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Asociación APAV

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Existe una nueva vida tras superar una adicción

APAV es una asociación sin ánimo de lucro que nació en 1995 con el objetivo principal de ayudar a las personas con problemas derivados del consumo excesivo de alcohol y otras adicciones. La adicción que más se había extendido en finales de los años noventa era el alcoholismo; Julio, uno de los socios más antigua de la asociación, promovió la creación de un espacio en lo que hoy conocemos como el antiguo ayuntamiento. Gracias a esta iniciativa individual la asociación pudo ir formalizándose, crearon los estatutos y obtuvieron un número de registro. Poco a poco varios vecinos comenzaron a participar en su actividad, que desde entonces no ha cesado hasta hoy.

Julián, de quien es digno de alagar su capacidad de autoconsciencia sobre un problema tan generalizado, vio que en municipios cercanos a Valdemoro ya existían este tipo de iniciativas y nuestro pueblo carecía de esta ayuda tan necesaria para muchas personas. Dado que el alcoholismo era la principal causa de adicción en esa época, la asociación toma como nombre Asociación para Prevención de Alcohólicos de Valdemoro. Aunque ha mantenido las mismas siglas, el nombre de la asociación ha evolucionado con su actividad y hoy las iniciales APAV hacen referencia a la Asociación para Prevención de Adicciones de Valdemoro.

Problema de salud pública

Las estadísticas de la Comunidad de Madrid indican que el inicio del consumo de alcohol en los jóvenes desciende hasta los 12 años, alcanzando un 75,6 % de los jóvenes en toda España según las estadísticas del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) en su encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES). Más alarmante aún son las cifras del consumo de drogas duras como la cocaína, que se cuelan en edades entre los 16 y los 18 años.

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Pero ¿cómo podemos saber si nosotros, o alguien de nuestro entorno, esta desarrollando una dependencia a una droga? El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales nos indica: «Para poder ser diagnosticada como tal, la dependencia de sustancias ha de conllevar un patrón desadaptativo de consumo que incluye malestar o deterioro (físico, psicológico o social) y junto al que han de darse, al menos, tres de los siguientes criterios en algún momento de un período continuado de 12 meses: tolerancia a la sustancia, entendida como una menor sensibilidad a los efectos de la misma; síndrome  de abstinencia, reacciones físicas o corporales que se manifiestan en el sujeto cuando cesa el consumo de la sustancia; un aumento de las cantidades o disminución de los tiempos de consumo; voluntad truncada de querer interrumpir el consumo o controlarlo; inversión de mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia, reducción de las actividades cotidianas por motivo de la sustancia o mantener el consumo pese a ser consciente de los potenciales riesgos».

Haciendo una simplificación de lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando consumimos una sustancia psicoactiva, legal o ilegal, podemos afirmar que el consumo de este tipo de sustancias aumenta nuestros niveles de dopamina en el cuerpo, uno de los neurotransmisores más comunes en nuestro cuerpo. Este libera un nivel mayor de dopamina cuando se nos presenta una recompensa inesperada. De manera contraria, las neuronas de dopamina son deprimidas cuando dicha recompensa se omite. En la naturaleza, aprendemos a repetir comportamientos que conducen a maximizar recompensas.

Ya no soy el mismo

Para este reportaje contamos con el testimonio de su presidente, J. O. G., quien ha conseguido superar una adicción y hoy dedica su tiempo a ayudar a muchos vecinos que desafortunadamente se encuentran en una situación de adicción.

J. O. G. afirma que el sumirse en una adicción puede afectar a todos los ámbitos de tu vida. Para él, «socialmente, una adicción te cambia por completo. La adicción hace que el individuo se aísle en los ambientes donde se produce el consumo. Esta actitud se traduce en una pérdida de conexión con la familia, un deterioro en la relación con tu pareja y un abandono de las relaciones sociales con amigos o compañeros de trabajo».

En lo personal, nos advierte de que el consumo modifica el carácter hacia un comportamiento más agresivo en los periodos de abstinencia. El síndrome de abstinencia es una reacción del cuerpo al ser privado de una sustancia adictiva, y puede desembocar en conductas inusuales en el sujeto como pueden ser la mentira o la agresividad. Este tipo de conductas hacen que la persona dependiente no pueda mantener una estabilidad emocional y social, y sus actos generen un deterioro de la confianza y el contacto con las personas que le rodean.

El abuso en el consumo de una sustancia psicoactiva puede producir trastornos fisiológicos tales como convulsiones, cambios en el ritmo cardiaco o deterioro del sistema nervioso central. Entre los trastornos psicológicos encontramos alucinaciones, tendencias paranoicas, depresión o neurosis. Uno de los síntomas más recurrentes es la pérdida de voluntad y autoestima, la sustancia convierte en esclava a la persona y la necesidad de su consumo puede llegar a provocar que el enfermo haga cualquier cosa por conseguirla.

Para J. O. G. «lo peor de una adicción es que nunca va a disminuir por sí sola, siempre va en aumento. Si la persona afectada no realiza un ejercicio de concienciación sobre su adicción y se pone en manos de profesionales, el resultado final nunca será bueno. La adicción tan solo tiene tres salidas: el ingreso médico en un hospital, la cárcel, porque hayas cometido alguna ilegalidad para consumir o por consumir la sustancia, o la peor de todas, la muerte».

La rehabilitación como única salida

La concienciación y aceptación de la enfermedad es el primer paso que debe dar la persona afectada para asumir un proceso de rehabilitación. Una adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro por la que busca constantemente esa recompensa o alivio que mencionábamos anteriormente.

Aunque la mayoría de las personas enfermas de una adicción acuden a la asociación de por voluntad propia, lo cierto es que el primer trabajo se centra en la aceptación y concienciación de la enfermedad y la dependencia a una sustancia. Que la persona haya decidido acudir a la asociación no es sinónimo de aceptación de la enfermedad, sino la consecuencia de un cúmulo de circunstancias (personales, de salud o legales) que les obligan a buscar una ayuda.

J. O. G. apunta: «La concienciación de la enfermedad es imprescindible para comprender la problemática. En la asociación realizamos un trabajo de aprendizaje continuo. La persona que lleva dos meses aprende de la que lleva seis, que a su vez aprende de la que lleva dos años, que a su vez aprende de la que lleva diez».

La patología física se debe tratar médicamente, con la supresión de la sustancia y su sustitución por medicamentos, según prescripción médica, que faciliten la recuperación. Aunque complicada, J. O. G. nos asegura que la primera fase, de recuperación física, supone menos tiempo (entre seis meses y dos años, dependiendo de la persona y el grado de adicción) y es más fácil de conseguir. Esta recuperación se consigue gracias a la rectificación de aquellos hábitos que inducen al consumo y la introducción de nuevas actividades como el deporte.

La segunda fase comprende el proceso más complejo, que conlleva un trabajo para toda la vida: la rehabilitación psicológica. El proceso de depuración que experimenta el enfermo durante la abstinencia física genera un cambio drástico en su visión de la enfermedad y la actitud para afrontarla. En esta segunda fase se trabaja el crecimiento personal con la creación de nuevas metas y retos. Durante esta fase es muy importante reconstruir la autoestima y la personalidad del individuo con la ayuda de un psicólogo, pues una base fuerte le permitirá afrontar por sí mismo los problemas que se le presenten en un futuro. J. O. G.  puntualiza: «El trabajo que realizamos en la asociación es fundamental. Desde el primer día del socio insistimos en la importancia de no ausentarse de ninguna terapia. El aprendizaje continuo es necesario para la rehabilitación, no existen periodos de tregua».

Aunque cada caso es particular, en la asociación nos indican que un proceso de rehabilitación satisfactorio debe durar al menos tres años, un primer año de abstinencia física y dos años de refuerzo psicológico. En este sentido, J. O. G.  nos indica: «Acudir a la asociación es un hábito que no debería perderse nunca. Aunque la persona se haya rehabilitado y posea un buen refuerzo psicológico que le permita realizar una vida normal, acudir a la asociación eventualmente sirve como recuerdo de la enfermedad crónica que le acompañará toda la vida». Por este motivo, a la asociación acuden personas que se han rehabilitado hace más de una década.

