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Entrevista a Edgar Rey: ‘La música es terapia’

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Edgar llegó a Valdemoro desde el madrileño barrio de Vallecas con tan solo siete años. Inquieto, sociable y dicharachero, tardó muy poco tiempo en hacer amigos en el que fue su nuevo colegio: el Cristo de la Salud. Una de sus primeras aficiones fue el karate, deporte que practicó varios años de su vida y que llegó a tomarse de manera más formal compitiendo. Sin embargo, los deportes de equipo no han sido lo suyo: «Yo era el típico chico que elegían el último en el equipo cuando había que jugar al fútbol en educación física».

La música ha copado todo ese tiempo que le ocupaba el deporte cuando era pequeño y ahora construye humildemente su proyecto como artista. El confinamiento derivado de la pandemia supuso un impulso creativo muy importante para Edgar, llevándole a establecer nuevos retos personales, como grabar canciones propias, crear un EP e incluso dar conciertos.

2022 ha sido el año de su salto a los directos. A comienzos de año ofreció un concierto pequeño en una sala de Madrid que ha derivado en una temporada de verano con varias actuaciones entre las que destaca la de las Fiestas Patronales del Santísimo Cristo de la Salud. Edgar y su banda, compuesta por Mauri, Pablo y Alan, levantaron al público local asistente con temas propios y versiones de canciones conocidas por todos.

¿Cómo llegas a la música?

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Mis padres son muy melómanos y la música siempre nos ha acompañado en el día a día. He escuchado mucha música gracias a ellos, pero no fue hasta los diez años que me animé a tocar un instrumento. Un compañero del colegio se apuntó a guitarra y, tras varios meses practicando, un día le vimos tocar y quedé fascinado. Cuando llegué a casa les dije a mis padres que quería aprender a tocar la guitarra. Siempre he tenido la suerte de que mis padres me han apoyado en todo lo que he querido hacer, así que comencé a tocar la guitarra.

¿Te obligaste a tocar la guitarra?

No fue una obligación, pero sí es cierto que comencé a tocar porque quería imitar aquello que molaba tanto. La atracción fue tal que muy pronto se convirtió en amor por el instrumento. La guitarra pasó a ser un elemento muy importante para mí. Tanto es así que cuando tenía un mal día en el instituto llegaba a casa y mi manera de canalizar ese sentimiento era tocando. Entraba en casa sin decir nada y en cuanto mis padres veían que me ponía a tocar ya sabían que algo me había pasado. Se convirtió en una herramienta de expresión muy gratificante que me sigue dando muchas alegrías.

Gran parte de tus conocimientos de música han llegado de manera autodidacta.

Mi primera toma de contacto con la música y la guitarra fue a través de Jose, profesor particular de música con el que estuve unos cuatro años. A los diecisiete años me planteé entrar en el conservatorio, pero lo cierto es que no me terminó de convencer. Aprendí a tocar el piano trasladando los conceptos que ya sabía de la guitarra y buscando más información por mi cuenta. Del lado de la producción, me he formado en sonido para audiovisuales. Con el portátil que tenía para estudiar y tutoriales de YouTube comencé a producir.

¿Cómo combinas esas dos grandes ramas de la música que son la producción y la interpretación?

Estoy en un momento en el que disfruto más tocar que producir, pero se debe principalmente a que hace dos meses no tenía tantos conciertos como tengo ahora. Componer es lo que menos me gusta porque me cuesta mucho enfrentarme al folio en blanco. Soy muy crítico conmigo mismo. La fase de producción me gusta porque es en lo que me he formado y tiene un componente creativo muy alto. Me atrae la idea de potenciar algo que ya tiene un sonido. Pero me está gustando mucho el rock and roll. Tengo la suerte de poder tocar con una banda que son amigos y el directo es algo que te atrapa.

¿Cuán importante es para un productor saber de interpretación y viceversa?

Creo que es más importante que un productor tenga conocimientos sobre interpretación a que un artista tenga nociones de producción. Si un ingeniero de sonido tiene conocimientos de música se amplían las posibilidades de creatividad de lo que puede ofrecer al músico. Aunque trabajamos con tecnología y para ello son necesarios muchos conocimientos técnicos, no dejamos de hacer algo artístico y creativo. Del otro lado, si el artista posee nociones de producción, mejorará la comunicación con el productor porque los dos hablarán en el mismo idioma.

¿Cuáles son tus referentes?

