Tesis. Antítesis. Síntesis. El rock se hizo popular gracias a un muchacho blanco de origen humilde que aprendió a cantar en las iglesias protestantes afroamericanas. 1953. 1954. 1955. En 1953, Marlon Brando protagoniza Salvaje, una película de moteros en la que los atuendos de los protagonistas marcarían una línea de moda roquera que llega a nuestros días: pantalones vaqueros, chaqueta de cuero negra, camiseta negra… En 1954, Elvis Presley, un muchacho blanco de origen humilde que había aprendido a cantar en las iglesias protestantes afroamericanas, grabó That’s All Right, considerada por muchos la primera canción rock. Se trataba de un blues de la década de los cuarenta con el que Elvis, acelerando su tempo, jugueteó en el local de grabación de la Sun Records. En 1955, James Dean protagoniza Rebelde sin causa, una película un tanto determinista que retrata el malestar que sufren los adolescentes cuando descubren que ya no son niños y aún no pueden formar parte del mundo de los adultos. En 1971, Jeanette resumiría el argumento de la película con los cuatro primeros versos de su canción más famosa: «Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así, porque nadie me ha tratado con amor, porque nadie me ha querido nunca oír…».
- 1954. 1955. En tres años conseguimos el uniforme, la música y la actitud del rock. Pero ¿se trataba de una actitud nueva? En muchos sentidos, sí. Si nos da por imaginar la mayoría de escenarios posibles para un joven antes de la década de 1950, la adolescencia duraba casi lo mismo que en el preneolítico: un grupo de niños, supervisado por un par de adultos, salía a cazar por primera vez. Cuando esos niños volvían al poblado cargando lo que habían cazado ya eran hombres. La adolescencia duraba lo que duraba esa partida de caza. A comienzos del siglo XX, un niño se levantaba una mañana y le decían que ya no fuera al colegio, que, a partir de ese día, tenía que ir a ayudar al campo o a la fábrica. En la década de 1950, nos encontramos con una generación de niños a lo largo de todo el primer mundo a los que el sistema les dice que la adolescencia les va a durar más tiempo de lo que dura una partida de caza. Cuatro, cinco e, incluso, seis años más.
Eso no iba a ser todo. A esa generación de rebeldes sin causa y a las generaciones posteriores, el sistema les ha dicho no solo que la adolescencia ha sido prolongada, sino que la juventud debe durar hasta pocos minutos antes de la muerte. Debemos y queremos ser jóvenes para siempre. Y, aquí, el rock, la música pop en sus muchas de sus vertientes también, nos puede venir bien. No importa la edad que tengamos. Seguiremos siendo jóvenes mientras vistamos como jóvenes; seguiremos siendo jóvenes mientras mantengamos la música cerca de nosotros; seguiremos siendo jóvenes mientras no resolvamos completamente esa incertidumbre y ese inconformismo adolescentes que parecen no desaparecer cuando cumplimos treinta años, ni cuarenta, ni, incluso, cincuenta… como parecían desaparecer en un pasado no tan remoto.
Pero el que podamos ser jóvenes y roqueros hasta alcanzar la edad de los Rolling Stones también tiene sus ventajas. Podemos encontrarnos con roqueros que mantienen sus inquietudes artísticas a la vez que muestran actitudes mucho más maduras y serenas ante la vida. Es el caso de Isaac Palón, nacido en Alcañiz (Teruel), de raíces jienenses, y vecino de Valdemoro desde que sus padres se mudaron aquí cuando él tenía ocho años. Isaac tiene una tremenda energía positiva que contagia inmediatamente. Se deja ayudar por una sonrisa que no le abandona a lo largo de toda la entrevista. Isaac Palón es cantante de rock y acaba de publicar su primer disco en solitario, 25/01.
Eres músico por las noches y desarrollador de software por el día.
Ahora mismo estoy trabajando para un banco y estamos desarrollando la aplicación móvil para la gestión bancaria en las tablets y en los teléfonos móviles. En estos momentos, va a ser introducida en Chile y en México, pero el objetivo es que la aplicación se extienda a todos los países donde trabaja ese banco.
