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Entrevista a la Dra. Inés Gonzalo González, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Infanta Elena (HUIE)

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Prevenir quemaduras solares en la infancia nos ayudará a tener una piel sana en la vida adulta

Las olas de calor que han azotado el país en el comienzo del verano han dejado claro que este estío será uno de los más calurosos de los últimos años. Como es natural, cientos de miles de personas se lanzan a piscinas, playas, ríos y lagos para combatir el calor.

Aunque cada vez son más conocidos, nunca está de más recordar algunos de los principales consejos que debemos tener en cuenta a la hora de exponernos durante varias horas al sol. Para ello nos hemos acercado hasta el Hospital Universitario Infanta Elena donde hemos hablado con la doctora Inés Gonzalo González, jefa de servicio en la especialidad de dermatología. 

¿Cuáles son los problemas más habituales a los que nos enfrentamos en verano si no utilizamos protección solar?

Si nos exponemos al sol sin crema protectora, lo primero que vamos a notar es un fotoenvejecimiento de la piel, es decir, nos hacemos mayores antes de tiempo. Esto se traduce en arrugas, manchas… Es el problema más estético y que antes se manifiesta. Si la incidencia de sol es suficientemente importante, puedes llegar a desarrollar un cáncer de piel.

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¿Cuáles son las principales enfermedades que tratáis durante el verano?

Aunque parezca mentira, en verano la piel mejora mucho porque el sol es un modulador de la inmunidad natural y muchas de nuestras enfermedades dermatológicas mejoran bastante en este periodo del año. Aún así hay casos en las consultas. Lo más habitual a principio de verano son las quemaduras solares. También hay ciertas patologías que se manifiestan más en esta época como son las enfermedades fotoinducibles: el famoso lupus que todo el mundo ahora conoce por las series de televisión. También hay problemas con la excesiva sudoración, pero, aunque parezca mentira, para nosotros el verano es una época más tranquila. El invierno y el frío hacen más daño a la piel, la sequedad de Madrid empeora mucho las patologías inflamatorias de la piel.

¿Qué medidas de prevención debemos tomar tanto al comienzo como en el transcurso de la época estival?

Preventivamente podemos tomar betacarotenos orales que son una «fotoprotección» oral. Estos betacarotenos son antioxidantes que nos ayudan a preparar la piel de cara al verano. Se deben tomar en torno a unos quince o treinta días antes de comenzar la época de verano, en Madrid hablaríamos de empezar a prevenir en el mes de mayo.

Una vez que el sol comienza a incidir de manera importante debemos utilizar un fotoprotector que se adecue a nuestro tipo de piel. La aplicación se debe realizar media hora antes de la exposición y se debe reaplicar cada dos o tres horas, independientemente del factor que utilicemos. Es muy importante realizar nuevas aplicaciones porque la protección se desgasta con el agua, los secados, la arena…

Tampoco debemos exponernos en las horas centrales del día. Desde las doce de la mañana hasta las cuatro de la tarde la incidencia del sol es mucho mayor. De igual manera, no debemos realizar exposiciones continuadas y de larga duración.

¿Cuánto tiempo podemos estar expuestos al sol sin correr riesgo?

Existe un concepto en dermatología que es la dosis mínima eritematógena, que aunque suena muy complejo, es el tiempo que cada piel puede estar expuesta al sol sin producir eritema, es decir, sin producir enrojecimiento. La dosis mínima depende del fototipo de cada piel y es particular para cada individuo. Nunca deberíamos llegar a esta dosis mínima porque supondría enrojecimiento. La fotoprotección permite aumentar el tiempo de exposición, pero en ninguno de los casos son recomendables largas exposiciones. La piel es un órgano con una gran capacidad de memoria que acumula la radiación recibida. Muchos pacientes tienen cáncer de piel porque no se queman y se exponen muchas horas seguidas al sol.

Es indudable que tener una piel bronceada es una moda estética, ¿es un hábito saludable o puede acarrearnos enfermedades en el futuro?

En este sentido hay un error en la terminología. Para los dermatólogos broncearse significa protegerse del sol. El bronceado es un mecanismo de defensa que tiene la piel contra la radiación porque produce la melanina que está guardada en unas bolsas. Esta melanina se envía al exterior de la piel para crear una especia de «paraguas» sobre el núcleo de las células para que no le llegue la radiación. Evidentemente, y en este país más aún, es muy difícil no coger un poco de color. Tampoco pasa nada si eso se hace de manera racional y utilizando protección solar. Porque incluso utilizando protección solar puedes tener una piel bronceada.

¿Todos los fotoprotectores son iguales?, ¿cuál debemos elegir?

No todos son iguales. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es el factor de protección. En España el fototipo mediterráneo es un fototipo medio, hablamos de personas con ojos marrones y pelo oscuro. Para este fototipo la protección debe ser alta, entre 30 y 40 FPS (factor de protección solar). Si hablamos de fototipos más claros, personas rubias y ojos claros, tendrían un nivel más de fotoprotección, 50+ FPS. A partir de estos dos conceptos existe un amplísimo mundo de texturas en las cremas solares que tiene que ver más con una cuestión de cosmética.

