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Atrás han quedado los meses de verano y las vacaciones atípicas que hemos disfrutado todos, de una manera u otra. Ya se ha iniciado el curso escolar que este año debido a la covid19 lo ha hecho de forma escalonada. Garantizar la seguridad está siendo la prioridad más importante en estos primeros días. El objetivo de todos los centros ha sido implantar unas medidas de control y seguridad que eviten la transmisibilidad del virus. La figura del responsable covid en cada centro, el uso de mascarillas desde los 6 años, las soluciones hidroalcohólicas, la desinfección del material escolar, comedores que permitan la distancia interpersonal, toma de temperatura a diario, la ventilación frecuente de las aulas, la existencia de grupos de alumnos de menor tamaño y un protocolo ante la aparición de casos son algunas de las medidas que se han implantado en los centros de educación de nuestro país.

En este número de septiembre hemos entrevistado a Manolo, dueño del pub valdemoreño Sube Que Te Llevo. Desde que abriera sus puertas hace treinta y cinco años, Manolo ha levantado el cierre todos los días con la ilusión de saber que está en el lugar correcto, donde quiere estar. Con su gran humanidad, buen trato y cordialidad ha conseguido una clientela fiel a la que le gusta visitar el local y reencontrarse con la gente del pueblo.
Deseamos que Manolo pueda seguir muchos años más al otro lado de la barra ofreciéndonos su mejor sonrisa. El Sube Que Te Llevo es una parte indispensable de Valdemoro.

También hemos conocido al escritor Guillermo Ortiz, madrileño que ha trabajado durante dos cursos como profesor de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas de Valdemoro. Guillermo ha colaborado con distintos medios de comunicación como periodista deportivo. Ha hecho de la nostalgia de los ochenta y los noventa un género propio tanto en literatura como en redes sociales. Su último libro al respecto es El chico que soñaba con ser Gianni Bugno. Además de ser un gran narrador, muchas de las aportaciones personales de Guillermo a su crónica deportiva están impregnadas de estupendas cargas filosóficas.