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Entrevista Alberto Leceta

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El hombre siempre busca volar y yo lo hago con agua 

Aunque septiembre es el mes del regreso de las vacaciones de verano, el calor continúa siendo la tónica dominante en estas primeras jornadas de la vuelta a la rutina escolar y laboral. Es por ello que en este número 89 traemos una entrevista muy refrescante a Alberto Lecea, campeón de España de flyboard.

Este valdemoreño de adopción tiene 38 años y domina uno de los deportes acuáticos más extremos. Piruetas, backflips y caídas en picado desde veinte metros son algunos de los trucos que Alberto domina y que no solo le han llevado a cosechar grandes éxitos deportivos, sino que también le han hecho viajar por todo el mundo deleitando a su público en espectáculos de luces y colores que dejan con la boca abierta a cualquiera.

De profesión técnico de depuración en el Canal de Isabel II, descubrió este deporte hace más de diez años y desde entonces compagina su vida regular con el mundo de la competición y el espectáculo. Alberto ha creado su propia marca como showman y los vecinos de Valdemoro podemos ver su trabajo en el Parque Warner de Madrid, donde ofrece un espectáculo desde hace cinco años.

¿De dónde sale Alberto Leceta?

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Soy de Cristo de la Victoria, un barrio muy humilde de Usera. He crecido en un lugar donde la única aspiración de los jóvenes era salir a la calle y pasárselo bien. Desde muy pequeño he tenido mucho interés por el deporte, en concreto por las artes marciales, Muay Thai y MMA. Todo empezó cuando mis padres me apuntaron a clases de judo con tres años. Poco a poco me fui adentrando en los deportes de riesgo, a pesar de que a mis padres no les gustaba nada. Mi primera toma de contacto fue a través de las motos.

¿Cómo conseguiste tu primera moto?

Con quince años, mi padre me prometió que si aprobaba todas las asignaturas del curso tendría una moto. Hasta los dieciséis no conseguí aprobar todas y fue entonces cuando mi padre me dijo: «Muy bien, hijo, ya puedes comprarte la moto». Creyendo que me la iban a comprar, fue una de las primeras lecciones que aprendí: que si quieres algo te lo tienes que ganar. Me saqué el curso de socorrista y, tras trabajar todo un verano, pude comprarme mi primera moto.

¿Cuándo te adentras en los deportes extremos?

Cuando me compré la moto me pasaba el día montado en ella. Me gustaba mucho Misión Imposible II, donde aparecían muchas maniobras con moto. Por imitación, comencé a sacarme algunos trucos en mi pueblo, Rozas de Puerto Real. Mejoré mucho mi habilidad con la moto y conseguí entrar en un equipo de stunts con el que hacíamos exhibiciones por los pueblos. Muchos de los especialistas con los que empecé en el mundo de las motos son compañeros ahora en el show de Loca Academia de Policía del Parque Warner.

¿Cuándo y cómo fue tu primera experiencia con un flyboard?

Con veintiséis años me fui de vacaciones con mis amigos a la playa y fue la primera vez que vi un flyboard. Era 2011, en ese momento solo había dos puntos donde poder practicarlo: Marbella e Ibiza. Era muy caro, costaba ochenta euros por media hora, pero fue el dinero mejor invertido. Para mí es casi imposible definir con palabras la sensación que tengo al subirme a la tabla. Es libertad pura, volar. El hombre está siempre buscando la manera de despegar los pies del suelo, y yo lo hago con agua.

¿Cómo definirías este deporte a alguien que no lo conoce?

Como experiencia es una pasada porque cualquier persona puede disfrutar de la experiencia y volar en tan solo dos minutos. Es una actividad muy divertida para practicar en verano si estás cerca del agua. Como profesional y deportista es un deporte muy exigente porque requiere de mucha fuerza tanto en las piernas como el abdomen y de flexibilidad. Como espectáculo es una modalidad muy visual que ofrece una dimensión nueva de las acrobacias y a la vez es muy peligroso. Alcanzamos los veinte metros de altura, cualquier fallo puede hacer que nos precipitemos al agua. He sufrido roturas de rodilla y de tímpano, pero por suerte no he tenido lesiones muy graves.

¿Por qué decides adentrarte en este mundo estando tan alejado del agua?

En esa época no tenía mucha estabilidad laboral. Mi primer hijo estaba a punto de nacer y tenía que comprarme un coche nuevo donde poder meter la silla y todas las cosas que conlleva llevar a un niño en coche. Tenía dos opciones, seguir en la misma situación y endeudarme por un coche o endeudarme comprando un flyboard para montar mi propia empresa y poder comprar el coche más adelante. Opté por la segunda y tras pedir un crédito al banco y sufrir la burocracia de los permisos, comencé mi actividad en el pantano de Los Ángeles de San Rafael. Cuando comenzamos a competir los diferentes centros de toda España se reunían en ciudades de costa para los eventos. La gente se reía de mí por hacer un deporte de mar en Madrid. Durante varios años fui el centro que más facturó de España. 