Entonces, ¿el modo de aplicación es indiferente si conservamos el nivel de protección?

Exactamente. La eficacia no se ve afectada por el modo de aplicación siempre y cuando se respete el nivel alto de protección. No es necesario utilizar una crema que te deje la piel blanca para estar protegido. Un espray totalmente transparente puede ser igual de eficaz. Esto tiene que ver con las novedades que cada año sacan los laboratorios para que la gente se aplique mejor la crema. Al crear productos más cómodos, la gente genera una mejor adherencia a su uso.

¿Qué sectores de la sociedad son más vulnerables?

Por norma general siempre son los extremos. Los niños, hasta los 16 años, siempre se dice que hasta esta edad nuestra piel no es capaz de reponerse del daño solar. Hay que tener especial cuidado con esta franja de edades porque las quemaduras durante la infancia pueden pasar factura en la edad adulta. En la franja de edad media tienen una mayor vulnerabilidad los pacientes que, por algún tratamiento, son inmunosuprimidos, es decir, tienen las defensas bajas. En la franja superior, las personas ancianas son pacientes inmunosuprimidos de manera natural. Además de tener las defensas más bajas a nivel general, suelen ser personas que acumulan mucha radiación en su piel, por lo que está más dañada. 

¿Qué podemos hacer si ya hemos sufrido una quemadura solar?

En las farmacias existe una amplia gama de productos que se denominan after sun. Estas cremas suelen ser cada vez más sofisticadas e incluyen calmantes que nos ayudan a intentar regenerar un poco el daño que se ha producido con la quemadura. En los casos más graves puede ser necesario el uso de corticoides para bajar la inflamación de la piel, esto siempre pautado por un médico.

El cuidado de nuestra piel no solo pasa por aplicarnos fotoprotección antes de una exposición al sol.

En verano la piel se seca más porque hay factores como las piscinas, que resecan. Es necesario tener la piel bien hidratada porque esto significa que es más sanada.

En este sentido, ¿cómo afectan la alimentación y la hidratación?

En general, la hidratación es muy importante porque si nuestro organismo está hidratado, la piel va a manifestarlo. En cuanto a la alimentación, no hay nada escrito acerca de que algunos alimentos sean mejores para mejorar patologías de la piel. Lo único que sí que se puede decir, y que une con el principio de la entrevista cuando hablábamos de las pastillas con betacarotenos para prevenir, es que existen betacarotenos naturales en las frutas rojas. Las frutas y verduras rojas como las zanahorias, tomates o fresas ya tienen betacarotenos y nos pueden ayudar a estar más protegidos del sol sin tener que recurrir a las pastillas.

El melanoma, o cáncer de piel, es una enfermedad cada vez más presente. ¿Cuál es vuestra percepción desde el punto de vista médico?

Existe una epidemia real de melanoma. Los melanomas están aumentando, pero, es verdad, que aumentan los que se detectan en estadios muy iniciales. Aunque es preocupante el aumento, es bueno que se produzca en una fase inicial porque tienen una supervivencia muy buena. Dicho esto, en el mundo en general y en España en particular, existe un aumento preocupante de melanomas. En gran medida vienen provocados por la moda que comentábamos antes que potencia las máquinas de bronceado y la idea de que estar bronceado significa estar sano y más guapo. El melanoma es un cáncer que afecta a gente joven y lo bueno es que estamos consiguiendo atacarlos en estadios muy iniciales donde se pueden extirpar y curar.

¿Cómo podemos detectar la aparición de un melanoma?

Un error muy habitual es pensar que los melanomas aparecen a partir de los lunares. La gran mayoría de los melanomas aparecen en piel sin lesiones previas, piel sana. Un porcentaje muy pequeño nace de un lunar. Lo que nosotros tenemos que detectar es la aparición de una lesión nueva en nuestra piel que empieza a crecer y que puede ulcerarse. Si aparece en un lunar al que le ha dado mucho sol, lo que detectaremos es una alteración del lunar: cambio de forma, de color, picazón o, incluso, sangrado. Para poder detectarlos debemos conocer nuestra piel. Por lo menos un par de veces al año debemos examinar nuestra piel para ver su estado. Con las nuevas tecnologías muchas veces les animamos a que se hagan fotos para tener un registro de cómo estaba su piel. Parece una tarea complej, pero no lo es. Hay pacientes con muchos lunares que son capaces de detectar si uno ha cambiado.

Gracias a nuestra charla con la doctora Inés Gonzalo hemos podido comprender la importancia de un correcto cuidado de nuestra piel. Como si de un folio en blanco se tratase, la piel acumula toda la radiación y los daños que sufre a lo largo de nuestra vida. Es por ello que hay que realizar una especial labor de prevención en los pequeños y jóvenes: una quemadura en una edad temprana puede acarrear graves problemas de salud en la edad adulta. Aplicar la protección treinta minutos antes de la exposición y reaplicar cada dos o tres horas son acciones clave que nos permitirán gozar de una piel sana durante todo el verano.

 

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres