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Entrevista con Miguel García Gomar

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Pichichi de la selección española de balonmano en silla

Hace unos meses nos llegaba la noticia de que un valdemoreño había sido dos veces MVP en el campeonato del mundo y de Europa de balonmano en silla disputado en Leiria (Portugal). Su nombre, Miguel García Gomar.

Este benifaiense, que llegó a Valdemoro por amor, lleva siete años viviendo en nuestro municipio. Deportista desde muy joven, Miguel tiene una relación muy especial con el deporte. La actividad física le ha acompañado toda la vida, pero desde hace cinco años se ha vuelto aún más importante para él.

En 2018, Miguel y su familia sufrieron un accidente de tráfico que causó importantes daños en su mujer e hijo y a él le supuso la pérdida de una pierna. El deporte ha sido una de las piedras angulares de su recuperación y vuelta a la nueva normalidad. Su voluntad de superación le ha llevado a jugar en primera división de baloncesto en silla y a proclamarse con la selección española de balonmano en silla quintos mejores del mundo y pichichi del grupo nacional.

Hoy conocemos a Miguel, un valdemoreño que combina su trabajo como administrativo en la empresa Sacyr con la competición deportiva en baloncesto y balonmano.

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Valenciano de nacimiento y deportista desde pequeño, ¿cómo era Miguel en la infancia?

Hasta los veinte años viví en Valencia y era un chaval que practicaba mucho deporte, jugué en el equipo de baloncesto de Benifaió hasta que me ficharon por el C. B. Alginet. A los dieciséis años empecé a trabajar y abandoné el deporte. Más tarde volví, saliendo a correr y yendo al gimnasio.

¿Cuándo llegas a Valdemoro?

Llegué a Valdemoro en 2017, cuando mi mujer y yo decidimos irnos a vivir juntos. Antes había estado viviendo en Yeles, un pueblo muy pequeño. No hay mucha distancia entre los dos municipios, pero cambiar a Valdemoro supuso una mejora muy importante porque pasamos a tener todos los servicios que necesitábamos al lado de casa. Además, por esa época Valdemoro era un pueblo muy seguro y esto es una de las cosas que más echo en falta en el Valdemoro de hoy.

En 2018 todo cambia.

No tengo ningún recuerdo del accidente, tan solo recuerdo cerrar la puerta de casa y despertar en el hospital. Según el atestado, esquivé un animal de la carretera y eso hizo que nuestro coche se quedara atravesado en la calzada. Un coche que venía en sentido contrario no nos esquivó y sufrimos un impacto muy fuerte. Como consecuencia, mi mujer tuvo rotura de costillas y pierna izquierda. Mi hijo también se rompió la pierna izquierda. Yo me rompí las costillas y perdí la pierna.

¿Cómo ha sido tu proceso de aprender a convivir con una discapacidad que surge repentinamente?

Yo he tenido que aprender a convivir con ella. Los primeros días fueron complicados. Cuando te despiertas de la sedación tienes que asimilar que el mundo en el que vivías ya no es igual de fácil para ti porque tu condición ha cambiado. En todo el proceso de recuperación convives tanto con gente que lleva toda la vida sobreponiéndose a una discapacidad como con gente que, al igual que yo, en un momento de su vida la discapacidad ha llegado. Para mí, el factor diferencial es tener un motivo por el que seguir adelante. En mi caso, mi familia ha sido el motor para no venirme abajo. Pero cada persona es un mundo, conozco muchos compañeros que viven su discapacidad en solitario y la afrontan sin problemas, y otros tantos que no consiguen sobreponerse.

¿Qué destacarías de tu proceso de aceptación de la discapacidad?

Muy a mi pesar, la sociedad española tiene mucho trabajo que hacer en cuanto a inclusión de las discapacidades. En este proceso he sentido que solo hay dos tipos de personas: los que están bien y los bichos raros. Es cierto que no todo el mundo es así, pero sí veo que todavía queda mucho trabajo por hacer. Un ejemplo de lo que vivo en mi día a día es que estando en la playa un niño pregunte a su padre por qué tengo una pierna de hierro y su respuesta sea alejarle de mí. Mucha gente prefiere omitir los problemas y mirar hacia otro lado. Yo pienso que habría sido más didáctico para el niño haberle explicado que hay enfermedades o accidentes que pueden hacer que pierdas una pierna.

¿Enfrentarse a la sociedad es más complicado que el propio proceso?

Sin duda alguna. Tu proceso lo trabajas a través de la aceptación y apoyándote en tu entorno, que conoce tus necesidades. Pero enfrentarte a la sociedad es una lucha constante por demostrar tu validez como la de cualquier otro y también por afrontar el cuestionamiento. En invierno, que llevo la pierna tapada por el pantalón, es muy habitual que me pregunten por qué me siento en los asientos de movilidad reducida, por ejemplo.

