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Entrevista a Antonio Molina, técnico deportivo de la Concejalía de Deportes

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«Valdemoro goza de un  gran potencial que lo convierte en un referente a nivel deportivo»

Dicen que, si no te esfuerzas al máximo en lo que haces, nunca conocerás tus límites. Este es el caso de Antonio Molina, un valdemoreño de siempre, apasionado por el atletismo y que ha hecho del deporte su forma de vida. Estamos frente a un deportista nato al que le encantan los retos deportivos, un continuo desafío a sus capacidades deportivas que le ha llevado a cosechar algún que otro éxito, pero sobre todo a conocer sus límites para intentar superarlos.

Además de atleta, Molina, como es sabido en el pueblo, también es vecino de Valdemoro, padre, marido y técnico deportivo de la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento, a través de su empresa pública Gesvival. Recientemente ha obtenido el reconocimiento por su labor en el consistorio al ser finalista del premio al mejor director deportivo. Este galardón, otorgado por el Colegio de Licenciados en Educación Física, selecciona a los siete mejores directores deportivos de la Comunidad de Madrid.

La nominación quiso destacar la gestión de Antonio durante todo este año en los eventos deportivos que se han organizado en nuestro municipio. La Carrera Popular, el Duatlón o las carreras infantiles son algunas de las iniciativas en las que ha estado presente.

¿Cuáles son tus primeros vínculos con el deporte?

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El primer recuerdo que tengo es con once años en el pueblo de mi madre. Participé en una carrera popular durante las fiestas en la que corrían todos los niños del pueblo. Me apunté sin ninguna pretensión y conseguí ganarla. Nunca había hecho deporte, más allá del fútbol y el baloncesto del patio del colegio durante el recreo y en los torneos entre colegios. Esa carrera fue la primera motivación para empezar en el deporte. Cuando llegué en septiembre a Valdemoro para empezar el colegio me apunté a la Escuela Municipal Deportiva de Atletismo. La gestionaba Javier Martín Ureña, que fue corredor de élite, campeón de España en 800 metros, un monitor con un nivel muy bueno. Con él empecé en el atletismo.

¿Descubres tu vocación por el atletismo tras esa carrera?

La primera carrera fue una motivación más que otra cosa. Fue la primera vez que corría, me lo pasé bien, y además gané. Cuando me apunté a la escuela municipal tenía la intención de aprender este deporte. La vocación es algo que se va gestando poco a poco cuando entras más a fondo en el atletismo. En la Escuela Municipal también hacíamos salto de altura, lanzamiento de peso, vallas, lanzamiento de disco y jabalina, todas las disciplinas atléticas, no solo correr. A medida que fuimos creciendo, tanto mis compañeros como yo nos fuimos especializando en una disciplina, siguiendo el consejo de Javier como entrenador. En mi caso me decanté por las carreras de medio fondo y fondo.

¿Cómo fue tu transición desde una escuela a un equipo profesional como el Club Larios?

En el segundo o tercer año, Javi, que era corredor de élite internacional y pertenecía al Club Larios, nos ofreció a los que destacábamos un poco más la oportunidad de federarnos a través del club y representarlo en todas las competiciones federadas: campeonatos de Madrid y de España. Todo empezó gracias a él, porque lo cierto es que yo no tenía ni la más remota idea de que existían clubes de atletismo que competían por toda España. Conocía las carreras de Valdemoro y Ciempozuelos y poco más.

Cuando entré en el Club Larios descubrí otro mundo que nada tenía que ver con las competiciones locales. Era el mundo federado, donde había campeonatos oficiales y donde había que conseguir determinadas marcas para participar en competiciones de alto nivel, como el Campeonato de España. Recuerdo perfectamente que cuando empecé con la pista en categoría infantil, había que correr los 1000 metros en menos de 2 minutos y 40 segundos. Eso era una presión porque el objetivo estaba ahí y había que conseguirlo para poder estar en la competición.

En esa época se gestó una buena generación de atletas donde, junto contigo, también corrían los hermanos España, por ejemplo.

Así es. Aunque creo que ha sido fruto de la coincidencia. Ambos nos hemos criado en el mismo barrio de Valdemoro toda la vida, los dos somos de Río Nilo y nos conocemos desde pequeños. Es cierto que cuando él comenzó a correr lo hizo con el Club Amigos del Atletismo y yo estaba en la Escuela Municipal. Siempre hemos tenido nuestros piques sanos sobre quien era mejor, aunque estaba claro que era él (se ríe). Estaban Jesús y también su hermano Fran, que es un atleta de una categoría excelente. Entre mis compañeros recuerdo perfectamente a Israel Carrero o Fernando Manquillo, que también destacaron a nivel nacional. Todos estábamos en la Escuela Municipal y pertenecíamos al Club Larios. Luego había corredores a nivel popular que también formaban una muy buena base.

