Estrella de Elola nació en Madrid el 10 de diciembre de 1872. Era hija de Ambrosio Elola de las Heras y de Estrella Folgueira y su relación con Valdemoro empezó cuando era una niña. Según testimonios documentales, su familia llega al municipio en 1822 cuando Manuel de las Heras Gómez (bisabuelo de Estrella) adquiere una finca en la calle del Mediodía (actual Alarcón) donde, seguramente, la pequeña pasó algunas temporadas en los primeros años de su vida.
Muy pronto quedó huérfana, puesto que cuando su padre solicita la vecindad en Valdemoro en 1878 para instalarse en la casa familiar de la calle del Mediodía, seguramente acompañado de su hija, ya consta su estado civil como viudo. Pero él debió morir al poco tiempo y Estrella fue acogida por sus tíos Ana Elola de las Heras y Bernardo
Frau y Mesa, senador del reino y diputado a Cortes por la provincia de Castellón de la Plana. El padre de este último, Ramón Frau y Armendáriz, era un prestigioso médico de
origen barcelonés, miembro de la Real Academia de Medicina de Cataluña, catedrático de medicina y cirugía de la Universidad de Madrid, que había llegado a Valdemoro en
1843 tras comprar una casa en la calle Infantas. La vivienda inicial luego sería ampliada por su hijo a finales del siglo XIX, para convertirse en una espaciosa propiedad que
se extendía entre las actuales calles Infantas, Practicante don Ramón Macías y General Dabán.
De su infancia y adolescencia no encontramos más información que la que muestran las fotografías, donde aparece como una muchacha agraciada representante de la alta burguesía de la época. Su vida debió transcurrir entre Madrid, donde la familia tenía su residencia habitual, y Valdemoro, lugar de los descansos estivales.
Probablemente, el destacado cargo desempeñado por Bernardo Frau la pusiera en contacto con personas vinculadas a la política del momento que frecuentarían la residencia familiar y así llegaría a conocer al que se convirtió en su marido: el diplomático Fernando Osorio Elola. También hay que tener en cuenta que las muchachas pertenecientes a la alta burguesía y la aristocracia de la época asistían con frecuencia
a los bailes organizados en palacio con motivo de la visita de alguna delegación extranjera y en los hoteles Palace y Ritz, así como a los organizados en las casas de las principales
familias de la ciudad, a fin de relacionarse con personas de su misma clase social y posición y poder encontrar el pretendiente adecuado que reforzaría los lazos familiares.
Fernando era bastante más mayor que Estrella. Había nacido en Valdepeñas en 1855, hijo de un destacado militar que también llegó a ser diputado de las Cortes y senador real. En 1875, siendo aún muy joven inició su carrera diplomática, profesión que le llevó a desempeñar empleos de responsabilidad en diversos lugares del mundo, desde
Washington y Nueva York, donde empezó a ejercer, hasta La Haya, donde cesó en 1916, pasando por Shanghái, Lisboa, Berlín, Montevideo, El Cairo, Estocolmo, etc., destinos a los que, lógicamente, iba acompañado por su esposa y en los que debían de llevar una intensa vida social, según era propio de su estatus. Celebrarían bailes oficiales y tratarían
con funcionarios, colegas y hombres de negocios además de las personas más influyentes de cada uno de los países en los que estuvieron destinados, otorgándoles una visión cosmopolita de la realidad del momento.
En 1922, cuando contaba 67 años y después de recorrer medio mundo, Fernando Osorio solicitó la jubilación, después de una vida profesional desempeñada con tanta entrega
que le hizo merecer la Gran Cruz de la Orden Pontificia de San Gregorio Magno y Santa Ana de Rusia. Entonces el matrimonio se estableció en Madrid, en la calle Hermosilla.
También fue entonces cuando decidieron regresar a Valdemoro. Pero la antigua casa de la calle del Mediodía que perteneciera a la familia de Estrella había cambiado de dueño y, en ese momento era Segundo Rincón su propietario, tras un corto periodo en que la posesión pasó del literato Pedro Antonio de Alarcón, que la había adquirido directamente a la familia De las Heras, al obispo de Vitoria, José Cadena y Eleta, que se desprendió de la casa y sus aledaños en 1909.
