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Rafa Cros, el payaso más rápido del mundo

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El valdemoreño consiguió el récord Guinness del payaso más rápido del mundo en terminar una maratón 

A finales del año pasado, en La revista de Valdemoro apareció una de esas noticias que te llaman la atención: «El payaso más rápido del mundo es de Valdemoro». Y es que Rafa Cros, vecino de Valdemoro, consiguió el récord Guinness del corredor más rápido en terminar un maratón vestido de payaso. Un hito que le ha colocado en el panorama internacional del atletismo de una manera divertida y distendida.

Rafa creció en el barrio de La Prosperidad, en Madrid, y llegó a Valdemoro en 2009 tras enamorarse de una valdemoreña. Después de vivir fuera de España durante una temporada volvieron a la localidad para construir su vida aquí. Integrante del club Amigos del Atletismo de Valdemoro y embajador de los retos deportivos locales, Rafa es una figura que participa activamente en la actividad deportiva del municipio relacionada con el atletismo. En su palmarés deportivo acumula el título de subcampeón de España en categoría máster M40, cuarto puesto en el campeonato de 100 km en categoría máster M40 con 8:27:52 y marcas de 2:39:25 en maratón y 1:13:18 en media maratón.

¿Qué conocías de Valdemoro antes de venir a vivir?

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No tenía ni idea de lo que era Valdemoro. Recuerdo que cuando era pequeño, en los años ochenta, nos íbamos de vacaciones a Andalucía y pasábamos por aquí. No recuerdo el por qué, pero no se me olvidan los atascos enormes que se formaban en Aranjuez. Durante muchos años no volví a tener relación con el pueblo hasta que en 2009 conocí a Estefanía Montero, mi mujer, que es valdemoreña. Empezamos viviendo en El Restón y tras probar diferentes barrios de Valdemoro nos hemos asentado en el centro del pueblo. Gracias a mi trabajo cuidando y paseando perros me he recorrido casi todas las calles. Ahora me conozco muy bien el pueblo y sus alrededores.

¿Cómo fue Rafa en su infancia?

En ninguna de las fotos que tengo de mi infancia salgo normal. Por lo que me cuentan mis padres era un poco gamberro. Siempre me recuerdan una anécdota que yo no recuerdo. Veraneamos un año en Mallorca y se me ocurrió la fantástica idea de robarle a los vecinos las escobas de los patios. Mis hermanos y mi madre me recuerdan como un trasto al que le gustaba liar alguna que otra. En el colegio cuando las liaba salía corriendo y ahí no me cogía nadie.

¿Cómo comienza tu relación con el deporte?

Yo vivía en el barrio de La Prosperidad, pero la ruta escolar nos recogía en el Auditorio Nacional, en Príncipe de Vergara. Cuando era pequeño iba junto a mis hermanos a la ruta. Cuando cumplí los diez u once años empecé a retrasarme e iba al colegio por mi cuenta. Eso suponía que me tenía que pegar unas carreras larguísimas desde mi casa hasta la parada. Con algún año más ya me sabía la ruta que hacía el autobús y podía salir más tarde si iba corriendo a la parada de Concha Espina. Cuando llegaban las pruebas de gimnasia y atletismo esas carreras me vinieron muy bien.

¿En qué momento pasas a competir en atletismo?

En el colegio tuvimos de profesor a Alberto Esteban, que fue olímpico y tuvo el récord de España en 800 metros lisos tres años seguidos (1964-1966). Él tenía contactos en la federación de atletismo y sacaba un equipo que competía en una liga escolar. Competíamos en diferentes pruebas y también en Vallehermoso. Allí corrí varias pruebas, todas muy mal. Cualquiera que haya corrido en Vallehermoso, y tenga unos cuarenta años, ha conocido al equipo Larios. Era un equipo de atletismo muy bueno en el que había un grupo infantil en el que todos los niños te sacaban varias cabezas. Corrí varios miles y tres miles y los corredores del Larios te doblaban y triplicaban. Fuera de eso, en mi promoción estaba entre los cinco o seis mejores y a mí me gustaba competir. Con once años me iba yo solo a entrenar al parque Berlín, que estaba relativamente cerca de mi casa. Un día llegué para entrenar y había una carrera organizada por el Ayuntamiento. Me apunté y la gané.

¿El atletismo te ha acompañado durante toda tu vida?

Durante la época escolar siempre estuvo presente en mi día a día. Cuando llegas al instituto, como a cualquier chaval de quince años, te cambian las prioridades y buscas pasártelo bien con los amigos. Aún así, seguí entrenando y compitiendo de vez en cuando. Al llegar a la universidad lo dejé de lado y me centré en disfrutar la época universitaria. Estudié periodismo y después publicidad. Tenía mucho tiempo libre y mis compañeros y yo nos pasábamos los días jugando al fútbol. Jugaba de lateral y, aunque nunca fui muy bueno técnicamente, mi habilidad estaba en cansar al rival banda arriba y banda abajo.