Me encanta mi trabajo de informático, pero parece mentira que haya acabado en este gremio. Cuando nos mudamos a Valdemoro, yo tenía ocho años, a mi hermano lo cogieron en el colegio Vicente Aleixandre y a mí me mandaron al colegio de Nuestra Señora del Rosario. Llegamos en enero y no había plaza para los dos en la misma escuela. Mis padres nos apuntaron a Informática en clases extraescolares para que hiciéramos algo. Las clases eran en el Vicente Aleixandre. Nos compraron un cassette de sesenta minutos a cada uno porque, entonces, se utilizaban los cassettes para grabar la información del ordenador y para programar con BASIC. No puedes imaginar cómo odiaba yo la informática. Me enredaba por el camino para llegar tarde a las clases… Me acuerdo que, a final de año, hicimos un examen y yo saqué un 1 sobre 10. El chico que se sentaba a mi lado quería ser programador informático y yo lo miraba pensando que estaba loco. No podía concebir que a un niño le gustara la informática y quisiera ser programador.
Después de ese día, nunca pensé que acabaría desarrollando software. Había acabado el curso y lo único en que pensaba era en pasarle ese cassette de la clase de Informática a Raúl, un compañero del colegio, para que me grabara unas cuantas canciones de heavy metal, aprovechando que su hermano tenía muchos vinilos. Todavía guardo ese cassette con la música que me grabó Raúl (su hermano era David Santisteban y justo estaba promocionando su primer single, Rebelde). Allí tengo a Queen, a Nirvana, a Guns & Roses… Grupos que han marcado toda mi vida.
Después de la escuela, estudié en ECAM (Escuela Comarcal Arzobispo Morcillo), aquí en Valdemoro, e iba para electricista. De hecho, trabajé algunos veranos como electricista. Terminé la FP y pensé en estudiar Industriales, porque era lo que podía hacer después. Pero no me cogieron. Algo tenía que hacer. Así que decidí hacer un módulo de Informática. Ahí me enganché. ¡Pillé un vicio con la informática! Salía por Valdemoro un sábado hasta las seis de la mañana y, cuando volvía a casa, en vez de acostarme, encendía el ordenador y me ponía a hacer las prácticas que tenía que hacer para la clase. Después del módulo acabé estudiando Ingeniería Técnica.
En la actualidad, me gusta desarrollar cosas para mí, aparte de lo que hago para el trabajo. Mis páginas web las hago yo, por ejemplo. Y sí que hay un punto de unión con la música. Me monté un estudio de grabación en casa y la informática me ha ayudado a la hora de instalar y de utilizar el estudio.
¿Cuándo decides dedicarte a la música?
A mí me gustaba cantar. Recuerdo que acababa de sacar Mago de Oz uno de sus discos y yo andaba cantando sus canciones todo el día. Vino un amigo y me dijo: «Tenemos un grupo de música y nos gustaría que te vinieras a cantar con nosotros». Ensayaban en Carabanchel y empecé a ir con ellos todos los domingos de una a tres de la tarde. No comíamos. Nos llevábamos un sándwich. Creo que, en esto de la música, empecé un poco tarde. Yo ya tenía veinte o veintiún años. Hay gente que con veinte años tiene ya una carrera musical labrada tremenda. Después de unos meses, tenía claro que había que apuntarse a clases de canto. Estaba bien, yo me lo pasaba bien, pero, cuando llevas dos horas cantando, no disfrutas igual. Considero que la formación vocal es supernecesaria y hay veces que es uno de los instrumentos a los que menos atención se le presta porque, ya, de forma natural, usamos la voz para hablar, para cantar…
Estuve tres años aprendiendo a cantar con Narciso López-Tercero, el que fuera cantante del grupo Júpiter. Me fue muy bien y, al final, habré estado unos diez años con clases de canto. Justo al apuntarme a clases, mis compañeros dejaron la banda. Les salieron otras cosas. Total que puse un cartel en la academia, me pillaron para otro grupo y, desde entonces, no he parado.
