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Entrevista a Sergio Castrillo

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«La música es un reflejo de la vida de las personas»

¿Cuántos objetos te acompañan desde la infancia? ¿Cuántas habilidades llevas desarrollando desde que aprendiste a caminar? Siempre me ha fascinado la idea de que alguien dedique toda una vida a desarrollar aquello que le apasiona, aquello que le acompaña desde pequeño y que se convierte en su forma de vida.

Y cuando uno se adentra en este tema siempre surge el debate sobre si esas habilidades son inherentes al propio individuo o si, por el contrario, la persistencia genera el hábito y la excelencia. Sea como fuere, algo debe moverse dentro de la persona cuando, sin apenas uso de razón, ese niño se decanta por una vocación.

Algo así le ocurrió a Sergio Castrillo, músico valdemoreño que lleva más de veinte años vinculado al violín. Mucho tuvo que ver su tío Alberto y su pasión por la música cuando con apenas un par de años comenzó a introducir al joven Sergio en su colección de instrumentos.

Cada fin de semana su tío le abría un mundo nuevo trayendo a casa un instrumento. Un día Sergio podía golpear las teclas de un teclado, otro aporrear las cuerdas de una guitarra o los tambores de una batería. Por elección paterna, la percusión no iba a ser la rama a desarrollar. Pero fue el propio Sergio quien desarrolló un vínculo especial por un instrumento pequeño y de cuerda: el violín.

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La primera vez que sus manos tocaron un violín lo colocaron instintivamente como un chelo y comenzó a tocarlo. Estamos muy seguros de que las notas que salían de ese violín son muy diferentes de las que, veinte años de estudios musicales después, Sergio entona como un músico profesional.

Su carrera como músico comenzaba con tan solo tres años adentrándose en el método Suzuki del Centro de Pedagogía Musical Cuatro Cuerdas, con la que fue su primera profesora, María Jesús Cano. Tras doce años de introducción a la música pasó a cursar los estudios de música en la especialidad de violín y análisis en el Conservatorio Profesional de Música Teresa Berganza. Este año Sergio finaliza el Conservatorio Superior de Música en el centro Katarina Gurska, con la profesora Delphine Caseta, donde se ha especializado en interpretación.

Una vez terminada su formación reglada afronta el que probablemente sea una de los mayores retos de su vida, emprender una escuela de música en nuestro municipio. Junto a su compañero Javier Luque presentan en Valdemoro el proyecto Nessun Dorma, que pretende aportar una óptica diferente a la formación musical.

¿Cómo era ese Sergio de la infancia que muy pronto se decantó por tocar un instrumento?

Yo era un niño un poco raro. No me gustaba mucho salir a la calle o jugar en el parque. Comencé a leer muy pronto y me gustaba mucho quedarme en casa leyendo o trasteando con los instrumentos. Mis padres bromean con que nací con espíritu de jubilado, porque llegaba el fin de semana y mi placer era sentarme en el sofá con la manta y un libro. De pequeño tenía muchos problemas para dormir y mi madre me cuenta que los conciertos de La 2 por las mañanas eran el único momento que le daba de respiro porque me dejaban fascinado. Yo no tengo recuerdos de mis comienzos con el violín. Mi madre me comenta que tenía especial interés por el instrumento, tanto que pedí con mucha insistencia uno que pudiera tocar. Con tres años mi tío me regaló mi primer violín y mis padres se informaron de qué formación podía tener con tan poca edad. Descubrieron la metodología Suzuki, que justo comienza con esa edad. Comencé a practicar el violín dos veces a la semana en la escuela Cuatro Cuerdas, en plaza España de Madrid.

¿Tu vocación siempre ha sido la música?

Siempre he querido estar muy vinculado a la música, pero es cierto que me han interesado otras cosas. Comencé a estudiar Derecho porque es la profesión de mis padres. Aunque es una disciplina que me gusta mucho, a los dos años de empezar la carrera sentí que no era a lo que me quería dedicar. Empecé a estudiar Historia del Arte por la UNED mientras iba al conservatorio.

¿Qué relación estableces con el arte?

Desde el punto de vista musical, es un eje que ha guiado toda mi vida desde los tres años. Cuando terminé el bachillerato estudié dos años de Derecho, pero me di cuenta de que no era lo que quería. Ahora estudio Historia del Arte. A través del arte puedes conocer la historia de la humanidad porque la vida de las personas se refleja en el arte. Además, todas las artes suelen estar ligadas y a través de diferentes disciplinas puedes comprender muchos acontecimientos históricos o la misma vida cotidiana. En definitiva, para mí es la capacidad de entender cómo ha funcionado el mundo desde el comienzo de la humanidad.

¿Cómo es tu vínculo con el instrumento?

Con el violín tengo un vínculo muy estrecho porque me ha acompañado toda mi vida, llevo tocando veinte años. Pero más que con el propio violín, destacaría el vínculo que el violín me ha permitido forjar con mis compañeros. Con ellos he pasado muchas horas de ensayos y conciertos. Con momentos difíciles y otros muchos muy bonitos. Tanto en mi formación en el conservatorio como en los cursos de verano en Reino Unido he conocido a personas magníficas y todo ello ha sido posible gracias al violín.

