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Celebridades de Valdemoro

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Valdemoro ha sido cuna de personajes célebres a lo largo de toda su historia y su cercanía con la capital de España ha favorecido el paso de grandes personajes de la historia de España por la localidad. Miguel de Cervantes se casó en Esquivias (a veintitrés kilómetros de Valdemoro) y vivió allí durante tres años, con lo que es muy posible que se pasara por esta villa; Miguel Hernández estuvo en las trincheras de Cubas de la Sagra (a dieciocho kilómetros de Valdemoro) y parece que utilizó la oficina de correos de Valdemoro para enviar parte de su correspondencia. Ramón Sender Barayón, el hijo de Ramón J. Sender, cuenta en su libro Muerte en Zamora que su padre estuvo destacado en Valdemoro durante la Guerra Civil y que fue en esta localidad donde tuvo su famoso altercado con Líster. Parece ser, también, que está documentado el paso de San Juan de la Cruz por la localidad. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción puede presumir de un Goya, de cuadros de los hermanos Bayeu, pinturas de Claudio Coello y de los frescos de Antonio Van de Pere. En este artículo haremos un pequeño repaso de algunos de los personajes célebres que nacieron o residieron en Valdemoro a lo largo de la historia.

Aunque no se sabe el día exacto de su nacimiento, la primera de esas celebridades es Fray Pedro de Aguado. Sabemos que nació en Valdemoro y que fue bautizado hacia el año 1513. Alrededor del año 1560, parte para el Nuevo Mundo como misionero franciscano. Es considerado el primer historiador de Venezuela. Escribió Testimonio historial, que dedicó a Felipe II y que dividió en dos partes: Conquista y población de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada (1581) e Historia de Venezuela (1582).

«No deven ser olbidados por silencio los hechos y obras tan eroicas de nuestros naturales españoles, en especial aquellos que para honrra y gloria de Dios sean hechos, y como quiera que por la mayor parte sean los honbres de flaca y fragil memoria, prouee nuestro Dios, con su grande sabiduría, a mober los coraçones de algunos para que escriviendo las tales obras y haziendo libros e historias, sean por esta manera rreduzidos a la memoria, a lo qual con façilidad son mobidos por el gusto y contento que dello rreciben, por la memoria que dellos queda en los libros que conponen de obras virtuosas y notables hechos pasados: por que como dize Balerio, no ay humildad en el mundo, por grande que sea, que no sea tocada de dulçura y contento, y porque la memoria de los hechos y hazañas pasadas es vn exemplo para consultar las verdaderas».
 Fray Pedro de Aguado (1918) [1582], Historia de Venezuela, Madrid: Publicaciones de la Real Academia de la Historia.

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Pocos años más tarde, en abril de 1571, nació en Valdemoro Diego de Pantoja. Llegó a Macao, la antigua colonia portuguesa en China, el 20 de julio de 1597 como misionero jesuita. Junto a Matteo Ricci consiguió llegar a Pekín y allí consiguió trato de favor por parte del emperador para vivir allí convirtiendo a un buen número de chinos al catolicismo a pesar de que la ley imperial tenía prohibida la entrada a los extranjeros. Fue, junto a Ricci, partidario de introducir la religión católica en China a través de una política de adaptación frente a aquellos que habrían preferido intentar invadir China y convertir a todo el país.

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En 1602, Pantoja escribió una carta al obispo de Toledo Luis de Guzmán, en la que ofrecía todo un tratado sobre la geografía, la historia, la cultura y los sistemas de gobierno chinos. La carta se convirtió en un tratado difundido por toda España y traducido al francés, alemán, latín e inglés. Escribió un buen número de obras en chino, descubrió que el Catay del que hablaba Marco Polo correspondía efectivamente con China y comenzó a desarrollar un sistema de transcripción del chino al alfabeto latino que culminaría Nicolás Trigault en 1623. Diego de Pantoja murió en Macao el 9 de julio de 1618.

En la Biblioteca Digital Mundial, se puede acceder a la Crónica de tierras extranjeras (https://www.wdl.org/en/item/227/view/1/1/). A partir de un mapa de China diseñado por Matteo Ricci siguiendo los sistemas europeos de cartografía, el emperador solicitó la elaboración de un texto en chino, que explicara el mapa. Como Ricci murió, comenzó el trabajo Pantoja, que tampoco pudo terminarlo, pero que lo dejó muy avanzado para que lo acabara Giulio Aleni.