Háblanos de los grupos con los que has cantado.
El primer grupo importante en el que estuve fue en Härem, que es un grupo de rock progresivo. De ese grupo, salió el guitarrista rítmico actual de Mago de Oz. El bajista era Óscar Arias, también vecino de Valdemoro. Tocar con Härem me permitió conocer a más gente relacionada con la música y con otros grupos. Casualmente, con esa banda, solo hice dos conciertos, pero esos dos conciertos los hicimos con otras dos bandas con las que luego he cantado. Una de ellas es Viga. Viga se formó en 1981 y, con ellos, he estado unos ocho o nueve años. Con ellos he grabado tres discos y, gracias a ellos, me he movido por un ambiente que me ha permitido conocer a muchos de mis ídolos. He tocado junto a Topo, con Viga, hemos teloneado a Asfalto, he tocado con Juan Gallardo (Ángeles del Infierno); he podido grabar mis primeros videoclips, estar en festivales, tocar por toda España, ir a Leyendas del Rock, que, hoy por hoy, dentro del heavy metal, es el festival más importante de toda España y el que más repercusión tiene.
Cantar con Viga me ha permitido, por ejemplo, estar de barbacoa con Sherpa, el cantante de Barón Rojo. Tengo una anécdota muy divertida en relación con Sherpa. Con Viga, además de hacer rock urbano y rock and roll, teníamos paralelamente una banda tributo a Barón Rojo. Nos llamábamos V de Barón. Nosotros tenemos muchísima amistad con Sherpa y, en uno de los conciertos, no pude ir a cantar porque me coincidía con otro compromiso. Así que tuvieron que buscar a alguien para que me remplazara ese día. ¿Sabes a quién convencieron para que me sustituyera? Al señor Sherpa, cantante original del grupo al que rendíamos tributo.
Hace dos años, empecé a compaginar Viga con Universa, que es la banda en la que estoy ahora. Universa viene de la disolución de otro grupo, Cuatro Gatos. En Cuatro Gatos cantaba el cantante de Beethoven R, que ha sido uno de los cantantes que más me ha marcado. Con Universa, he defendido su primer disco, que no grabé yo, y ya tenemos el noventa por ciento de lo que sería el segundo álbum.
Me gustó compaginar mi trabajo con Viga y Universa. Son dos estilos diferentes. Con Viga, dejé de trabajar con ellos en 2015, cantaba con la voz más rota. Y, con Universa, hay otras tesituras para mi voz que me parecen muy interesantes como reto. Quería ver hasta dónde llego como cantante. Desde que he entrado en Universa, he crecido un montón. Exigen mucho y había que aprender, depurar técnica…
Y, además, el 29 de abril de 2017 publicas tu primer álbum en solitario.
Empecé a componerlo cuando estaba en Viga. Quería hacer algo paralelo, algo más mío. Ironías del destino, porque, tal vez, muchas de las canciones habrían funcionado bien dentro de Universa.
El estilo que predomina en el disco es el power metal, una variante del heavy metal que se caracteriza normalmente por sus tesituras de voz más altas, la constante presencia de dobles bombos y estribillos con mucha melodía y energía. Hay influencias de Saratoga y de bandas españolas que salieron en los noventa.
¿Por qué el título 25/01?
Durante todo el proceso de grabación tenía otro título, Se rompió el silencio. Pero el 25 de enero, la fecha que indica el título, nació mi hija, Alba. Ahora tiene cinco meses.
¿Qué quieres contar con este disco?
Es música y textos que he ido escribiendo desde que comencé mi carrera en la música. Cuando comencé a cantar con mis amigos a los veintiún años, ganamos un concurso de composición aquí en Valdemoro, con la Casa de la Juventud. Íbamos a grabar una maqueta con cuatro temas que no llegó a ver la luz. Para empezar, he querido incluir tres de esos temas. Siguen siendo mis amigos y les pedí permiso para incluirlos en el disco.
