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Entrevista con David de Paloma

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Necesitamos música. Ritmo. Melodías. Necesitamos escuchar versos sencillos y reconocer en ellos nuestros sentimientos. Necesitamos corear contagiosos estribillos y pensar que esa canción, precisamente esa y no otra, habla de nosotros. Necesitamos conectar una experiencia, un viaje, una época de nuestra vida con las canciones que sonaban en la radio mientras vivíamos ese momento. Necesitamos respirar. Beber agua. Alimentarnos. Amar y sentirnos amados. Necesitamos música. Por eso los músicos son tan importantes en nuestras vidas. Y, desgraciadamente, el pasado año no ha sido el mejor momento para los músicos.

Me encanta saber que hay músicos viviendo entre nosotros. Me gusta saber que hay vecinos en Valdemoro que, mientras transcribo esta entrevista, están componiendo una melodía nueva, algo que no había sonado antes de la misma forma y que emerge para ser una canción. Ante mí, tengo hoy a David de Paloma. A un músico. David nació en Usera y llegó a Valdemoro en 2005, en plena adolescencia. David se trajo de Usera su amor por el flamenco. Fue al instituto Matías Bravo y allí conoció a Marta, que ahora es su mujer. En Valdemoro nació Lucía, su hija, que acaba de cumplir dos años. David de Paloma le debe su nombre artístico a su madre, Paloma y, durante la entrevista, se acuerda de sus hermanas, que siempre lo han apoyado.

Lo que más le gusta a David es el cante en una juerga flamenca, entre amigos. Para él, esa es su máxima expresión, cuando la música es improvisación pura e inspiración. David ha aprendido su arte en un corro de amigos flamencos alrededor de una guitarra. Ahí se ha hecho como cantante, donde ha tenido la posibilidad de juntarse con grandes artistas y grandes maestros del flamenco, donde ha aprendido y donde ha absorbido de su talento.

¿Recuerdas cuándo comenzó a gustarte la música?

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La música me gusta desde que tengo uso de razón. Mi padre se dedicó a la música. Fue guitarrista en un grupo de pop de los años noventa. Tuvieron cierto éxito. Se llamaban El Golpe. Aún hicieron algo de ruido: sacaron dos discos, hicieron giras… Desde siempre, en mi casa había muchísima música. Y yo, para la música, siempre he sido una esponja. Es verdad que no tengo una influencia flamenca familiar o de sangre, pero el sur de Madrid es muy flamenco. Hay gente que dice que tienes que irte a Andalucía. Puede. Pero en el sur de Madrid (San Fermín, Orcasitas, Villaverde, Usera, Carabanchel, San Cristóbal) hay mucho flamenco. En Usera, donde nací y viví mis primeros quince años, había flamenco en cada esquina. Y a mí llegó el flamenco. Y, cuando me llega, me arrasa como un tsunami. Cuando descubrí el flamenco, desde bien jovencito, supe que eso era lo que yo buscaba. Y el flamenco me lo traje para Valdemoro cuando nos mudamos en 2005.

¿Es entonces cuando decides aprender a tocar la guitarra?

Creo que mi padre me regaló una guitarra cuando tenía quince años. Nunca he tocado la guitarra con un afán de meterle horas y ser un gran guitarrista. Para mí, la guitarra ha sido algo más intuitivo, un instrumento que he utilizado para expresar mi música. La guitarra es muy compleja. Necesita muchas horas de práctica. Y eso no es lo mío. Lo mío es cantar. Utilizo la guitarra para apoyarme y para componer. Hago conciertos acústicos yo solo con mi guitarra. Me encanta interpretar canciones que me gustan. Me gusta conocer los palos del flamenco y, si no tocas un instrumento, te ves limitado en ese aspecto.

¿Cuándo empiezas a tomarte la música más en serio?

Yo comienzo a cantar en fiestas. En juergas de amigos, de flamenco. Ahí me hago como cantante. A lo mejor íbamos a conciertos de amigos y me decían: «Tío, que tú cantas muy bien, únete a ellos…». Y yo no me veía. Yo creía que no podía ser como ellos. Hasta que un día me cambió el chip y me dije: «¿Por qué no? Si yo soy música. Si yo me siento artista. La música es lo que me mueve». Poquito a poco, comencé a quitarme ese miedo. Esa vergüenza que yo tenía y que, muchas veces, no te permite hacer cosas. Empecé a subirme a escenarios, a cantar más de cara al público. Comencé a escuchar flamenco desde muy joven, he estudiado mucho, como se dice. Tengo bastante conocimiento de los palos del flamenco, del cante en sí. Y ya no solo flamenquitos, rumbitas y demás, sino del flamenco como tal. Entré en una compañía de baile de flamenco como cantaor. Y ya empecé a hacer mis cositas yo solo, aparte de la compañía. Poquito a poco, el agua llega al río y el río llega al mar. Al final todo tiene su inercia y aquí estoy. Llevo unos diez años en todo esto. Los primeros cinco, más de aprendizaje, donde me veo cantando en grandes teatros llenos y me doy cuenta de que soy capaz; los últimos cinco, creciendo mucho más de forma individual, moviéndome en los circuitos, sobre todo, de la Comunidad de Madrid y de Castilla-La Mancha. Es posible que, en ese momento, dejara de hacer tanto cante para baile flamenco y me centrara más en hacer versiones. Con eso hay bastante trabajo y yo también lo disfruto mucho. Te das cuenta de que haces que la gente lo pase bien. Y el año 2020 se prometía un buen año. Justo antes de la pandemia, di el siguiente paso.