Haces mucho hincapié en la importancia de la familia en tu proceso.

Han sido el pilar fundamental desde el primer minuto. Mi mujer y mi hijo fueron trasladados al hospital de Toledo mientras que a mí me llevaron al 12 de Octubre. Mi padre me acompañó en la hospitalización y fue un gran apoyo en esos primeros momentos de aceptación. Gracias a él empecé a tener claro todo lo que había cambiado, pero también las oportunidades que traía esta nueva realidad.

El otro pilar en el que te has apoyado es el deporte. ¿Ahora tiene un nuevo significado?

El deporte me salvó la vida. Tras el accidente, de camino al hospital, entré tres veces en parada cardiorrespiratoria, lo que iba a suponer alguna lesión cerebral. Al practicar deporte, mis pulsaciones normales están entre cuarenta y cincuenta por minuto. Tener un ritmo tan bajo es normal para mi cuerpo y eso me permitió no sufrir daños en el cerebro. Tras el proceso de recuperación, el deporte no es una práctica de ocio como lo era antes. Ahora necesito el deporte para seguir creciendo en lo personal, porque ha sido la primera muestra de todo lo que puedo llegar a conseguir tras el accidente. Además, es un nexo de unión muy estrecho con gente en mi misma condición. Mis compañeros son un gran apoyo, porque charlando con ellos también se hace terapia y te das cuenta de que todo está bien.

Tu regreso al deporte es con el baloncesto.

Empecé a jugar en el club de baloncesto de Parla. El primer año de mi regreso lo invertí en aprender a manejar la silla de juego, que es muy diferente a la de calle porque es más ligera y rápida. Durante ese año solo entrenaba con ellos porque era muy lento jugando. Aunque había jugado al baloncesto toda mi vida, tuve la sensación de que estaba aprendiendo otro deporte completamente diferente. Los compañeros me apoyaron mucho durante el proceso y a final de año me ofrecieron una ficha en el equipo que jugaba en división nacional. El equipo nos ha dado muchas alegrías porque conseguimos subir a primera división. El año pasado las lesiones nos pasaron factura y volvimos a segunda. Esta temporada el objetivo es jugar los play-off y volver a competir en primera.

¿Cómo has vivido el proceso de volver aprender a practicar deporte?

Lo he vivido como un niño porque transitar ese proceso de aprendizaje también me ha servido para demostrarme que no era inútil y ya no podía hacer nada. Ahora compito a nivel nacional, viajando por toda España y Europa practicando deporte, algo que antes nunca podría haber conseguido. El año pasado, gracias a la competición, he viajado más que en toda mi vida. Como se suele decir, cuando se cierra una puerta se abren muchas ventanas, y esa ha sido la gran lección que me he llevado de mi vuelta al deporte.

Estás jugando al máximo nivel de competición nacional de baloncesto, ¿en qué momento llega el balonmano?

Me comentaron que se estaba creando un equipo de balonmano para la selección española y me animé a hacer las pruebas. Viajé a Valladolid a hacer las pruebas con el entrenador del grupo, Ricardo Alonso y el entrenador del único club de balonmano en silla hasta el momento, el Inclusport Valladolid, Óscar Perales, antiguo jugador profesional de balonmano a pie que juega en silla por una lesión de rodilla. Ambos vieron que podía aportar al equipo y me ofrecieron formar parte de la selección. Tras las pruebas se creó el Club Balonmano Parla, segundo club en toda España. Como selección hemos viajado a Zaragoza para hacer una demostración y Dominicos Zaragoza ya cuenta con el tercer equipo de balonmano en silla de ruedas. Todavía no tenemos competición nacional, los jugadores entrenamos en nuestros clubes para competir con la selección. La idea es seguir divulgando el balonmano en silla para que salgan más equipos y poder crear una competición nacional. Todos los jugadores estamos implicados con el propósito de la federación y vamos allí donde nos necesitan.

El balonmano os ha traído muchas alegrías en muy poco tiempo.

La federación apostó mucho por el equipo. La primera competición fue un cuatro naciones que se disputó en Francia. Perdimos contra Portugal y Francia y ganamos contra Bélgica, fuimos terceros en la clasificación. Siguieron apostando por el equipo y conseguimos estar en el mundial europeo, donde quedamos quintos del mundo y cuartos de Europa. Son unos resultados muy buenos para un equipo tan nuevo donde los jugadores no tienen una liga nacional en la que competir. Todos venimos de otros deportes como el baloncesto, pádel o incluso de ninguna competición.