APAV en acción

Para J. O. G.  la base de la prevención es la información. «Hoy en día, la gente joven está poco informada acerca de los peligros que conlleva caer en una adicción. Además, sustancias como el alcohol están tan instauradas en nuestra sociedad que su no consumo puede ser un motivo de exclusión social en un grupo de adolescentes. Ofrecer a los jóvenes la información y las herramientas para conocer los peligros de estas sustancias es una tarea pendiente que no se está realizando. Los principales medios de comunicación, que son grandes responsables de esta tarea, no cumplen esta labor porque estas sustancias generan cantidades ingentes de dinero e intereses en todo el mundo».

Varios centenares de asociaciones como APAV asumen esta labor de prevención mediante la información y la orientación. Para ello, llevan a cabo diferentes iniciativas de concienciación que pasan por el acercamiento de datos, estudios y, lo más importante, casos reales a las aulas y los hospitales. Gracias a estas acciones se ponen de manifiesto las causas y las consecuencias que acarrean una dependencia. Los testimonios reales poseen la fortaleza expresiva de poner nombre y rostro a casos reales.

Para J. O. G.,  «este tipo de iniciativas son las más efectivas, aún así, hoy en día hay que realizar unos esfuerzos desorbitados para que los jóvenes no tengan un consumo de drogas. Resulta muy complicado convencer a un chaval de veinte años que pasa por la asociación de que su percepción de la vida está completamente distorsionada. Luchamos contra una construcción social creada por las modas, las redes sociales y los medios de comunicación que se orienta en el sentido contrario en el que creemos que se debe trabajar».

El grueso de la actividad de APAV se centra en el apoyo al enfermo adicto y su familia en el proceso de rehabilitación. Las personas enfermas y sus familiares que llegan a APAV lo hacen por diferentes circunstancias. Una de las más comunes, y fruto de la relación de la APAV con el Hospital Universitario Infanta Elena y los Centros de Salud de Valdemoro, es a través del médico de cabecera. Otros socios proceden de un centro de rehabilitación. Pasar a formar parte de una terapia de grupo es en muchas ocasiones la última fase en su proceso de recuperación. Por último, y también muy frecuentemente, gran parte de los socios acude a la asociación por voluntad propia o familiar tras ser conscientes de su problema y haberse informado sobre las diferentes posibilidades de rehabilitación. La terapia de grupo, aunque es un proceso más largo y que requiere de mayor voluntad por parte del individuo enfermo, es en muchos casos la vía más económica y anónima de afrontar esta enfermedad.

El grupo se articula como una segunda familia que integra a todos los participantes. Durante las reuniones se comparten momentos que hacen que todos los miembros se abran al resto de personas y se conozcan en su lado más sincero. Para J. O. G.  «el grupo tiene que ser parte de ti. Es lo que te ha sacado de una adicción, te ha ayudado y, sobre todo, te ha salvado la vida». Las dinámicas se construyen sobre la experiencia de los integrantes. Las personas más experimentadas muestran su aprendizaje a los que llevan menos tiempo en la asociación. A su vez, los enfermos que se encuentran en etapas más tempranas de rehabilitación no dejan de recordar a los más experimentados el camino que tuvieron que recorrer. El enriquecimiento y construcción personal pasa por escoger aquellos testimonios que te hacen reflexionar, trabajarlos e interiorizarlos.

El rango de edades oscila desde los veinte años hasta los setenta. Las edades que comprenden desde los cincuenta años en adelante suelen estar ligadas al alcoholismo. Por debajo de esta edad se amplía el abanico de sustancias (alcohol, cannabis, cocaína, éxtasis o anfetaminas, entre otros). En cuanto al número de hombres y mujeres, desgraciadamente la presencia de hombres es mayor que la de mujeres, y esto no se debe a que ellas no tengan problemas de adicción, sino a que existen barreras sociales que les impiden hacerlo público. En este sentido, J. O. G.  afirma:«Tradicionalmente el consumo de la mujer se ha producido siempre a escondidas. Aunque nos encontramos en pleno siglo XXI, para las mujeres es mucho más complicado acudir a una asociación como APAV por miedo a ser juzgadas por la sociedad».

