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Entrevista a Reyes Medina, pionero de la fisioterapia en Valdemoro

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Tras cuarenta y tres años de ejercicio, afronta la jubilación con la satisfacción del trabajo bien hecho

Qué apasionante, y a la vez arriesgado, es asentar las bases de algo inédito en un lugar. Ese ejercicio de predicción, sensatez y valentía se agudiza más si cabe cuando hablamos de la sanidad. En esta tesitura se encontró Reyes Medina cuando llegó, en 1990, a un Valdemoro carente de fisioterapia. Reyes asumió el enorme reto de crear un nuevo servicio en el municipio con el fin de enriquecer la oferta local y mejorar el día a día de los vecinos de Valdemoro. La unión de su vocación heredada por esta profesión y el agradecimiento del pueblo dieron como resultado el nacimiento del primer centro de radiología y resonancia magnética del municipio y sentó las bases de una oferta fisioterapéutica más rica para los valdemoreños y valdemoreñas.

Hoy pone fin a toda una carrera profesional marcada por la continua formación, la preocupación por las necesidades de sus pacientes y la satisfacción de regresar a casa cada día con los deberes hechos. En este número de octubre tenemos la oportunidad de charlar con él para que nos hable sobre sus orígenes y experiencias en todo este tiempo.

¿Dónde se ha criado Reyes Medina?

Crecí en el seno de una familia con seis hermanos. Villamanrique, el pueblo donde vivíamos, era primordialmente agrícola y ganadero. Por suerte, en mi familia los medios no nos faltaron, pero eran escasos. Mi madre tenía que hacer malabares para sacar a su familia adelante. En mi infancia no había calles asfaltadas ni agua corriente, lo que se traducía en una labor enorme para las mujeres. Los hombres tampoco tenían horario, la vida se dedicaba al trabajo, que era lo que daba de comer a la familia. Los niños nos criamos en la calle, jugando con los amigos, merendando y haciendo las trastadas de la edad que tocara. No teníamos tabletas inteligentes, ni mucho menos; nuestro entretenimiento residía en objetos mucho más simples que los de ahora.

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¿Cómo se alimentó esta vocación por la medicina?

Conocí la vocación gracias a mi padre. Era el practicante de Villamanrique y los alrededores. Cualquier hora era buena para asistir a sus paisanos. Un hombre trabajador, amante de su profesión y muy constante y preocupado por su pueblo y su familia. Lo que se dice un profesional de la sanidad todoterreno. En los años que conviví con mis padres jamás le escuché quejarse por nada: ni por horarios, ni por su actividad profesional. La labor que hacían los profesionales en aquella época era muy humana porque no existían los medios técnicos que tenemos ahora. Tanto mi padre como sus compañeros coetáneos exploraban, diagnosticaban e incluso trataban utilizando sus cinco sentidos. Indudablemente, esta condición hacía que el profesional diera mucho valor al paciente como persona. Ahora también se ofrece ese valor, pero el profesional se puede servir de mucha tecnología para garantizar el mejor trato con el paciente.

¿Dónde se formó tu padre?

Estudió en Madrid, en la Facultad de Medicina de Atocha. Después trabajó en el Hospital Clínico. Era hijo de un peluquero y toda la familia hizo un gran esfuerzo para que pudiera ir a Madrid a estudiar. En esa época lo habitual era trabajar en el campo y cualquier otra opción suponía un tiempo y dinero que muchas familias no tenían, y que para otras muchas suponía una inversión muy importante. La formación era muy rápida y con dieciocho años comenzó con labores de enfermería en el pueblo.

¿Cómo definirías la figura de tu padre?

Creo que una de las grandes virtudes que tenía mi padre era amar su profesión. Nunca le escuché quejarse por ningún servicio que tuviera que prestar, daba igual la distancia, la hora o las condiciones que tuviese que ejercer. Le acompañé a muchas de sus consultas y asistencias, y verle trabajar ejercitó enormemente mi vocación por la sanidad. Fue mi gran maestro. De él aprendí lo que es la constancia en el trabajo, aprendí lo importante que era saber escuchar al paciente, aprendí que detrás de cada dolor hay una causa que lo produce y que cada persona es distinta hasta en la forma de reaccionar ante un malestar y una enfermedad.