Fuiste MVP frente a Pakistán y Croacia. ¿Qué aportas al equipo?

Sobre todo, aporto cabezonería porque me gusta ganar hasta en los entrenamientos. Pero también serenidad y carácter cuando el partido se complica. Por mi físico, también ofrezco envergadura. Me siento muy cómodo jugando de pivote y cuando el entrenador me posiciona por fuera también tengo facilidad para anotar desde lejos. En silla no nos podemos aproximar tanto a la portería, lo que exige que tiremos potente y con precisión desde nueve metros.

¿Cómo es competir en un mundial?

Ha sido una experiencia muy enriquecedora y a nivel deportivo poco más se puede pedir. Lo viví con mucha ilusión, pero también con muchos nervios. Recuerdo que el día de antes llamé a un compañero que no fue seleccionado porque piensas en la importancia de estar representando a tu país y te das cuenta de cuánta responsabilidad hay depositada en ti. Casi no pude dormir la noche de antes porque ¿cómo se empieza un partido de un mundial?, ¿cómo se juega un mundial? Los mundiales son especiales porque cada partido es definitorio. Si te duele algo, tienes que intentar seguir hasta no poder más.

Tienes una voluntad muy fuerte por ayudar a otras personas.

Cuando tuve el accidente recibí la visita de Raúl, un chico que había perdido las dos piernas en un accidente de moto. Fue la primera persona con la que pude hablar de la discapacidad y me dio una lección de superación que me hizo ver que si te lo propones, te puedes sobreponer a los contratiempos. Desde entonces me gusta ayudar a todo aquel que lo necesita contándole mi experiencia. Mi doctora me ha llamado para hablar con algún paciente que va a sufrir una amputación para mostrar una perspectiva optimista sobre las numerosas posibilidades que continúas teniendo y otras muchas que aparecen tras la pérdida de un miembro. En Valdemoro formo parte de la Asociación Amival, de la que soy presidente desde hace dos años. Empecé siendo socio, porque es un soporte muy útil para recibir asesoramiento en ese nuevo mundo en el que empiezas a moverte. 

¿Qué objetivos te marcas como presidente de Amival?

El objetivo de la asociación es continuar con la oferta de actividades que ya ofrecemos a los socios. Somos 260 y, personalmente, me gustaría aumentar el número de talleres con uno de deportes y otro de informática. Este último ya lo impartíamos, pero lo perdimos. Es complicado encontrar un perfil de persona que quiera dedicar de manera altruista parte de su tiempo a enseñar. Si algún vecino nos está leyendo y quiere colaborar con la asociación, estaremos encantados de sentarnos a hablar y ofrecerle las mejores condiciones. Como novedad, tenemos una voluntaria que trabaja con animales acostumbrados a participar con niños con discapacidad. Nos gustaría sacar un taller con ella. Además de los talleres de manualidades o lectura, estamos centrados en el Centro de Atención Temprana (CAT), donde colaboramos con la parte pública para garantizar una continuidad en los tratamientos cuando superan la edad de asistencia. En este sentido nos gustaría poder aumentar el número de plazas de asistencia privada para que llegara a más socios. Somos conscientes de que el personal y espacio que tenemos es limitado, pero intentaremos mejorar en todo lo que podamos.

¿En qué situación se encuentra el deporte con discapacidad en Valdemoro?

Todo el deporte que practico lo hago fuera de Valdemoro. Desconozco si hay una comunidad de deportistas con discapacidad aquí. Conozco la figura de la triatleta Eva Moral y poco más. Sería muy interesante crear esa comunidad para conocer otros deportes y realidades. Unir fuerzas seguro que mejoraría el panorama del deporte para personas con discapacidad en Valdemoro. Nuestro pueblo podría ser un punto de encuentro para muchas personas de la zona sur, como Ciempozuelos, Pinto o Aranjuez. Tras sufrir una discapacidad, mucha gente no practica deporte porque no encuentra la motivación o el impulso. Ver que hay gente en tu entorno próximo que tiene circunstancias similares y practica deporte sería un muy buen aliciente.

 

La vida ni se frena ni se detiene para Miguel. Por delante quedan muchos retos por cumplir, como viajar con la familia o volver a subir con su equipo a primera. Con la selección española de balonmano estamos seguros de que Miguel nos dará más alegrías que aparecerán en las páginas de La revista de Valdemoro. Miguel derrocha proactividad, mucha más que antes del accidente, nos asegura. Resulta muy gratificante escuchar testimonios como el suyo; personas que se sobreponen a los problemas que nos presenta la vida y que son un ejemplo de motivación y vitalidad.

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