mundo completamente nuevo para mí. Me acuerdo de que al arrancar el kart me dio un poco de miedo, hacía mucho ruido y yo era muy pequeño. Pero en cuanto me puse el casco y me senté dentro, empecé a sentirme más tranquilo. Al final me gustó la sensación, era como un juego para mí. Las primeras veces fue en un polígono de aquí, en Valdemoro, en una zona apartada donde no había tráfico. Luego empezamos a ir al circuito Henakart en Torrejón de Ardoz y ahí sí que conecté por completo con este deporte. Me atrajo tanto que no quería bajarme nunca, me pasaba el día dando vueltas hasta que casi me tenían que sacar a la fuerza.

¿Con qué referentes del automovilismo has crecido?

El que más me ha marcado, sin duda, es Ayrton Senna. Me encanta cómo era, su forma de conducir, su carácter… y sobre todo cómo iba cuando llovía, siempre era el más rápido en esas condiciones. Aunque no llegué a verlo correr en directo, he visto muchos vídeos suyos y me impresionó desde el primer momento. Por supuesto, Fernando Alonso también es un referente enorme para mí. Es el mejor piloto español y siempre lo he seguido con admiración. Y actualmente, el que más me llama la atención es Verstappen. Me gusta mucho su estilo agresivo, cómo no se guarda nada cuando compite. Con él cada batalla es a fondo, a muerte, no te lo pone fácil nunca, y eso es lo que más me engancha de su forma de pilotar.

Tu carrera como piloto hasta el momento se caracteriza por haberte convertido en piloto de manera autodidacta, nunca has tenido un entrenador. ¿Por dónde se empieza cuando no se sabe nada sobre automovilismo?

Al principio fue todo muy a lo loco, la verdad. Yo no tenía entrenador ni nadie que me dijera cómo hacer las cosas, así que era puro instinto y muchas ganas. Me levantaba a las siete y media de la mañana y lo primero que hacía era ir corriendo a despertar a mi padre para que nos fuéramos ya al circuito. Él me decía que era un pesado, pero al final siempre acabábamos yendo. Llegábamos tan pronto que muchas veces aún no habían abierto, y teníamos que esperar allí hasta que nos dejaban entrar. Y una vez dentro, me tiraba todo el día dando vueltas sin parar. Paraba solo quince minutos para comer algo y volvía a subirme al kart. Recuerdo días en los que ya era de noche y yo seguía rodando. Era todo entrenamiento libre, sin indicaciones, simplemente ir probando, equivocándome y aprendiendo con cada vuelta. Al principio corría solo en Torrejón, en las carreras sociales que organizaban allí, hasta que en 2017 dimos el salto al campeonato madrileño. Eso ya fue un cambio, porque te enfrentas a pilotos con mucho más nivel y experiencia. Ahí todo empezó a ser más serio, más profesional, pero gracias a todo lo que aprendí antes, sin entrenador, ya iba preparado. No me asustó, porque ya llevaba muchas horas encima del kart.

Pero toda tu formación la hiciste en el mismo circuito que, un poco te sabías de memoria. ¿Cómo has aprendido a ser piloto de los que pueden correr en cualquier circuito y ganar?

Sí, al principio entrenaba siempre en el mismo circuito, así que claro, te lo acabas sabiendo de memoria. Pero si solo te quedas con eso, no aprendes a correr de verdad. Así que empecé a buscar otras formas de mejorar. Antes de ir a un circuito nuevo, me ponía a ver un montón de vídeos en YouTube para aprenderme el trazado, ver por dónde frenan, por dónde aceleran otros pilotos… eso me ayudaba un montón a llegar con una idea clara de por dónde tenía que ir. Y, luego, algo que me ha servido muchísimo es salir detrás de otros pilotos cuando llego a un circuito nuevo. Ir viendo lo que hacen, cuándo frenan, cómo toman las curvas… y a partir de ahí vas probando tú, copiando un poco al principio hasta que lo adaptas a tu manera y empiezas a clavar los tiempos. Todo eso lo he ido aprendiendo por mi cuenta, a base de observar, de equivocarme y de tener muchas ganas de mejorar. Desde pequeño se me han dado bien los deportes y siempre he tenido facilidad para aprender cosas físicas, como cuando monté en bici por primera vez, que lo pillé al vuelo. Con el kart ha sido un poco igual: mucha intuición, práctica y cabeza.

La competición va implicitica en el ADN de este deporte, ¿cómo fue esa primera competición en el campeonato madrileño?

Tenía unos 8 años cuando corrí mi primera carrera en el campeonato madrileño. Me acuerdo perfectamente de ese día. Llegamos al circuito y había un montón de gente, carpas, equipos… todo muy profesional, y yo era un niño con mi kart, sin equipo ni entrenador. Pero desde el principio me sentí cómodo en la pista, iba rápido, y eso me dio mucha confianza. En los entrenamientos conseguí hacer la pole, así que salí primero en la carrera… y la gané. Fue una pasada. No me lo esperaba, pero al mismo tiempo sentía que estaba preparado. A partir de ahí, todo fue más en serio. Ese primer campeonato lo terminé segundo en la general, y luego fueron llegando más carreras, más experiencia… y muchas más victorias. Esa primera vez me marcó mucho, porque me di cuenta de que podía competir de verdad.

