Por su tamaño, sus espacios abiertos, la estructura de la ciudad y sus protagonistas en la materia, bien lo podría ser, pero habrá que esperar. Hoy por hoy nuestro municipio al igual el resto habrá de esperar a la entrada en vigor de la nueva ley sobre uso de drones, por la cual se permitirá su uso en zonas urbanas, por supuesto, también a que acorde a la misma se estudie, regule y apruebe por parte de las corporaciones municipales el disfrute de un dron llamado aeronave.
¿Quién no ha deseado volar alguna vez? ¿Quién no ha soñado con ser piloto en algún momento de su vida? Obviamente, pilotar una aeronave tripulada es una sensación bien distinta a la de pilotar una no tripulada por control remoto, pero en esencia la percepción de libertad trasmitida a través de los dedos que con maestra sensibilidad dirigen el vuelo de tu dron es, sin duda, una experiencia recomendable para todos aquellos que quieran acercarse a un mundo que ya no es el mismo desde la abrupta entrada de un «juguete» que a los de mi generación nos hubiese encantado tener a los doce años, cuando lo más parecido a un avión teledirigido a lo que podíamos acceder era asisitir a una exhibición de aeromodelismo en algún aeródromo destinado a tal fin. Por motivos obvios, había pocos, eran caros, complicados de construir y difíciles de manejar.
Pero aquí estamos con unas aeronaves que en apenas unos segundos despegan del suelo con capacidades infinitas y movimientos de colores mil, para deleite de tus sentidos y de cuantos admiran el vuelo de una máquina diseñada, sin duda, para volar a golpe de rotor y energía de celda, pero en cualquier caso relativamente fácil.
Aunque volar queremos todos no es posible en cualquier espacio que nos gustaría ni a cualquier hora, ni cerca de determinadas instalaciones, ni en zonas urbanas, pobladas o con aglomeraciones de personas, cerca de edificaciones, etcétera.
De hecho, cuando se trata de drones, debemos ser conscientes de que la máxima premisa es y será siempre la seguridad. Y se preguntarán por qué. La respuesta es sencilla. Primero, porque son considerados aeronaves por la OACI (Organización Internación de Aviación Civil), y así está recogido en la modificación de la Ley 48/1960 de Navegación Aérea, lo que le confiere un estatus especial y similar a las aeronaves comerciales tripuladas, sujetas a idénticos cumplimientos normativos en materia aeronáutica, tanto a los pilotos de drones, sus operadores aéreos y al propio dron, sin obviar la propia definición que nuestra Real Academia Española le confiere: «Dron: como aeronave no tripulada». Por cierto, queremos apostillar que nos alejaremos de las infinitas siglas que habrán escuchado y leído, UAV, RPA, VANT, etc., drone para nosotros será suficiente.
Y segundo, porque según los estudios de la Comisión Europea, un dron de un peso aproximado de un kilo cuatrocientos gramos, en un impacto directo sobre una persona, podría causar la mortalidad en el noventa por ciento de los casos, lo que sin duda obliga a la correspondiente reflexión, aplicando cuando menos siempre la herramienta más eficaz: nuestro sentido común. Cuando volamos un dron cuadricóptero de cuatro rotores del tipo Phantom, por ejemplo, que ronda dicho peso.
En este sentido, ¿qué podemos hacer entonces con nuestro anhelo de volar? La Agencia Española de Seguridad Aérea, en el ámbito del hobby y/o recreativo, es clara, no necesita autorización alguna, pero advierte sobre las siguientes observaciones. Se debe volar con seguridad, recuerdan lo del sentido común, no superar los ciento veinte metros de altura y tener a nuestro dron siempre a la vista, volar en zonas adecuadas desde una pista de aeromodelismo hasta zonas despobladas, no poner en peligro a terceros, lo mencionado más arriba, nada de volar en espacios urbanos, con aglomeraciones de personas, cerca de aeropuertos o entornos donde se encuentren otras aeronaves o prácticas deportivas como el parapente, paracaidismo, etc. Obviamente, no volar de noche y, sobre todo, recordar que todo daño causado por un dron es responsabilidad directa de quien lo maneja. Además de posibles sanciones de hasta doscientos veinticinco mil euros, que sin duda no es poco para el común de nosotros. Porque, en definitiva, un dron no es un solo un juguete, es una aeronave, y como tal hay que tener una disposición de prudencia y seguridad dado que la diversión ni es, ni ha de ser, incompatible con el respeto a lo ajeno.