Las terapias grupales se realizan los lunes, jueves y domingos y tienen una duración de dos horas. Todas las terapias están guiadas por un moderador que se ha formado previamente a través de los cursos que organiza FACOMA (Federación de Asociaciones de Alcohólicos y Familiares sin Ánimo de lucro). Las intervenciones son según el régimen interno de turno de palabra. Antes de proponer cualquier tema, se ofrece la posibilidad a los participantes de hablar sobre alguno que quieran exponer. Ya sea por un tema propuesto por un participante o por el moderador, se establece una estructura de debate donde todos los participantes tienen posibilidad de participar.

Todos los jueves la terapia está moderada por la psicóloga que acompaña la actividad de la asociación desde sus comienzos. Su extensa experiencia en este ámbito le permite trabajar con el grupo de enfermos y con el de familiares cada semana de manera alterna. Entre sus funciones se encuentra la de reforzar y dar apoyo a aquellos integrantes que se encuentran en una situación más complicada.

Una de las líneas de trabajo fundamentales de la asociación es el trabajo con los familiares. «El trabajo con los familiares es fundamental. En muchas ocasiones, los familiares sufren un mayor desgaste psicológico que el propio enfermo. Las mentiras, los insultos, los engaños o incluso los robos merman la autoestima y la confianza de las personas que rodean al enfermo, y en la asociación creemos que es importante dar soporte a esta parte afectada por las adicciones. A través de la terapia grupasl y la experiencia de las familias más veteranas se intenta reparar el daño que sufren muchas mujeres, maridos, madres y padres de enfermos. El daño causado a un familiar por la desconfianza tarda mucho más tiempo en recuperarse que una adicción. Además, les enseñamos pautas que contribuyen a mejorar la recuperación del enfermo», indica J. O. G..

La actividad de la asociación se complementa con talleres específicos que tratan temas como la autoestima o las relaciones de pareja. Anualmente se programa una convivencia en el mes de junio y dos cenas de fraternización, en verano y navidades, que permiten reforzar los lazos fuera del aula de debate. Por último, y como viene siendo tradicional, el próximo 30 de enero se celebrará la Jornada Sin Alcohol, momento clave de visibilización para la asociación. Durante esta jornada se han programado diferentes charlas de expertos y testimonios reales que en, en esta edición, tratarán la figura del familiar.

Nuevas adicciones

Tradicionalmente, cuando nos referíamos a una adicción hablábamos de sustancias psicoactivas. Hoy en día esta concepción de las adicciones ha quedado obsoleta. Con la irrupción de las nuevas tecnologías e internet se han generado nuevas conductas potencialmente adictivas. La generalización del uso de teléfonos inteligentes ha hecho nuestra vida más cómoda y productiva. A su vez, ha puesto al alcance de nuestra mano, y de una manera completamente accesible, un mundo de estímulos que ha provocado el aumento de adicciones al juego, el sexo o las redes sociales, entre otros.

Quizás el hecho más preocupante de estas nuevas adicciones es la aceptación social de la que gozan. Como si de una pandemia se tratase, el uso constante del teléfono móvil está normalizado. Lo preocupante de este hecho es que, como nos confirman en APAV, los enfermos que no superan los cuarenta años de edad poseen una adicción a una sustancia asociada a una adicción como puede ser el juego o el teléfono móvil. Este contexto hace que los casos sean más complejos y difíciles de abordar por una asociación.

Si estás interesado en formar parte de la asociación APAV tan solo debes saber que puedes acercarte a su sede en la calle Doctor Barraquer, s/n (en la trasera de la Casa de la Cultura) de lunes a viernes de 18.00 a 21.00 y los domingos de 11.00 a 13.00 horas. Con una breve entrevista personal conocerán tu caso y te explicarán detalladamente la actividad de la asociación.

J.O. G., en nombre de la asociación y todos sus socios, quiere agradecer al Ayuntamiento de Valdemoro y la Concejalía de Salud el apoyo recibido para poder llevar a cabo esta labor tan necesaria en nuestra sociedad.

Texto_Sergio García Otero