En cuanto a las letras, son cosas que he querido contar en los últimos diez años. Te puedes encontrar de todo. Nada que perder, por ejemplo, toca un tema de actualidad. Habla de personas mayores de cincuenta años, que se quedan en el paro y tienen que comenzar de nuevo. Todo el mundo les da de lado. La canción habla de una de esas personas. Le han rechazado miles de veces, pero se levanta cada mañana dispuesto a seguir buscando trabajo, a terminar su vida laboral con cierta dignidad. Y mi voz enmudeció trata de un tema tan duro como la pederastia. Una segunda oportunidad habla del tsunami que asoló Japón en 2011, del terremoto de Fukushima, de cómo tu vida parece depender solo de ti, que lo tienes todo controlado. Pero pasa algo de ese tipo, porque la Tierra y el universo pueden ser muy caprichosos, y nuestra vida cambia por completo.
Tan sólo tú es un tema dedicado a mi pareja, Elisabeth. Llevamos veinte años juntos, más de la mitad del tiempo que llevamos sobre la tierra. Hemos compartido lo bueno y lo malo. Yo no podría vivir sin ella. De hecho, en el vídeo de la canción sale ella y sale embarazada de seis meses. Pensé que era un toque tierno. A veces se asocia el rock y el heavy metal con la violencia y es todo lo contrario. Lo que yo conozco del mundo del rock es solidaridad, tolerancia…
El último tema del disco, Constructores del final, es una versión de la banda mexicana IRA. Uno de sus miembros, Adán Moreno, es el manager de Viga. Gracias a él, fuimos a México a promocionar uno de los discos de Viga. Estando en México, una mañana me acerqué a Tianguis Cultural del Chopo, que es como el rastro de Madrid pero dedicado, sobre todo al rock. Allí me encontré un puesto dedicado a la música argentina y española y vi que vendían el disco de Viga que habíamos ido a promocionar pirateado. Me pareció divertido. Le pedí permiso al del puesto para hacerme una foto junto al disco pirateado y le expliqué que yo era el cantante. Él ni se arrugó ni nada. Me dio permiso y comenzó a repasar mis colaboraciones y mi discografía. Lo sabía todo sobre mí. Me hizo mucha ilusión.
La temática más recurrente del disco es la superación de todos los problemas, enfrentarte al día a día con optimismo. Me han influido, también, para esto bandas como Journey, Pride of Lions, Foreigner, que son grupos con letras muy optimistas.
¿Quién ha colaborado contigo en el disco?
El mayor peso, mi mano derecha, ha recaído sobre Ismael Gutiérrez (guitarrista de Tete Novoa), quien se ha encargado de la mayor parte de las guitarras y baterías y con el que he trabajado bastantes arreglos. El resto ha sido obra de Luisma Hernández (bajista, ex-Santelmo), Miguel Lozano (bajista y contrabajista en el musical El Rey León), Adán e Iván Moreno (bajista y guitarrista-vocalista de la banda mexicana IRA), Edu Ortiz (Universa, Azúcar Moreno), Ramón Gaviño y Jacob (bajista y guitarrista, ambos ex-Guadaña), José del Pino (bajista en Universa), José Cuesta (guitarrista de Dulce Neus), Javier Canseco (bajista en Bajopresión), Pedro Vela (guitarrista en Universa, ex-Ñu), Chechu Aurrecoechea (guitarrista en Viga), José Antonio García Perelló, Filthó (teclista en Silver Fist, Obús y Chino Banzai) y Elisabeth Vaz-Romero (mi pareja y residente en Valdemoro de toda la vida).
