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Juangre, Oli, Jorge y Fernando, cuatro triatletas en un Ultraman

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Los tres valdemoreños y el ciempozueleño completaron la prueba de ultrarresistencia

 Uno de los lemas de La revista de Valdemoro es mantener la relación con sus entrevistados con el fin de poder seguir la trayectoria de aquellas personas y entidades que en algún momento fueron de interés para los vecinos. Esto nos permite ampliar el contenido del que se nutre la revista y, además, ofrecer una continuidad informativa a quienes se han interesado por un tema concreto.

Tras cincuenta y nueve números podemos decir que es la primera vez que repetimos entrevistados, y la ocasión lo merece. Ellos son Juan Gregorio Sánchez, Oliver Almendral, Jorge Narváez y Fernando Sánchez, que llegaron a la revista tras cruzar el estrecho de Gibraltar a nado bajo el proyecto MARAGUMER, que recaudó fondos a favor de la investigación del glioblastoma multiforme.

Tras semejante hazaña, los cuatro amigos han continuado su participación en pruebas de alta exigencia física por separado, pero la situación de confinamiento vivida este 2020 fue una buena excusa para afrontar su mayor reto: el Ultra Triatlón Tierra Astur. Esta prueba de ultrarresistencia se caracteriza por completar en tan solo tres días, con un tiempo límite de doce horas de competición por jornada, un total de 10 kilómetros a nado, 84 kilómetros en carrera y 440 kilómetros en bicicleta.

Los cuatro vecinos, tres de Valdemoro y uno de Ciempozuelos, participaron en la segunda edición de la prueba, que se celebró los días 10, 11 y 12 de septiembre. La competición solo admite quince inscripciones, de las cuales se cubrieron catorce y tan solo doce llegaron a competir. Para ello es necesario demostrar un currículum deportivo que acredite experiencia en pruebas de nivel similar. La organización es quien determina si se es apto. De los doce competidores, tres no pudieron completar la prueba, el primero abandonó en la prueba acuática de la primera jornada. El segundo no pudo completar el segmento de los 280 kilómetros de la segunda jornada y el tercero no terminó la doble maratón en tiempo. Entre los nueve finalistas se posicionaron Juangre, Oli, Jorge y Fernando, los protagonistas de esta entrevista.

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¿Cómo surge el reto?

El promotor inicial fue Juangre. Hasta ahora los triatlones más exigentes que hemos hecho son Ironman. Un Ultraman era un reto mayor porque supone más del doble de la distancia, en tres etapas. El Ultraman de Asturias era muy atractivo para nosotros porque no era necesario llevar equipo de apoyo, como sí ocurre en otras pruebas nacionales. Juangre se apuntó las pasadas navidades y poco a poco fue convenciendo al resto. La situación de pandemia mundial hizo que varios de nosotros tuviéramos pruebas en el extranjero, como Oli con un Ironman en Estados Unidos y Jorge un Ultratrail en el Everest, que se cancelaron. El periodo de confinamiento fue un momento clave para tomar la decisión de volver a hacer un reto juntos.

¿Cómo podéis tomar esta decisión tan importante en un momento de confinamiento?

Ahí es donde residía uno de los grandes retos de esta prueba. Hasta junio nuestros entrenamientos eran muy limitados. Entrenábamos en casa con lo que tenemos: pesas, rodillo de bicicleta, etc. El confinamiento no supuso solo una limitación para mejorar la forma física. El reto mental fue muy importante. Una prueba de estas características, de las más exigentes en ultrarresistencia, tiene un periodo de preparación de entre nueve meses y un año. Cuando nos desconfinaron, tan solo quedaban cuatro meses de preparación. Los días pasaban, la fecha estaba cada vez más cerca y en muchas ocasiones las presiones por no llegar bien preparados a la prueba jugaban una mala pasada. Antes de hacer el Ultraman teníamos programadas diferentes pruebas para medirnos y todas ellas se cayeron. Las videollamadas que hacíamos nos ayudaron mucho a darnos apoyo mutuo cuando alguno de nosotros se venía abajo.

¿Qué entrenamiento seguisteis para poder completar la prueba con tan poco margen de preparación?

Cada uno de nosotros hemos seguido nuestros entrenamientos personales, pero en conjunto hemos completado varios retos. Una prueba de estas características requiere correr, rodar y nadar muchos kilómetros al día. La gente que puede permitírselo se toma un año sabático para prepararla, nosotros no podíamos y, por eso, coordinar los entrenamientos de los cuatro ha sido muy complicado. Uno de los entrenamientos fue dar la vuelta a la Comunidad de Madrid en bicicleta, en total unos 240 kilómetros. Otros entrenamientos han sido ir a Córdoba o Plasencia en bicicleta. La época estival tampoco acompañaba y algunos de los entrenamientos han tenido que ser nocturnos para poder hacer tiradas largas de carrera y, además, poder conciliar con la familia. Estos entrenamientos tan extremos nos han aportado mucho autoconocimiento sobre nuestro cuerpo y mente.

Es una prueba que compromete los entrenamientos con la vida familiar, personal y laboral. ¿Cuál es la motivación?

Este grupo tiene un afán de superación muy grande. Está claro que no podemos sostener este tipo de pruebas constantemente, pero nos gusta afrontar objetivos puntuales que sean retadores, difíciles y, sobre todo, diferentes. Además de la prueba, para nosotros es muy importante el grupo. Sentirnos acompañados por los otros tres compañeros, tanto en la preparación como en la prueba, es una de nuestras máximas. Hasta que no cruzamos los cuatro la meta no hemos concluido la prueba. Esto sin duda crea unos lazos muy fuertes entre nosotros y es el gran valor de afrontar grandes retos como una familia. Además, los cuatro tenemos una motivación intrínseca que se sustenta por el apoyo que recibimos de nuestra gente. Tenemos unas familias que no nos merecemos, sin su apoyo y comprensión no sería posible.

Una de las características de la Ultraman es que se disputa en entornos abiertos al tráfico y la circulación de personas. ¿De qué manera os influye esto?

Quizás sea uno de los factores que más condicionan en todos los aspectos. Cuando sales a competir, sobre todo en bicicleta, vas completamente solo por la carretera. Las normas de circulación, el tráfico o cualquier incidente te condiciona en tu trayectoria y tu marca. Normalmente estamos acostumbrados a pruebas en entornos cerrados donde la competición es lo importante. En esta la vida cotidiana de la persona prima sobre tu competición y tienes que adaptarte a las circunstancias y gestionar eso mental y físicamente, además sabiendo que hay un límite de doce horas de competición por día. Sin duda es todo un reto.

El mayor reto es sostener esta exigencia durante tres días, ¿cuál es la crónica de cada una de las jornadas?

La primera etapa se componía de 10 kilómetros a nado en el río Sella, con sus correspondientes corrientes y 140 kilómetros de bicicleta con un desnivel de 2500 metros positivos. La prueba de agua fue quizás las más llevadera para los cuatro. El nado es una disciplina que dominamos bastante bien y haber hecho pruebas como el cruce del Estrecho contribuyó a lograr ser los primeros en salir del agua. La etapa de bicicleta fue dura, había que subir varias veces el puerto del Fito. La humedad de Asturias y los cambios de temperatura entre la zona más elevada y la más baja hicieron que la prueba fuera compleja. Los cuatro conseguimos terminar la primera etapa con relativa facilidad, teníamos toda la energía e ilusión intacta.

La segunda etapa fueron 280 kilómetros de bicicleta. Nuestra mayor preocupación era sacar la media apropiada de kilómetros por hora para poder llegar a tiempo y contar con algún colchón de margen por si teníamos algún imprevisto. El día fue muy ventoso y en los tramos de llano y bajadas, cuando se supone que había que recuperar, teníamos el viento en contra y nos obligaba a un gran esfuerzo por mantener un ritmo razonable. La jornada no solo supuso un desgaste físico muy fuerte, mentalmente acabamos agotados por estar casi doce horas encima de la bici ofreciendo el máximo en todo momento. Después de esta etapa comenzaron a aparecer los primeros problemas musculares y estomacales.

La última etapa consistía en correr dos maratones. El desgaste físico en la última etapa era evidente y el cuerpo corría casi como un autómata. Algunos de nosotros había preparado mejor la prueba, como es el caso de Oli, que pudo disfrutar más de la jornada. Corríamos por carreteras con tráfico, lo que aumentaba su dificultad. Todos coincidimos en que esta etapa se termina con el alma, porque ni el cuerpo ni la mente podían tirar más. El factor equipo también fue decisivo. Ver a tus compañeros, cruzar miradas y sentirte más cerca del objetivo fue una motivación extra para terminar.

¿En qué pensasteis al cruzar la meta?

[Fernando] Lo primero que hice al llegar a la meta fue tirarme al suelo y romper a llorar. En ese momento tenía muy presente a mi padre, que había fallecido hace cinco años. Fue un momento para acordarme de toda mi gente, en especial de mi familia, que fue la que sufrió conmigo los entrenamientos y la que me vio progresar hasta conseguirlo. Es una mezcla de emociones que llevas contigo durante los tres días y que se vuelcan al cruzar la meta».

[Juangre] Yo también rompí a llorar al llegar a la meta. Personalmente, ha sido un año complicado para mí y poder conseguir un reto tan grande fue conmovedor. Toda mi familia estaba en mi cabeza porque por desgracia no pudieron acompañarnos en la prueba.

[Jorge] Durante los últimos kilómetros, cuando sabes que lo vas a conseguir, de quien más me acorde es de mi familia, que tanto me apoya. Lo habíamos vuelto a conseguir. Cuando crucé la meta, se hizo realidad la imagen que había soñado durante mucho tiempo, llegar a la meta y darme un abrazo con estos tres hermanos saboreando la alegría y el orgullo de haberlo conseguido juntos. Llegué el último de los cuatro y ahí estaban esperándome en la línea de meta para celebrar que lo habíamos completado.

[Oliver] Yo pude disfrutar la última etapa y durante el recorrido pensé en cómo quería cruzar la meta. He hecho muchos retos y he cruzado la meta con amigos, con sobrinos, con mi madre. Este era el mayor reto para mí y me hubiese gustado entrar con mi mujer. A falta de cien metros me paré e hice una videollamada con mi mujer y mis dos hijos. Por suerte estaban comiendo y pudimos entrar los cuatro juntos a la meta.

Una vez terminada la prueba, ¿qué ha supuesto esta experiencia para vosotros?

[Fernando] Para mí ha sido el ejercicio de llevar el cuerpo al límite. Es una sensación muy bonita, aunque nada recomendable. La siguiente semana tuve muchos dolores y fiebre, pero estaba feliz. Ser consciente de lo que tu cuerpo y mente pueden llegar a conseguir es algo muy gratificante.

[Jorge] Fue una prueba salvaje en cuanto a la distancia recorrida y la cantidad de horas llevando el cuerpo el límite. De todas las pruebas que he hecho esta era en la que más dudas tenía de poder completar, porque era consciente de que no había entrenado lo suficiente. No sé si es genética o una persistencia titánica, pero lo conseguí. La prueba en sí es un viaje de emociones y yo reconozco que lloré en algún momento. El compañerismo es algo que valoro mucho y estos tres tíos ya son algo más que amigos. Sabía que me tocaría sufrir más de lo razonable y me sentí muy respaldado por ellos.

[Juangre] Ha sido una experiencia maravillosa en un año que ha sido muy complicado en todos los sentidos. Me gusta competir en muchas pruebas a lo largo del año y este 2020 solo he podido hacerlo en el Ultraman. Me llevo algo más de treinta horas de sacrificio en las que he disfrutado cada segundo. Tanto es así que me gustaría volver a repetir una prueba de estas características.

[Oliver] La prueba en sí no me ha parecido que esté cerca de mis límites. Sin embargo, el sacrificio que supone prepararla tanto en lo deportivo como en lo familiar y laboral es un precio muy a tener en cuenta. Me considero una persona muy disciplinada y, si me propongo conseguir algo, lo haré. Si después de correr cuatro horas tengo que trabajar nueve, lo hago. El esfuerzo ha sido tan grande que, sinceramente, si la prueba no hubiera sido con estos tres señores, probablemente, no la habría hecho. Por muchos golpes que me dé en la cabeza nunca se me olvidará el momento de abrazarnos los cuatro y dar vueltas de alegría.

¿Tenéis algún reto futuro?

La situación que vivimos hace que el futuro sea muy incierto. Como grupo siempre nos hemos marcado algunos retos que nos gustaría conseguir. Uno de ellos es cruzar de Ibiza a Formentera nadando. La demanda para hacer esa prueba es muy alta y resulta complicado que nos seleccionen a los cuatro para la misma salida. Desde luego tiene que ser algo trascendente que nos motive. Nuestra motivación no está en mejorar marcas, sino en acumular experiencias que sean únicas.

Y es que, como bien dicen ellos mismos: «En el ADN de este grupo no se contempla el abandono». Estamos seguros de que, si algún día ese fatal hecho llega ocurrir, será por cuestiones médicas mayores y no por la falta de ambición de alguno de ellos. Jorge, Oliver, Juangre y Fernando ya son amigos de La revista de Valdemoro, pues con su cercanía y sencillez consiguen transmitir esa humildad tan necesaria para lograr hitos tan importantes como finalizar una prueba de ultrarresistencia.

Texto_Sergio García Otero

Fotografía_Ncuadres