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Entrevista con Manuel Blanca

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Esta es la historia de un músico. De un trovador trabajando por un sueño. De un joven cantautor que tocaba por los clubes y teatros de Madrid y que estuvo a punto de publicar su primer disco con Warner. Finalmente, decidieron no firmar el contrato y el protagonista de nuestra historia se vino abajo. Tras un periodo de decepción, se abrazó a lo que tradicionalmente llamamos una vida «normal»: formó una familia, tuvo tres hijos, trabajó en la empresa familiar y, veinte años más tarde, decidió volver a intentarlo. Pero, esta vez, nuestro músico, un guitarrista autodidacta con muchas historias que contar, había redefinido su concepto de éxito. No había en esta redefinición renuncia alguna. El objetivo final era el mismo: tocar el cielo a través de la música. Sin embargo, toda frustración quedaba eliminada porque el recorrido —cada concierto, cada canción, hasta cada acorde— se convertía en parte del éxito buscado. Esta es la historia de un músico. Esta es la historia de Manuel Blanca.

Manuel nació en Madrid y pasó gran parte de su infancia en Parla. En un momento dado, una oportunidad laboral de su padre llevó a toda la familia a pasar un par de años en Argentina. Fue toda una experiencia. Manuel lleva con su «chica» desde los dieciocho años. Cuando ella estaba estudiando la carrera y él intentaba despuntar como artista se fueron a vivir juntos al centro de Madrid. Era el sitio ideal hasta que tuvieron su primer hijo. En 2003, su mujer abrió una escuela infantil en Valdemoro y decidieron mudarse a nuestra localidad.

Supongo que el cambio del centro de Madrid a Valdemoro fue tremendo.

Tenía todo el sentido del mundo. Vinimos aquí con un niño y teníamos claro que queríamos más hijos. Mi mujer montó una escuela infantil en Valdemoro y mudarnos aquí haría nuestra vida mucho más fácil. Nos gustaba Valdemoro. Yo estoy encantado aquí. Es una vida muy tranquila. Nos gustó tanto que, al final, se vino toda mi familia para Valdemoro: mis padres, mis hermanos…

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¿Cómo comenzaste en el mundo de la música?

Estás ahí, con quince años. Estás jugando al fútbol, estudiando informática y, de repente, aparece tu padre por casa con una guitarra que le ha tocado en una tómbola. Es el momento de tu vida en el que empiezas a escuchar música, en el que te empiezan a gustar unos grupos u otros. Estamos hablando de los años ochenta, y yo me empapaba de toda esa música. Te ponías Los 40 Principales y ahí salían todos los grupos. Empecé a mostrar interés por la guitarra. Mi padrino trabajaba en el cine Carretas y, un día, un señor mayor, un buen guitarrista según parece, le regaló una guitarra. Una guitarra de calidad. Y Miguel, mi padrino, pensó en mí. De tocar con la guitarra de la tómbola a tocar con esa guitarra, cambió todo. Era una maravilla.

En Parla, por donde vivíamos, no había academias para aprender música, pero, un día, en una de las revistas que mi madre tenía por casa, vi un anuncio de un curso de guitarra y le pedí a mi madre que me lo comprara. Empecé con La cucaracha y Cielito lindo. Dejé el fútbol y la informática y convencí a los amigos del barrio de que nuestro futuro estaba en la música. A mí me empezó a gustar escribir. Con los primeros acordes, me surgieron ideas para las primeras canciones. Entre los cuatro amigos que empezamos en el primer grupo dijimos: «A ver, ¿quién va a ser el cantante?». Hicimos pruebas y dijeron: «Venga, pues canta Lolo». Me tocó cantar y así empezó todo.

Luego, lo fueron dejando todos, por una razón o por otra, y me quedé solo, pero seguí tocando. Componía, tocaba la guitarra y cantaba. Vi que podía seguir adelante yo solo. En otra revista, esta más de música, vi un anuncio y, a partir de ese anuncio, empecé a tocar en los teatros. Estudié un poquito de guitarra eléctrica, intenté hacer solfeo, pero casi todo lo que he hecho ha sido bastante autodidacta. Tengo un problema: me pongo a estudiar y, en cuanto descubro un acorde nuevo, mi cabeza comienza a componer una canción en torno a ese nuevo acorde. No tengo paciencia para ponerme a estudiar.

Cuando estaba tocando por los teatros, llegué a grabar una maqueta. Había muy buenas sensaciones. La maqueta llegó a manos de Teo Cardalda, de Cómplices, y Teo estuvo moviendo mi música con Warner. Al final no salió nada. No vieron nada comercial, supongo. Me dio un bajonazo y decidí cambiar de vida.

Te da el bajón y aparcas la música en tu vida.