En temas de fotografía se han encargado mis amigos Nacho Almoguera y Enrique Medina, ambos valdemoreños, los cuales ya hicieron un gran trabajo para las fotos del álbum Electrokalambrera de Viga y con los que he contado siempre que he podido. Asimismo, he contado con Eliezer Moreno, otro valdemoreño más, el cual ha trabajado, entre otros, para Antena 3, Azúcar Moreno y Marco Dettoni (de Valdemoro igualmente). Eliezer ha producido, grabado y editado los dos videoclips Tan sólo tú y Al viento. Ya se encargó, en su día, de rodar mi primer videoclip con Viga titulado Corruptor de Almas, en el que hizo un gran trabajo. Finalmente, la mezcla del álbum la he dejado en las buenas manos de Tony Sánchez-Gil de Lausán Estudio, el cual puede ser relacionado con su proyecto Manakel y en el que ha contado con músicos de la talla de Ignacio Prieto o el mismísimo Ronnie Romero.
¿A qué público te gustaría llegar?
Me gustaría llegar a todos aquellos a los que les gusta el rock, especialmente a aquellos que se mueven dentro de los grupos que a mí me gustan, como Saratoga, Iron Maiden, Judas Priest, los clásicos y los modernos. Con mi disco no he querido hacer nada innovador. Quería hacer lo que más me gusta.
También me gustaría llegar a la gente que no está acostumbrada a escuchar rock. Creo que son temas fáciles de escuchar, que te dan mucha energía. Temas que yo me pondría para arrancar el día.
Los dos vídeos que hemos hecho del disco han llamado la atención del grupo Atresmedia y los están emitiendo dentro de sus canales. Se interesaron por ellos en cuanto se los presentamos. Para mí es un orgullo que se le dé cancha al rock, algo no tan frecuente en los medios hoy en día.
Sin embargo, en la actualidad tenemos Rock FM, algo que no existía en las décadas anteriores.
Mi disco ha sonado en Rock FM. Mariskal Romero tiene una hora a la semana dentro de la programación de esta emisora y me pusieron en una sección de su programa. Rock FM está muy bien. Está muy bien para iniciarte en el rock. Son clásicos de toda la vida. Son temazos que están probados y que funcionan siempre. Los promotores de Rock FM son muy listos y han encontrado una radio fórmula estupenda. Y, como son listos, creo que, cada vez más, van a ir introduciendo en la parrilla de su programación secciones más personales como la de Mariskal Romero, programas que van a apostar más por grupos nuevos y canciones más desconocidas. Porque saben que tienen que apoyar a los grupos que tomarán el relevo de lo que podemos escuchar en Rock FM hoy en día. No podemos conformarnos con lo viejo. Mataríamos al rock.
También has cantado en orquesta.
A mí, al principio, me daba un poco de palo. Cantaba con una orquesta durante cinco horas y sabes que las dos primeras horas son pasodobles, bachatas… Después, las dos horas siguientes son más pop y la última hora es el pase de rock. Ahí es cuando yo disfruto, cantando el Final Countdown a las cinco de la mañana. De la orquesta he sacado cosas muy positivas. No sabes la dificultad que tiene un tema hasta que no lo cantas. Cantar en orquesta me ha permitido aprender a cantar de maneras diferentes. He disfrutado tomando influencias de aquí y de allá. La orquesta te abre la mente también.
La música es una cultura. Como lo puede ser el cine. Como los libros. A ti te gustan las películas de terror, pero no ves solamente películas de terror. No te niegas a ver una comedia o un thriller porque lo que más te gusta son las películas de terror. Con la música es lo mismo. A mí me gusta el drama, un día puedo ver una película de amor, otro día una de acción… Eso no quita el que con lo que más disfrutes sea con un tipo de música u otro. Yo estoy escuchando música todo el día y escucho distintos tipos de música dependiendo del momento del día.
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Isaac pronuncia cada palabra con una ilusión admirable. Hace lo que le gusta. Disfruta con todo lo que hace. Terminamos nuestro encuentro con uno de sus últimos proyectos, una colaboración con el pinteño Miguel Lozano. Le ha ofrecido trabajar como cantante en un musical sobre el flautista de Hamelín con la música de Ñu. Esto se presentaría en el Conservatorio de Madrid, donde Miguel Lozano está trabajando.
Texto_Fernando Martín Pescador
Fotografía_Ncuadres