Con Jesús España tienes alguna que otra anécdota, ¿no es así?

(Se ríe). Con Jesús España tengo una anécdota muy curiosa. En la carrera popular de Valdemoro, no recuerdo muy bien el año pero éramos cadetes o infantiles, corríamos todos los niños. Los dos fuimos muy igualados durante toda la competición y al final yo quedé tercero y Jesús quedó cuarto. Cuando le veo siempre bromeamos sobre ello, porque él me recuerda también que le gané una vez en una carrera. Me dice que la corrió enfermo, y es verdad, hay que ser honestos; pero eso no lo sabe la gente (se ríe).

Para mi es un campeón de los pies a la cabeza, porque es el mejor deportista que hay en Valdemoro. Así que, bueno, puedo decir que gané una vez a Jesús España y, excepto su hermano, soy el único valdemoreño que lo ha conseguido. Habría que revisar la hemeroteca, pero creo que soy el único.

Tú has intentado llegar a dedicarte profesionalmente al atletismo, pero no lo llegaste a conseguir, ¿qué se necesita para llegar a un nivel tan alto?

En el mundo del atletismo hay que ser consciente de que solo llegan los elegidos. Tanto Jesús como su hermano Fran, lo son porque tienen un potencial genético y una capacidad de entrenamiento y sacrificio que el resto no tenemos.

Cuando fui a empezar la universidad, con 18 años, veía que en el atletismo no podía conseguir más de lo que tenía. Daba igual que entrenara más, no tenía más capacidad de mejora o mi capacidad no era suficiente como para dar ese salto. Hay que ser realistas y conocer tus límites. Esto no quiere decir que abandones el deporte, yo no lo he hecho, pero ser consciente de tus capacidades te permite dedicar tu tiempo a otras cosas que te desarrollen también profesionalmente.

A pesar de ello buscaste una salida profesional diferente pero dentro del deporte.

Eso es. Aprobé las pruebas físicas del INEF (Instituto Nacional de Educación Física), que en aquella época eran bastante complicadas porque en Madrid solo existía INEF en la Universidad Politécnica y ofertaban nada más que 180 plazas por curso. Ese año, de todas las personas de Valdemoro que se presentaron a las pruebas solo dos conseguimos entrar en la universidad. Cuando me incorporé allí conocí una realidad diferente del deporte. Tuve la posibilidad de coincidir con deportistas de todas las modalidades: nadadores, alpinistas, pilotos de moto… De la convivencia con todos ellos aprendes y así conocí el maratón de Madrid (MAPOMA), que eran 42 kilómetros y 195 metros.

La idea de correr una maratón se me quedó en la cabeza y preguntando por Valdemoro encontré al padre de un gran amigo mío del colegio, Julio Gutiérrez,  que siempre corría maratones. Me ofreció ir con él y me presenté en abril con el peor entrenamiento posible que se podía haber hecho para un maratón. Creo que la sesión de entreno más larga fueron 12 kilómetros. A pesar de ello, con dieciocho años recién cumplidos hice una marca de 3 horas y 31 minutos en mi debut. Luego estuve dos semanas sin poder andar de las agujetas (se ríe).

¿Cómo ha sido tu progresión en esta modalidad?

Estuve corriendo maratones durante cuatro años y, aunque fui evolucionando, lo cierto es que con 22 años no podía estar corriendo maratones porque no es la edad apropiada. Tu cuerpo no está preparado y mi entrenamiento tampoco lo estaba. Llegué a ser tercero en un Campeonato de España de Maratón en categoría sub-23, bajando de la mítica barrera de las tres horas. Un resultado muy destacado siendo tan joven, pero me di cuenta de que era demasiado pronto para preparar esas distancias. Tras dejar el maratón me animé a hacer la que para mi es la mejor modalidad deportiva ahora mismo, el  triatlón y, en concreto, la modalidad ironman.

En el INEF conocí el triatlón por un compañero, yo no tenía ni idea. Y con el triatlón me pasó algo parecido que con la maratón: me prestaron una bicicleta porque yo no tenía de carretera y me presenté al triatlón que se hace todos los años en la Casa de Campo. El primero que hice fue en distancia olímpica, en el año 1998 (1500 metros nadando, 40 kilómetros de bici y 10 kilómetros corriendo). Acabé tan enamorado de este deporte que continúo practicándolo hoy en día. He disputado tres ironman, cuyas distancias son 3800 metros nadando, 180 kilómetros en bicicleta en solitario —no está permitido ir en grupo— y se termina con un maratón de carrera a pie. El primero lo hice en 2008 en Lanzarote y ocurrió algo parecido a mi debut en la maratón. Mi primer ironman para mí fue el más bonito y espectacular, a pesar de ser en el que peor marca he logrado. Para mí es especial porque fue el primero —y en Lanzarote, que está considerado como el más duro del mundo después de Hawái—.

Me atrajo mucho esta modalidad de triatlón y al año siguiente corrí en Frankfurt, donde sí fui preparado y logré una buena marca, bajando holgadamente de las diez horas, y sin una bici especifica de contrarreloj, las llamadas cabras, por lo que creo que tengo más margen de mejora. En 2010 hice el último en Zúrich, donde tuve buena marca, pero empecé a notar que no tenía tanto tiempo para entrenar. Lo he dejado aparcado, pero volveré algún día, no lo he descartado.

¿Qué ha supuesto para ti la competición?

Para mi competir es el motivo por el que entreno todos los días. A fecha de hoy no concibo entrenar sin una competición en la mente. En la competición es donde disfruto porque es el reto. Esa es mi excusa para entrenar todos los días, y sin competición no sería capaz de entrenar. Actualmente estoy entrenando unas cuatro veces por semana, porque la vida personal-laboral y una pubalgia que arrastro desde hace ocho meses me impiden tener un ritmo más alto. He llegado a entrenar unas 20-25 horas semanales, unas 14 sesiones a la semana. Doblaba todos los días alternando la bici, la carrera y la piscina. En esa época, en la que corría carreras ironman, llegué a ser subcampeón de España en triatlón y acuatlón tres veces en mi categoría. Si quieres estar en esos niveles, tienes que entrenar mucho.

Ahora he bajado las horas de entrenamiento, pero sé lo que entreno y sé los objetivos que me puedo plantear. Por el momento no me planteo un ironman porque no tengo la preparación para hacerlo en los tiempos que querría. Tampoco haría un Campeonato de España de Triatlón para luchar, en mi categoría, por las medallas, porque sé que no podría. Los hago para disfrutarlos.

¿Cómo enfocas tu vida deportiva?

Mi perspectiva ahora ha cambiado. Ya no entreno para estar en lo más alto, sino para intentar acabar en la mejor posición posible. Sin la presión del tiempo y del resultado, aunque siempre me exijo el cien por cien. Ahora no me importa hacer un minuto más o un minuto menos. Pero mantengo ese gen competitivo e intentaré volver, eso seguro. Principalmente, porque la competición me hace feliz. En épocas en las que no he estado lesionado he hecho una media de veinticinco competiciones anuales, prácticamente una cada dos  semanas.

¿Cómo te definirías a ti mismo? Me resulta curioso tu voluntad arriesgada.

Me gustan los retos deportivos y, si están a mi alcance, lo intento. Mi forma de pensar en el deporte es que, si existe y lo hacen los demás, por qué no voy a poder hacerlo yo. Me tendré que preparar más tiempo y más kilómetros, pero si otros lo consiguen, por qué no lo voy a poder hacer yo. Hay retos que no he podido intentar porque económicamente requieren un esfuerzo muy grande. Es el caso del Maratón des Sables, una carrera de una semana por el desierto que me encantaría hacer, pero es muy cara. Otra es la Ultra Trail de Mont Blanc: 160 kilómetros en Chamonix, cruzando el Mont Blanc. Bajo mi punto de vista, este tipo de retos son más difíciles de conseguir por las limitaciones externas, como el factor económico, que por su dureza física.

Eres una persona que participa activamente de la vida deportiva de la localidad. Fuiste uno de los fundadores de TriVal, ¿cómo surgió la idea de crear este club?

En la facultad conocí el triatlón y, con ello, que había clubes de este deporte con los que la gente competía. Junto con dos compañeros de Valdemoro nos decidimos a crear el club. Surgió en el año 2004 y tenía un carácter muy familiar. Poco a poco fue creciendo y con la llegada de nuevos deportistas empezamos a obtener mejores resultados hasta que, en su último año de actividad, el 2014, se convirtió en el segundo mejor equipo de España. A día de hoy eso es un resultado muy importante, difícil de conseguir y del que, por supuesto, estoy muy orgulloso. Se puede decir que Trival terminó en lo más alto.

¿Qué potencial deportivo tiene Valdemoro?

Valdemoro tiene un potencial deportivo muy grande. Es una ciudad con más de 70 000 habitantes y muchísimos niños, que al fin y al cabo son la base del deporte. Ellos son los que nos van a dar a los futuros deportistas y, quien sabe, campeones. Por suerte, cada vez hay más modalidades deportivas que conforman una gran diversidad de oferta deportiva. Además, son deportes con muy buena acogida, en los que en algunos casos tenemos vecinos que están destacando a nivel nacional e internacional. Es el caso de las hermanas Dies en las carreras de montaña o de Mónica Galisteo en tiro con arco. Nuestro municipio tiene multitud de clubes de diferentes disciplinas, instalaciones en las que se pueden practicar la mayoría de deportes y una base muy importante de niños. Estos tres factores, más el apoyo institucional, hacen que Valdemoro sea un referente en el mundo del deporte.

¿Qué eventos tenéis en mente para el año 2018?

De cara a 2018 ya estamos pensando en nuevos retos, como una marcha nocturna en bici de montaña para el mes de junio. Nuestra idea es que la ruta rodee una zona tan emblemática de Valdemoro como es El Espartal, la conocida como «vuelta a la valla». No será de nivel competitivo y puede ser una estampa muy bonita ver El Espartal iluminado por la noche con los frontales de los ciclistas. Como no teníamos ningún evento de bicicleta de montaña, también tenemos en mente la celebración de una competición por parejas en formato contrarreloj. Son proyectos en los que estamos trabajando; todavía no hay nada seguro, pero esperamos poder hacerlos realidad.

¿Cuáles son los eventos de mayor visibilidad en el municipio?

Probablemente los más mediáticos sean la Carrera Popular y la Media Maratón Jesús España, que es el evento por excelencia de la Concejalía de Deportes, donde un gran número de vecinos participa, se cortan muchas vías de la localidad y se moviliza a la Policía municipal, servicios sanitarios y Protección Civil. Personalmente, estoy orgulloso de la Media Maratón Jesús España de la que he sido partícipe desde su primera edición y de la que, en la actualidad, llevamos trece. Formo parte del equipo de organización y he tenido la suerte también de poder darle el nombre del mejor deportista que tenemos en Valdemoro.

Otro evento del que me hizo especial ilusión ser partícipe fue la Carrera Homenaje al Capitán Duque que se celebró en el Colegio de Guardias Jóvenes. Se pusieron en contacto con la Concejalía de Deportes para solicitar nuestra colaboración, y la verdad es que fue un evento muy bonito en homenaje a toda una referencia del atletismo conocida por todos los vecinos como es el Capitán Duque. Cuatro años antes hicimos un homenaje a su figura en la celebración de la Carrera Popular, porque hasta ese momento era la única persona que había corrido todas sus ediciones. A fecha de hoy, con 33 ediciones disputadas, creo que solo ha faltado en una ocasión. Ese mérito es muy importante y digno de elogiar.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo hacia las que tiende la Concejalía de Deportes?

El calendario de actividades de la Concejalía de Deportes se construye a partir de las propuestas que los clubes nos hacen llegar y de los eventos que organizamos desde la propia concejalía. Nuestra intención es la de ofrecer servicio a aquellas iniciativas que son numerosas en Valdemoro y que carecen de eventos locales. Un ejemplo de ello fue la I carrera de obstáculos de Valdemoro. En este sentido, nos surgió la posibilidad de colaborar con el club Hard Runing en la creación de la primera carrera de estas características en Valdemoro. Tuvo una gran acogida, con 400 participantes, y este año se  repite en modalidad nocturna por el parque Bolitas del Airón, en el mes de junio.

Antonio ha hecho del deporte su forma de vida. Aunque la lesión de pubalgia ha frenado su ritmo deportivo, en la mente aún están muy presentes los retos que están por venir. Retomar las maratones y el ironman son algunos de sus deseos de futuro. Calzarse las zapatillas de correr en Hawái para participar en el ironman es quizás el mayor de sus sueños. Ojalá que pueda cumplirlo y La revista de Valdemoro esté ahí para contárselo a sus lectores.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres