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Biblioteca Ana María Matute

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Una apuesta común por la promoción cultural en el municipio 

Hoy en día, el ocio sigue estando, de forma habitual, desligado de la actividad educativa. La visibilidad de la que gozan los centros culturales, las bibliotecas y los archivos municipales suele ser, por lo general, reducida. La labor de promoción y desarrollo cultural que desempeñan acostumbra a pasar injustamente desapercibida, debido a su situación geográfica. No obstante, estos han conseguido gracias, sobre todo, a una enorme dedicación consolidarse como unos lugares de encuentro entre los vecinos. Así mismo, también se han convertido en un reclamo para establecer vínculos con otras localidades.

Un poco de historia

Si bien es cierto que ya existía en Valdemoro una pequeña biblioteca —dependiente de Caja Madrid—, en 1986 se creó otra en el centro cultural Juan Prado. Esta empezó con una dotación, por parte de la Comunidad de Madrid, de casi cinco mil volúmenes. Tras su inauguración, se establece como biblioteca central y se inauguran otros dos centros de barrio: El Restón y La Estación. Estos dos últimos reciben un público mayoritariamente infantil y abren en horario de tarde. Por ello, la apertura en 2008 de la biblioteca Ana María Matute, que pasa a ser la central, supone un gran cambio en la localidad.

Biblioteca Ana María Matute, epicentro cultural

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El estilo arquitectónico de la biblioteca guarda mucha relación con los edificios del centro de actividades educativas y el centro de la Policía Municipal. Su diseño se pensó para presentarse ante el público como un espacio acogedor. Además, para su organización y diseño de espacios, se contó con la directora de la biblioteca en aquel momento.

Cada espacio está pensado conforme a las necesidades que pueda tener el usuario y distribuido por franjas de edad: una planta baja donde se puede encontrar el material divulgativo, el mostrador para el préstamo, la sala infantil y la sala de usos múltiples; una primera planta organizada en sala de lectura juvenil y acceso a Internet; y, finalmente, una sala especial de estudio para las épocas de exámenes, que dispone de acceso directo desde la calle.

La biblioteca Ana María Matute recibe, mayoritariamente, a un público joven, sobre todo estudiantes y padres con niños, a diferencia del que suele asistir a Juan Prado, que, por su localización, atiende a gente más mayor. Estos datos, si los trasladamos a cifras, nos permiten hablar de 30 000 usuarios en total. Frente a otros municipios y localidades como Pinto, Aranjuez, Ciempozuelos, Parla o Getafe, las bibliotecas municipales de Valdemoro presentan unas estadísticas positivas y, lo que es quizá más importante, esperanzadoras de cara al desarrollo y comunicación con los lectores y usuarios.

Para formar parte de la red de bibliotecas, el usuario debe rellenar únicamente una solicitud. Su número será el número que figure en su DNI, por lo que para hacer uso del préstamo que ofrece la biblioteca solo tendrá que presentar su carnet de identidad, y saber que el préstamo es personal e intransferible.

El servicio al usuario

Pese a que cada biblioteca posee un fondo propio, a través del carnet único de usuario, este puede dirigirse con él a cualquier centro que pertenezca a la Comunidad de Madrid. Normalmente, los préstamos se realizan desde el propio centro en el que se encuentra el libro solicitado, salvo en casos puntuales. Las reservas de los volúmenes, sí se tramitan en cambio desde la propia institución.

La buena comunicación entre los usuarios y la biblioteca es un pilar muy importante para el fondo. La compra de muchos de los libros parte de la iniciativa de los lectores gracias a las desideratas o solicitudes que estos hacen a la biblioteca. Estas peticiones se valoran en un plazo máximo de una semana para su posterior compra, siempre y cuando constituyan un valor activo, no solo para la biblioteca, sino para el resto de la comunidad de lectores. En los últimos tres o cuatro meses se han llegado a atender más de setenta desideratas, de las cuales se valoran positivamente aproximadamente un 75 %.

La biblioteca ofrece también al usuario un servicio de hemeroteca algo particular. No se dispone de una hemeroteca como tal, pero sí una compra de revistas y periódicos mensuales que se van renovando, así como un proyecto de préstamo de estos recursos. La única publicación que por su gran uso y éxito de acogida ha sido inventariada es Speak-Up, para el aprendizaje de idiomas. En este sentido, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Cultura y Educación participaron, en su momento, de la hemeroteca, facilitando un fondo de revistas muy especializadas.

Catálogo municipal

Tal y como lo hizo con Juan Prado, la Comunidad de Madrid apoyó la apertura de la institución con un fondo «fundacional» de materias orientadas a secundaria, a bachiller y a la universidad. Las compras sucesivas por parte de la biblioteca han permitido incluir un amplio fondo de narrativa infantil y juvenil, en clara sintonía con el gusto de sus lectores.

La buena comunicación entre los usuarios y la biblioteca, así como con su entorno, tiene un fiel reflejo en los centros de interés que más interesan a su público: lecturas para padres y educadores, narrativa actual, multimedia, cómics, manuales de medicina, libros de cocina o libros de idiomas, debido a la cercanía con la escuela de idiomas. Este año, la ayuda de la comunidad ha permitido sumar a esta lista un fondo de la UNED, cuyos manuales tenían mucha demanda, al estar tan próxima la escuela para adultos.