¿Fuiste buen estudiante?

Siempre tuve claro que quería estudiar algo relacionado con la medicina. La escuela elemental la cursé con un maestro que venía al pueblo y nos preparaba para presentarnos por libre a los exámenes en Valdepeñas. No iba todos los días al instituto, pero era muy consciente de que, si quería salir de la vida de labor en el campo y la hostelería, tenía que estudiar. Desde que tenía doce años he recogido la aceituna y desde que tenía quince me iba todos los veranos a trabajar de camarero a zonas turísticas para ayudar a la economía familiar.  El bachillerato lo hice en Ciudad Real y de ahí di el salto a Madrid para estudiar primero enfermería durante tres años y después dos años de fisioterapia. Más tarde hice dos años de medicina, pero lo abandoné cuando me casé.

¿Cómo recuerdas tu llegada a Madrid?

Los cinco años de estudios estuve en una residencia de estudiantes. Fueron los cinco años en los que más me he divertido. La época universitaria fue un tiempo fantástico donde podíamos estudiar, hacer deporte y divertirnos. El metro costaba diez reales y la diversión estaba garantizada en una residencia con doscientos chavales.

¿Siempre tuviste claro que querías ser fisioterapeuta?

Desde el primer momento. En esa época era una especialidad en la que había muy pocos profesionales y a mí me gustaba mucho. Tuve la gran suerte de entrar al Hospital Clínico, que tenía escuela de fisioterapia. En ese momento en Madrid había dos o tres escuelas y a nivel nacional solo había en Barcelona, Zaragoza y Valencia.

¿Cómo se ha forjado tu carrera de fisioterapeuta?

Mi primera experiencia comenzó como enfermero en el turno de noche del Hospital Militar Generalísimo Franco. Trabajaba para poder permitirme pagar los estudios e ir a la facultad por el día. En 1979 comencé mi andadura profesional como fisioterapeuta en la Fundación Jiménez Díaz, en el departamento de rehabilitación, de la mano de la doctora Eloísa Pérez Zorrilla, ejemplo de profesionalidad, viveza y amante de su profesión. En 1985 tuve la gran suerte de colaborar y trabajar en FREMAP Capitán Haya como fisioterapeuta en traumatología. Allí tuve la gran oportunidad de coincidir con el equipo de fisioterapeutas del doctor Pedro Guillén, gran traumatólogo y mejor profesor. Cada consulta médica era una lección de cómo atender una lesión. En 1986 comencé mi actividad en ejercicio libre en Madrid, en una consulta que tenía en el número 7 de la calle Caracas.

Has sido un profesional en continua formación.

Me considero un fisioterapeuta que ha tenido la gran suerte de rodearse de grandes profesionales en diferentes momentos de su carrera. Esto me ha enriquecido muchísimo en lo profesional, pero también en lo personal. Además, siempre he tenido una voluntad muy activa por conocer nuevos procedimientos, técnicas y tecnologías. El mundo evoluciona y nosotros debemos hacerlo con él. La formación continua es una pata fundamental para un fisioterapeuta y es algo que tanto mis compañeros como yo siempre tuvimos claro. Cuando finalizamos la especialidad, creamos el grupo TERFIS, tertulia de fisioterapeutas, que estaba compuesto por fisioterapeutas del Hospital Clínico, del Hospital de la Cruz Roja, del FREMAP y del Hospital Universitario de La Paz. Todos los años hacíamos un curso y participábamos en otros a nivel internacional. También organizábamos charlas mensuales para conocer las novedades de nuestra especialidad.

¿Cómo concibes la fisioterapia?

Es una profesión a la que he dedicado prácticamente mi vida profesional, desde que tenía veintiún años hasta los sesenta y cinco. Durante años ejercí en la sanidad pública, pero gran parte de mi carrera se ha desarrollado en la privada. En este sentido, Valdemoro ha sido un enclave fundamental para mi carrera. Cuando llegué aquí esta especialidad no existía y tuve la oportunidad de crear mi proyecto de fisioterapia en el municipio. Estoy muy agradecido al pueblo de Valdemoro porque ha sido el que, con su buen trato, me ha permitido crecer como profesional.

¿Cómo aparece Valdemoro en tu vida?

Estaba trabajando en FREMAP, cuando el doctor Javier García Romero me ofreció la posibilidad de venir a Valdemoro a ejercer porque no había fisioterapeutas en el pueblo. Llegué en 1990 a un Valdemoro que no tenía más de doce mil habitantes y terminaba al final de la calle Libertad, donde ahora está situado el supermercado Ahorramas. A partir de ahí todo era campo de viñas y olivares. Había unas pistas con el esqueleto de un edificio abandonado que después se derrumbó. En aquellas fechas no teníamos ambulatorio de la Seguridad Social. Las especialidades estaban en el cruce de Villaverde y el hospital de referencia era el 12 de octubre. Había dos consultas privadas con especialidades médicas: la Clínica Puerta Del Moro del doctor don Pedro y el consultorio de especialidades medicas del doctor Luis Dettoni y Tino Perea. Valdemoro no tenía ningún gabinete de fisioterapia y los pacientes que demandaban esta especialidad tenían que ir al 12 de octubre. Los deportistas acudían a un profesional al que llamaban el brujo por los milagros sanitaros que lograba con sus manos. Mi primer gabinete lo instalé en la calle Doctor Barraquer y, afortunadamente, en pocos años tuve que trasladarme a otro local mayor en 11 de la calle Federico Marín, donde ejercimos la fisioterapia y consultorio de traumatología y podología; actualmente, en la calle Cristo de la Salud.

Además de ejercer como fisioterapeuta decidiste aventurarte en algo que no habías estudiado, el emprendimiento.

Al inclinarme por la fisioterapia privada surgió la posibilidad de emprender y no dudé en hacerlo. Comencé con un gabinete familiar en Madrid junto con mi mujer. Esta primera experiencia nos sirvió para asentar las bases de nuestro proyecto. Cuando llegué a Valdemoro fue muy fácil crecer en lo profesional y empresarial. Valdemoro es una localidad con una población funcionarial muy importante y este pueblo nos ha permitido trabajar mucho con ellos. La demanda fue creciendo a medida que se dieron a conocer nuestros servicios y eso, unido al crecimiento de Valdemoro, ha hecho que la fisioterapia haya experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas, aportando grandes profesionales al pueblo. Para mí ha sido un orgullo haber contribuido profesionalmente como fisioterapeuta y como pequeño empresario para dar servicio a este pueblo al que tanto debo. Todo lo que he hecho se lo debo a mi familia, a mis profesores y a todos y cada uno de mis pacientes con los que que tantas y tantas horas he compartido.

¿Cómo definirías al público de Valdemoro?

Me considero un profesional muy afortunado. La gente de Valdemoro siempre ha sido muy agradecida. En primer lugar, con la profesión que he desarrollado aquí; en segundo lugar, con el equipo con el que hemos contado. Es algo que yo valoro mucho porque hasta hoy han pasado por nuestro centro varias decenas de miles de pacientes y todos ellos, de alguna forma, nos han enriquecido porque nos han obligado a estar al día tanto en medios técnicos como humanos.

Echando la vista atrás, ¿sobre qué valores has construido tu trato con el paciente?

Mi padre me enseñó que como individuo tienes que devolver a la sociedad parte de lo que recibes de ella. La constancia ha sido una de mis máximas a la hora de afrontar objetivos más ambiciosos. El respeto a los pacientes es una máxima en mi consulta. Detrás de un paciente hay una persona, con sus circunstancias, dolencias y condicionantes. Siempre que hay un dolor hay una causa y nunca se debe tratar a todos los pacientes de la misma forma, porque las causas son tan variadas como pacientes existen.

En 43 años de ejercicio has podido comprobar lo mejor de la recuperación y lo peor de las dolencias. ¿Qué opinión te merece la salud?

Han sido muchos años de alegrías y momentos tristes. He tenido la oportunidad de conocer a personas que eran fuertes como robles a las que, cuando les faltó la salud, les sobraba todo. Creo que lo más importante en esta vida es la salud. Es nuestro valor principal porque es el motor para desempeñar todo lo demás. En mi consulta siempre he intentado desarrollar una fisioterapia preventiva con educación postural y física. Creo que es una de las líneas que se deben seguir desarrollando de manera intensiva. Fuera de la fisioterapia, como sanitario, he tenido la suerte y desgracia de vivir procesos muy destructivos, como épocas de pandemia y de enfermedades desconocidas que han llenado de miedo a la sociedad. Trabajé con pacientes que sufrieron el conocido como síndrome tóxico o neumonía atípica, el SIDA, la gripe A y ahora la covid-19. A pesar del reguero de víctimas que han dejado, siempre hay personas que consiguen atajarlas gracias a la ciencia.

En Valdemoro has desarrollado un proyecto de salud a través de tu gabinete. ¿Cómo ha sido el proceso de construcción de estos servicios?

Cuando empecé a trabajar la fisioterapia en Valdemoro no existía ningún centro radiológico, tan solo había un equipo de radiología muy antiguo. En 2010, y con la ayuda de dos empresarios, inauguramos un centro radiológico con todos los medios técnicos que en ese momento requería la población de Valdemoro. Como no dejaba de crecer, en 2013 inauguramos la Policlínica Valdemoro Plaza. Un centro de especialidades que hoy en día cuenta con mas de treinta y cinco especialidades y donde ejercen profesionalmente más de cincuenta especialistas médicos. Actualmente, en nuestros centros están trabajando más de setenta personas directamente y muchas más indirectamente. Nunca hemos escatimado en medios técnicos; nuestro objetivo siempre ha sido ofrecer el mejor diagnóstico a nuestros pacientes.

¿Qué necesidades crees que debe atajar Valdemoro en el ámbito sanitario?

Nuestra localidad tiene la gran fortuna de contar con el Hospital Universitario Infanta Elena. Cuenta con una equipación técnica de última generación y un equipo técnico y humano joven y muy bien preparado para las necesidades del pueblo. Disponer de ese gran valor es todo un privilegio. Lo que necesita nuestro municipio es contar con una ciudad universitaria que creara cantera para los profesionales del futuro. Valdemoro ya cuenta con un hospital universitario, una población de más de 80 000 vecinos y un núcleo urbano que satisface todas las necesidades para que este proyecto se lleve a cabo.

¿Cómo es tu vida en Valdemoro?

Desde que montamos el gabinete en el año 90 decidimos venirnos a vivir aquí. Transito prácticamente todas las partes del pueblo porque me parece un lugar recogido que te permite mucha movilidad. Me gusta pasear por la calle porque me cruzo con muchos pacientes que han pasado por la clínica. En cada salida de casa practico mucho la tertulia con la gente que me cruzo, me gusta intercambiar opiniones, informarme de la mano de los vecinos, en definitiva, sentir cuál es su estado.

Una vez jubilado, ¿en qué vas a invertir tu tiempo?

Decía mi padre que en la vida profesional hay un primer periodo de 25 años que era para formarse; un segundo periodo, hasta los 60 años, que era para trabajar y desarrollar tu profesión; y un tercer periodo para descansar de lo trabajado. Es de gran importancia no excederse en los tiempos de estos periodos porque la vida profesional, aunque dura, es muy corta. Quiero dedicar mi tiempo en disfrutar de mis nietos, mi familia y en regresar a mi pueblo. De momento sigo estudiando por aspectos de mi profesión, fuera del tratamiento.

Siendo fiel a sus valores, Reyes quiere despedir el reportaje con unos agradecimientos: «Como decía mi padre, es de bien nacidos ser agradecidos. Agradezco a todos mis pacientes, maestros y colaboradores el haberme hecho tan fácil mi profesión. Y especialmente a mis hijos y a mi mujer su ayuda y estar siempre a mi lado».

 

Este 2021 Reyes se despide de la consulta dejando un legado en el que esperemos que permanezcan inalterables los valores que un día aprendió de su padre. Estamos seguros de que todo el equipo de Reyes Medina, con sus hijos Almudena, Estefanía y Alberto, tiene mucho que ofrecer y aportar a la comunidad de vecinos de Valdemoro.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres

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