Todos los meses, gracias a La revista de Valdemoro, tengo la oportunidad de sentarme durante casi dos horas delante de un valdemoreño interesante. Todos los meses, pongo en marcha la grabadora de voz de mi celular, la acerco a mi entrevistado y nos ponemos a hablar. Antes de la entrevista, durante o poco después, la persona entrevistada me ayuda a reflexionar sobre un tema y, todos los meses, comienzo plasmando mis pensamientos sobre ese tema en la introducción de la entrevista. Obviamente, los temas elegidos están relacionados con la vida, el trabajo o la obra de las personas entrevistadas. En el caso de este mes, conocer a Belén García Herraiz y charlar con ella me han llevado a reflexionar no sobre un tema, sino sobre dos: por un lado, lo difícil que es elegir qué quieres ser en la vida; por otro, la importancia de la función pública.
Creo firmemente que cuanto más feliz es uno, más fácilmente puede ayudar a otros a alcanzar cierta felicidad. Y creo firmemente que gran parte de nuestra felicidad depende de lo que hacemos en la vida. Así pues, el momento en el que decidimos qué vamos a hacer en nuestra vida, normalmente a una tierna edad, es ciertamente decisivo. Intuyo que, como sociedad, deberíamos mejorar las instituciones, los mecanismos y las dinámicas que se ocupan de aconsejar a nuestros jóvenes a la hora de elegir su futuro. Solo así podríamos garantizar que el mayor número de personas pudieran elegir el desempeño vital donde pudieran crecer con mayores cotas de satisfacción personal. Belén García Herraiz siempre tuvo éxito en sus estudios y, aun así, nunca lo tuvo claro a la hora de elegir su futuro. Imaginemos ahora lo difícil que lo tienen aquellos que no tienen tanto éxito académico.
Creo tanto en la iniciativa privada como en la función pública. Ambas son necesarias para que nuestra sociedad avance. También, como sociedad, deberíamos educar a nuestros ciudadanos más jóvenes para que estos sean capaces de sacar una iniciativa personal adelante con éxito y deberíamos educarlos para trabajar en la Administración pública con la responsabilidad que esta merece.
Belén García Herraiz nació en Madrid y a los diez años se mudó con sus padres a Valdemoro. Estudió secundaria en el IES Matías Bravo. Cursó la carrera de Derecho y, tras un largo proceso de pruebas, aprobó, como número uno, las oposiciones para convertirse en técnico de auditoría y control externo del Tribunal de Cuentas. Para tener veinticinco años, Belén se expresa con una lucidez, una claridad y un dominio de la palabra maravillosos. A ella acudo para que nos explique su hazaña.
Tendrás que empezar recordándonos qué es el Tribunal de Cuentas.
El Tribunal de Cuentas es una institución poco conocida para el público en general. Es el supremo órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del Estado y del sector público español. Es un órgano independiente al que se le encomienda constitucionalmente el control externo de la gestión de los fondos o caudales públicos por parte de las distintas instituciones, tanto administraciones territoriales (ayuntamientos, comunidades autónomas, entidades locales…) como de los partidos políticos, que reciben subvenciones… Y el Tribunal de Cuentas tiene una doble función: por un lado, lleva a cabo la fiscalización o auditoría de las cuentas de todos esos organismos y, por otro lado, tiene una función de enjuiciamiento de la responsabilidad contable en que puedan incurrir aquellos que gestionan y que manejan fondos públicos. El Tribunal de Cuentas tiene dos sedes, las dos en Madrid capital. Una en la calle Padre Damián y otra en la calle Fuencarral, al lado de la estación de metro Tribunal, que se llama así por esta institución. Entre las dos sedes habrá unos ochocientos trabajadores repartidos en ocho departamentos de fiscalización y cuatro de enjuiciamiento. Mi departamento se ocupa de los partidos políticos. Normalmente, los equipos de trabajo se componen de un auditor y dos o tres técnicos. En algunas comunidades autónomas han creado sus propios órganos de control externo que cumplen una función similar a la del Tribunal de Cuentas. Por ejemplo, en Madrid, la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid. Aun así, no tienen función jurisdiccional, solamente fiscalizadora.
¿Hay cargos políticos en el Tribunal de Cuentas?
No. El Tribunal de Cuentas tiene tres cuerpos propios de funcionarios: uno de ellos es en el que he entrado yo, que somos los técnicos de auditoría, dos cuerpos superiores del grupo A1, que son el de auditores y el de letrados. Y al frente de la institución, están los consejeros del Tribunal de Cuentas, que son elegidos por las Cortes Generales y están sujetos al mismo estatuto que los jueces en cuanto a su independencia, inamovilidad y régimen de incompatibilidades.
¿Siempre quisiste estudiar abogacía?
Siempre tuve muchas dudas. Cuando estaba en el instituto, me gustaban muchas asignaturas distintas: me gustaba Lengua e Historia, pero también me gustaba Biología… Hice el primero de Bachillerato de Ciencias de la Salud, con Biología, Física y Química, y en segundo de Bachillerato, cambié de itinerario para hacer el de Ciencias Sociales. Creo que fui la única que lo hizo. Las Ciencias de la Salud se me daban bien y me gustaban, pero me di cuenta de que no me atraía ninguna profesión relacionada con ese itinerario. Cuando me cambié en segundo de Bachillerato, ya había decidido que estudiaría Derecho, o Administración y Dirección de Empresas, o Economía… también me gustaba el periodismo. Y, realmente, cuando acabé todavía no lo tenía muy claro, pero me decanté por Derecho porque, aparentemente, tenía más opciones profesionales. Estudié en la Universidad Carlos III de Getafe. Me alegro de haber estudiado la carrera de Derecho aunque, conforme iba pasando cursos, me daba cuenta de que no quería ser abogada. No obstante, me parece una carrera muy útil. Al final, el derecho está en todo. Detrás de todas las relaciones de la sociedad hay una ley y estudiar leyes te ayuda a entender las noticias diarias. Pero yo no me veía como abogada.
¿Cómo te veías, entonces?
Me gusta mucho la moda y tenía mis momentos en los que me habría gustado estudiar moda o algo más creativo que Derecho. Eran como pequeñas crisis. Durante el último año de carrera, me iba dando cuenta de que tenía que seguir estudiando. Si hubiese querido ser abogada, por ejemplo, debía seguir estudiando el máster de Derecho de acceso a la abogacía, ya que es habilitante. Así pues, mis compañeros de facultad que quisieran ser abogados debían seguir estudiando un año más. Ahí es donde yo opté por sacarme una oposición. Tengo una tía que trabaja en el Tribunal de Cuentas y, cuando le comuniqué mi decisión de estudiar oposiciones, me informó de que habían salido bastantes plazas para esta institución. Así que me puse manos a la obra.
¡Qué importante es tener información!
Estoy de acuerdo. Posiblemente, si mi tía no trabajara allí, a mí no se me habría ocurrido opositar para el Tribunal de Cuentas. Es cierto que todo se publica en el BOE (Boletín Oficial del Estado) y que todo el mundo tiene acceso a su publicación y al formato de las pruebas, pero, si nadie te informa, es muy posible que no te llame la atención porque no sabes realmente lo que es. Yo, por ejemplo, tuve dudas iniciales porque la oposición consta de dos ejercicios de derecho que yo ya había estudiado, pero también consta de otros dos ejercicios de contabilidad, para la que yo no tenía ninguna formación.
¡Y qué importante es tener gente que actúe como mentora cuando eres un adolescente!
Sí, yo me considero muy afortunada porque mis padres son dos personas muy cultas; en mi familia en general, se ha valorado siempre mucho la cultura, les gusta estar informados. Quieras que no, eso te influye, te lo transmiten y crean un ambiente favorable para que tú te desarrolles. Luego, tú debes ser constante y tener la actitud adecuada, pero comienzas con ese entorno favorable.
Háblanos un poco más de tu afición por la moda
Como afición, siempre me ha encantado. No me he formado en la parte de diseño, pero siempre he estado tentada a planteármelo como algo profesional. Sin embargo, por una razón o por otra, siempre me invadían las dudas y me inclinaba por temas aparentemente más seguros. Como se me daba bien estudiar, la moda siempre quedaba relegada a ser un hobby. Lo curioso es que todavía no descarto que en un futuro…
¿Qué no te convencía a la hora de convertirte en abogada?
Una de las razones que me empujó a decantarme por las oposiciones y no por ser abogada es la vida que me esperaba tras mi elección: los horarios, la dedicación, los sueldos iniciales. Lo que te encuentras cuando empiezas en un bufete de abogados o en una empresa privada no es lo mismo que lo que te encuentras cuando trabajas en la función pública. Entiendo que, si tienes vocación para ser abogado, o sencillamente te apasiona, el esfuerzo que todo ello supone te merece la pena. Como yo no tenía esa pasión, vi que no me iba a compensar esa dedicación tan grande. Veo a compañeros que han decidido hacerse abogados o a familiares con negocios propios con unos horarios tan exigentes… Observo, luego, a mi madre y a tres de mis tías, que también son funcionarias, y me doy cuenta de que tienen acceso a una mayor calidad de vida, un mayor equilibrio entre la vida laboral y la vida personal y familiar.
¿Qué opciones tienen los jóvenes españoles a la hora de incorporarse en el mercado laboral?
Las opciones de los jóvenes españoles son complicadas. Creo, además, que, en el ámbito del derecho, concurre otro factor. Cuando uno va a un proceso de selección, entre que somos muchos los licenciados en Derecho y que, ahora mismo, son pocas las opciones profesionales buenas en las que te vayan a pagar un salario acorde a tu formación, hay mucha competencia. Y, en la mayoría de los casos, si quieres entrar en un buen despacho de abogados, o eres el mejor de tu promoción (solo puede haber uno o dos por promoción) o los requisitos son demasiado exigentes. No solo en términos intelectuales, sino también en términos económicos. Me explico: no todo el mundo puede poner en su currículum que ha estudiado un año en Estados Unidos, o que ha hecho un máster en el extranjero, o que sabe tres idiomas. No todo el mundo se puede permitir ese tipo de formación. Por eso, las oposiciones son un lugar donde accedes en mayor igualdad de condiciones.
¿Crees que las oposiciones seleccionan a las personas adecuadas?
Tendría que llevar más tiempo en el trabajo para poder contestarte correctamente a esa pregunta. En estos momentos, aún no llevo el tiempo suficiente para saber si yo misma soy la persona adecuada para el puesto que he conseguido. Pero debemos apuntar que, en el caso de esta oposición en particular, yo diría que es un proceso de selección bastante completo. Lo que no tiene es una entrevista de vertiente más personal. Pero no tengo claro si esa entrevista personal sería necesaria puesto que, en cuanto hay una entrevista personal, hay también mayor grado de subjetividad. La objetividad solo se encuentra, a mi entender, cuando se juzgan únicamente conocimientos. Podríamos pensar que no se está juzgando, por ejemplo, la motivación de los candidatos, pero el hecho de que una persona decida prepararse para un proceso de selección de estas características demuestra ya una motivación. Prepararse para una oposición de este calado supone renunciar a otras facetas de tu vida durante el proceso de selección. Se necesita esa motivación para conseguir la plaza.
¿Cuál fue tu plan de estudio para aprobar las oposiciones?
Cuando terminé la carrera, me tomé el verano libre para reflexionar sobre mi decisión. En octubre de 2017, comencé a prepararme para un proceso que iba a transcurrir durante buena parte de 2018 y los dos primeros meses de 2019. La primera prueba tuvo lugar en junio de 2018, la siguiente en septiembre, la próxima en octubre y el último ejercicio fue en febrero de 2019. Cada prueba era eliminatoria. Tuve que apuntarme a clases para prepararme los dos ejercicios de contabilidad. No hay ninguna academia que se dedique a preparar para esta oposición de forma específica, ya que no hay un suficiente número de personas que estén dispuestas a presentarse. Así que éramos un grupito que nos preparábamos juntos para cada una de las pruebas, pero con distintas personas. Empecé las clases en octubre y comencé a estudiar en serio a partir de enero. Estudiaba unas ocho horas diarias, cuatro por la mañana y cuatro después de comer. Es decir, me lo planteé como un trabajo. Al inicio, libraba el fin de semana entero. Cuando faltaban unos dos meses para cada prueba, solo me tomaba un día libre a la semana. Los quince días antes de cada prueba no libraba ningún día. La intensidad de estudio aumentaba conforme se acercaba la fecha de la prueba. Muchos días estudiaba en la Biblioteca Ana María Matute. Allí he ido a estudiar mucho cuando cursaba Bachillerato y durante toda mi carrera. Otros días, si no me apetecía salir, me quedaba en casa a estudiar. Allí también tengo un cuarto preparado para el estudio.
¿Cuánta gente se presentó a la oposición para el Tribunal de Cuentas?¿Cuántas plazas había?
Te sorprenderás con lo que te voy a decir, pero había veintitrés plazas para toda España. Y solo nos presentamos unas treinta personas. Tal vez por desconocimiento, tal vez porque la sede solo está en Madrid, se presentaron pocas personas en comparación con otras oposiciones, que están más masificadas. A diferencia de otras oposiciones, al combinar exámenes de dos disciplinas, se presenta menos gente. Otra razón pudo ser que durante muchos años no ha habido constancia en la convocatoria de plazas. Mucha gente se prepara para oposiciones que ofertan plazas todos los años para que los estudios les sirvan para varias convocatorias. El caso es que nos presentamos solo unas treinta personas. Mi lucha, pues, era con las pruebas y el temario. No debía competir contra los otros opositores. Por otra parte, a mí trabajar en Madrid, me conviene pero hay gente que no está dispuesta a trasladarse a Madrid. Al final, hemos aprobado unas once personas. Se han quedado desiertas doce plazas. La mayoría de las personas que se presentaban tenían el doble grado de Derecho y ADE, o el máster de Economía. En mi caso, he tenido que esforzarme un poco más, pero me he llevado una grata sorpresa al estudiar contabilidad porque me ha gustado mucho.
¿Qué impresión te han dado tus primeros días de trabajo?
Tras aprobar las oposiciones, recibimos un curso de formación de mayo a julio. Me incorporé a mi puesto en septiembre y el acto de posesión de mi plaza tuvo lugar el 25 de octubre. Sé que me llevará un tiempo aprender los entresijos de mi puesto. Hasta ahora, sobre todo, estoy muy contenta con el trato humano de mis compañeros. El primer día que llegué, fui a hablar con mi director técnico. Estuve hablando con él, luego me fue presentando a mis compañeros. Salí con una sensación muy positiva. Me sentí valorada. Creo que eso debería ocurrir en todos los trabajos, pero me consta que no siempre sucede. Como, tras aprobar la oposición, nosotros elegíamos el departamento en función del número de orden en el que habíamos aprobado, el primer día me llegaron a agradecer el que eligiera ese departamento que controla el gasto público de los partidos políticos.
¿En qué consistirá tu trabajo una vez te establezcas definitivamente en él?
Siempre me ha interesado la política y yo elegí el departamento encargado de la fiscalización de los partidos políticos. Nuestro trabajo varía mucho según los departamentos y, dentro del departamento, según el área en que tú trabajes. Una de las razones por las que yo he elegido este departamento es porque se sale bastante de la institución. Por ley, debemos analizar la contabilidad de los partidos políticos anualmente. Así, cuando yo comience a trabajar plenamente en mi departamento, pasaremos unos dos meses en las sedes de los partidos para comenzar con la fiscalización de sus cuentas. Esto puede ser en Madrid o en otros lugares de España.
¿Qué posibilidades de promoción tienes en estos momentos?
Debo esperar, al menos, dos años para poder acceder a la promoción interna. Quiero ver si me gusta mi nueva posición antes de decidir si quiero promocionar. Se puede promocionar. Como técnico, puedes prepararte la promoción interna para el cuerpo superior de letrados o de auditores. Para pasar a ser letrado, hace falta ser graduado en derecho. Para pasar a ser auditor, no hay un grado universitario específico requerido.
¿Cuál es tu opinión sobre la función pública?
Cuando uno decide dedicarse a la función pública, debería haber un mínimo de motivación. Trabajar para la Administración debería significar dedicar tu potencial profesional a la sociedad en la que vives. En una empresa trabajas para tu jefe. Si eres funcionario, trabajas para la sociedad en general. Supongo que no todos los que trabajan para la Administración pública tienen esa vocación. Pero, como en todos los trabajos, al final todo depende de cada uno de nosotros y de cómo abordamos nuestras obligaciones. Todo depende de nuestro sentido de la responsabilidad. Dentro del funcionariado, te encuentras con personas que han ido cambiando su puesto para no dejar de aprender y otras que han preferido no cambiar y que pueden ser igualmente válidas, pues su experiencia les permite abordar ciertas tareas con más conocimiento de causa. Hay funcionarios más válidos y profesionales que otros, de la misma forma que, en la empresa privada, hay trabajadores más válidos que otros.
*****************
Belén es una joven española que se acaba de incorporar al mercado laboral por la puerta grande. Me dice que, cuando tuvo dudas, se dejó aconsejar por las personas que más le quieren en el mundo, que son sus padres. Belén admite que es un momento difícil para los jóvenes, pero añade que, si te mueves, puedes encontrar oportunidades. Las oportunidades nunca irán a buscarte. Belén cree que vienen buenos años para aquellos que quieran trabajar para la Administración. Por un lado, se acerca el momento de un relevo generacional en la función pública. Por otro lado, es cierto que se presentan muchas personas a la mayoría de las oposiciones, pero la mitad (o más de la mitad) de los que opositan, por las razones que sean, no van preparados al cien por cien. Belén cree que debemos buscar algo que verdaderamente nos guste y trabajar para conseguirlo. Nunca es tarde. Nunca.
Texto_Fernando Martín Pescador
Fotografía_Ncuadres