Sí, hasta hace cuatro años, que volví a ponerme con la música otra vez. Con otra gente, pero, sobre todo, en solitario. Tengo un primo que toca el violín y, un día, durante uno de sus conciertos en la Sala Galileo, me invitó a acompañarle con la guitarra en una de sus canciones. Y me dije: «Aquí es donde quiero estar». Decido ponerme a tocar canciones, a componer y en mi cabeza surge ese disco que tengo pendiente. Y me lanzo de vuelta a mi carrera musical. Hace un año publiqué ese disco. En este momento se titula. Es un disco con ocho canciones. Tampoco tenía dinero para más. Tuve que hacer un crowdfunding, con amigos y conocidos, a los que estaré eternamente agradecido. Entre ellos, Miguel y Cristina, que son los que más han aportado. Todavía tengo pendiente con ellos esa deuda. La gente ha respondido muy bien con el disco. Me lo piden de muchos sitios, lo vendo en los conciertos. Yo estoy muy contento con la respuesta que está teniendo.

En abril de 2017 conocí a las hermanas Ana y Marta Contreras, unas managers de Almería, C & C Group, y firmé con ellas un contrato de representación y, gracias a ellas y a mis contactos, van saliendo cosas. Ahora ellas me ayudan también con las redes sociales.

Cuando comenzaste con la música no existían esas redes sociales. Imagino que habrás notado grandes cambios a la hora de promocionar tu música con respecto a tu primera época.

Ahora tenemos esa suerte. Las redes sociales han revolucionado la promoción de los artistas. Antes te conocía tu grupo de amigos, se podía ampliar un poco el abanico, pero, sin el apoyo de una multinacional, era muy complejo llegar al gran público. Para mí salir en una radio fórmula o en la televisión es muy complicado. El boca a boca es fundamental y saber utilizar las redes es muy importante.

Muchos garitos están aprendiendo a promocionarse a través de los medios sociales también. Hay una parte de tu clientela a la que le gusta escuchar música en directo y, si decides llevar a artistas a tocar, debes promocionarlo. Es una forma de atraer a más clientes, de crear el ambiente adecuado para que la gente que acude a tu bar se convierta en una comunidad. Hay locales que le sacan mucho partido a los conciertos que organizan. Hoy en día, puedes grabar el concierto y, a través de un dispositivo para conectar con Facebook, puedes, incluso, retransmitir el concierto en directo.

Las redes sociales acortan las distancias, pero suponen, también, una pérdida de proximidad.

Es cierto. Nada es perfecto. Yo tengo la suerte de que, durante mis conciertos, hay gente que me graba, que me hace fotos y luego las sube a las redes. Me encanta porque luego puedo colgarlas yo. Me escribe gente desde México, de Argentina, de Colombia, de muchos sitios porque me siguen a través de esos vídeos. Pero hay una parte de mí que dice, no grabéis, disfrutad del concierto… Si grabas muchas canciones, te estás perdiendo el directo. Estás viendo todo a través de una pantalla.

¿Qué cuentas en tu disco En este momento?

Yo soy muy romántico. Hablo mucho de ese amor. En los créditos, pongo que en el disco van a encontrar amor, desamor, imaginación y cerveza. Yo absorbo un poco de todo. Me pongo a hablar con un amigo, me cuenta sus cosas y, de mi imaginación y reflexiones, puede salir una canción. En el disco hay historias que me han contado, que me han pasado a mí. La historia de la canción Un Pinocho sin Geppetto es un poco más triste, más personal; otra canción comienza tomando una cerveza. Habla de algo que echo mucho de menos: la época anterior a los móviles, cuando quedábamos a charlar y no dependíamos del que nos llegara. Ahora, con tantos mensajes, al final no quedamos.

Has sacado ya varios vídeos de algunas canciones del disco.

El primero fue de la canción Una vez más, el primer single del disco. Era la canción que, en ese momento, me gustaba más. Es una canción muy popera, con una guitarra española y un solo un poquito más eléctrico. Yo digo que hago «cantapop». Luego saqué el vídeo de Un Pinocho sin Geppetto, un vídeo que monté yo solo. Se puede ver en mi canal de YouTube. Estamos toda la familia en la playa. Son unas vacaciones que tuvimos en Francia y salen imágenes de los niños cuando eran pequeños. La historia de la canción, que espero que no suceda nunca, contrasta bien con esas imágenes.

Hace un par de meses filmamos el vídeo para la canción No supe amarte. Lorena García Barrena (Lust for Art Producciones), una amiga de Barcelona, se vino con Álex López por Valdemoro un fin de semana para filmar el vídeo. Filmamos en el parque de las Bolitas del Airón, en las escaleras de la Fuente de la Villa y en alguna otra localización de Valdemoro. A la hora de hacer los vídeos siempre cuento con buenos amigos. Los dos primeros fueron un poco más caseros. Para No supe amarte, además de apoyarnos en una productora, contamos con la colaboración de la actriz Déborah Guerrero.

Tengo pendiente otro vídeo para la canción El alma y la piel, que me gustaría filmar en Gran Vía, con muchos amigos y con lenguaje de signos.

Hay muchos artistas de nuestra generación que están decidiendo sacar, como tú, su primer disco a los cuarenta años.