¿Cómo te definirías como piloto?

Yo me definiría como un piloto fino y agresivo a la vez, aunque suene un poco contradictorio. Siempre me han dicho que tengo una conducción muy limpia, que no voy derrapando con el kart ni haciendo movimientos bruscos, sobre todo cuando estoy rodando solo, marcando tiempos. Ahí es donde intento ser lo más constante posible, vuelta tras vuelta. Pero cuando estoy en carrera y tengo a alguien delante, cambia todo. Ahí saco mi parte más agresiva. Si veo que alguien va un poco más rápido que yo, intento adelantarle cuanto antes, no dejar que se me escape. Me gusta luchar, cerrar huecos, pelear cada posición. También me han dicho muchas veces que soy muy duro cuando hay batalla en pista.

Uno de los factores que hacen más destacable tu carrera es que compites en un deporte muy caro en le que el dinero marca la diferencia en el rendimiento deportivo y, a pesar de ello, has sabido exprimir tus recursos y estar siempre en el pódium.

Este deporte es carísimo, y la verdad es que nosotros siempre hemos ido con lo justo. Desde pequeño, la mayoría de pilotos van a escuelas, tienen coaches, entrenadores… Yo nunca tuve nada de eso; no porque no quisiera, sino porque no podíamos permitírnoslo. Nunca se dio el caso. Todo lo que he aprendido ha sido a base de entrenar mucho, de observar y de ponerle ganas. Nosotros siempre hemos ido en plan muy básico. Mi padre es mecánico, y es él quien se ha encargado siempre de preparar el kart. Incluso ahora, sigue haciéndolo todo. Y mi tío también es parte clave. En los campeonatos, ves que todo el mundo va con sus carpas grandes, sus mecánicos profesionales, todo superorganizado… y nosotros llegamos con lo que tenemos: una carpa, mi padre, mi tío, y muchas ganas. Recuerdo que la primera vez que fuimos al campeonato madrileño fuimos así, los tres solos. Pero también tiene su parte bonita, porque lo compartes en familia y esos momentos los disfrutas muchísimo. A pesar de no tener todos los medios, siempre hemos intentado exprimir al máximo lo que teníamos. Siempre compito con karts de segunda mano, y aun así he conseguido estar siempre ahí, peleando delante y subiendo al pódium. Al final, todo eso te hace valorar cada resultado mucho más.

¿En qué momento la competición se vuelve más seria y te das cuenta de que no solo vale con salir a competir?

Yo diría que el punto en el que todo empezó a volverse más serio fue en 2019, cuando gané por primera vez el campeonato madrileño en la categoría Rotax Micro. Ahí fue como dar un salto, pasar a otro nivel. Ya no era solo salir a correr y disfrutar, sino que empecé a sentir esa presión —o más bien esa exigencia personal— de estar siempre delante. Antes, si quedaba segundo o tercero, lo celebraba igual porque estaba bien. Pero desde ese momento, cuando no ganaba, me iba enfadado. No por rabia, sino porque ya te metes en una dinámica en la que quieres más, en la que competir significa luchar por la victoria sí o sí. Ya no es simplemente participar. Empiezas a tomártelo más en serio, a cuidar más los detalles, a analizar lo que haces. No fue algo que me planteara de golpe, fue más bien algo natural, que se fue dando solo, carrera tras carrera.

2024 fue tu año, campeón de Rotal España Senior y debutas por primera vez a nivel internacional con un 17.º puesto. ¿Qué balance haces del año?

El 2024 ha sido, sin duda, el año más especial hasta ahora. Ganar el Campeonato de España Rotax en categoría senior fue increíble, sobre todo porque venía de años peleando mucho y sintiendo que ya tocaba. Pero lo más emocionante fue poder debutar a nivel internacional, después de tanto tiempo esperando esa oportunidad. En realidad, me clasifiqué por primera vez para un mundial en 2020, pero no pude correr por culpa del coronavirus. Aquel año solo se hizo una prueba en España y gané las dos carreras del fin de semana, pero luego se canceló todo. Afortunadamente, en Portugal se organizó una prueba especial en la que podían participar pilotos españoles, y el primero se llevaba el pase al mundial. Fui para allá, competí contra pilotos portugueses y españoles, y conseguí ganar la general. Fue brutal, porque llegamos con muy poco rodaje y aun así me sentí muy fuerte desde el primer momento. Y ya este año, por fin, llegó el debut mundialista, en Sarno, Italia. Al principio fue duro. Nunca había corrido allí, el circuito era nuevo para mí, el chasis también y la lluvia nos redujo el tiempo de rodaje. Mientras muchos ya conocían la pista, yo llegaba sin haber rodado ni una vuelta. Las primeras tandas fueron bastante malas, me costó adaptarme, pero con el paso de los días fui mejorando y acabé el mundial en la posición 17, que no está nada mal siendo la primera vez y con todo lo que arrastrábamos detrás. Así que, si miro hacia atrás, el balance de ese año fue muy positivo.