¿Cómo se crea una empresa basada en un deporte tan poco conocido?

Después de un tiempo la empresa comenzó a funcionar, pero los inicios fueron muy duros. Era un fontanero que tenía una hipoteca y varios préstamos que pagar, cada vez que subíamos al pantano me costaba 100 euros si no se montaba nadie, volvíamos con pérdidas. Durante dos meses pensé que me iba a arruinar, hasta que un día se puso en contacto conmigo el programa Zapeando de La Sexta para hacer un reportaje con Cristina Pedroche. A partir de ese momento la empresa empezó a crecer y durante dos años no paramos y popularizamos el flyboard. El crecimiento nos permitió instalarnos en Sacedón y en el pantano de San Juan con un barco preparado para flyboard.

En paralelo al desarrollo empresarial también creciste como deportista de flyboard.

La empresa me permitió estar muchas más horas cerca del agua y tener un flyboard en los pies. Cuando terminábamos la jornada, mis compañeros y yo nos quedábamos entrenando en el pantano de noche. Fui aprendiendo de manera autodidacta viendo vídeos que subía la gente a YouTube y con muchas caídas.

¿Por qué te planteas empezar a competir?

Cuando empecé en el mundo del flyboard este deporte estaba llegando a España. Las competiciones no tenían mucho nivel y se enfocaban más en dar difusión al deporte. Empezamos a estar presentes con flyboard Madrid, la empresa, porque nos ofrecía un escaparate muy bueno para dar visibilidad a un deporte que nadie pensaba que se podía practicar en Madrid.

Este 2023 has renovado el título de campeón de España y has conseguido ser campeón de Europa por primera vez; dominas el panorama nacional e internacional.

El campeonato de España de este año se celebró en Mazarrón donde me proclamé campeón de España de flysky. Fuera de España mi progresión ha ido a más con el paso del tiempo. Mi primera competición fue un mundial en Dubai en el año 2014 donde quedé el 38.º del mundo. En cuatro años conseguí entrar entre los diez mejores en Francia. En Turquía conseguí ser campeón del mundo, pero a la competición no se presentaron los principales competidores por el conflicto que había en Alepo (Siria), a pocos cientos de kilómetros. Este año también he disputado mi tercer europeo en Italia, donde conseguí hacerme con el primer puesto tras un noveno y quinto puesto en 2019 y 2022.

Con el espectáculo también has conquistado el panorama internacional.

Hasta entonces había conseguido hacer eventos pequeños por la costa de España. Me ofrecieron un contrato en el mejor equipo del mundo para espectáculos en China. Acepté la oferta porque era la mejor oportunidad profesional que se me ha presentado en la vida. Había apostado mucho por este deporte y conseguir llegar al máximo nivel fue una de las mayores alegrías que me ha dado el flyboard. Pero solo aguanté cuatro meses apartado de mi mujer y mi hijo. Cuando regresé a España me esforcé por seguir creando mi propia marca y estilo como deportista y gracias a ello he conseguido nuevas ofertas de trabajo que me han llevado a realizar actuaciones en Egipto, Vietnam, Dubai, Turquía o Arabia Saudí.

Ahora haces uno de los espectáculos principales del Parque Warner Madrid. ¿Cómo ha sido afrontar este nuevo reto?

Recuerdo que estaba con mi familia en la playa cuando me llamaron para proponerme el espectáculo. No me lo podía creer. Había ido muchas veces al parque y siempre que veía el lago pensaba en el espectáculo que podría dar. De repente el sueño se hizo realidad. Me siento muy agradecido de poder hacer lo que más me gusta y estar cerca de casa. Mis hijos son mi mayor motivación para ir todos los días a volar. Ellos alucinan con los trucos que hago y el espectáculo que hemos montado mis compañeros y yo.

¿Qué experiencia te ha aportado este deporte que no esperabas recibir?

Este deporte me ha permitido viajar a países donde, de otra manera, nunca podría haber estado. He conocido mucho mundo y me ha permitido ver que hay muchas cosas más fuera de mi trabajo ordinario. También me ha permitido vivir experiencias muy gratificantes, como es poder volar con niños con diversidad funcional. La euforia de un chaval con parálisis cerebral al ver que sus pies despegan del suelo es una vivencia que no cambio por ningún bolo.

 

Alberto echa la mirada atrás y se emociona al ver el camino recorrido. Más de diez años apostando por una modalidad que todavía hoy es rara en nuestro país. Ser el pionero en algo conlleva mucho esfuerzo, trabajo, creencia en uno mismo y persistencia frente a las críticas; sin embargo, también conlleva muchos éxitos construidos con tus propias manos. Sin duda, el camino del emprendimiento es arduo y muchas veces desagradecido, pero historias como la de Alberto arrojan un halo de esperanza para aquellos que quieren intentar algo nuevo.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres

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