Es la crisis de los cuarenta (Manuel sonríe). Llegamos a los cuarenta y nos preguntamos: «¿Qué quiero hacer en la vida? ¿Qué he hecho en mi vida?». Unos se separan, otros se ponen a viajar, yo quise hacer este disco y, por eso, lo titulé En este momento. Mucha gente se pone a pensar cuando llega a los cuarenta y se dice: «He sido feliz en mi vida, pero ¿qué me falta?». A mí, me faltaba sacar mi disco.

Y, de momento, la publicación de En este momento solo me ha reportado muchas satisfacciones. Me acuerdo cuando José Antonio Abellán presentaba Tocata en los años ochenta. Recuerdo que llevaba allí a mis grupos favoritos: Duncan Dhu, Hombres G, todos los grupos de los ochenta que tanto han influido en mi música. Recientemente, José Antonio Abellán me llamó por teléfono y me entrevistó en su programa de radio. Mi música ha sonado en la radio. Esas son las satisfacciones que meto en mi saco.

Creo que, cuando un artista publica un disco a los cuarenta años, puede aportar muchas cosas que no podía aportar cuando tenía dieciséis o dieciocho años. Las canciones que escribía con dieciséis años no las podría escribir ahora. Las canciones que escribo ahora no las podría haber escrito cuando era un adolescente. Ahora tengo tres hijos, uno de ellos con diecisiete años. Es cierto que ahora no puedo vender cierta imagen, propia de la juventud, que tanto cautiva en la música pop. Ahora puedo ofrecer algo totalmente distinto. Ahora puedo vender madurez.

Continuas, sin embargo, con tu sueño de juventud de triunfar en el mundo de la música.

Me encantaría vivir de mi música, pero no sé si me gustaría perder mi anonimato. Me gusta subir al escenario pero, una vez abajo, quiero seguir siendo la misma persona, cercana a mis amigos. Estoy en un momento en el que me podría dedicar también a componer temas para otras personas. Hago canciones que podrían cantar muchos artistas españoles del momento. Tal vez podría vivir componiendo música para otras personas y eso guardaría mi anonimato. Ya no soy el chaval de veinte años que, cuando Warner le dijo que no estaban interesados, se vino abajo. Entonces tenía sueños de juventud, tocar en las grandes plazas, triunfar en todos los lados. Ahora disfruto llenando esas salas donde toco. Sin mayores pretensiones. Cada éxito llega con el trabajo. Con la tenacidad. Estamos hablando de un mundo muy complicado. Hace falta talento, suerte, constancia.

Durante todo 2017 has presentado tu disco por toda España. ¿Tienes planeado publicar un segundo disco?

Voy estrenando canciones en los conciertos. Las voy mejorando. Desde que publiqué el disco, he escrito muchas canciones y algunas me gustan más que las del disco. Las cuelgo en la red, las canto en directo. Si tienen buena respuesta, veo que son canciones que se pueden llevar a un disco. Sin embargo, esto tiene su inconveniente. Si el público ya conoce esas canciones, cuando son publicadas en un disco, ya no son una sorpresa.

También es verdad que, una vez que te metes a grabar una canción, le das otras vueltas. Aparecen nuevas ideas. Eso sí, mi disco es muy sencillo, tiene muy pocas parafernalias. No me gusta meter muchas cosas para poder defender las canciones yo solo. Meto cosas sencillas: un bajo, un violín, algún solo.

Grabé En este momento en Lasting Noise Studio. Mi intención era grabar con todos los músicos tocando a la vez. El que uno grabe la batería un día, otro el bajo otro día a mí no me gustaba. Quería que grabáramos todos a la vez. Fue una semana intensa, un periodo de creación maravilloso, donde estás viendo cómo se va gestando tu obra. No cabe duda de que me gustaría volver a vivir esa experiencia.

Has comentado que a mucha gente le gusta escuchar música en directo. ¿Qué ofrece Manuel Blanca en sus conciertos en vivo?

A mí me gusta mucho Pedro Guerra. Me gusta cómo logra que la gente colabore en los conciertos. Procuro que mis conciertos sean personales, tengan un toque de cercanía. La gira del disco fue de enero hasta junio 2017. El último concierto fue en junio. Quería despedir la gira de una forma original. A la entrada del concierto, la gente que vino a verme escribía su nombre en un papel y metía el papel en una cajita. Antes de tocar cada canción, sacaba un nombre de la cajita e invitaba a esa persona a subirse al escenario a cantar conmigo esa canción. En un momento dado, salió el nombre de mi madre y cantamos juntos El alma y la piel. Fue muy especial. Hubo también momentos divertidos, cuando la gente no se sabía bien la canción e intentaba seguirme encima del escenario.

Creo recordar que le pedí a mi mujer que se casara conmigo en un concierto (sonríe).

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Podemos escuchar muchas de las canciones de Manuel Blanca en YouTube; el 22 de febrero grabará un especial para el programa TVE es música de Televisión Española. Pero, es posible que, para poder conocer a Manuel Blanca en estado puro, ese tipo estupendo tocando su guitarra, debamos acercarnos a su página web y cerciorarnos de cuándo y dónde es su próximo concierto en directo.

 

Texto_Fernando Martín Pescador

Fotografía_Ncuadres