¿Qué te hizo reconectar con las carreras?

En el año 1997 un compañero de clase promovió una sección de atletismo de la Universidad de Navarra. En una universidad de miles de estudiantes solo nos presentamos cinco al equipo y participamos en un campeonato navarro de cross universitario. Ahí me encontré a gente que corría mucho y eso me motivó a entrenar más para ponerme en forma. En el equipo estuve dos años; no teníamos ni entrenador ni ropa para entrenar. A finales de 1998 empalmé varias lesiones jugando al fútbol y me diagnosticaron una rotura crónica de isquiotibiales, y asumí que no podía volver a correr.

Has estado quince años sin correr, ¿cómo encajaste no poder hacer lo que más te gustaba?

Al principio me costó mucho asumirlo y por eso tuve varias lesiones. En el año 1999 decidí abandonar por completo el deporte porque era muy frustrante ver que tras un tiempo de descanso intentaba volver a correr y volvía a tener los mismos dolores. Fui a diferentes fisioterapeutas y nadie me supo dar una solución hasta el 2014. Una microrrotura y no estirar bien unos músculos de la pelvis me generaban lo que se conoce como síndrome piramidal. Cuando me dijeron que ese problema se solventaba con unos ejercicios de estiramiento concretos empecé a mejorar hasta que desapareció el dolor. Durante quince años no pude practicar deporte por un mal diagnóstico. Ese paréntesis tan prolongado abarcó los mejores años de mi carrera deportiva. Siendo francos, no sé si habría llegado a competir a nivel profesional. Lo cierto es que en el nivel popular me defendía muy bien y podría haber conseguido mejores marcas.

¿Qué relación tuviste con el deporte durante ese parón forzado?

Durante diez años estuve trabajando como periodista y editor de contenido para prensa de sociedad. Mi trabajo consistía en proveer a las agencias de comunicación de contenido relativo a todas las novedades que había en torno al mundo del corazón y del entretenimiento social. Era un trabajo muy duro porque me obligaba a pasar largas jornadas de hasta dieciséis horas al día delante del ordenador porque trabajaba para diferentes continentes. Llegué a Australia con mi mujer y mi perra en 2011. Seguí trabajando de lo mismo allí, pero comencé a estar muy cansado del trabajo que tenía. Mi perra nunca había ladrado hasta que un día comenzó a ladrarme pidiéndome salir a la calle. Estaba tan casado del trabajo que cerré el ordenador y me fui a andar con ella. Por el camino me encontré en la basura unos palos de andar nuevos. Los cogí y empecé a salir a andar todos los días con la perra. Andar es de los ejercicios más desestresantes que he conocido. Comencé a hacer tiradas más largas y me apunté al gimnasio, todo eso me hizo reconectar con el deporte. 

A tu regreso a España vuelves al atletismo.

Cuando llegué a España quise volver a correr. En Australia participé en una carrera de 10 kilómetros y me rompí. Cuando llegué aquí salí a correr y me torcí un tobillo, lo que me hizo pasar las navidades en reposo. Cuando me recuperé me compré una bici y a los dos meses estaba haciéndome el Camino de Santiago, durante quince días hice 1300 kilómetros de bicicleta. El mismo día que volví del camino vi que se corría una media maratón en Valdemoro y ahí estuve al día siguiente, lógicamente no pude terminarla bien después de haber hecho tantos kilómetros en bicicleta y los últimos kilómetros fui penando. Dos semanas después se corría una ultramaratón en Aranjuez que se llama Wings for life y conseguí hacer 29 kilómetros. Pero mi objetivo era correr mi primera maratón antes de los cuarenta, y tenía treinta y nueve. Hice todo lo que no hay que hacer para correr una maratón, pero el 29 de junio estaba en el cajón de salida de la San Fermín Maratón de Pamplona y la conseguí terminar. Tardé un mes y medio en recuperarme, pero si había conseguido terminar una maratón habiendo entrenado tan mal, podía correr más si entrenaba mejor.

Has corrido como federado con varios equipos como el Mirca Sport, el Atlético Fuenlabrada o actualmente en el Amigos del Atletismo de Valdemoro.