Y ese paso se ve interrumpido por la covid-19.

Tenía unos cuantos temas míos y muchos amigos me decían que eran buenos, que debía hacer algo con ellos. La música no se puede guardar en un cajón durante mucho tiempo porque se pudre. En un cajón no hace nada. Gracias a un amigo de un amigo, hablé con una discográfica y dimos el gran salto de pasar a la industria. Decidí grabar algo más profesional.

Después de hacer versiones de distintos artistas, llega el momento de definir el estilo de música al que se va a dedicar David de Paloma.

A partir de lo que vengo haciendo ahora, creo que sería bastante difícil encasillarme. Me he nutrido de flamenco, pero disfruto mucho con la salsa, con los boleros. A mí lo que me gusta es la buena música. Mi cabeza es una batalla de músicas, digamos. Y, cuando me pongo a componer, me lo noto. Salen ideas de aquí y de allí. Sería difícil encasillarme en la rumbita fácil, caliente. En estos momentos, tampoco me atrevería a grabar temas de flamenco flamenco. Supongo que la música que estoy haciendo ahora entraría dentro de este género que está pegando bastante y que llaman flamenco urbano. Y, de momento, por ahí hemos tirado. Justo antes de la pandemia grabé mis dos primeros singles. A todos nos ha afectado la pandemia. En mi caso, fue un mazazo a mis planes. Tenía la agenda de bolos repleta a tres o cuatro meses vista. Las expectativas eran grandes, los planes no dejaban de surgir y, de repente, se quedó todo parado.

Se cancelaron los conciertos e, imagino, se redujeron prácticamente todos los ingresos.

Fue terrible. Comenzamos a tirar de los ahorros y era el momento de reinventarse. Como se me da bien componer y tengo en casa un Home Studio, se me ocurrió dedicarme a componer canciones personalizadas. Como la gente comenzó a comprar y hacer regalos adaptados a la pandemia, me anuncié en distintos círculos y me puse a componer canciones para cumpleaños, aniversarios, celebraciones varias… Es una tarea muy emotiva. Obviamente, para poder componer una canción que van a dedicar a una persona, necesitas recopilar información relacionada con la celebración. Y, con eso, fui tirando. Te puedo asegurar que a todos los que recibieron una de mis canciones como regalo se les soltó una lagrimita. Cuando escuchas tus vivencias o tus sentimientos en una canción, te emocionas.

¿Cómo ha ayudado esta experiencia a tu labor de compositor?

Me ha ayudado melódicamente. Cuando compongo, me baso en otras historias. Pero melódicamente me ha ayudado mucho. Mi mujer y mi padre me decían que no me comiera mucho el coco, me decían que repitiera ideas, melodías, armonías para varias canciones. Pero yo necesitaba que cada canción fuera única y personal. Eso me exigía crear más melodías, esforzarme más. Es verdad que, una vez compuesto un tema, me he acordado de alguna idea y me he dicho: «Voy a meter este puentecito o este estribillo en este otro tema». Me ha ayudado a crecer componiendo. Y lo noto. Echo un vistazo a mis composiciones de hace cinco años y veo la evolución.

Volviendo a los dos temas que habías grabado antes de la pandemia ¿Cuándo los hicisteis públicos?

Lanzamos una canción en el verano de 2020, Amor de verano, y, más tarde, en noviembre, lanzamos Acción. Amor de verano es una canción muy especial. Fue uno de los primeros temas que compuse. Puede tener tres o cuatro años. Como era de lo más comercial que compuse al principio, siempre quise que fuera mi primer single. Primero grabamos una maqueta en un estudio de Alcorcón con mis amigos. Fue todo de muy buen rollo, ¿sabes? Mi buen amigo Pedro Jiménez, el hijo de Monchi, el pianista de Los Chichos, metió unos pianos maravillosos; Daniel Cuadrado metió unas guitarras fenomenales; mi compadre Alvarito Blanco nos brindó con unas percusiones geniales… Aparte, fuimos a Huelva a grabar un vídeo en plan casero y lo protagonizaba Marta, mi mujer… Es un tema al que tengo mucho cariño. Para mí, era una gran carta de presentación. A la compañía discográfica le pareció bien y salimos con ella. Acción fue producida en su estudio por Chus Santana. Y lo considero un verdadero privilegio. Chus Santana es un productor que está ahora a un nivel extraordinario. Es el productor de Omar Montes, Chema Rivas… Por medio de la discográfica tuve la suerte de grabar dos temas con él. Eso fue lo primero más profesional y más ilusionante que he hecho. El vídeo fue grabado en Cádiz y lo dirigió Mowlihawk, youtuber y el director de vídeos musicales del momento. Como se cancelaron muchos festivales debido a la pandemia, no llegamos a todas las radios que habíamos planeado, pero nos sirvió para llamar a la puerta de muchas emisoras.

Ahí no se quedó todo.

No. Una vez más, a través de unos amigos, le llega la música a Brian Cross, un dijei (disc jockey) internacional. Es español, pero ha sonado internacionalmente. Ha estado en festivales importantísimos como Tomorrowland. El caso es que le llega mi música, le gusta una canción y me llama. Se puso en contacto conmigo y me propuso una colaboración. Le mandé cinco temas y cuatro le fliparon. Acabamos grabando tres, con tres videoclips y hace poquito lanzamos el primero: Soltera. Y ese tema lo lanzamos con Universal Music, con la champions league de las discográficas, de la música. De pronto, tras la mala fortuna del coronavirus, conocer, trabajar y trabar amistad con Brian Cross me hacía sentirme afortunado. Grabamos un videoclip en Barcelona, otros dos en Andorra… Todo lo que viene me hace mucha ilusión.

Observando los vídeos, uno se da cuenta de que tus movimientos y tus gestos recuerdan a otro tipo de músicas que ahora están en boga, músicas también muy mestizas.

Hay que adaptarse a la música que interpretas. Además de cantante y compositor soy intérprete. Cuando cantas por soleá son apropiados unos gestos y cuando haces flamenco urbano, obviamente, haces otros.

Me gustaría que nos hablaras de los conciertos que hiciste desde tu piso en la glorieta de las Amazonas en medio del confinamiento.

Fueron dos conciertos. Vi que había gente que lo hacía y salían en el telediario. Al principio, pensaba que no sería tan buena idea porque podría molestar a los vecinos de al lado. Pero unos cuantos vecinos que son amigos míos me animaron y yo tenía unas ganas locas de cantar en directo a la gente. Llevábamos mes y medio confinados y me animé. Tengo un equipo de sonido bastante bueno y allí fui. No imaginaba que iba a causar tan buen rollo. La plaza es muy grande, salió mucha gente. Fue tremendo. El sonido daba la sensación de que estaba cantando en una plaza de toros. O en un estadio. Fue una buena forma de salir de la rutina. Empezaron a llegar mensajes a través de Facebook, me enviaron fotos, vídeos… Lo repetí dos semanas después y, de nuevo, fue un éxito. Una experiencia muy bonita. Fueron todo versiones porque aún no habíamos sacado ninguna canción.

Tras su experiencia en el mundo de la música, ¿qué consejos recibes de tu padre?

Mi padre está muy encima. Le gusta muchísimo ver cómo progreso en el mundo de la música. Es un crítico exigente del que me puedo fiar. Su experiencia me ayuda mucho. Desde el principio, mi padre me ha enseñado a ser realista, me ha hecho ver lo complicado que es todo este mundo de la música. Pero también me ha enseñado a valorarme, a creer en mí, a no abandonar a las primeras de cambio, a luchar por lo que me gusta, pese a lo que pueda venir en contra.

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Si la pandemia lo permite, el calendario de conciertos que tiene delante David de Paloma es apabullante. Y, ahora sí, podrá ir interpretando los temas que ya ha publicado. Ha grabado unas siete canciones más e irán siendo publicadas a lo largo de los próximos meses. El próximo single saldrá el 16 de julio en YouTube, Spotify y en un buen número de plataformas digitales. Se trata de La pareja del año, una versión de un superhit muy actual llevado al flamenquito. Sus conciertos en la glorieta de las Amazonas le dejaron tan buen sabor de boca que a David le encantaría tocar un concierto en Valdemoro. Necesitamos música. Ritmo. Melodías. Y me encanta saber que hay músicos viviendo entre nosotros.

Texto_Fernando Martín Pescador

Fotografía_Ncuadres