En 1971, con la presencia de miembros de la Embajada de China en Madrid, se colocó una placa en la pared principal de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción en conmemoración del 400 aniversario del nacimiento de Diego de Pantoja y en reconocimiento de su trabajo a la hora de acercar la lengua y la cultura chinas a Occidente.

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Manuel Bretón de los Herreros no nació en Valdemoro, pero vivió en la localidad. Dramaturgo, poeta y periodista, nació en Quel, La Rioja, en 1796. Fue también miembro de la Real Academia Española —además de secretario perpetuo—, bibliotecario de la Biblioteca Nacional y director de la Imprenta Nacional. Se alistó voluntario en la guerra de la Independencia y fue soldado durante diez años. Se cree que su carrera militar no prosperó debido a sus ideas liberales —llegó a luchar contra los Cien Mil Hijos de San Luis—. En su comedia en un acto Medidas extraordinarias o Los parientes de mi mujer, uno de los personajes de Bretón pide permiso para sentarse porque ha llegado caminando a Madrid desde Valdemoro. Murió en 1873.

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En 1828, nace en Málaga una de las figuras políticas más influyentes del siglo XIX español. Estamos hablando de Antonio Cánovas del Castillo. Fue político, historiador, presidente del Consejo de Ministros y fue asesinado en Mondragón por el anarquista italiano Michele Angiolillo. Su nombre sirvió para acuñar una corriente política, el canovismo, que tenía por fondo la implantación de una democracia no revolucionaria y tradicional al modelo británico. Estaba sustentada en la monarquía y creía en el bipartidismo y la alternancia del poder. Antonio Cánovas del Castillo compró una casa de verano en Valdemoro, posiblemente porque su hermano Emilio (diputado a Cortes, consejero de Estado y senador vitalicio) fijó su residencia en Valdemoro desde 1873 hasta 1910.

También vivió en Valdemoro su sobrino, el hijo de su hermano Emilio, Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo (1864-1933), conocido como Dalton Kaulak o simplemente Kaulak. Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo fue un famoso fotógrafo. Sus retratos recogieron imágenes de los más importantes políticos de su época como Antonio Maura, escritores como José de Echegaray, compañeros de la Real Sociedad Fotográfica como Guirao Girada, toreros como Manuel Granero y, por supuesto, la familia real.

«Hastiado de la corte política y literaria de España hace mucho tiempo, decidí levantar mi casa y venir a sentar mis reales y a emplearlos en este rincón pacífico que no envidia por la paz y el silencio a los profundos desiertos del África. Con todo el capital que en 17 años de trabajo incesante logré reunir, lo he empleado en la para mí deliciosa posesión que he construido y la única renta que me proporciona es la tranquilidad con que vivo, la libertad con que trabajo, la quietud egoísta en que vegeto y la salud y alegría de mis hijos».

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Así escribía Luis Mariano de Larra y Wetoret en una carta a un amigo en 1870, cuando decidió venir a vivir a Valdemoro. Lo único que le pesaba era «recorrer las cuatro leguas que de Madrid me separan». Luis Mariano de Larra y Wetoret (1830-1901) fue, que se sepa, el primogénito del famoso Mariano José de Larra y era rara la ocasión en la que no se le presentaba como tal, como hijo del gran Fígaro —incluso el día de su boda—. Tiene su aquel el ser siempre el hijo de alguien. Consiguió gran éxito literario como libretista de zarzuelas, siendo el autor de una de las mejores obras maestras del género (El barberillo de Lavapiés). Fue, además, periodista, dramaturgo y novelista.

Sus dos hijos, Luis de Larra y Ossorio y Mariano de Larra y Ossorio, siguieron la tradición familiar de la escritura y también continuaron su vinculación con Valdemoro. Luis de Larra escribió casi un centenar de obras. A pesar de sus constantes giras, siempre encontraba muchos momentos para disfrutar de sus amigos y parientes en su finca familiar de Valdemoro. Mariano de Larra, además de escritor de obras de teatro, fue un actor muy admirado en España y en Cuba, donde recibió el encargo de dirigir el prestigioso teatro Albisú. Murió en Valdemoro en 1926.

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Pedro Antonio de Alarcón —cuyo nombre completo era Pedro Antonio Joaquín Melitón de Alarcón y Ariza— nació en Guadix, Granada, en 1833 y murió en 1891 en Valdemoro, donde vivió una buena parte de su vida. Además de una rica vida periodística y literaria, el autor de El sombrero de tres picos fue consejero de Estado con Alfonso XII en 1875. Fue también diputado, senador y embajador en Noruega y en Suecia. Además fue académico de la Real Academia Española desde 1877.

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, Valdemoro, con unos 3 000 habitantes, gozaba de una animada vida cultural. En verano, la población aumentaba notablemente gracias a la llegada de una colonia veraniega anual que estaba compuesta por miembros de la burguesía y la aristocracia madrileñas. El 11 de noviembre de 1914, el periódico La Región publicaba un artículo en el que decía: «Valdemoro, por su proximidad a la capital de España, por los Colegios de la Guardia Civil… porque fue y es albergador de hombres ilustres, por el nombre y los títulos de sus primeros contribuyentes, tanto en lo territorial como en lo urbano, por las personalidades que le visitan constantemente, no es un poblacho. Es un pueblo muy importante, digno de cabeza de más relieve, de más ilustración y mayor posición social». En esos años, se crearon tertulias, encuentros y veladas, eran numerosas las representaciones teatrales y prosperaron las «sociedades de recreo». En 1892 se fundó el casino El Círculo de la Amistad, pero enseguida coincidieron muchos más como El Círculo del Progreso, La Flor, El Recreo y El Círculo de la Unión.

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En 1891, el médico y cronista Anastasio de la Calle —al que debemos en Valdemoro ese magnífico cartel pseudopalindrómico «Calle doctor La Calle»— intentaba explicar las razones de la afluencia de tantas celebridades en el verano: «… la situación de esta villa, su aire libre, sus buenos alimentos, urbanización y carácter del vecindario, así como sus aguas, hacen su estancia altamente recomendable».

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De entre las personalidades que vivían o veraneaban en Valdemoro en esos años, encontramos al periodista León Carbonero y Sol, al escritor Manuel Carbonero y Sol y Merás, autor de un libro con un título que promete por lo exhaustivo: Fin funesto de los perseguidores y enemigos de la iglesia desde Herodes el Grande hasta nuestros días (1875); se encuentra en esta lista de personalidades, también, Luis Cortés Suaña, taquígrafo, autor dramático, periodista y director del diario de sesiones del Senado; el prolífico libretista de zarzuelas Manuel Fernández de la Puente; el escritor de obras de tema administrativo Ramón López Borreguero, autor de otro título de vigente actualidad: Ligera indicación sobre la ruina de la Hacienda pública y su remedio (1873). También el arquitecto y filántropo Mariano de Lázaro, el ministro plenipotenciario Fernando Osorio y Elola, marido de Estrella de Elola y Folgueira.

Un personaje muy especial une esa época de los primeros años del siglo XX con nuestros días. Nos estamos refiriendo al maestro Morcillo, Fernando García Morcillo, nacido en 1916 en Valdemoro y fallecido en el año 2002. Miembro de una familia de músicos, fue director de la casa de discos RCA y dirigió numerosos programas musicales en directo para Radio Nacional de España y Radio Madrid. Fernando García Morcillo fue el compositor de numerosos temas del cancionero español contemporáneo, destacando La tuna compostelana y Mi vaca lechera. Sus canciones fueron interpretadas por María Dolores Pradera, Sara Montiel, Frank Sinatra y Carmen Sevilla.

 

A lo largo de los números anteriores de La revista de Valdemoro, hemos ido conociendo a distintas celebridades nacidas o residentes en Valdemoro. Hemos descubierto que tenemos grandes músicos, escritores, atletas, pintores y estrellas de la televisión viviendo entre nosotros. Continúan tan solo con una tradición que viene desde los orígenes de la fundación de la villa y tengo la certeza de que inspirarán a los jóvenes valdemoreños a brillar en todas las facetas de la vida.

 

Texto_Fernando Martín Pescador

Fotografía_Ncuadres – Archivo Municipal de Valdemoro