Cuando llegué a Valdemoro intenté buscar alguna iniciativa de atletismo que se adaptara a lo que yo quería y no la encontré. Durante varios años entrenaba por mi cuenta, sin entrenador, hasta que me propuse correr el maratón de Frankfurt. Dentro del circuito de grandes maratones te garantizan un puesto en la siguiente maratón si consigues bajar de 2 horas 45 minutos con más de cuarenta años. Me preparé la prueba de Frankfurt sin entrenador y conseguí hacer 2 horas 44 minutos 58 segundos. Por dos segundos conseguí uno de los sueños de mi vida, correr el maratón de Berlín. Allí un corredor vestido de Batman hizo mejor tiempo que yo. Hasta que me federé en el año 2018 entrenaba con José España. Pasé por dos equipos, el Mirca Sport y el Atlético de Fuenlabrada, antes de llegar al Amigos del Atletismo de Valdemoro. Corriendo coincidí con varios vecinos de aquí que me animaron a formar parte del equipo y, como en Fuenlabrada apenas pude entrenar por la covid-19, decidí venir a entrenar aquí con Jesús España y la gente que corre en el pueblo.

2019 es el año que mejores marcas registras.

Para ese año ya llevaba una continuidad de casi dos años de entrenamiento con José España, lo que hizo que mi nivel mejorara mucho. Ese año conseguí las mejores marcas de mi carrera deportiva con 1:13:18 en media maratón en Sant Cugat y 2:39:25 en la maratón de Logroño. Además, corrí una prueba de 100 km que hice en 8 horas 27 minutos y 52 segundos. Conseguí un nivel muy satisfactorio para mí, que fue el que me hizo federarme y pasar a formar parte de un equipo. Desafortunadamente, la pandemia lo paralizó todo a principios del 2020 y este 2021 sigo trabajando para recuperar mi nivel y mejorarlo.

¿Cómo aparece el disfraz de payaso en tu vida?

En 2015 me casé con mi mujer, y mis hermanos y amigos me organizaron una despedida de soltero. Me recogieron en casa y me obligaron a pasar toda la despedida de soltero con un disfraz de payaso que habían comprado en un bazar. Estuve todo el día con el disfraz puesto y cuando llegué a casa lo lavé y se quedó guardado en un cajón. Desde 2015 empecé a correr muchas carreras populares, entre ellas del estilo de la San Silvestre, y la primera la corrí en pijama y con unos espumillones. Para las navidades me había preparado muy bien la San Silvestre porque la quería terminar con un buen tiempo. Uno de mis primos corría la noche de Reyes una carrera juntos y, por mi forma de ser, se me ocurrió rescatar del cajón el disfraz de payaso y correr la carrera con él. Llovió muchísimo, lo que peor tolera el disfraz, y sufrí muchísimo en la carrera. A pesar de ello, terminé noveno. Ahí me di cuenta de que podía correr a un buen ritmo con el disfraz y con mis hermanos y primos se quedó el reto de correr una carrera más grande con el disfraz.

¿Qué es lo que te hace afrontar una carrera de importancia con el disfraz?

En mi entorno encontré opiniones de todos los tipos. Desde mis hermanos y primos que me apoyan en todas las chorradas que se me ocurren, hasta mi entrenador que me decía que eso era una frikada. Mi hermano Antonio me comentó que había un tipo que había conseguido un record Guinness corriendo vestido de payaso, pero no le hice mucho caso. Mi entrenador era muy estricto y me planifica tiradas largas, pero siempre me advertía de que no me pasara con pruebas más largas. Un compañero de Pinto se lesionó y me regaló un dorsal para correr la maratón de Madrid. Mi entrenador me dijo que no corriera esa prueba tan larga porque podía ser un problema para mis objetivos, pero yo quería correrla. Vi el disfraz y encontré la excusa perfecta para correrla de una manera desinteresada. El récord estaba en dos horas cincuenta minutos, y yo en Berlín ya había hecho dos horas cuarenta y un minutos.

¿Cómo fue correr por primera vez la maratón de Madrid disfrazado?

El entrenador me dijo que no hiciera menos de tres horas para no forzar. Salí al final de cajón, la gente me miraba muy raro, pero encontré varias liebres que conocía y me puse a correr con ellos. También me encontré con gente de Valdemoro. En el kilómetro 10 había un avituallamiento de Amigos del Atletismo de Valdemoro, me paré y la gente me hacía fotos y se quedaban sorprendidos. Cuando llegué a la Casa de Campo me sentía muy bien y decidí aumentar el ritmo. En mi mente estaba un corredor con el que me había cruzado varias veces en este maratón que corría con el traje de El Zorro. Conseguí cruzar la meta en dos horas cincuenta y ocho minutos. No se me olvidará que se me acercó un corredor en meta y me preguntó si iba a por el récord Guinness.

¿Fue tu punto de inflexión para enfocarte en el Guinness? 