¿Cómo gestionas la presión de no sentirte cómodo con el coche en un circuito que no conoces y cuando todo se pone un poco en tu contra?

Para mí lo más importante es mantener la calma y confiar en uno mismo. Yo siempre intento pensar que, aunque los demás hayan estado ahí antes y tengan ventaja, puedo hacerlo mejor. Me centro en lo que sé hacer, en ir mejorando poco a poco y en no venirme abajo. La clave está en estar tranquilo, en no dejar que los nervios te saquen de la carrera. También creo que el hecho de haber competido desde pequeño con rivales mayores que yo me ha ayudado mucho a crecer como piloto. Me ha hecho ser más duro en pista, aprender a defenderme y a pelear sin miedo. Eso te da una mentalidad más fuerte y te enseña a no rendirte, aunque las cosas se pongan difíciles. Al final, es todo un tema de actitud.

¿Con qué apoyos cuentas ahora mismo como piloto?

Ahora mismo formo parte del equipo TDKart Racing, donde cuento con el apoyo de toda la gente que lo forma, tanto en lo deportivo como en lo personal. Aun así, mi padre sigue siendo quien se encarga de la parte mecánica, como desde el principio. Él es quien ajusta el kart, lo prepara y está conmigo en cada carrera, así que seguimos siendo un equipo muy familiar dentro de todo esto. Estamos buscando patrocinadores que quieran apoyarnos, sobre todo porque llegar al mundial sería increíble, pero también supondría un esfuerzo económico muy grande para nosotros. Ofrecemos visibilidad en cada carrera del Campeonato de España, que se celebra en distintos circuitos del país como Recas, Zaragoza, Burgos… y también en todo el entorno del paddock, que mueve a mucha gente del mundo del motor. A nivel visual, los patrocinadores pueden aparecer en el kart, en el mono, el casco y en toda la ropa que llevamos fuera del kart. En el mundial no se permite modificar el coche porque te lo dan ya rotulado, pero en el mono sí se puede llevar publicidad. Así que hay formas de tener presencia, incluso en un campeonato internacional. Cualquier ayuda, por pequeña que sea, nos acerca más al objetivo de seguir compitiendo al máximo nivel.

¿Qué objetivo te marcas para esta temporada?

Este año mi primer objetivo es ganar el campeonato en España con mi equipo y volver a clasificarme para el mundial. Ahora mismo voy segundo en la general y aún quedan dos pruebas importantes, cada una con dos carreras, así que todavía está todo abierto y creo de verdad que podemos conseguirlo. Si logramos clasificarnos, el mundial se celebra en Baréin, que ya de por sí es una pasada. Mi objetivo allí sería quedar entre los diez primeros, o incluso en el top 5 si se da bien. Pero también sé que no va a ser fácil, no solo por lo deportivo, sino por todo lo que implica. Estar una semana allí compitiendo supone un esfuerzo económico muy grande para mi familia. Aunque competimos todos con el coche que nos pone la organización, todo lo demás —viajes, alojamiento, estar tanto tiempo fuera— se nota mucho. Aun así, vamos a luchar hasta el final, porque tener esa oportunidad y poder representar a España a ese nivel es algo que vale muchísimo.

Fuera de los circuitos, ¿te planteas que tu profesión esté relacionada con el mundo del motor?

Mis planes de futuro van en esa línea. Por el vínculo que tengo con el karting y las carreras, siempre me ha llamado mucho la atención todo lo que tiene que ver con la mecánica. Ahora mismo estoy cursando 4.º de la ESO y ya tengo decidido que voy a hacer una Formación Profesional en mecánica. Me gustaría estudiar en la ECAM o en algún otro centro especializado, incluso en alguna escuela privada si se da la oportunidad. Sé que hay institutos y programas enfocados al motor, con ramas específicas que te preparan para trabajar en talleres o incluso dentro de equipos de competición. Además, lo que me motiva mucho es que durante la FP puedes hacer prácticas en equipos de automovilismo, y eso sería una experiencia brutal. Me encantaría poder estar dentro de un equipo, ver cómo se trabaja desde dentro y, quién sabe, hasta subirme al coche si se da la ocasión. También me gusta el deporte en general, así que no descarto hacer algo relacionado con Ciencias de la Actividad Física, como trabajar en un gimnasio. Pero sin duda, el mundo del motor es lo que más me tira. Iré viendo cómo se dan las cosas, pero tengo claro que quiero dedicarme a algo que me apasione de verdad.

 

Hablar con Izan Delgado es entender que detrás de cada victoria hay muchas más horas de trabajo, ilusión y esfuerzo del que se ve desde fuera. A sus 16 años, ha construido una carrera en el karting prácticamente desde cero, sin escuelas, sin coach, pero con una enorme pasión y una familia que siempre ha estado ahí, remando con él. Ahora, con el mundial de Baréin en el horizonte, Izan busca apoyos para seguir compitiendo al máximo nivel. Porque si hay algo que ha dejado claro hasta ahora es que con pasión y trabajo se puede llegar muy lejos. Y él va en esa dirección.

¿Has leído el último número de nuestra revista?