Ajeno, en efecto, porque aquí también entra en juego no solamente la normativa actual sobre drones, Ley 18/2014 de 15 de octubre aplicable y dirigida a la actividad mercantil, sino que se ha de tener muy presente la normativa en materia de protección de datos, protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen, porque lo de espiar al vecino nunca es una buena idea…
Así que, en virtud de la carta aeronáutica del área centro norte (LE4), donde se enmarca Valdemoro, mientras respetemos los ciento veinte metros de altura y los quinientos metros lineales, así como las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Aérea, no deberíamos encontrar grandes dificultades, siempre y cuando nos situemos en zonas abiertas despobladas fuera del entorno urbano, de las que afortunadamente nuestro municipio dispone de alguna de ellas.
En la siguiente figura podemos observar una aproximación de dónde podríamos realizar un vuelo seguro, respetando los derechos de propiedad, áreas restringidas respecto de determinadas instalaciones, zonas medioambientales de especial protección, etc., dado que se trata de una configuración no oficial para vuelos recreativos con drones de «juguete» ya que los comerciales requieren además del cumplimiento de una serie de requisitos la preceptiva autorización por parte de la Agencia Española de Seguridad Aérea, y serán éstos y no los de juguete-recreativos, los que realicen vuelos urbanos cuando este legislada dicha posibilidad. Los drones que nos divierten habrá que estar a la normativa local en su momento.
El color verde representa posibles áreas de vuelo; el rojo, prohibición de volar; y el triángulo verde, posibilidad cuando la norma así lo establezca en el futuro, al tratarse del caso urbano.
Sin embargo, el mundo del dron es más que operaciones comerciales y vuelos de ocio, en él se halla también un deporte: las carreras de drones, rápidas y trepidantes, de altas emociones y convulsa adrenalina a más de ciento veinte kilómetros por hora durante tres intensos minutos, cuan aguantaras la respiración, entre puertas y pilones en un circuito de tres cientos metros, apenas a un metro y medio del suelo en ocasiones, con seis competitivos pilotos abstraídos en sus gafas FPV en primera persona con reflejos de samurái, y maestras manos templadas en los mandos de control.
Juan Antonio Rioboó Valenzuela es uno de sus máximos exponentes: team manager del equipo Spain Drone Team, vecino de Valdemoro, protagonista sin paliativos, organizador de la FPV Racing España 2016, colaborador en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid como coordinador del curso de drones, y exponente que todos recordarán por las impactantes imágenes que nos proporcionó sobre el incendio del vertedero de neumáticos de Seseña.
Un piloto de competición, que además de estar presente en la Final Europea de Ibiza en 2016 como organizador del evento, es un emprendedor de éxito, que se refleja en su operadora de drones DroneAeroFilm, que junto a los seis operadores de dron ubicados en el Registro de Declaración Responsable de Operador de Aeronaves Pilotadas a Control Remoto de la Agencia Española de Seguridad Aérea, establecidas en nuestro municipio, nos convierte en una «ciudad dron», decidida a formar parte de una comunidad incipiente que se desarrolla con firmeza y merecido protagonismo en el marco de la Comunidad de Madrid.
En septiembre de 2016, durante la celebración de la Feria Expodrónica, el que firma el presente artículo quedó Finalista en la I Competición de Startups Expodrónica 2016 con el proyecto de ideas HUMANDRONE STAFF: un vehículo aéreo tripulado personal basado en tecnología dron a través de la plataforma de desarrollo, Hispaniagodrone, incubadora para la investigación, desarrollo y tecnología dron.
Durante la celebración del Congreso CivilDRONE´17 celebrado en Madrid en el mes de enero, tuve la oportunidad de realizar y presentar la ponencia «RPAS-Regulación y operaciones en la administración local: el dron en nuestros municipios». Expliqué la importancia de que los municipios regulen el uso de su dominio público para operaciones con drones cuando estas y los vuelos sean autorizados definitivamente con la nueva ley en entornos urbanos.
Mediante las correspondientes ordenanzas municipales para el uso de drones y ordenanza fiscal correspondiente, con la seguridad como máxima premisa, consciente que el respeto a los bienes y derechos de las personas ha de ser prioritario cuando estas magnificas herramientas de trabajo para unos y aeronaves siempre para todos estén y vuelen en los espacios más cercanos, nuestras calles y sin obviar la necesaria intervención de la Policía Local.
Lo cierto es que el dron está cerca de nosotros, accesible como juguete o medio profesional, por motivos técnicos y económicos, en cualquier caso, al alcance de todos, como aficionado o con el certificado de piloto profesional de drones en mi caso, tenemos más que nuca la posibilidad de ver, tocar y probar estas pequeñas maravillas para la mayoría de nosotros o de gran tamaño para unos pocos privilegiados en los múltiples eventos, conferencias, seminarios y congresos que se celebran ya en España.
A saber, por y para conocimiento general, apto para casi todos los públicos: en febrero la Global Robot en Madrid; marzo, The Show Drone el 22 y 23 en Barcelona: mayo, el UNVEX en Madrid; junio, Hi!Drone 7 y 8 en Málaga; septiembre, Expodrónica en Zaragoza; octubre Matelec Industry el 25 y 26, así como el Foro de PYMES y Drones, sin olvidar el mencionado Congreso de CivilDron de enero, todos ellos en Madrid, completando un magnifico elenco de oportunidades lúdicas y profesionales con un calendario que fortalece y consolida una actividad en evolución constante, que sin duda ha venido para quedarse a lo largo de los próximos años en nuestras tecnológicas vidas, cuyo origen comenzó hace ciento dieciocho años cuando Nikola Tesla registró su patente «Método y aparatos de control para el mecanismo de buques o vehículos en movimiento», el 8 de noviembre de 1898, utilizando como punto de partida las ondas de radio descritas Maxwell. Seguramente, Nikola Tesla no imaginaba la envergadura de tan magna patente en el siglo XXI.
Y los más pequeños de la casa, ¿qué opinan? Seguramente, están encantados con sus nuevos juguetes traídos recientemente desde el círculo polar ártico o del lejano Oriente. Y no es para menos, este tipo de juguete brinda muchas oportunidades de desarrollo en psicomotricidad y destreza personal, además de altas dosis de emoción, sorpresa, ilusión y, por supuesto, diversión. Esto y mucho más es lo que pude experimentar cuando el 11 marzo de 2016 tuve la oportunidad de dar una charla en la clase de mi hijo mediano en el colegio Nobelis al explicarles qué es un dron, qué clases de drones existen, las partes que lo integran, cómo funcionan, quién puede volar y quién no, para qué se pueden usar, las medidas de seguridad cuando se vuela para que el juego no acabe en desilusión o algo más, dónde podemos volar, la pasión de las carreras. Sus ojos se engrandaron en exclamaciones de admiración al ver un vídeo demostrativo. Qué es un piloto profesional, y sus sorpresivas expresiones al nombrar sus nombres con el alfabeto aeronáutico, por ejemplo, Guillermo: (GOLF-UNIFORM-INDIA-LIMA-LIMA-ECHO-ROMEO-MIKE-OSCAR).
Siempre con una condición sine qua non: la compañía de un adulto cerca de ellos supervisando el juego. Ni que decir tiene que la emoción se tornó explosiva con una pequeña demostración de vuelo real. Posiblemente, el auditorio más entregado que he tenido y por ende agradecido. Porque tras aquella conversación con los pequeños que sin duda más usarán la tecnología dron a lo largo de su vida, lo más importante es que todos ellos comprendieron que su juguete favorito requiere de atención para conseguir una diversión completa sin fisuras, ya que no en vano este juguete llamado dron es ante todo y sobre todo una aeronave, casi nada.
Valdemoro, demuestra una vez más que es un municipio de su tiempo, acorde a la evolución del contexto histórico que le toca vivir, con capacidad de trabajo, desarrollo, creatividad y emprendimiento. Lo avalan sus protagonistas, vecinos anónimos que compiten en carreras de drones internacionales, empresarios visionarios que aportan iniciativa, experiencia y calidad en multitud de trabajos realizados con una herramienta de alta tecnología como es el dron, desde filmación, levantamientos aéreos, fotografía, observación, vigilancia aérea, publicidad, operaciones de búsqueda, emergencia y salvamento, calibración de equipos, etc.
Vecinos que participan en concursos de desarrollo de drones motivados por el deseo de investigar, desarrollar y participar en una tecnología que está aportando su granito de arena a un gran desarrollo social individual y colectivo; vecinos de nuestro municipio que son ingenieros aeronáuticos trabajando en la Agencia Española de Seguridad Aérea, Airbus, CENTUM, etc. Vecinos que queremos lo mejor antes de que ocurra lo mejor, por prevención, seguridad y por qué no, también por preocupación. Investigamos, escribimos y exponemos en conferencias sobre un futuro muy cercano, y así hasta lo más importante: contarlo a nuestros más pequeños, nuestros hijos, ejemplo del Colegio Nobelis y una magnifica profesora a la vanguardia de lo mejor para sus alumnos, Sonsoles. A todos, nuestros anónimos vecinos, gracias por hacer de Valdemoro una ciudad dron que se preocupa de un futuro muy presente.
Y el futuro, lo que ya se sabe, tal vez repartos aéreos, drones desfibriladores, drones con brazos robotizados capaces de manipular e interactuar, drones al servicio de la Policía, servicios de emergencia, vigilancia y seguridad, compañeros en nuestro ejercicio diario, y quién sabe, drones tripulados con los que desplazarnos a trabajar más cerca de lo que imaginamos como el Ehang 184 o el Humandrone Staff.
Todo ello bajo el paraguas de un servicio de control aéreo propio para ellos (UTM), integrado en el control aéreo actual ATM, en un nuevo concepto que desde las instancias europeas se consolida con fuerza: el US (Urban Space) o espacio urbano.
Mark Twain dijo: «Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa». Y en efecto es verdad. Los drones han triunfado, aunque la idea de tenerlos en nuestras calles pudiera parecer una locura. Por lo que es nuestra obligación, la de aquellos que tenemos la responsabilidad de que así sea, que su uso sea racional, adecuado y regulado con flexibilidad, conscientes del potencial personal, profesional y social que comporta una aeronave llamada Drone.
Les recomiendo la película Espías desde el cielo, de Gavin Hood. Como concepto nos aproxima bastante a la realidad actual de los drones, aunque por supuesto salvando las distancias respecto a un argumento belicista cargado de una sensibilidad extrema, caras de una misma moneda decantada desafortunadamente del lado más oscuro, pero muy ilustrativa, que no les dejará indiferentes, además de un buen reparto e interpretación.
Amo la tecnología, pero más amo la vida, por cuanto la primera ha de estar siempre al servicio de esta, así que como divulgador drónico, si se me permite esta expresión, finalizo este artículo: «Juntos siempre destinados a convertir al ser humano en la más alta máquina de desarrollo personal, colectivo y social. Un proyecto no es solo un documento cuyo papel lo soporta todo, es un firme compromiso de avanzar hacia el futuro…» ¿Valdemoro, ciudad dron? I can fly, and you? ¿A qué esperas?
Texto_José Manuel García Morán
Fotografía_Ncuadres