En cuanto terminé la carrera me puse a buscar posibles maratones que me permitieran entrenar un poco y poder intentar batir el récord. Los plazos de inscripción para Valencia estaban abiertos y no lo dudé ni un segundo. Se lo comenté a mi entrenador porque entre medias estaba el Campeonato de España Máster de Maratón en Logroño, que era mi objetivo del año. Me preparé el campeonato, donde hice marca personal, pero hasta entonces también entrené y corrí varias pruebas de verano con el disfraz puesto y quedé segundo o tercero. Eso hizo que quisiera que el Campeonato de España pasara rápido para centrarme en Valencia.

¿Qué dificultades entraña correr con el disfraz puesto?

El disfraz es el original que me regalaron. No es ropa técnica y lo único bueno que tiene es que no es de algodón. Es un disfraz de manga y pernera largas. Al ser de poliéster el agua no lo tolera y es muy incómodo correr con él mojado. Además, lleva complementos como el gorro que lo hacen más incómodo. Cuando corro con él llevo ropa técnica debajo para evitar las rozaduras. Con calor y con lluvia es muy complicado. Fuera del traje, hay gente que lo ve como algo divertido, pero otros muchos que no quieren que corras con ellos así. Yo ya estoy acostumbrado a correr así y me gusta.

¿Cuál es tu motivación para correr disfrazado?

Me hace ilusión porque es el traje de mi despedida de soltero y porque, en parte, yo soy un payaso. Como corredor sé que puedo mejorar algo mis marcas, pero sé hasta donde puedo llegar. El disfraz limita mucho los movimientos y no todo el mundo está dispuesto a correr así. Para mí es un reto y una oportunidad de destacar de alguna manera. No todo el mundo puede decir que tiene un récord Guinness. Entre todos los corredores disfrazados de cualquier personaje que han conseguido el récord estoy en la quinta posición, una marca muy buena. El disfraz también se ha convertido en mi alter ego con el que afrontar el deporte de otra manera más divertida.

¿Qué recuerdo tienes de Valencia?

Llegué de Logroño teniendo varios problemas porque es un circuito complicado y tuve molestias por un problema de plantillas. En noviembre corrí con la gente de Valdemoro del grupo de Los Domingueros la Cigarra Toledana, una carrera que siempre había dominado y que este año pasé con muchos dolores. Llegué a Valencia sin saber si iba a poder correr porque tenía muchas molestias las semanas antes. Cuando entré en el cajón de gente de 2:37 a 2:48, que corren bastante, muchos me miraban muy raro. Fui conservador y no quise arriesgar. En un momento de la carrera se acercó una moto y me estuvieron entrevistando. Sentí mucho apoyo durante toda la carrera y, cuando crucé la meta, varios medios se interesaron por lo que había hecho.

¿Qué hay que hacer para conseguir el récord Guinness, aparte de correr?

Conseguir el récord conlleva mucha burocracia que empieza semanas antes de la carrera. Te asignan un coordinador que te envía toda la información y el reglamento específico que debes cumplir para conseguir el récord. Uno de los requisitos que yo no contemplaba era llevar la nariz roja de payaso. Fue un momento difícil porque, si me hubiese puesto una nariz postiza, lo habría tenido muy complicado. Por suerte, mi mujer es maquilladora profesional y me dijo que me la pintara con una pintura que aguantaría toda la carrera. Después de haber conseguido la marca he tenido que demostrar con fotografías cada kilómetro y medio y declaraciones juradas de testigos que lo hice sin quitarme ninguna parte del disfraz.

¿Qué ha supuesto para ti el récord?

Todo el proceso ha sido muy divertido para mí. Además, no todo el mundo puede presumir de tener un récord a nivel mundial. Cuando me cruzo con algún corredor pro puedo presumir de tener una marca mundial. Son pequeñas tonterías que me gustan porque hacen de mi afición algo más divertido aún.

¿Qué objetivos te marcas de cara al futuro?

Podría intentar mejorar la marca de 2:42 que conseguí en la maratón de Valencia, pero no quiero hacerlo porque hice ese tiempo en concreto como homenaje a un amigo que perdí. Quiero centrarme en conseguir la media maratón. Ahora mismo está en una hora y veintiocho minutos y mi mejor marca está en una hora y trece minutos. Mi objetivo es bajarlo de una hora y quince minutos. Si nos cuadra por fecha, quiero intentar conseguir ese récord con Jesús España como liebre. También me gustaría enfocar este objetivo hacia un fin solidario. Sería muy gratificante para mí que esto además sirviera para ayudar a alguien.

Rafael ha dado un giro de 180 grados a su vida y ahora se dedica al cuidado y paseo de perros en Valdemoro. Gracias a este trabajo puede combinar sus dos aficiones, el cuidado de los animales y la carrera. Su positividad, cercanía y carácter divertido le hacen una persona cercana que se involucra con la actividad del pueblo. Recientemente ha sido uno de los embajadores de los retos deportivos promovidos por el Ayuntamiento.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres

Maquilladora_Estefanía Montero

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