Los 5 000 libros con los que empezó su catálogo se traducen a un total de 93 500 entre los tres centros actualmente. Su variedad está relacionada con el tipo de usuario que acude a las instalaciones, muy distinto al de Juan Prado. Allí se encuentra un fondo de manuales clásicos de los años setenta, de áreas como historia, geografía, derecho, pero también novelas y libros infantiles. Tanto Juan Prado, como La Estación presentan colecciones de amplia acogida, fundamentalmente de carácter divulgativo como libros de viajes o libros de autoayuda.

La colección de la biblioteca está siempre viva y en movimiento permanente, y sus números varían con frecuencia. En los últimos meses el número total de fondos se ha mantenido estable, al realizarse una profunda renovación de la colección (con la sustitución de  ejemplares antiguos por nuevas adquisiciones).

Actividades

La mayor parte de las actividades que se llevan a cabo en las bibliotecas se repiten anualmente, incorporando cambios cada año. Las visitas de los centros escolares son un clásico, ya desde Juan Prado, y se han incorporado al programa de la Ana María Matute, así como los cuentacuentos. Esta última actividad se desarrolla los sábados, alcanzando tanto éxito como los clubs de lectura. Estos llevan en marcha muchos años, como el club Girasol, para adultos, que este año cumple veinticinco años; Lectornautas, a partir de ocho años; la Bebeteca, que se abrió hace cuatro años; y un club juvenil que comenzó el año pasado. El último proyecto, Bebetucos, resulta muy novedoso por el público al que se dirige: padres con bebés de entre seis y dieciocho meses. Todos los años se inauguran nuevas actividades, procurando que tengan continuidad en el tiempo.

El club de adultos, dirigido por Loli, la antigua directora de la biblioteca, es el más independiente de todos. Suele implicarse en el resto de actividades del centro, como, por ejemplo, formar parte del jurado del concurso de cuentos. Con motivo de la celebración de su vigesimoquinto aniversario, con la biblioteca, han presentado el proyecto «Los 25 de los 25», para el que han elegido los veinticinco libros que más les han gustado durante su trayectoria.

En 2015, junto al resto de actividades que se ofertan a los centros escolares —que van desde la semana del libro a los premios de cuento e ilustración— se propone una visita de formación para usuarios, a través de un juego de pistas con centros escolares. Las presentaciones de libros también constituyen una parte esencial en el centro. Y es que uno de sus objetivos es que sirva como plataforma para que cualquier creador que viva en el municipio tenga un espacio de representación, aunque también, en otras ocasiones, se haya contado con la presencia de creativos de otros lugares.

Otras iniciativas

Por un lado, existe un proyecto de intercambio de libros en el cual un usuario puede llevarse un libro y dejar otro o, simplemente, coger uno y no depositar otro; y, por el otro, debido a que las donaciones al centro desbordan, en cierta medida, el sistema, se suelen ceder a algunos institutos de la zona, al centro Vicente Ferrer o, incluso, a algún pueblo que necesite de algún fondo.

La apertura de canales de comunicación con el público es constante. Hace seis años, se puso en marcha un panel de noticias, «Ponte al día», que, ahora mismo, tiene su correlato en Facebook y Twitter. Hace dos años la biblioteca lanzó una guía para lectores inquietos, que incluye la celebración de festivales de cine o música, homenajes a escritores o temas concretos como excursionismo. Se informa de la noticia o del evento y, de forma paralela, se ofrece al usuario una selección de determinados volúmenes relacionados, a los que quizá el lector no habría llegado de otro modo.

La página web y los perfiles de Facebook y Twitter juegan también un papel importante en este proyecto, e incluso se hicieron marcapáginas del mismo. El ánimo reside, sobre todo, en fomentar la participación de los usuarios, tal y como propone la última sugerencia de la biblioteca: la búsqueda de un crítico cultural.

Muchas de las iniciativas que se plantean se realizan con la Comunidad de Madrid, como e-biblio, un proyecto de libros digitales, el CIFE, que es un plan de formación e información de la Comunidad Económica Europea o la difusión de anuncios de becas, empleo y programas de formación.

El último proyecto en curso es quizá el más importante: formar parte del catálogo de bibliotecas de la Comunidad de Madrid, con un carné único, que facilita el acceso al catálogo conjunto de cualquier biblioteca de la Comunidad.

El equipo de la biblioteca

Cada una de las actividades que se desarrollan en la biblioteca es fruto del entusiasmo de todo el equipo que forma parte de ella. Este suele desplazarse de un centro a otro, desde Juan Prado a La Estación y a la propia Ana María Matute. La entrega total y la implicación —incluso de personal que procedía de otras áreas— hacen de la institución todo un referente en la localidad, no solo para los más mayores, sino también, y con especial interés, para los más jóvenes.

Texto_Andrea Toribio

Fotografía_Ncuadres