¿Cuáles son las influencias musicales con las que trabajas?

Los clásicos son los que más me han influenciado porque es lo que he estudiado todo este tiempo y es a lo que me dedico como intérprete. Violinistas como Heifetz, Oistrakh, Ida Haendel o Vengerov han sido importantes para mi carrera, pero también otros músicos que se han alejado de este estilo como Piazzola, Nino Rota o Luigi Nono. Me gusta escuchar todos los géneros musicales porque enriquece mi capacidad para interpretar. Dentro de esa escucha no solo entra la música, los propios pájaros que suenan ahora mismo también son música y se pueden incorporar en una composición. Si tengo que elegir estilos para interpretar elegiría el Romanticismo. Es un estilo muy melodioso y me gusta en otras disciplinas del arte. También me gustan el siglo XX y las obras contemporáneas.

 

Dentro de tu formación en el conservatorio te decantaste por el violín en primer lugar y por la interpretación más tarde. ¿Hacia dónde querías orientar tu carrera?

Mi formación musical siempre la he orientado a tener el máximo número de horas de instrumento. Mi principal objetivo ha sido tocar más y mejor. En el profesional escogí análisis porque la otra opción era composición, que tenía menos clases individuales. Cuando pasé al superior escogí la especialidad de interpretación porque es la formación que te prepara para tocar en conciertos. Me gusta mucho tocar en cámara, en cuarteto y orquesta porque es donde mejor me siento. Como no había una especialidad en concreto de orquesta tuve que optar por la interpretación solista.

¿Cómo ha influenciado la música en tu construcción personal?

La música ha sido una herramienta muy importante en todo mi crecimiento personal porque desarrolla mucho el cerebro desde una edad muy temprana. Creo que me ha venido bien para comprender las asignaturas más complejas como pueden ser las matemáticas. Además, creo que te aporta una visión diferente porque te abre nuevos mundos. Estudiar historia de la música te pone en contexto sobre qué escuchaban las personas en diferentes épocas y por qué. Algo parecido me ocurre con la historia del arte. Todo ello te ayuda a comprender el momento en el que vives y por qué muchas cosas de la actualidad son así. Psicológicamente, una formación de conservatorio hasta el nivel superior te obliga a madurar muy rápido. Cada clase es una evaluación de tu nivel, aprender a gestionar esa presión, conocer cuáles son tus límites y aprovechar tus virtudes son ejercicios que no hace todo el mundo en su día a día. 

¿Cómo definirías el papel del violín dentro de una orquesta?

A lo largo de la historia, a grandes rasgos, el violín suele ser el protagonista. En los cuartetos, sobre todo barrocos y clásicos, suele ser la voz principal. Las obras están escritas para violín como voz principal acompañado de un segundo violín, una viola y un chelo. En orquesta los violines suelen tener la parte más melódica y complicada.

Eres muy joven, pero ya acumulas una carrera muy rica como músico. ¿Hay algún momento que fue clave para ti?

Mi primera actuación en el Duomo de Milán fue uno de los momentos más emocionantes que he vivido. A través de mi conservatorio tuve la oportunidad de formar parte de una orquesta compuesta por músicos de todo el mundo y que se conformaba en Italia. Interpretamos en varios lugares de Italia pero la inmensidad del Duomo me sobrecogió. Ese viaje fue muy emocionante porque también canté en el Arena de Verona el Va, pensiero de Verdi. También he interpretado en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, otro de esos lugares que te abruman con la inmensidad de su espacio. En España he tenido la oportunidad de tocar varias veces en el Auditorio Nacional de Madrid y cada vez que me subo al escenario sigo teniendo la misma sensación de nerviosismo y sorpresa de la primera vez. Estos momentos me hacen reflexionar sobre el progreso que puedes llegar a conseguir si te lo propones.

Has desarrollado toda una carrera profesional vinculado al violín. ¿Te interesan otros instrumentos?

También toco la viola y con el piano me gusta improvisar. Me encantaría saber tocar otros instrumentos, pero toco únicamente de cuerda porque aprender otros instrumentos conlleva invertir mucho tiempo en ensayar.

Has tenido la oportunidad de tocar con grandes figuras como Marco Rizzi, George Pehlivanian, Yuri Nasushkin y Sergey Teslya.

Cuando entras a una de sus clases y les escuchas tocar te preguntas qué haces tocando delante de figuras tan importantes como ellos. El nivel que tienen es increíble y para mí siempre es una experiencia que vivo con mucha admiración y con mucho respeto por su trabajo. Además, son referentes también por su labor docente. Yo sé lo difícil que es la formación y ellos consiguen que la gente llegue a tocar a un nivel muy alto.

Ahora comienzas una etapa que te aleja un poco de los escenarios para montar tu propia escuela de música ¿Qué es lo que más te atrae de la formación?

He vivido la formación de los conservatorios superiores y la competitividad que existe dentro. Me gustaría crear un proyecto en el que los alumnos perciban que se puede hacer música por gusto y para disfrutarla. Hay que aprender a gestionar la frustración y entender que no siempre hay que ser los mejores en lo que nos propongamos. Me gustaría seguir esta filosofía para que los niños aprendan música sin presiones y sin ver al compañero que tienen al lado como un rival.

¿Cómo ha sido tu experiencia en la formación musical reglada?

Se ejerce una presión enorme sobre los alumnos porque no se gestiona bien la enseñanza. Se crea un ambiente en el que los alumnos intentan estar por encima de sus compañeros en todo momento, generando rivalidades, inseguridades y mucha frustración. Este ambiente se crea por la creencia por parte de todos los alumnos de que deben ser el mejor músico de su promoción. En la mayoría de los casos esto deriva en problemas psicológicos porque no todo el mundo llega a ser excelente. Creo que la formación debería orientarse hacia concebir la música como algo que supone un disfrute y que se practica por gusto. 

¿Cómo surge Nessun Dorma?

Nessun Dorma surge junto a mi amigo Javier Luque, con quien llevo tocando desde los tres años. Los dos observamos que la oferta de formación musical que hay no es la mejor y crecimos con el mismo método de aprendizaje. Ambos llevamos impartiendo clases a niños bastante tiempo y tenemos la misma filosofía: un aprendizaje a través del divertimento. Somos conscientes de que para obtener resultados hay que invertir mucho tiempo ensayando, pero ese tiempo se debe concebir como algo que se hace para uno mismo, por gusto y para desarrollarte como persona. Es un proyecto que da cabida a cualquier perfil, desde el músico que ya tiene nociones hasta quien quiera iniciarse en este arte. Tampoco hay límites de edad, a partir de los tres años puedes aprender con nosotros.

¿En qué punto se encuentra el proyecto ahora mismo?

El proyecto empezó a gestarse en septiembre del año pasado. En este tiempo hemos conformado un equipo de cinco profesores superiores en instrumentos como el piano, la viola, el violín, el violonchelo y la guitarra. Hemos creado un espacio web en nessundormacpm.com y hemos comenzado con las reformas del local donde se asentará la escuela y donde empezaremos a impartir clases el próximo mes de septiembre. En verano queremos impartir algún curso de iniciación a la música para los alumnos que ya han mostrado interés por el proyecto.

¿En qué consiste vuestra metodología?

Javier y yo nos adentramos en la música a través del método Suzuki, que comienza con los tres años y finaliza cuando tú lo desees. Con esta metodología aprendes a tocar de la misma manera que aprendes a hablar, como un juego, por imitación y con refuerzo positivo. Queremos combinar esta metodología con otras cuestiones que creemos que son importantes para aprender música. En definitiva, aprender por gusto y para disfrute.

¿En qué momento de tu carrera como músico te encuentras?

Levantar el proyecto de Nessun Dorma está requiriendo el grueso de mi tiempo. Además, estoy preparando el recital de fin de carrera que represento el próximo 3 de junio. He preparado un recital compuesto por varias obras que recorren brevemente la historia de la música. El concierto se compone de una pieza romántica, el primer movimiento del concierto para violín de Tchaikovsky; otra de las piezas es la Cadencia de Penderecki, que pertenece al siglo XX; después tocaré un Adagio de Mozart, una sonata de Brahms y una pieza corta adaptada por Jascha Heifetz que se llama Estrellita y es una canción popular mexicana. Es un repertorio muy complicado, pero tengo muchas ganas de afrontar este reto como proyecto final de carrera.

¿Qué vínculo has forjado con Valdemoro?

Valdemoro es el lugar donde he crecido y en el que quiero estar. Javier y yo hemos decidido montar la escuela aquí porque creemos que podemos aportar un valor diferencial a la escasa oferta musical existente aquí. Valdemoro tiene una demanda muy alta de vecinos que quieren aprender y practicar música. Nuestro pueblo tiene un gran potencial en este sentido y me gustaría contribuir y poder ofrecer algo más. Creo que es una muy buena forma de forjar un vínculo aún mayor con la localidad.

Emprender siempre requiere de una inversión de tiempo muy importante, ¿crees que dejarás de subirte al escenario para estar en el aula?

No creo que eso ocurra. Ahora mismo el proyecto empieza y tengo que centrar todos mis esfuerzos en crear algo que sea atractivo y de utilidad para los alumnos que apuesten por ello. Pero no va a ser lo único. Formo parte de la orquesta del conservatorio y colaboro con la orquesta Ars Mundi. También hay varios proyectos de futuro en los que podré estar y seguir vinculado a la interpretación. No quiero desvincularme de tocar porque es algo que siempre te enriquece como músico.

La pasión por la música de Sergio ha hecho que su familia también se sumerja en este apasionante mundo. Su hermano, Jorge, empezó a tocar con dieciocho meses y ahora toca la viola y el piano. Su madre, Susana, también se ha animado a tocar instrumentos de cuerda tras muchas horas escuchando los ensayos de sus hijos. La música y el arte inundan todos los ámbitos de la vida de Sergio y le permiten verla y percibirla de una forma diferente que, además, está dispuesto a compartir con todos aquellos valdemoreños que quieran formar parte de su proyecto musical.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres

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