Por otra parte, el inmueble de Bernardo Frau, muerto en 1910, casado en segundas nupcias con la marquesa de Bajamar, pertenecía a esta última. Por lo tanto, el matrimonio
Osorio Elola decidió adquirir un nuevo inmueble en la calle principal de la población: la calle Grande (actual Estrella de Elola), por la que abonó a los antiguos dueños la cantidad de 23 500 pesetas. La vivienda estaba compuesta por varias habitaciones en piso bajo y alto con cueva, dos patios, dos pozos de aguas limpias, jardín y corrales, ocupaba una superficie aproximada de 4 000 metros cuadrados, según consta en los documentos conservados en el Registro de la Propiedad y era una auténtica residencia de veraneo al gusto de la época de las que se encontraban numerosos ejemplos en el Valdemoro decimonónico, con bellos y frondosos jardines apropiados para pasar del modo más agradable los rigores del verano.
Hay que tener en cuenta que la localidad era un destino estival para la burguesía y la ilustración madrileña, sobre todo a partir de la inauguración del trazado de la línea ferroviaria de Madrid a Aranjuez en 1851. Durante la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX aquí se llegó a concentrar un nutrido grupo de intelectuales, llegando a formar una auténtica colonia cultural.
Sus primitivos poseedores, según los documentos registrales, eran descendientes de una de las familias de mayor prosapia local: los condes de Lerena, que en torno a 1850
transmitieron la propiedad a Sebastián González Naudín, ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina que la enajenó posteriormente a Filiberto Zea y Mahy. Este vendió
la casa en 1899 por 40 000 pesetas a Pablo Soler y Soler, procurador del Colegio de Abogados de Madrid. Y cuando Pablo murió, en 1898, heredaron el inmueble sus dos
hijos: Mercedes y Pablo Soler Guardiola. Este último fue un importante diplomático, con cargos en las embajadas españolas de Japón, Washington y Buenos Aires. Posiblemente,
la carrera de Soler Guardiola fuera el nexo con el marido de Estrella de Elola, Fernando Osorio, de igual dedicación profesional.
Con toda seguridad, los Osorio-Elola debieron acomodarla a sus gustos y necesidades, dotándola de todo tipo de comodidades y mobiliario y también de objetos exóticos y
curiosos procedentes de los países donde habían residido, por lo que debía de ser una de las casas más señoriales y exquisitas del municipio.
Sin embargo, el diplomático no tuvo mucho tiempo para disfrutar de su propiedad porque murió el 20 de septiembre de 1930 en Valdemoro, «donde se encontraba accidentalmente», según consta en los documentos, legando en su testamento unas propiedades que aún conservaba en Valdepeñas a su hermana y estableciendo como heredera universal a su mujer Estrella.
A partir de entonces la vida para Estrella de Elola dio un giro importante y cuando venía a Valdemoro visitaba con frecuencia a las monjas franciscanas, con las que mantenía una estrecha relación. También dedicaba su tiempo y buena parte de sus recursos económicos para remediar las necesidades de los más desfavorecidos, repartiendo limosnas entre los menesterosos del municipio. En atención a esta actitud filantrópica el Ayuntamiento de Valdemoro decidió homenajearla denominando con su nombre a la calle más importante de la localidad, la calle Grande, en 1932. En los diferentes testamentos otorgados por Estrella (1939 y 1940) dispuso varias donaciones a pobres de Valdemoro y a las personas que la habían acompañado en sus últimos años.
No sabemos si cuando estalla la Guerra Civil Estrella residía en el municipio, puesto que en verano es cuando se establecía en Valdemoro la colonia de veraneantes. Murió en febrero de 1940 y, al igual que su marido, está enterrada en el panteón erigido por su tío, Bernardo Frau y Mesa, en el cementerio parroquial de Valdemoro.
El matrimonio Osorio-Elola no tuvo descendencia y al morir Estrella la casa pasó a ser propiedad de su heredera universal, su sobrina Carolina Elola Osorio, residente en
Granada, que un año después de fallecer su tía la vendió a unos vecinos de Ciempozuelos.
Después de varias vicisitudes y distintos propietarios, el inmueble y su amplio jardín anexo fueron adquiridos por una constructora a principios de la década de los 90 del pasado siglo XX que acordó con el Ayuntamiento ceder la vivienda para el uso que actualmente tiene: Centro Ocupacional.
Los parientes de Estrella de Elola no abandonaron la población hasta los años 70 del pasado siglo, cuando al morir varios familiares solteros o sin descendencia como la propia Estrella, los herederos fueron perdiendo el vínculo con Valdemoro y deshaciéndose de unas propiedades que habían pertenecido a su familia desde hacía más de 100 años.
En 2016, al cumplirse el 25.º aniversario de la fundación del Centro Ocupacional, el Consistorio valdemoreño denominó al edificio con el nombre de la que fuera su más
insigne propietaria: Estrella de Elola.
Texto: María Jesús López Portero (Archivera Municipal de Valdemoro)
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