Yo le debo todo a un artista que me ha acompañado desde muy pequeño, a pesar de que ahora no lo escuche: Pablo Alborán. Me gustaba mucho su sensibilidad y aprendí mucho de su música. Ahora tengo muchas influencias del rock indie nacional e internacional. El panorama nacional es muy importante porque compongo en castellano. Artistas como Leiva o Sidecars están muy presentes. Como cantautor, Andrés Suárez ha cogido el hueco que ocupaba Pablo Alborán. En el panorama internacional estoy escuchando mucho a Sam Tompkins y grupos alternativos como Catfish and the Bottlemen.

Pero todo va bien es tu primer EP autoproducido, en el que encontramos muchos sonidos y texturas diferentes. ¿Cómo suena Edgar Rey?

Cuando afronté la idea de hacer el EP, uno de mis propósitos era ampliar el abanico de sonidos para que el álbum fuera una guía sobre la que seguir concretando mi música. Gracias al EP he descubierto que estoy en una época muy feliz de mi vida y me quiero inclinar por sonidos con más ritmo, donde la guitarra eléctrica tiene mucho peso y en el que se incluyen elementos nuevos como las distorsiones, en definitiva, es un sonido más cañero.

Eres un artista que aborda temas complejos y de calado como son la amigas, la ansiedad o el racismo. ¿Has reflexionado también sobre qué es la música para ti?

Mi relación con la música es de amor-odio. No me considero compositor porque no tengo ese hábito o talento de sentarme ahora mismo frente a un folio en blanco y escribir tres versos seguidos. Cuando tengo la inspiración tengo que sentarme y volcarlo todo. Esta condición me produce bloqueo y frustración y me enfado con la música. Pero a la vez es una herramienta de autoconocimiento muy fuerte que me hace transitar estos estados y volver a conectar con lo bueno. Para mí, la música es terapia.

En tu breve carrera musical has forjado un vínculo muy fuerte con Valdemoro.

Mi vínculo musical más bonito con Valdemoro se llama Pablo Ortega. Él es el técnico del Teatro Juan Prado y una bellísima persona. Con quince años compuse seis canciones que nunca nadie verá porque son horribles. Cuando mis padres las escucharon, hablaron con Pablo y grabé con él los temas en el estudio que hay justo encima del teatro. Una de las canciones la produjo él y se la envió a David Santisteban. Eso hizo que mantuviéramos el contacto y cuando terminó el confinamiento me ofreció crear una canción para el homenaje a las víctimas de la covid-19 que se iba a celebrar en Valdemoro. Hicimos la canción juntos y David Santisteban, que es amigo de Pablo, nos ayudó con los arreglos.

¿Cómo ha sido tu experiencia de trabajar con David Santisteban?

Fue muy enriquecedora. David es un profesional enorme que está acostumbrado a trabajar con los mejores artistas del panorama nacional e internacional. A nivel profesional pude ver su manera de entender la música, su experiencia en la producción y el amplio nivel de conocimientos que tiene sobre lo que se ha hecho y sobre las nuevas tendencias de la industria. En lo personal, es una persona muy cercana que hace que te sientas muy a gusto en todo el proceso. Fue un honor poder estar en su estudio, trabajar con él mano a mano y sentirme un artista más de todos con los que ha trabajado. Personalmente, creo que todo lo que ha conseguido se lo merece porque es un ejemplo de trabajo y humildad.

La cuarentena fue un gran momento creativo.

La pandemia y el confinamiento fueron momentos muy complicados para muchas personas y yo tuve la gran fortuna de que mi familia no se vio afectada. Acababa de terminar mis estudios de turismo y el confinamiento se convirtió en un momento en el que no había nada «importante» que hacer. Esto me llevó a uno de mis mejores momentos de creatividad y a asumir nuevos retos, como grabar temas y subirlos a Spotify. Invertí en material de grabación, saqué dos o tres sencillos pequeños y de ahí se desprendió la idea de sacar cuatro canciones y un EP. Comencé a trabajar en ello cuando finalizaba el confinamiento y todo el proceso me ha llevado un año y medio.

¿Cuál era tu objetivo

Suena un poco egocéntrico, pero compongo para mí. La salida del confinamiento me agobió un poco porque suponía volver a ocuparse de todas esas preocupaciones que no existían cuando estábamos en casa. Una vez más, la música me sirvió como vía de escape y temas como Roto o Respirar hablan de esos sentimientos que yo atravesé en la vuelta a la normalidad.

Todo el proceso de creación del EP lo has realizado tu solo.

A nivel técnico y del contenido del EP sí, en la forma no. Mis padres me han acompañado en todo el proceso de creación de las canciones y mi chica también ha sido un pilar muy importante con quien he compartido cada paso que daba. También me he apoyado en la opinión de mis amigos más cercanos. Soy un poco ansioso en ese sentido y en cuanto he compuesto tres cosas me gusta compartirlas para recibir el feedback de la gente que está a mi alrededor.

En los últimos meses el directo ha sido una parte muy importante de tu actividad como músico. ¿Cómo ha sido pasar de tocar en el estudio a estar encima de un escenario?

El pasado mes de marzo recibí una oferta para participar en el evento solidario Magic Line de la Casa de Campo. En ese momento pensé que sería ideal que más músicos se pudieran subir al escenario conmigo y crear un show mejor. Mi amigo Mauri Chomiak, que es percusionista, fue el primero en unirse y juntos empezamos a diseñar el bolo que íbamos a ofrecer. Dimos un concierto con temas propios y versiones de canciones populares que tuvieron muy buena acogida entre el público. Nuestra siguiente actuación fue en la sala Cien por Cien de Madrid. El público acabó muy contento con el repertorio que presentamos y el dueño de la sala nos ofreció la posibilidad de dar un concierto individual y con banda completa el 14 de septiembre de este año.

Una de las fechas señalas de este año ha sido el 7 de mayo, momento en el que pudiste tocar con tu banda en las fiestas patronales de Valdemoro. ¿Cómo surge la oportunidad y qué balance haces de la experiencia?

La oportunidad surgió gracias a la asociación Jóvenes Gigantes, con los que tocamos en un evento muy pequeño de Valdemoro. Alejandro, el responsable de la asociación, propuso crear un evento para las fiestas de mayo con una selección de músicos locales que quisieran tocar en las fiestas. Salí elegido entre los seleccionados y asumí el reto con mucha ilusión porque había tocado muchas veces en locales de Valdemoro pero nunca en las fiestas patronales. Pensamos que lo ideal sería tocar con banda completa, por lo que se sumaron Mauri a la batería, Alan al bajo y Pablo a la guitarra. Sinceramente, había tanta oferta cultural que pensé que no iba a venir nadie, pero lo cierto es que el público estuvo muy entregado. Eso hizo que yo también me viniera arriba y juntos hiciéramos un concierto muy bonito. Cuando bajamos del escenario todos teníamos la sensación de que esa sensación tan buena no podía terminar allí y estamos buscando más fechas de actuaciones para afianzar la banda.

¿Qué estás escuchando ahora mismo?

He hecho las prácticas del módulo de sonido en los conciertos de Radio 3 y eso me ha permitido conocer muchos sonidos nuevos. Creo que es una radio que cuando la sintonizas te puede gustar lo que suena o no, y eso significa que hay mucha variedad. Estoy escuchando mucha música indie alternativa porque, sin perder la musicalidad que tienen mis canciones con la voz, quiero adentrarme en el mundo de los fondos, experimentar con la guitarra y probar sonidos diferentes y más sucios.

¿En qué estás trabajando ahora?

Ahora mismo estoy centrado en los conciertos porque requieren mucho tiempo. Sentarse a mandar correos y conseguir bolos es un proceso muy tedioso y que requiere de mucho tiempo y energía. Conseguir una oportunidad es complicado porque las salas vienen de una época muy complicada y quieren minimizar riesgos en los conciertos que ofrecen. Es por eso que cada oportunidad que nos brindan la tomamos muy en serio y damos lo mejor de nosotros.

¿Cómo ves el panorama musical en Valdemoro?

Me encanta Valdemoro y estoy superagradecido, pero creo que para mejorar tenemos que ser críticos. Hace seis años el panorama musical que teníamos aquí era espectacular: había muchas bandas con ganas de tocar. Desde entonces la escena musical local se ha ido mermando porque algunos grupos se han marchado o han desaparecido y salas importantes han cerrado. Hay muchos grupos no profesionales, de vecinos jóvenes, que no encuentran el espacio para poder tocar. Creo que hay un cambio de tendencia gracias al trabajo de Isabel desde el área de cultura. Con trabajo y voluntad estoy seguro de que esta situación puede cambiar porque Valdemoro tiene talento.

 

Edgar afronta el final del verano con varias fechas en el calendario, el 10 de septiembre estuvo en la sala Dime que me Quieres y 14 del mismo mes pudimos escucharle en la sala Cien por Cien. Además, quiere poner el broche al 2022 publicando varios temas en los que ya está trabajando y que verán la luz a final de año. Puedes seguir toda la actividad de Edgar Rey en redes sociales a través del perfil @edgarreymusic.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres